Prevención y protección de explosiones frente a descargas electrostáticas
De manera obligatoria, dentro del DPCE se realiza una evaluación de todas las fuentes de ignición efectivas tipificadas en la normas de referencia. En él se incluye entre otra documentación, la clasificación de zonas ATEX y se evalúa la presencia de fuentes de ignición efectivas en dichas zonas, las cuales son las iniciadoras de una posible explosión.
Evaluar correctamente el riesgo de explosión es primordial para saber si estamos en condiciones seguras, o por el contrario, se deben tomar medidas correctoras. El siguiente paso es conocer qué medidas son adecuadas y cuál es la mejor opción a implementar en cada caso.
Uno de los principales problemas, a la hora de realizar una correcta evaluación del riesgo de explosión, es en el momento de analizar el riesgo de la que yo califico como la fuente de ignición más desconocida por los técnicos y personal implicado, las descargas electrostáticas.
Debido al desconocimiento mencionado, se tiende a abordar el tema de dos maneras muy opuestas:
- Sobreprotegernos mediante la adquisición de equipos y sistemas complejos, caros y sobredimensionados.
- Pasar muy por encima, sin evaluar a fondo toda la casuística y dejar la instalación en parte desprotegida.
Para ser capaces de dimensionar la situación actual y dar con correctas soluciones tanto técnicas como organizativas, el primer paso es conocer las sustancias que pueden generar las atmósferas potencialmente explosivas y; sobre todo, sus características explosivas (incluyendo la resistividad eléctrica). Una vez se dispone de esta información, se deben conocer todas las posibles descargas electrostáticas, sus características y energías generadas.
Para ayudarnos a elegir las medidas de prevención adecuadas, nos apoyamos en una serie de normas que nos indican los materiales, requerimientos y buenas prácticas para evitar la generación de descargas electrostáticas.
La normativa en materia electrostática está en constante progresión y revisión, esto se debe a que cada vez existen más estudios, e información. Por consiguiente, dichas normas son cada vez más seguras y restrictivas (siempre desde una visión teórica).
El problema a la hora de aplicar las normas electrostáticas radica en que los equipos y fabricantes no avanzan con la misma velocidad que éstas. Entonces nos podemos encontrar con que las normas recomiendan (o incluso pueden llegar a obligar) a la aplicación de una tecnología que a día de hoy es inexistente y/o insuficiente. Aquí es donde entra en juego el papel del experto, que debe aportar su criterio y conocimientos para poder alcanzar un equilibrio entre la teoría (normativa) y la práctica (equipos e instalaciones).