Expormim pone de nuevo en valor el rattan con Gata y Gres de Miguel y Gonzalo Milá
El avance de colección previo al Salón de Milán tuvo lugar el pasado miércoles 22 de marzo en un espacio emblemático del barrio barcelonés de Sants, un antiguo invernadero en el que junto a Gata y Gres, se expusieron las piezas con las que Expormim ha conseguido poner de nuevo en valor el rattan. Entre ellas, el icónico columpio Nautica o la silla Fontal.
“Algo debo de haber hecho bien”, confesaba Miguel Milá en petit comité, “porque al final de mi vida, todo el mundo me quiere mucho”. No cabe más verdad en menos palabras. Son muchas las cosas que ha hecho bien y que la gente lo quiere, y lo respeta, es evidente por la cantidad de personas que consiguió atraer a la presentación de su nueva colección el pasado miércoles en el espacio Flowers by Bornay de Barcelona.
Acompañado en todo momento por su hijo Gonzalo, junto a quien firma la silla llamada Gata, en homenaje a los artesanos de la localidad alicantina de Gata de Gorgos con los que aprendiera a trabajar la caña muchos años atrás, Miguel Milá sigue cosechando los frutos de lo que ha ido sembrando durante toda su vida, como diseñador y como persona, a pesar de lo cual, sigue siendo muy humilde: “¿Entendéis ahora por qué digo que he aprendido mucho?”, decía en el transcurso de la presentación en alusión a Gonzalo.
Los dos son maestros y aprendices en una relación de doble sentido donde si algo salta a la vista es la gran capacidad de ambos para dialogar y negociar puntos de vista. “Cuando estaba estudiando me puse a trabajar con él. Luego me fui por mi lado. Aunque tengamos estudios separados, hemos colaborado en varias piezas. He aprendido con él y nos es fácil comentar las cosas porque somos parecidos”, explica Gonzalo. “Compartimos criterios estéticos y venimos de una formación similar aunque con personalidad propia. Estoy encantado de trabajar con él”, subraya Miguel.
El resultado de su última colaboración es Gata que, según Miguel, “es el diseño más difícil que he hecho nunca porque hay miles de sillas y de gran nivel. Hacer una silla que sea un poco mejor en algún aspecto es complicado. Pero lo hemos conseguido, o al menos, eso creo”. Gonzalo puntualiza que se debe “al ritmo tranquilo que nos han permitido llevar en Expormim. Hemos podido evolucionar sin prisa”.
Una evolución de varios años que se quiso visibilizar a través de los diferentes prototipos hasta llegar al producto final. “Para mí, lo primero siempre es la funcionalidad, el confort, la ergonomía e inmediatamente después viene la estética por lo que ya he repetido tantas veces de que una silla está mucho más tiempo sin usarse que siendo usada. Cuando no hay nadie sentado, la silla conforma el espacio, ayuda a crear un clima. Y esto Gata lo cumple”, explica Miguel.
Junto a Gata, los taburetes Gres, reedición de una pieza del año 62 que no entraba en los planes iniciales, pero que después de aterrizar en Expormim por pura casualidad en uno de los viajes de Gonzalo y Miguel, terminó cobrando la forma de dos nuevos productos: un taburete alto y otro bajo. Un hallazgo afortunado y una anécdota más que añadir a esta historia que difícilmente nos cansaremos de contar.
Miguel afirma que ha aprendido muchas cosas de Expormim, por ejemplo, a industrializar el material sin que se vea afectado el proceso artesanal o a cómo controlar el calibre y la resistencia de la caña a través de un método tan sencillo como despojarla de la piel. Pero, sin duda, somos los demás quienes hemos aprendido varias lecciones de él: amor por la profesión, saber hacer (y estar), honestidad, humildad y sencillez. Quizá por eso sus diseños transmiten tanto con tan poco y se convierten en clásicos imperecederos nada más nacer.
Tanto los propios diseñadores como los interioristas, arquitectos, periodistas y amigos que discurrieron por el espacio a lo largo del día y sobre todo, durante la velada, coincidieron en augurar un gran éxito a la colección, que podrá volver a verse muy pronto en el stand de Expormim durante la próxima edición del Salón del Mueble de Milán. Una feria que, después de la cálida acogida recibida en Barcelona, afrontan con confianza y como siempre, con ilusión.
Gata, rattan al desnudo
Gata resulta de la búsqueda del equilibrio entre componentes, forma y calibres de la caña rattan para conseguir una silla cómoda y resistente y que el conjunto estético sea armónico. La continuidad de sus líneas genera un asa en la parte superior del respaldo que facilita su transporte y evidencia una de sus virtudes más importantes: la ligereza.
Aunque aparentemente sencilla, su proceso de diseño ha pasado por numerosos estadios y revisiones, siempre bajo la atenta supervisión de Miguel y de su hijo Gonzalo, con quien comparte autoría. Una silla de rattan, simple y llanamente, sin artificios, funcional y hecha para durar. Como siempre ha creído Milá que ha de ser cualquier diseño.
A Gata se une la reedición de los taburetes Gres, construidos a partir de un juego de tangencias entre los cuatro marcos orgánicos que dibujan su estructura y de estos con el asiento, lo que garantiza su estabilidad a la vez que los hace casi transparentes.
Esta versión actualizada de los históricos taburetes los convierte en una pieza esencial y subraya la vigencia imperecedera de una manera de diseñar que huye de las modas y de las convenciones de una época. Milá en estado puro. Sin fecha de caducidad. Como no podía ser de otra manera.
Fuente: Expormim
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