Al fondo, a la izquierda

Por formación y temperamento yo me he considerado siempre un liberal. Nunca he simpatizado con los partidos de izquierda doctrinaria y soy abiertamente crítico con la gestión realizada por el último gobierno socialista en España. Vaya esto por delante porque no quisiera pasar por sospechoso de querer llevar el agua a mi molino ideológico. Todo lo contrario.

Hay que reconocer, y está a la vista de todos, que las políticas de corte liberal impulsadas por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, auspiciadas por Alemania y sus acólitos, y exigidas con la máxima severidad a los países con graves problemas financieros, no sólo no han servido para mejorar sus economías sino que las están hundiendo cada vez más sin que se vislumbre el más leve atisbo de recuperación. El énfasis creciente en la reducción draconiana de gastos e inversión pública, las subidas de impuestos indirectos que gravan y contraen el consumo y, al mismo tiempo, las generosas ayudas a la gran banca para sanear sus balances, están dejando un rastro de empobrecimiento general, de aumento de la desigualdad social y de devastación del tejido empresarial con especial incidencia en pequeñas y medianas empresas y en autónomos. Vamos de mal en peor, tanto en España como en Italia, Portugal, Irlanda o Grecia. Y Francia empieza a tambalearse. Pese a ello, los rectores del orden económico se empecinan en sus políticas de ajuste radical, insensibles a sus nefastas consecuencias, como aquellos generales de la Segunda Guerra Mundial que sin temblarles el pulso ordenaban bombardear y destruir ciudades enteras.

Pero empiezan a vislumbrarse alternativas, otros caminos que debieran ser explorados. En Islandia, salvando las distancias, están saliendo de la crisis (creció el 3% en 2011) mediante una moratoria sobre la deuda y políticas de ajuste fiscal centradas en las rentas más altas. Según un informe del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) un impuesto del 10% sobre los patrimonios de más de 250.000 euros, aplicado una única vez (‘one off’) afectaría sólo a un 8% de la población alemana y recaudaría ¡un 9% del PIB!. Y no haría falta aumentar el IVA o las retenciones que destruyen las clases medias y dañan gravemente el consumo. También propone la compra forzosa de deuda pública por parte de las grandes fortunas. Políticas redistributivas de este tipo son defendidas ahora por los partidos de izquierda en toda Europa: el Sinn Fein en Irlanda propone un impuesto de 1% a patrimonios de más de un millón de euros y un tope salarial de 100.000 euros para los funcionarios, el SP en Holanda pide gravar con un 65% las rentas superiores a 150.000 euros, Syriza en Grecia llega al 75% para las superiores a 150.000 euros. Incluso partidos liberales como el inglés empiezan a proponer medidas similares. Más allá de los políticos, basta con leer los artículos de reputados economistas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman, (ambos premio Nobel), Simon Wren-Lewis o el ex-secretario del Tesoro Larry Summers, entre muchos otros, para encontrar acérrimos defensores de este tipo de políticas redistributivas.

Pero es en Francia donde podremos ver sus resultados a corto plazo. El nuevo presidente François Hollande ha anunciado un ajuste de 30.000 millones de euros, de los cuales 10.000 serán aportados por los gravámenes a las rentas más altas (un 75% a los que ingresan más de un millón de euros) y otros 10.000 por un nuevo tipo impositivo sobre las grandes empresas. Va a encontrar numerosos y poderosos adversarios en los grandes lobbies financieros y empresariales. Pero habrá que estar atentos porque si los resultados le acompañan podríamos estar ante un punto de inflexión que permitiría corregir el rumbo, cambiar radicalmente de políticas y ver por fin la luz al final del túnel.

En España estamos hundidos y, en mi opinión, todavía no hemos tocado fondo porque las consecuencias de los ajustes, los ya implantados y los que nos van a imponer, deprimirán aún más la economía española durante 2013. Pero tengo la esperanza de que, una vez en el fondo, sabremos encontrar la salida. Y a lo mejor, por esta vez, la salida la encontramos al fondo, a la izquierda.