Entrevista a Manuel Rubio Visiers, presidente de Aedyr
¿Qué balance hace del IX Congreso Internacional Aedyr?
Organizar esta edición del congreso ha sido todo un reto para Aedyr, debido al difícil contexto que rodea no sólo al sector de la desalación sino, en general, al ámbito económico, social, político, técnico... Creo que este país está pasando, en mi opinión, por una etapa mucho más negra de lo que pudiera ser una crisis estructural o coyuntural.
Una vez dicho esto, y teniendo en cuenta este panorama, también tengo que señalar que el balance de este IX Congreso es positivo porque hemos conseguido atraer a cerca de 250 participantes, porque hemos logrado tener datos de las últimas plantas realizadas por las empresas españolas y porque hemos disfrutado de una presencia internacional muy elevada. Esto último, en buena parte, por la estupenda colaboración que venimos madurando desde hace varios años con el Icex. Además, el que una asociación como ATTA, que representa a los grandes contratistas, haya querido colaborar en la organización de este congreso, ha sido muy positivo para todos.
Uno de los objetivos más importantes que se han marcado desde Aedyr es lograr un mayor prestigio de la desalación entre la sociedad española. ¿Qué se puede hacer para lograrlo?
Desde mi punto de vista, se ha hecho lo que había que hacer, pero nos enfrentamos a una situación en la que media un abismo entre lo que de verdad realiza el sector y lo que se cuenta de ello. ¿Y ante esto cómo podemos responder? Mi opinión es que hay que seguir trabajando como hasta ahora, haciendo oídos sordos sobre muchas de las tonterías que se dicen de nuestra actividad, las cuales están basadas en la mediocridad y en la ignorancia. A la larga, todas estas opiniones quedarán en nada, en agua de borrajas. Por tanto, seguiremos trabajando para emplear siempre las mejores tecnologías, para ganar nuevos proyectos, para mantener un alto nivel de exportación y para mantener vivo un sector que maneja una facturación de entre 2.000 y 3.000 millones de euros.
Este IX Congreso de Aedyr ha ido precisamente en esa dirección, facilitando un intercambio de experiencias que benefician al sector y mentalizando a todos los profesionales de que nuestras empresas siguen siendo líderes a nivel mundial.
¿Considera que hace falta abordar una intensa labor social de concienciación para realmente hacer ver en España las ventajas de la desalación?
En España se ha realizado, en tres fases, un intenso programa de desarrollo de tecnología que permite hoy obtener suficientes recursos hídricos ‘no convencionales’ que compensen, cuando haga falta, los ‘convencionales’. Por tanto, lo que hay que hacer es educar a la gran población de que la desalación es algo positivo para ella, que comprenda que si se llama a la desalación ‘recurso no convencional’ es precisamente porque no es agua caída del cielo. Los trasvases son buenos… pero también lo es la desalación. Lo que realmente hace bueno una opción u otra son las circunstancias que lo rodean. No es lo mismo trasvasar agua a 1.000 km que a 3.000 km, como tampoco lo es ubicar una planta de desalación en un lugar que en otro.
En definitiva, lo que no podemos hacer de esto es una pelea. Tenemos que ser lógicos, serios, generosos y, sobre todo, tener claro que estamos al servicio de la población, ofreciéndoles la posibilidad de acudir a estos recursos ‘no convencionales’.
Uno de los hándicaps a los que ha tenido que enfrentarse habitualmente el sector de la desalación ha sido el alto coste de sus tecnologías, pero por lo que he podido apreciar, en este aspecto se ha avanzado mucho en los últimos tiempos, pasando por ejemplo de consumos en las plantas de 15 kW a 3 kW. Incluso ya se contempla la posibilidad de trabajar en el límite termodinámico de 2 kW. ¿Facilita esto su expansión?
Estamos ante una tecnología extraordinariamente madura y desarrollada. Alguien puede seguir pensando que la desalación sigue siendo más costosa que las fórmulas ‘convencionales’ pero… ¿cuál es el coste del agua que no tengo? Infinito. Por tanto, no confundamos a la gente. Por supuesto que es más barata el agua que cae del cielo, o la que procede de un río, o la que tenemos en un acuífero que se regenera… pero si resulta que no disponemos de ninguna de estas fuentes en nuestro ciclo hídrico, no nos queda otra que producir agua. Necesitamos en estos casos fábricas de agua, empleando para ello una fuente que es inconmensurable, inagotable y con una calidad constante como es el mar. No estamos descubriendo nada nuevo, ya en época de los griegos y de los romanos se desalaba en pequeñas cantidades en los barcos.
Ahora, si hacemos de esto bandera para otro tipo de razonamientos o peleas, mal vamos.
¿Cree que la principal barrera para el progreso de la desalación en España está en el ámbito político?
No podemos echar a la hoguera a nadie pero sí tengo que decir que hay un sector social, instigado a veces por políticos y otras veces por no sé quién, que no ayuda a su progreso. De todas formas, esta situación es mucho más profunda que todo eso. La realidad es que tenemos que mirarnos menos el ombligo, que debemos ser más generosos y que debemos mirar más hacia el futuro. Y el futuro, cuando no hay agua, es producirla.
Las empresas españolas son líderes mundiales en tecnologías para la desalación. En este aspecto, como elemento muy positivo, hay que destacar el alto grado de internacionalización que han logrado ya nuestras firmas. ¿Cómo se ha logrado?
Empezaría diciendo que gracias al gran trabajo que han realizado durante 30 años las empresas españolas (y la administración, a la que no vamos a denostar), nuestro país ha desarrollado la mejor tecnología. Ahora mismo, de las 20 empresas más importantes en el mundo, 8 son españolas, las cuales estarán ganando probablemente el 70% de todos los contratos en desalación. Somos el cuarto país en producción de agua desalada, con una capacidad instalada de alrededor de 2 millones de m3 diarios, que ampliaremos en breve hasta los 3,5 millones.
Las empresas españolas han llegado a los lugares más recónditos del mundo, como por ejemplo Australia.
Así es, Australia es uno de los más recientes pero también hemos logrado una gran expansión en otras áreas del mundo como Oriente Medio, el Norte de África, Latinoamérica, el África Subsahariana, China, La India… Allí donde salga a concurso una planta siempre hay, al menos, media docena de ofertas españolas competitivas.
Desde Aedyr también trabajan el ámbito de la reutilización. ¿Qué situación atraviesa esta actividad en España?
Realmente está muy desarrollada, aunque es la última de las tres prioridades que marcan este sector: 1) tener agua; 2) que ésta sea de calidad; y 3) generar recursos adicionales. Tener agua donde no la había o donde supone un gran coste trasvasarla, lo hemos conseguido gracias a la desalación. Una vez superado este primer paso, hemos logrado también mejorar la calidad de esta agua. Y ahora estamos en ese tercer paso de poder emplear el agua varias veces para optimizar nuestros recursos. Eso es la reutilización.
Entiendo que el futuro pasa por ahí, por un mejor aprovechamiento de nuestros recursos, evitando malgastar agua, ¿no es así?
Por supuesto. Sabemos que en Europa hay tres pilares sobre el que se cimenta el mundo del agua. Primero tenemos que optimizar el consumo, evitando pérdidas. Segundo, hay que mantener una calidad en lo que tiramos para su posible reutilización. Y tercero, tenemos que pagar todos los costes que conlleva la producción de agua.
Por último, ¿qué retos se plantean desde Aedyr para el futuro?
Seguiremos el mismo camino de arropar a nuestra tecnología fuera y de estar cada día más cerca de entidades como Icex o de asociaciones patronales como Atta, sabiendo que si vamos todos juntos llegaremos más lejos.
Lo que sí me gustaría, y sé que es un reto complicado, es que dentro de nuestro país fuéramos capaces de explicar bien a todos los niveles y capas sociales cómo son las cosas verdaderamente, para que nos podamos sentir un poco más orgullosos de lo que hacemos.
El Consejo de Dirección estaba integrado sólo por 9 miembros, que un poco más tarde pasaron a 11, y que en 2007 se incrementaron a 15, dado el crecimiento en el número de asociados.
Una vez consolidada la asociación, y ya en el año 2003 se inicia una renovación periódica de los miembros del Consejo de Dirección cada dos años, y se inicia una nueva época en que nuevas personas introducen nuevas ideas y herramientas, dando un giro importantísimo a esta asociación que se consolida en un nuevo domicilio social, nuevos medios y una proyección nacional e internacional mucho más fuerte.
Aedyr pretende representar a todos, es decir, a las grandes ingenierías, a las pequeñas, a las compañías de servicios, a los fabricantes de componentes, a las universidades y centros de investigación, a las administraciones públicas, y a cualquier persona que a título privado desee estar en contacto con este colectivo.