El mercado del reciclado da una segunda oportunidad a los RCD
14 de mayo de 2009
El residuo que quería ser producto
El incremento sin precedentes del volumen de RCD y el bajo porcentaje de reciclaje de los mismos constituye un desafío sobre el cual las administraciones parecen haber tomado conciencia. Prevenir la producción de residuos y gestionar adecuadamente los existentes constituye el objetivo de las normativas. Un dato: el 80% de la masa de los RCD está constituido por materiales pétreos y otros totalmente reciclables.
Tras los logros en materia de gestión de residuos conseguidos por el Plan Nacional de Residuos de Construcción y Demolición, los legisladores han decidido adoptar medidas adicionales con la finalidad de evitar la contaminación de suelos y acuíferos en vertederos incontrolados, así como el deterioro paisajístico y de promover la valorización de parte de este tipo de residuos; el año pasado el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto 105/2008 que regula la producción y gestión de RCD. Esta normativa establece la obligación de incluir en el proyecto un estudio de gestión de los residuos de construcción y demolición con estimación de cantidades generadas, medidas a adoptar y la inclusión de los costes por parte del contratista.
Los suministradores de los sectores de la demolición y el reciclaje observan esperanzados el curso de los acontecimientos. Así lo manifiesta Jorge Alonso, jefe de Producto de Liebherr Ibérica: “El futuro vendrá marcado, principalmente, por el uso de árido reciclado como materia prima para el hormigón; el residuo procedente de la demolición, cada vez va a ir adquiriendo más valor hasta convertirse en un producto con valor específico propio, y sin duda este proceso de valorización implicará nuevos cambios, no sólo para los fabricantes sino para el resto de implicados en el sector de la demolición”.
Se ha demostrado sobradamente que no podemos permitirnos el despilfarro de materias primas. Y he aquí que el residuo, que un día fue bien, cobra un inusitado valor al convertirse en recurso. El resto de la historia está aún por escribir
RCD
Los residuos de construcción y demolición son aquellos que se generan a través de la construcción, demolición, reforma y rehabilitación de edificios e infraestructuras y de la excavación. Estos residuos son considerados por la Unión Europea uno de los flujos prioritarios que han de ser regulados mediante normas específicas, tanto por el volumen de generación que representan (el mayor flujo de residuos privados) como por la viabilidad de su reciclaje. En España se producen unos 40 millones de toneladas al año de RCD.
El 80% de la masa de los RCD está constituido por materiales pétreos y otros totalmente reciclables
Obligaciones
Entre las obligaciones que establece el Real Decreto al productor (el titular de la licencia) figura la obligatoria elaboración en el proyecto de obra de un estudio de gestión de RCD, que deberá incluir una estimación de las cantidades generadas, medidas de prevención a adoptar, el destino previsto para los residuos que se produzcan, así como una valoración del coste previsto para su gestión, coste que formará parte del presupuesto del proyecto.
En el documento también se fijan obligaciones al contratista, quien deberá establecer la clasificación de los residuos y elaborar un plan de ejecución.
En las entrañas del escombro
Existe otro grupo de residuos que no son, en sí mismos, tóxicos ni peligrosos, pero que pueden sufrir reacciones en las que se produzcan sustancias tóxicas, como las maderas tratadas, que pueden desprender gases tóxicos al valorizarlas energéticamente, o algunos plásticos y aislantes no valorizables.
Demoler, gestionar y valorizar. Nuevas oportunidades
Los cambios legislativos que se han venido produciendo en materia de regulación de gestión de RCD han traído consigo una transformación de los sectores de demolición y de suministro de maquinaria. Tal como nos explica el jefe de Producto de Liebherr, Jorge Alonso, “estos cambios han originado que la demolición haya pasado de ser un trabajo de carácter más o menos complementario a otros trabajos de construcción, a convertirse en un sector especifico con un alto nivel de profesionalización. Para los fabricantes de maquinaria estos cambios se han traducido en un aumento en el grado de especialización y tecnificación de las máquinas; se ha pasado de emplear las mismas máquinas que las usadas en trabajos de excavación, hasta llegar a lo que tenemos en la actualidad: máquinas diseñadas y construidas con una concepción específica para la ejecución de trabajos de demolición”.
Deconstrucción y clasificación en origen
Las técnicas de deconstrucción o demolición selectiva separan los escombros por componentes para un mejor aprovechamiento y retirada en origen de los residuos no inertes o especiales. Esta clasificación en origen desarrolla la gestión de la logística en el transporte de residuos, con ello se optimiza el rendimiento en la organización de los transportes y la selección de los destinos.
La deconstrucción comprende un preciso conjunto de procesos y aplicaciones orientados a la recuperación, clasificación, reutilización de materiales y espacios constructivos. Dentro de la industria de la construcción, el área de la deconstrucción está creciendo rápidamente, e incluye varios sectores profesionales: descontaminación, desmontaje, demolición, valorización en obra y reciclaje de RCD.
Las máquinas de demolición son conceptualmente distintas a las de excavación: diferentes chasis y equipos de trabajo, funciones hidráulicas adicionales, además de incorporar otras características relacionadas con la seguridad de trabajo para el operador, como cabinas especiales, sistemas electrónicos de limitación de alcance, protección adicional de los componentes, etc. La profesionalización y revalorización de la actividad de la demolición ha tenido también su repercusión a la hora de fabricar maquinaria, pues, “no se diseñan máquinas –observa Jorge Alonso– que simplemente tengan un mayor alcance, sino que esta mayor productividad vaya acompañada de un aumento en la seguridad y confort del operador (aspectos muy importantes teniendo en cuenta el carácter tan especial de las tareas a las que se enfrenta el trabajador en estas labores) así como de una reducción del impacto medioambiental que el trabajo pueda ocasionar”.
Y es que “las innovaciones en las máquinas de demolición vienen marcadas tanto por las necesidades propias de la ejecución de los trabajos como por las cuestiones relativas a la seguridad del operador y el respeto al medio ambiente”, concluye Alonso.
Además de las oportunidades que se abren para los fabricantes de maquinaria, la gestión sostenible de los residuos de construcción y demolición conlleva la implantación de nuevas actividades económicas así como la creación de empleo.
“Las innovaciones en las máquinas de demolición vienen marcadas tanto por las necesidades propias de la ejecución de los trabajos como por las cuestiones relativas a la seguridad del operador y el respeto al medio ambiente”
Demolición profesional: control total
En demolición selectiva, controlada o técnica, (aquella en la que el operario trabaja sobre su propio pie sin hacer fuerza con herramienta alguna y teniendo el control a distancia en todo momento), prolifera el uso de técnicas de quebrantación, concretamente el uso de morteros expansivos. La demolición con diamante, con nuevos tipos de diamante cada vez más precisos, también gana adeptos.
Por último destaca la llamada hidrodemolición, con agua a alta presión, más cercana a la reparación que a la demolición propiamente dicha. Esta técnica es cada vez más utilizada en obra civil, por una cuestión de costes; “si no se repara adecuadamente –explica Blanco– la reparación dura menos y, por tanto, al final, el coste es mayor”.
“Separar implica reducir costes, incluso generar ingresos”
Otras cuestiones tratadas en nuestra charla con el portavoz de AEDED se refirieron al intrusismo, que Blanco señaló como “uno de los mayores problemas del sector”; asunto grave teniendo en cuenta que se trata de “una actividad que requiere mucha especialización”, concluye nuestro interlocutor. Sobre las motivaciones que llevan a las empresas a gestionar convenientemente los residuos José Blanco es claro: “Empieza a extenderse la conciencia y la idea de recuperar el mayor número de materiales posible, pero lo cierto es que una de las medidas más efectivas para la gestión selectiva de escombros para demoliciones de grandes volúmenes son los costes de vertedero”.
Mortero expansivo
¿Cómo funcionan los agentes demoledores expansivos? El producto, mezclado con el porcentaje adecuado de agua se hidrata y aumenta de volumen, generando una alta presión sobre las paredes del barreno llegando a producir fisuras y la posterior rotura de la roca. El proceso se produce sin explosión, de forma segura, silenciosa, sin vibraciones, gases, humos o proyecciones.
La quebrantación con agentes expansivos se va implantando cada vez más en obras de demolición o excavación, sobre todo en obras en las que los explosivos pueden afectar a estructuras colindantes debido a las vibraciones producidas.
“Una de las medidas más efectivas para la gestión selectiva de escombros para demoliciones de grandes volúmenes son los costes de vertedero”
Hilo diamantado
El hilo diamantado se compone de un cable trenzado de hilos de acero, sobre el que se insertan anillos diamantados o “perlinas”, separados por espaciadores de plástico inyectado, muelles o cubierta de goma. Esta herramienta corta un gran bloque que posteriormente va fragmentando hasta dejarlo en unidades más manejables.
Hidrodemolición
Una de las mayores ventajas de esta técnica es que permite la extracción selectiva, ya que posibilita la extracción únicamente del hormigón deteriorado, que posee una menor resistencia a la tensión que el que está en buen estado.
Además, esta técnica es menos agresiva con el medioambiente, no genera polvo y el operario puede monitorizar el proceso desde un control remoto, manteniendo la distancia con el área de trabajo sin ningún tipo de vibraciones ni desgaste físico. La hidrodemolición es un método extraordinariamente eficaz de extracción de hormigón en estructuras críticas. Al obtener una mayor cohesión, las reparaciones son más duraderas y se reducen los riesgos de resquebrajamiento.
Gestor de residuos de RCD
Esta figura es la del empresario y/o la empresa que ejerce profesionalmente las operaciones de almacenamiento, selección, reciclaje y eliminación, orientadas a dar a los residuos producidos, el destino más adecuado desde el punto de vista medioambiental. Las actividades de valorización y eliminación están sujetas a autorización medioambiental previa, y a controles medioambientales por parte de la administración pública, a cambio de poder certificar la correcta gestión de los residuos y, en consecuencia, liberar las fianzas municipales depositadas por el productor de los RCD.
El residuo en la planta
Una posterior selección mecánica a través del trommel o de una criba permite separar diferentes fracciones de residuo. Las fracciones superiores al diámetro de la malla del trommel se direccionan a una última separación manual en cabina de selección.
Posteriormente, una machacadora de mandíbulas se encarga de la trituración primaria de los residuos. Adaptada con un ‘overband’ para separar los materiales férricos, la machacadora dispone de una salida para los materiales finos. Un proceso de lavado o soplado para separar elementos como plásticos, maderas o papeles, permite obtener un árido limpio de elementos contaminantes.
El molino de impactos permitirá una trituración secundaria que producirá un árido reciclado de diferentes granulometrías.
Áridos reciclados
Son los productos obtenidos mediante el reciclaje de los RCD, que cumplen con las especificaciones y requisitos técnicos de los productos definidos por las normativas vigentes y son aptos para ser utilizados de nuevo en la construcción. Según su procedencia y tratamiento en planta, los áridos reciclados abarcan una amplia gama de productos con aplicaciones directas en diversos tipos de obra civil y de construcción.
El producto
De los 40 millones de toneladas de materiales pétreos previamente utilizados en construcción y que esperan su turno para convertirse en nuevos materiales de construcción, aproximadamente un 50% puede transformarse en áridos reciclados. Y es que la fabricación y comercialización de áridos reciclados constituye el objetivo básico de la gestión medioambiental de los RCD.
Pero ¿qué pasa con los áridos reciclados en nuestro país? Existen una serie de frenos que dificultan su introducción; en primer lugar, España es muy rica en áridos naturales y, como consecuencia, su precio es bajo. Otro de los impedimentos a su utilización es la falta de normativas técnicas específicas para el uso de los productos reciclados en la construcción, lo que supone una barrera a la entrada de este tipo de productos en las obras.
Desde el Gremio de Entidades del Reciclaje de Derribos se reivindica que “el acceso a los mercados de los áridos reciclados en igualdad de condiciones que los áridos naturales es un derecho y una necesidad para la industria del reciclaje”.
La abundancia de áridos naturales, su bajo precio, y la falta de normativas técnicas específicas para el uso de los productos reciclados en la construcción, frenan la penetración de los áridos reciclados
Todas las instalaciones
Plantas de reciclaje. Son aquellas instalaciones que disponen de maquinaria y equipos específicos de reciclaje de los RCD, así como de sistemas de control de la calidad, para maximizar el valor añadido de los productos reciclados y optimizar el rendimiento de la producción. La fabricación de áridos reciclados ha de estar sujeta a las especificaciones técnicas y ensayos que prescriben las normativas vigentes.
Plantas de transferencia. Son aquellas instalaciones ubicadas en zonas que generan bajas cantidades de residuos o destinadas a la recepción de cargas pequeñas de escombros preferentemente domiciliarios, para ser tratados sosteniblemente y que disponen de las condiciones para acopiar y separar los residuos recibidos que han de ser trasladados posteriormente a las instalaciones de gestión adecuadas.
Vertederos de RCD. Son las instalaciones de eliminación definitiva de los residuos mediante la disposición en vertederos de clase I (inertes), que cumplen con los requisitos constructivos y disponen de los servicios adecuados de separación y tratamiento previo para asegurar la calidad ambiental que establece la normativa vigente. Preferentemente están ubicados en espacios degradados por actividades extractivas y destinadas a la restauración. La correcta disposición de los residuos que han finalizado su vida útil y no pueden ser devueltos al ciclo productivo es una garantía de preservación del entorno.
El sector cementero lidera el cambio
Otras medidas para una producción de cemento minimizando el uso de recursos ya se están utilizando, como el aprovechamiento de los residuos minerales generados por otros procesos industriales: de los 60 millones de toneladas de materias primas que se consumieron en el año 2007 para fabricar cemento, 5,7 millones procedían de residuos o subproductos industriales, con lo que se evitó el vertido de unos 90 estadios de fútbol llenos de residuos.
El propio director general de la Agrupación de Fabricantes de Cemento de España (Oficemen), Aniceto Zaragoza, está volcado en la labor de divulgar la importancia de los combustibles alternativos para la industria cementera y en cómo esta sustitución tecnológica contribuiría a reducir las emisiones de CO2. Hemos hablado con Zaragoza sobre la gestión de los residuos procedentes de la construcción y la demolición: “Es necesario promover la reutilización de las materias primas y aunque –señala– la clasificación de los residuos está aumentando, aún queda mucho por avanzar. La mayor parte de los RCD van a vertedero y nuestro deseo es que proliferen los centros de tratamiento que permitan clasificar y reutilizar”.
Zaragoza aboga por la utilización de áridos reciclados como materia prima sustitutiva y en este sentido declara que “fabricar cemento con áridos reciclados reduciría la dependencia y el consumo de materias primas, pero además –prosigue– hay muchos aspectos del reciclaje aún por explorar, como los combustibles alternativos”. Nuestro interlocutor reconoce que ello requerirá cambios, además de técnicos, normativos “cuya puesta en funcionamiento resulta a veces costosa…”
Todos ganan…
Si durante los años de auge constructivo no había mecanismos legislativos suficientes para asegurar el buen funcionamiento del proceso, ahora que hay normativa, no hay demoliciones… En cualquier caso, parece que las administraciones deben dar un paso más: “controlar la trazabilidad del residuo para que llegue a las plantas de reciclaje” –comenta nuestro interlocutor–.
El representante de Anefa afirma que su sector es el productor natural de áridos reciclados y lo argumenta así: “En nuestras, alrededor de 2.000, explotaciones tenemos la maquinaria, los profesionales, la cartera de clientes, espacio para poder hacer los acopios previos al proceso de reciclaje, tenemos también los huecos procedentes de las extracciones para los productos no valorizables y además las explotaciones se hallan próximas a centros de consumo, es decir, de generación de RCD”.
“El reciclaje de áridos –concluye Luaces– nos beneficia a nosotros, a los recicladores puros y al medio ambiente. Ganamos todos”.
“El flujo del material no está correctamente dirigido: no viene suficientemente bien seleccionado en origen”
En clave de opinión
Simbiosis industrial
Sí, el marketing verde nos fustiga día a día, no sólo por lo manoseado del concepto sino por el uso descarado y hasta insolente que se hace de él. Pero si cribamos el ruido de las nueces vemos que el elemento medio ambiental está cerrando, de manera natural, un círculo vital y que no todo es greenwashing.
Los distintos sectores confluyen en lo eco y se dan unos a otros, se funden, se proveen, se intercambian. Sería paradójico que después de tanto que lo hemos explotado, despreciado y estrujado para sacarle hasta la última gota, sea precisamente el medio ambiente lo que propicie el consenso de nuestra especie. Y es que parece que nos dirigimos hacia modelos de crecimiento esférico, esto es, un modo de estar en el planeta en conexión con el resto de formas de vida con relaciones de equidad y respeto, en contraposición con el modelo de crecimiento piramidal que se basa en legitimar la primacía del ser humano.
Mientras el arquitecto se enzarza en la batalla de la minimización y el ecodiseño, las cementeras buscan maneras de reducir el consumo de recursos en sus procesos de producción. Luego, uno y otro, proyecto y cemento, vendrán a encontrarse en el momento de la ejecución, y para entonces, ambos habrán ya contribuido a que aquello que todavía no ha tomado forma material, sea un producto eficiente, por los residuos que nunca llegaron a generarse para construirlo y por los que no generará cuando se deconstruya. Y la rueda no acaba aquí. Entre tanto, el sector de la madera vela por que su materia prima provenga de bosques adecuadamente gestionados que, a su vez, producirán combustibles forestales; el jardinero se provee de áridos reciclados para utilizar como sustrato en sus jardines…, y podríamos seguir.En este modo de fluir reticular experimentamos primero con el conocimiento, cuando la información comenzó a circular de nodo a nodo en digital y el consumidor de contenidos pasó a ser productor al mismo tiempo. Hoy es la materia la que circula de mano en mano y sus desechos son transformados y aprovechados ya no sólo por el siguiente en la cadena sino por diversidad de sectores en una nueva disposición en forma de red. Ahora, la tarea es optimizar esos flujos, aumentar los índices de reutilización del material aprovechable y lograr la mayor eficiencia en ese vaivén de materias primeras, productos y subproductos; recursos todos, en definitiva.
La legislación medioambiental trata de crear las condiciones para conseguir que se internalicen los costes medioambientales de las actividades, en este caso de los residuos generados por la actividad del sector de la construcción. Sea como sea, la construcción ya está por la labor de convertirse en un sector eficiente y asume como elemento imprescindible recuperar una parte de los residuos naturales no renovables que consume.
Estamos pasando de la urgencia al aprovechamiento, del “abajo con todo” a la selección cuidadosa para brindar, a través de los procesos de valorización, nuevos productos al mercado.
Dicen que la crisis trae de la mano una reflexión sobre el modelo constructivo, amén del económico, y hasta del ético. Viviendas sostenibles, construcciones modulares, montajes en seco… Los arquitectos diseñan a base de unidades prefabricadas de mayor tamaño y mayor capacidad de reutilización. La última cita sectorial de la construcción nos dejó un nuevo intento de modularidad, para una deconstrucción sin residuos. Tal vez esta vez vaya en serio…
Pero no nos engañemos, los cambios en los modelos de gestión de los recursos requieren inversiones muy cuantiosas, a no ser que la propia dinámica de los mercados, con ayuda de la legislación, poco a poco, nos conduzca hasta el nuevo patrón. Habrá un día en el que extraer nuestro recurso fósil preferido será tecnológicamente tan costoso que resultará más barato pasarse a los combustibles alternativos. La economía verde ya ha llegado, de la mano del mercado de emisiones; las eléctricas están sustituyendo el petróleo y el carbón por el gas, para tener que comprar menos derechos, por poner un ejemplo.
Por de pronto, ha llegado la hora del reuso. Ser residuo ya no es el final; para él, y ojalá que por mucho tiempo, la vida continúa.