La minería y el desarrollo de la civilización
Con el anuncio de cada nuevo proyecto de extracción de materias primas se produce una reacción de rechazo casi inmediata por parte de ciertos colectivos. Sin negar la importancia de su labor a la hora de intentar hacer del nuestro un mundo más habitable y de la minería una actividad más sostenible y segura, sus argumentos son, en muchas ocasiones irracionales. Y el altavoz mediático que encuentran, desproporcionado en comparación con el escaso hueco que encuentra el propio sector para llegar a la gran opinión pública.
La minería solo es noticia de manera negativa. Si se buscan noticias en medios generalistas relacionados con esta actividad, difícilmente encontramos algo que no suponga un impacto negativo.
En la industria extractiva impera como en pocas el fenómeno Nimby (Not In My Back Yard, en español “no en mi patio trasero”). Todos necesitamos de materias primas, pero en su origen las queremos cuanto más lejos mejor. Son fundamentales para nuestro día a día y han sido fundamentales para el desarrollo de la civilización.
Partiendo de esta premisa ofrecía una conferencia Pascual León, decano en Aragón del Colegio de Ingenieros de Minas del Nordeste de España y director Facultativo de explotaciones mineras Subterráneas y a Cielo abierto del Grupo Samca, en la reciente celebración de los Premios Potencia de Maquinaria. En su intervención, el doctor ingeniero de Minas realizó un repaso histórico a la relación del ser humano con las materias primas, en un recorrido que termina en nuestros días y que demuestra su papel fundamental para su desarrollo desde los tiempos más tempranos de la civilización.
Tan estrecha es su relación que, como recuerda el decano, las distintas etapas de la humanidad se conocen con el nombre de la materia prima empleada en la fabricación de los utensilios; Edad de Piedra, Edad de Cobre o Edad de Bronce. La relación se mantiene en la actualidad ya que puede hablarse de que en la actualidad estamos abandonando la Edad del Petróleo y nos encontramos inmersos en una Edad de Silicio.
En la misma ponencia, se ofrecieron datos que relacionan directamente el desarrollo de las diferentes sociedades para el uso que cada una hace de sus propios recursos mineros; existe una correlación positiva entre el PIB per cápita y el consumo de minerales per cápita.
Afortunadamente, la minería que se realiza en el siglo XXI poco tiene que ver con la que se llevaba a cabo el siglo pasado. Los proyectos de extracción deben ir precedidos de una exhaustivo plan de impacto ambiental y de la posterior recuperación de los terrenos explotados.
A este cambio en la forma en la que se hacen las cosas han contribuido, también, los colectivos y entidades referidos anteriormente. Pero la demonización sistemática de la actividad extractiva no solo es injusta, sino que resulta contraproducente a la hora de conseguir un mundo más sostenible. Y las materias primas son fundamentales para conseguirlo.