La chatarra de cobre ya no es residuo
El 1 de enero entró en vigor el Reglamento Nº 715/2013 que marca los criterios que determinan cuándo la chatarra de cobre deja de ser residuo una vez procesada pasando a considerarse producto. Este reglamento se publicó el pasado mes de julio y supone una continuación del proceso de desclasificación de materiales hasta ahora considerados residuos que ya iniciaron en 2011 las chatarras de hierro, acero y aluminio. El reglamento es de directa aplicación seis meses después de su publicación, por lo que es ya una realidad desde el pasado 1 de enero.
La Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) ha sido uno de los principales impulsores de que distintos tipos chatarra, una vez procesada por los recuperadores, dejara de considerarse residuo. Hace muchos años que se ha venido trabajando en la Unión Europea para desarrollar los criterios de desclasificación de las chatarras preparadas como residuo. FER ha formado parte del reducido grupo de expertos que ha trabajado en los últimos siete años junto al IPTS (Instituto de Prospectiva Tecnológica de la Comisión Europea) ubicado en la Isla de la Cartuja (Sevilla) para elaborar el informe que define qué pautas de calidad y tratamiento deben cumplir las chatarras para poder ser consideradas productos. El punto de vista de la industria ha sido clave para establecer unos criterios claros que se adapten a la realidad de la industria.
Con esta reforma que incorpora los tres principales metales en cantidad en el mundo de la recuperación y el reciclaje (cobre, aluminio y acero), los recuperadores entendidos como recicladores, pasan a ser el eslabón clave en todo el proceso de tratamiento y reciclaje de residuos convertibles en nuevas materias primas. Se reconoce así la labor de procesado, limpieza y homogeneización llevado a cabo por el sector de la recuperación y el reciclaje para finalmente obtener materiales reciclados que sirven de materia prima a acerías y refinerías de aluminio y cobre.
Criterios que deben cumplirse
Para que la chatarra de cobre pueda considerarse producto se debe cumplir con varios requisitos:
• Han de tenerse en cuenta unos requisitos determinados de pureza y calidad de la chatarra resultante de la operación de recuperación limitándose así la cantidad de materiales extraños, óxidos metálicos, aceites, etc.
• Ha de controlarse los residuos que se pueden utilizar como material de entrada en la operación de recuperación.
• La chatarra de cobre habrá sido procesada y tratada para permitir su uso directo final como materia prima del proceso de producción de cobre.
• Ha de implantarse y verificarse cada tres años un sistema de gestión que constará de una serie de procedimientos documentados y controles, para demostrar el cumplimiento de los criterios.
• Habrá una declaración de conformidad, que debe acompañar a cada envío de chatarra.
En la práctica
Hay algunos elementos importantes a la hora de poner en práctica el reglamento. Así, la desclasificación se aplica a libre elección del reciclador ya que él decide libremente si emite o no la declaración de conformidad para que el cobre en cuestión (que ya cumple los requisitos exigidos) deje de ser residuo. Algunos ejemplos que ayudan a comprender este cambio podrían ser los siguientes:
1. Un cable de cobre y plástico cuando llega a la planta de reciclaje de cables se considera residuo no peligroso, pero sólo una vez triturado y separado el plástico del cobre, la granalla de cobre podrá dejar de ser residuo para pasar a ser producto.
2. La desclasificación se puede aplicar solamente a materiales procesados por un gestor de residuos. Por lo tanto, no se aplica a chatarras generadas en talleres y fábricas en tanto no sean tratadas por gestor autorizado.
Ventajas para el reciclaje
El establecimiento de estos nuevos criterios para marcar cuando ciertos residuos dejan de serlo, supone un impulso al reciclado principalmente por las siguientes cuestiones:
• Se reducen las cargas administrativas del comercio de los materiales reciclados.
• Se fomenta el reciclaje al poner en situación de igualdad competitiva a las materias primas vírgenes y a las recicladas.
• Ahorro de costes económicos, tiempo y personal.
• Más de 8 millones de toneladas de metales al año en España (sumando cobre, aluminio y acero) pueden beneficiarse de esta condición.
La Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) es una asociación creada en 1982 con el fin de agrupar y defender los intereses de las empresas dedicadas al reciclaje de residuos en los distintos ámbitos económicos y sociales. FER cuenta con más de 260 socios, y gracias a las asociaciones regionales, autonómicas o relacionadas con el metal y otros tipos de residuos que han querido formar parte de la federación, representa a más
de 435 empresas gestoras de residuos y actúa en nombre del sector recuperador ante las Administraciones Públicas (Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Industria, etc.) y los sindicatos, así como ante otras asociaciones empresariales o sectoriales, ya sean autonómicas, nacionales o internacionales.