La sostenibilidad y la rentabilidad, retos asumibles para las piscinas de uso público en centros deportivos
En España existen cerca de 11.000 piscinas dentro de equipamientos deportivos, según el Estudio del parque de piscina de uso público y colectivo realizado por Asofap y Piscina & Wellness Barcelona. La edad media de estas instalaciones acuáticas es de 26 años y el 63% del total no se han reformado nunca. El sector está apreciando un repunte de la demanda para la renovación de estos equipamientos y para la adaptación a nuevas normativas. En la reciente edición del salón barcelonés se debatió sobre diseño, sostenibilidad y rentabilidad de las piscinas de centros deportivos y se presentaron los casos de éxito del Polideportivo del Estadio de San Mamés y el CAR de Sierra Nevada.
Las piscinas en centros deportivos cuentan con unas características propias e intrínsecas a su naturaleza de servicio público. Estas instalaciones acuáticas requieren de una conservación y actualización periódica para mantenerse en un estado óptimo y, por lo tanto, van a requerir de una inversión cada cierto tiempo. Además, la rentabilidad es otro de los aspectos motivo de debate de este tipo de equipamientos.
La tendencia a sobredimensionar un proyecto, diseñando y construyendo una piscina sin tener en cuenta una serie de condicionantes como el promedio de usuarios, la utilización de la instalación a medio y largo plazo o el coste sostenido de gestión y mantenimiento ha llevado a que algunas de estas piscinas hayan caído en desuso dejando de ser rentables.
En esta línea, el arquitecto Santiago González, al frente del estudio NAOS Arquitectura, considera que esta situación se trata de una tendencia obsoleta. “Ha sido algo habitual en el pasado porque se imitaban modelos funcionales o arquitectónicos sin tener en cuenta los usuarios objetivo, o bien se construían para algún evento deportivo puntual y posteriormente quedaban relegadas a un uso diario limitado”, afirma González, quien ha estado al frente del diseño arquitectónico de más de 50 centros deportivos con piscinas cubiertas, entre los que se encuentran el de Campo Grande en Lisboa y el Centro de Talasoterapia de Gijón.
Para el director de NAOS Arquitectura la rentabilidad ya no es un problema, y pone como ejemplo las inversiones que en los últimos años están llevando a cabo en este tipo de instalaciones los grandes fondos de inversión a través de concesiones público-privadas, con lo que apunta que se está produciendo un nuevo renacimiento del sector, con mucho recorrido y crecimiento por delante. Además, cada vez se da una mayor diversificación de los vasos de piscina, incluyendo vasos recreativos y de relajación, así como la incorporación de equipamiento wellness en las instalaciones acuáticas, especialmente en las que se reforman, una tendencia que va a ir en aumento en los próximos años junto al concepto de Gym Boutique.
El arquitecto Diego Rodríguez forma parte del grupo de profesionales de Idom, una empresa internacional de servicios profesionales de consultoría, ingeniería y arquitectura que ganó en 2017 el concurso para la realización del proyecto y la dirección de obra del polideportivo del campo de San Mamés. Se trata de la primera piscina olímpica cubierta de Bilbao, que se construyó debajo del campo del Athletic de Bilbao, todo un símbolo para la ciudad. Para Rodríguez todavía queda camino por recorrer en cuanto a optimizar las piscinas de uso público en centros deportivos.
“Nos encontramos en un momento en el que ya tenemos un importante número de instalaciones públicas, pero seguimos teniendo dificultades para su mantenimiento y operación”, afirma el arquitecto de Idom, quien prosigue dando algunas claves para hacer frente a esta situación. “El reto actual pasa por la optimización de las inversiones, teniendo en cuenta los costes de gestión y mantenimiento a lo largo de la vida útil de las instalaciones, pensando en todo ello de manera previa a la construcción porque sólo de este modo se podrán llevar a cabo inversiones públicas que garanticen servicios de calidad a la ciudadanía”, concluye.
Jesús del Barrio es jefe del Área de Arquitectura Deportiva del Consejo Superior de Deportes y conoce muy bien el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, ya que fue el responsable de su remodelación, iniciada en 1990 y que se fue ejecutando por fases hasta 2003. Del Barrio hace referencia a dos tipos de rentabilidad: la económica y social. Para del Barrio, “cuando llegamos al equilibrio entre ambas, entendida la social como el servicio que se presta al conjunto de la ciudadanía, ya tenemos justificada la inversión, y con buenas prácticas y calidad se puede llegar a la rentabilidad económica”. “No podemos tener aquello que no seamos capaces de usar y mantener”, afirma el arquitecto, quien ha cooperado en proyectos de centros de alto rendimiento en varios países latinoamericanos.