“Un producto milenario, que nos acompaña en el día a día, también puede ser un gran desconocido”
Entrevista a Teresa Pérez Millán, gerente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español
Teresa Pérez Millán es gerente de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, una entidad que integra a distintos agentes del sector, desde los agricultores, maestros de almazara o envasadores y distribuidores. Su misión principal es dar a conocer las propiedades que ofrece este alimento tan emblemático y básico de la dieta mediterránea. En esta entrevista indagamos sobre el estado de los precios del aceite y la percepción del consumidor nacional y extranjero.
Desde 2008 eres gerente y ejerces como ejecutiva de la organización. ¿Sobre qué ejes pivota su estrategia para potenciar el consumo de aceite de oliva?
Asociamos las campañas de marketing a la novedad. ¿Cómo enfocarlo hacia un producto que se obtiene desde hace milenios sin sonar aburrido o repetitivo?
Un producto milenario, que nos acompaña en el día a día, también puede ser un gran desconocido. La proximidad se traduce en cultura y costumbre en el uso del producto, pero no necesariamente desde el conocimiento, sino desde la tradición.
En España, la experiencia nos ha demostrado que el consumidor medio aún desconoce muchos aspectos de este alimento. El ejemplo más claro lo tenemos en la campaña de tres años de duración que, con la colaboración de la Unión Europea, realizamos hace una década. Pusimos el foco en los aceites de oliva monovarietales, que apenas tenían recorrido comercial en nuestro país. A partir de ese momento, el consumidor tomó conciencia de la enorme variedad de aromas y sabores a los que tiene acceso a través de nuestros vírgenes extra. Fue un rotundo éxito.
En España, la experiencia nos ha demostrado que el consumidor medio aún desconoce muchos aspectos de este alimento
¿Cómo se controla la trazabilidad y la calidad del aceite de oliva desde el campo hasta el producto final?
¿Existe un crecimiento de mercado del aceite de oliva en otros sectores, como por ejemplo el cosmético?
¿En qué parte de la cadena de la industria alimentaria y sectores concretos de la misma cobra más importancia el aceite de oliva?
¿Cuál es el factor decisivo que empuja a la compra de aceite al consumidor final, tanto de grandes o pequeñas superficies?
¿Cuáles son los principales mercados internacionales para el aceite de oliva español y cómo han evolucionado en los últimos años?
La clasificación la encabeza Italia desde hace mucho tiempo. Ese país tiene un grave problema de abastecimiento. Su producción no deja de bajar y ya ni siquiera produce lo suficiente para cubrir la demanda interior. Por supuesto tampoco es capaz de generar aceite para sus exportaciones. Ese producto que le falta tiene que buscarlo fuera, empezando por hacerlo en el primer productor mundial, España.
No obstante, Italia va perdiendo peso como destino de nuestras exportaciones. Antes, muchos de nuestros aceites iban a ese país y de allí se reexportaban a otros mercados, como el norteamericano o alemán. Ahora la exportación directa no para de crecer: somos nosotros los que enviamos nuestro producto a esos países, soslayando a la industria italiana que tiene cada vez un papel menos relevante en los mercados internacionales.
En segundo lugar, tenemos a Estados Unidos, un mercado inmenso que va camino de convertirse en el primero del mundo. Le siguen clientes tradicionales en Europa como Francia, Portugal, Reino Unido o Alemania. A partir de ahí encontramos otros como Japón, México o Australia. China ha escalado muchos puestos en los últimos años, hasta alcanzar el quinto puesto, pero las subidas de precios de la dos últimas campañas ha tenido un efecto notable sobre la demanda en ese mercado.
Italia, Alemania, Estados Unidos, Francia, México, Japón Australia y China son algunos países importadores de aceite de oliva.
¿Qué busca el cliente de fuera de España en nuestros aceites?
En los datos que publica el Ministerio de Agricultura sobre las existencias de aceite de oliva en envasadores, me llamaron la atención estos datos. ¿Por qué hay más existencias de AOVE en envasadores si en principio es lo primero que se produce y tiene más calidad?
El AOVE y el AOV pueden comercializarse como tales, directamente para el consumo, o usarse en el encabezado del aceite de oliva refinado para venderse como “aceite de oliva-contiene ….”.
Los grandes envasadores, por otro lado, han de disponer de lotes de aceites que les permitan ofrecer un producto con un determinado perfil organoléptico asociado a cada marca comercial. Esto explica que las entidades envasadoras dispongan de existencias de estas categorías también a final de campaña.
¿Cómo ha impactado la fluctuación de los precios del aceite de oliva en los consumidores y en la cadena de valor?
Sin lugar a duda, ha habido un impacto sobre el consumo, es innegable. Pero, si repasamos las cifras, observamos que la demanda ha aguantado mucho mejor de lo que nadie podría esperar. Si vemos los datos de la pasada campaña, comprobamos como la producción mundial cayó en todo el mundo un 21,34% sobre la media de las campañas de la 2018/29 a 2021/22, hasta alcanzar algo más de dos millones y medio de toneladas.
Sin embargo, la demanda rondó los 2,9 millones de toneladas, sólo un 8,74% por debajo de la media. Y eso, teniendo en cuenta que, en España, el precio llegó a superar en enero de 2024 el 182,8% de la media de las cotizaciones de las cuatro campañas anteriores. Le ofrezco otro dato. Según el Informe Anual de Consumo Alimentario 2023 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los hogares españoles disminuyeron su consumo de aceites de oliva en un -10,1% en el pasado año, a pesar de que el precio medio creció un +41,5%. Pero es que incluso en esta campaña, cuando hemos logrado los precios más altos de la historia, el consumo en nuestro país ha crecido un 19,1% sobre los datos de la campaña pasada.
Vuestra ponencia habla sobre el comportamiento del consumo en las dos últimas campañas oleícolas. ¿Qué papel ha jugado la promoción? ¿Cuál es su tesis?
Lo que el sector ha podido constatar es que la labor promocional que ha emprendido en las últimas décadas ha dado sus frutos. El consumidor ha reaccionado al alza de precios reduciendo el consumo, incluso utilizando trucos como comprar envases más pequeños o empleando sprays para controlas el gasto, pero no ha renunciado a este alimento. Eso significa que el consumidor da importancia al aceite que usa en casa, tanto como para pagar hasta tres veces de lo que acostumbraba a gastar hasta hace sólo dos años.
Lejos están los tiempos de los agoreros que advirtieron que los aceites de oliva estaban avocados a convertirse en un commodity más, un alimento indiferenciado que el consumidor eligiría solo por su precio. Y creo que esa es una buena noticia. Ahora, nuestros esfuerzos se tienen que focalizar en fomentar el incremento de consumo de quienes no han renunciado a los aceites de oliva a pesar de los precios y en recuperar a los que no han podido pagar su precio.
Ha habido un impacto sobre el consumo, es innegable. Pero, si repasamos las cifras, observamos que la demanda ha aguantado mucho mejor de lo que nadie podría esperar