Ingenieros de transporte en época de crisis
En los últimos años, quizás al abrigo de la falsa creencia de que los recursos eran ilimitados, se han construido infraestructuras de transporte a diestro y siniestro, subidos al carro de una demanda de la población, en una visión tan simplista como sesgadamente equivocada de que infraestructuras es igual a desarrollo y prosperidad. De esta demanda, convertida en un mix entre la exigencia y la moda, se hicieron eco nuestros gobernantes, que tan legítimamente gestionan nuestro devenir, como ilegítimamente lo han hecho, en múltiples ocasiones, desde lo arbitrario y el cortoplacismo, desoyendo la voz de la muy sabia experiencia técnica que le asesora.
En estos momentos, en los que a raíz de un terrible accidente ferroviario, está de actualidad la revisión de múltiples parámetros de seguridad y explotación, quizás sea razonable abordar de raíz un replanteamiento del actual sistema de planificación del transporte, de cuyo buen engranaje depende no derrochar ingentes recursos, al tiempo que de cuyo acierto depende que sí correlacione directamente con desarrollo económico. Hoy, a toro pasado, conscientes de la escasez de recursos, y de la necesidad de rentabilizarlos, quizás sea el momento de preguntarse el porqué de las decisiones tomadas.
Concretando en la alta velocidad ferroviaria: ¿por qué trazados forzados para pasar por los lugares que hicieron más ruido para ello? ¿Por qué costosísimas soluciones recurrentes de soterramiento? ¿Por qué líneas que no alcanzan una masa crítica de viajeros? ¿Por qué corredores duplicados en paralelo a distancias inferiores a 100 km, cuando parece razonable un eje común troncal?
En transporte, café para todos suele convertirse en café para nadie. En otras facetas de la vida, solemos aceptar que intentar contentar a todos es sinónimo de no contentar a nadie. La actualidad del accidente no debe tapar la necesidad de contar con técnicos bien preparados al frente del proceso de decisión. En estos momentos se precisa del buen criterio que aporte el sentido común y el conocimiento preciso para encauzar un sector estratégico como el transporte. Ahora más que nunca necesitamos profesionales especializados en la planificación y la explotación eficiente del transporte. Es aquí donde los ingenieros tenemos mucho que decir, por nuestra competencia, por nuestra capacidad, por nuestra preparación y experiencia.
En el sector público costará retomar protagonismo, en definitiva, romper inercias e intereses creados. No debe renunciarse a ello, si bien, afortunadamente, el buen técnico tiene otro destino donde le será mucho más fácil entrar si es capaz de ofrecer una garantía de planificación y explotación eficiente: el sector privado. Las empresas de transporte, precisan incrementar su competitividad, ajustar oferta a demanda, y sobre todo optimizar el consumo de recursos para generar tal oferta.
¿Cómo ofrecer un servicio cada vez mejor, adaptado a las exigencias de una sociedad cada vez más avanzada, y al mismo tiempo hacerlo con el mínimo número de recursos posibles? Contamos con los mejores recursos humanos y técnicos, incluidas potentísimas herramientas de software de optimización, base para el proceso de planificación y operación, y al contrario de lo que pudiera parecer, es imprescindible la presencia de un buen ingeniero especialista que obtenga el máximo rendimiento de cada herramienta.
¿Crisis u oportunidad? Empecemos por mejorar en nuestra competitividad interna como ingenieros. Antes, ser ingeniero era garantía de éxito profesional, o al menos garantía de tener trabajo. Hoy no, somos muchos. ¡Por suerte! Hoy toca diferenciación, especialización y trabajo orientado al éxito.