Tribuna

Transcurría el año 1992 y fruto de las inquietudes y de la amistad que ya tenía desde hacía un par de años con Francisco Esquitino, 'Paco', decidimos de común acuerdo crear una empresa y editar algunas revistas. Así lo hicimos, contando con la participación de otra compañera de Paco, Rosario García, que procedía también del mundo editorial.

Los tres participamos tanto en la orientación que queríamos darle a la futura revista como en la utilidad de esta, pues salvo algún caso muy especial, siempre se eludía entrar en contenidos técnicos, y mucho menos científicos.

Durante bastantes números existía un afán de competir dentro de un pequeño sector, como es el extractivo, y sobre todo lo que tiene que ver con los áridos.

Un hecho decisivo, en lo que a mi persona respecta, fue tomar la decisión de editar, al margen de la revista, un Manual de Áridos, desde la propia Escuela de Ingenieros de Minas. Así nos lo planteamos un reducidísimo número de profesores -no más de dos- y lo que fue más importante, contar con el apoyo incondicional de los primeros becarios que empezamos a tener entonces, reinvirtiendo el escaso capital que conseguíamos en nuevos manuales, pues yo consideraba que no existían y de esta forma cubrirían un vacío bibliográfico importante en el mundo de habla hispana.

Vista la evolución y la asombrosa reacción favorable por parte de diversas empresas fabricantes y distribuidoras de maquinaria, siempre intentábamos satisfacer a las empresas anunciantes frente a otras, pero siendo conscientes del equilibrio que tenía que existir entre los contenidos técnicos, los comerciales y los económicos. Aún no se hablaba de un término que poco después se puso de moda: la sostenibilidad. Este concepto se recogió en un informe que firmaba la ministra noruega de medio ambiente y desde entonces no se ha dejado de mencionar en cualquier discurso político.

Desde mis comienzos como editor, la labor que hacíamos era sumamente interesante. Primero, porque yo acababa de conseguir la plaza de Catedrático hacía unos pocos meses; segundo, porque contábamos ya con unos pequeños ingresos; tercero, porque algunos alumnos pasaron a ser becarios remunerados dispuestos a abordar con ilusión cualquier tema relacionado con la minería; y cuarto, porque era un verdadero reto trabajar en equipo.

Esto último no resultaba fácil y, además, dicho sea de paso, algunos personajes mediocres, que bien podíamos calificar de 'envidiosillos', siempre intentaban poner palos e, incluso, vigas metálicas en las ruedas.

Durante casi diez años, potenciamos la imagen y los contenidos de diversos números de la revista, como por ejemplo, preparando algunos números monográficos sobre Áridos, sobre Perforación y voladuras; sobre Restauración de terrenos, etc., y en paralelo y desde la Escuela de Ingenieros de Minas, los conocidos manuales de Áridos, de Rocas Ornamentales, de Túneles y Obras Subterráneas, de Estabilización de Taludes, etc, etc. Con este formato de volúmenes enciclopédicos, como los denomina algún amigo y colaborador nuestro, nacieron los más de 80 libros que he tenido el honor de editar y, en parte, escribir.

Finalmente y como cierre de esta breve tribuna que recoge alguna información que espero le pueda ser útil a algún lector asiduo de IngeoPres, fue a comienzos de los años 2000 cuando me desvinculé de la revista, pues tuve el honor de tomar posesión como alto cargo en un puesto de la administración autonómica.

En una posterior etapa y fruto de la evolución propia de cualquier ser, de su adaptación a las nuevas circunstancias y al entorno cambiante en el que nos tenemos que mover, la revista pasó a pertenecer a un grupo de empresas sólidas como es Interempresas. Por todo ello, felicidades a IngeoPres por su número 300 y enhorabuena a Interempresas por acertar en la elección y respaldo a la revista que hoy se homenajea.