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Un repaso al trato que el séptimo arte ha dado a este material

Metales ‘de cine’: el juego de las ‘siete’ diferencias

I. Bolancer isisbolancer@gmail.com (1,2) y N. Salán (1,2,3) (1) Escuela Superior de Ingenierías Industrial, Aeroespacial y Audiovisual de Terrassa, UPC. ESEIAAT (www.eseiaat.upc.edu) (2) SCT-IEC (Societat Catalana de Tecnología, IEC), www.sct-iec.cat (3) ASAMMET (Asociación Técnica de Metalurgia), www.asammet.com09/12/2020
Los metales han sido siempre tesoros ocultos, gracias a los cuales, la humanidad ha podido evolucionar y alcanzar niveles superiores en el juego de la vida. Son las pequeñas llaves con las que desbloquear nuevos hallazgos, nuevas maravillas tecnológicas, nuevas técnicas y, con ello, nuevas cualidades que aseguran la supervivencia y supremacía de aquel que los posee. Esto ha sido así desde las primeras razas de homo sapiens, que buscaron refugio en las cuevas, pasando por las grandes civilizaciones antiguas, hasta nuestros días. Numerosas investigaciones, limitadas por la tecnología de cada época, los ha tildado de místicos, divinos, y raros, protagonizando leyendas, tanto narradas como escritas, que entretenían a quién escuchase sin importar su origen, género o edad. Esas historias sembraron una semilla, tan fértil y fuerte, en el órgano de la imaginación humana, que sus raíces aún permanecen intactas, y sus frutos en la industria del séptimo arte siguen tan exitosos como los que más. Tanto es así, que muchas veces, por el afán de ser más originales, más ingeniosos, más divertidos, o más impresionantes, descuidamos detalles esenciales que, hacen de nuestro relato, algo inalcanzable, imposible de ejecutar, o incluso un absurdo a ojos de buen entendedor, pasando desapercibidos para el público en general.

Por su brillo, su capacidad de reflejar la luz, en ocasiones fácilmente deformables, y lo extraño de sus formas en estado bruto, (en pepitas o en formación mineral), con esas formas de cantos afilados, y superficies suaves y frías, los metales fueron descubiertos muy a principios del calendario de la evolución humana.

Introducción

En manos de los primeros humanos, que los encontraron fácilmente en el lecho de los ríos, no tardaron en demostrar su utilidad ya que, al hacer chocar estos minerales con un trozo de sílex, se producían chispas, poderosas partículas incandescentes capaces de prender hojarasca, o hierba seca, y con ello encender fuego. Ese inesperado y poderoso aliado, era capaz de iluminar, dar calor, cocinar y ahuyentar enemigos.

Más tarde, con la aparición de los hornos y aumento de la temperatura que podían alcanzar en su interior, permitieron liberar el metal de su ‘cascara’ revelando en su estado puro, nuevas cualidades: algunos se descubrían maleables; otros mucho menos resistentes que en su forma ‘contaminada’; y otros, por el contrario, veían sus características de dureza, resistencia, y tenacidad, aumentadas, sin saber que eran producto de una mezcla, estamos hablado, por poner un ejemplo conocido, del acero. En el proceso de obtener hierro se han de reducir sus menas, calentándolas en presencia de mucho carbono, el cual acaba entrelazándose en la estructura cristalina del hierro, formando acero, contra más tiempo pasa ‘contaminándose’ de carbón más duro y resistente era el metal resultante.

Al igual que el acero, las primeras pepitas de hierro que consiguieron recolectar civilizaciones de todo el mundo antiguo eran en verdad una aleación. Debido al escaso conocimiento de entonces y los pocos medios para distinguir unos metales de otros, o su composición, (lo que hoy en día se conseguiría con un espectrógrafo), lo que se creyó durante mucho tiempo que era hierro puro, ahora sabemos que contenía trazas de níquel, pero en lo que sí acertaron aquellos ciudadanos antiguos que pudieron echar mano de alguna pepita de este precioso metal, fue el otorgarle un origen celestial, pues dichas pepitas eran fragmentos, pequeños meteoritos, del tipo de hierro más abundante en el universo.

Figura 1: Daga encontrada junto al cuerpo del faraón Tutankhamon, fechada en el 1350 a.C.
Figura 1: Daga encontrada junto al cuerpo del faraón Tutankhamon, fechada en el 1350 a.C.

De este modo, se concluye, que los intentos frustrados de obtener este tipo de hierro dieron lugar a dos resultados de lo más dispares: el hierro en su estado puro, (o lo más puro que se puede conseguir con un muy bajo contenido en carbono), un metal de pobres cualidades mecánicas; y el acero, que ha demostrado, hasta la fecha, tener unas cualidades mecánicas perfectas, tanto para la manufactura y fabricación de armas, y elementos de construcción. En este momento, es oportuno destacar que perfeccionando las técnicas de aleación y encontrando la receta perfecta de carburación, se llegó al desarrollo del acero de Damasco, un acero de cualidades tan envidiables, que aún hoy es el mayor reto al que se puede enfrentar un forjador profesional de armas moderno.

De la misma manera que con el hierro, pero mucho antes de que apareciera en escena, el gran protagonista fue el cobre, el ser humano pudo entrever su potencial gracias a la gran facilidad con la que se conformaba una pepita de este material, un buen golpe decidido conseguía una gran hendidura.

Otra ventaja del cobre que le otorgó su pronto éxito fue su bajo punto de fusión, por lo que no se necesitaban hornos ni muy modificados, ni muy avanzados como los necesarios para obtener hierro o un buen acero. El cobre demostró ser muy polivalente, pues fue utilizado para muchos utensilios diferentes de muy distintos fines, permitiendo a los ciudadanos de las civilizaciones prehistóricas desarrollar objetos de decoración, del mismo modo que se fabricaban armas, utensilios de cocina, de tocador o incluso joyas. Esta capacidad de dar cuerpo a infinidad de objetos y satisfacer gran cantidad de necesidades diarias, de manera fácil y económica, demostraba lo rentable que era para una industria duradera, estable y de beneficio seguro, cosa que lo mantuvo en las primeras posiciones en el ranquin de los metales más utilizados y codiciados, durante los primeros años de la historia después de Cristo, toda la edad media, hasta llegar a nuestros días, en los que se ha proclamado cómo mejor conductor de la electricidad, y con él se desarrollan todas las instalaciones eléctricas y tendidos de alta, media y baja tensión.

Dada la abundancia del cobre y su facilidad para alearse con otros metales, no debimos esperar mucho tiempo para obtener bronce, el cual era mucho más resistente, duro y tenaz que el cobre, con él se construyeron mejores armas, y mejores objetos y recipientes; pero si con ello no se contentaba el humano de entonces, la curiosidad y ansias de saber y experimentar, concibió otra nueva aleación mejor si cabía, el bronce arsenical.

Figura 2: Pieza de cobre arsenical con filo de corte, perteneciente a la momia Ötzi y datada del 3300 a.C.
Figura 2: Pieza de cobre arsenical con filo de corte, perteneciente a la momia Ötzi y datada del 3300 a.C.

Dado que las culturas antiguas también tuvieron un gran contacto con el mercurio, no era de extrañar que, la gente no versada en materia de metalurgia, tuviese la idea de que los metales debían ser ‘cosa de los dioses’, otorgados al hombre como regalo de buena fe y como muestra de su infinita sabiduría. De aquí que también se narrasen historias sobre sus capacidades de trasmutación, de sanación, e incluso de prolongar la vida. Algunos eruditos, de culturas musulmanas, los primeros alquimistas, tomaron el testigo de sabios griegos para intentar darle una explicación científica a las cualidades de los metales, forjando así unas enseñanzas mezcla de mitología y ciencia, describiendo su composición en elementos primarios agua, fuego, aire, tierra y un quinto elemento, el éter.

Ya en nuestros tiempos, seguimos en búsqueda de nuevos elementos y nuevas aleaciones, queremos seguir avanzando, evolucionando, sin saber verdaderamente que nos espera en el siguiente escalafón de la pirámide. En términos metálicos se han encontrado los denominados ‘tierras raras’, con grandes cualidades de conducción eléctrica, perfectos para avanzar en materia de electrónica, con ellos se han podido minimizar los circuitos integrados llegando a poder desarrollar consolas, e incluso los ya tan necesarios ‘smartphones’. También se han sintetizado nuevas aleaciones como el Nitinol, (compuesto de Níquel y titanio casi al 50%, un curioso metal posee memoria de forma y superelasticidad), y teorizado con nuevos metales, hasta el punto de saber que es posible, demostrar teóricamente que dicha aleación existe, pero no poder llevarla a cabo por falta de la energía necesaria para realizar la fusión nuclear.

Descubrimos nuevas partículas y formulamos nuevas teorías que nos hacen sentir como aquellos primeros científicos, tan acertados en la obtención y manipulación de los metales, pero tan erráticos a la hora de intentar explicar su origen y composición, es una sensación emocionante, comparable al subidón de adrenalina que se tiene al subir al Dragón Khan, esto pone en perspectiva el valor del conocimiento, ver que, en realidad, no importa cuánto tiempo pasa, porque lo que se sabe ahora, no se sabía hace mil años, pero lo que sabe un humano de dentro de mil años, no lo sabemos nosotros, algo que para ellos es común y evidente, fácil de corroborar, para nosotros, ahora, en este instante nos es desconocido, e impensable.

Con todo ello, casi podríamos definir nuestro actual comportamiento con las siguientes palabras, por parafrasear a un gran personaje de la ciencia ficción, perteneciente a la saga de ‘La Guerra de las Galaxias’: “Siempre ha desviado su mirada hacia el futuro, hacia el horizonte, su mente nunca ha estado dónde él estaba, eh?!”- Yoda.

Bajo esta misma idea podríamos decir que, tanto como las gentes de antaño a los que no se les aleccionaba de metales, ni metalurgia, hoy en día son todavía grandes desconocidos, tanto o más que los que aparecen en los relatos, las novelas épicas y gráficas de ciencia ficción modernas, o los protagonistas de las leyendas, los cantares e historias mitológicas de las culturas antiguas.

La televisión es una gran arma de enseñanza, a través de la cual, absorbemos tanto consciente como inconscientemente, gran cantidad de datos al día. Estos datos son un popurrí de verdades y mentiras, a veces tan bien entremezcladas que nuestro cerebro consigue recordar toda la información sin reconocer una de otra.

A pesar de las asignaturas de química en las enseñanzas elementales, falta mucha parte práctica que ayude a asentar conceptos tan básicos como el peso del oro, o que el mercurio no es tóxico al contacto, en cambio, nuestro cerebro da por hecho que podríamos sostener un lingote de oro sin problemas y zarandearlo con una mano, a pesar de que en verdad, un par de lingotes pesan igual que tres garrafas de agua de Ribes de 8 litros. Esto es debido al ‘envenenamiento’ paulatino y en pequeñas dosis, que nuestro cerebro ha ido recibiendo con imágenes de incontables películas.

En este artículo queremos hacer partícipe al lector, de una serie de ejemplos como los descritos en el párrafo anterior, da a conocer algunas de las mentiras o inexactitudes que por descuido o desconocimiento se sufren día a día en la pantalla, creando así una capa muy tupida de desinformación en la mente del espectador, que al fin y al cabo no debería tener, pues los metales están a nuestro alrededor, día a día, incluso en las tareas más comunes, y deberían formar parte del conocimiento esencial de cada niño, casi tan esencial como las sumas y las restas, porque puestos a recibir la pregunta: “¿Para qué me va a servir saber eso?” uno siempre puede contestar: “Para saber que con un mini normal no podrías robar los lingotes de oro de un banco”, o que “si algún día se levanta una horda de zombis hambrientos saber qué espada escoger”, seguro que así atraería su atención y curiosidad.

Figura 3...
Figura 3: Secuencia final de la película The Italian Job (1969), que ha trascendido debido al dilema que plantea y el suspense con el que deja al público, mostrando el verdadero peso del oro.

El oro. Un actor sometido a ‘bulling’

El oro ha sido siempre un recurso muy solicitado en la industria del cine, ya que no solo es el pilar maestro de nuestra economía, sino que, por su aspecto casi hipnótico, desde tiempos inmemoriales se lo ha considerado un metal digno de reyes, incluso de origen divino. Es por ello, que no hay un único género cinematográfico al que no se le antoje, en algún que otro momento, llamar a este particular actor a escena; si no forma parte del argumento de la historia que se pretende contar, siempre hay tiempo para imaginar multitud de situaciones diferentes, giros de guion inesperados, artilugios sorprendentes o incluso escenarios esculpidos únicamente para sorprender al espectador.

El gran inconveniente de usar oro real, tanto puro como aleado, es su peso. Un lingote de oro estándar pesa 12,4 kg, sin hablar de los lingotes producto de una planta extractora, los cuales son de oro en aleación con plata y otros metales para aumentar su dureza, resistir los posibles impactos que pueda sufrir en el transporte y evitar así perdidas de material, lo que aumenta su peso hasta los 25 kg. Dicho así es posible que aún no se tenga una idea práctica y visual de lo que se intenta transmitir, dado que muy pocas personas pueden decir que han visto un lingote de oro, y ya no digamos el haberlo manipulado, en la vida real. Cuando realizan su aparición en pantalla, sostenidos por uno de los protagonistas, sobre una estantería, palé o dentro de una caja, existe una distorsión de las proporciones al observar la escena a través de una cámara de grabación, dónde intervienen, entre otros: el ángulo, la distancia, el objetivo y la luz; con lo que no se puede asegurar que se hayan respetado las medidas estándar de un lingote, la cantidad de oro que contiene y, por lo tanto, hacerse una idea correcta de su peso. Haciendo un simple cálculo, sabiendo que la densidad de este metal es de 19,3 g/cm3, un lingote de oro contiene 0,64 litros de metal, así que, como ejemplo diario, podríamos pensar en una botella de litro de Fontvella casi llena de oro, en el supermercado, y que costase levantarla lo mismo que dos de 8 litros, una llena y otra por la mitad, a la vez.

La maleabilidad del oro también se devalúa, casi en igual medida que su peso; ¿quién no conserva en el recuerdo la imagen de un pirata doblando con los dientes una moneda de oro? Escenas de este tipo han sido un tópico, desde películas de animación de Disney, hasta películas de piratas, buscadores de tesoros y de aventuras. Dada la alta densidad de este metal, una moneda no podría ser doblada, a menos que fuese de un espesor muy bajo, como las láminas de papel de oro, utilizadas en la decoración de las catedrales, las mantas térmicas, o las láminas finas que se colocan en los paneles solares de los artefactos espaciales, satélites, estaciones, etcétera. Lo que sí se puede conseguir, mordiendo una pieza de este metal, es realizar una pequeña hendidura o marca.

Figura 4...
Figura 4: Escena de la película ‘La isla de las cabezas cortadas’, refleja el tópico piratesco de morder una pieza de oro para poder determinar su pureza.

Por si fuera poco, la industria del cine, aún no se queda satisfecha y viola un tercer aspecto de este metal, su punto de fusión, en más de una ocasión, se ha podido ver en pantalla lo fácil que es fundir oro, a pesar de que, en el mundo real, se necesita una temperatura de 1.064 °C, algo imposible de conseguir en un horno convencional, o en una lumbre simple cualquiera. Una vez fundido, siempre se le muestra fluyendo a través de canalones, pasillos, como si de agua se tratase, vertido con demasiada facilidad, conservando su mismo color de estado sólido, y sin irradiar el calor insoportable que supone alcanzar semejantes temperaturas, contando que, el punto óptimo de fluidez, es al menos unos 200 °C grados más elevado que el de fusión.

Todo demuestra que no se hace más que alimentar el engaño de sus características, y seguramente muy poca gente se plantea si verdaderamente, lo que ve es real o no, envalentonados, sin lugar a dudas, por la idea de cinematográfica de este metal, una idea que, subconscientemente, se ha inculcado durante años en la mente de los inocentes espectadores que más adelante se convierten en directores o productores de cine, creando así una bola de nieve, cada vez más grande, que no deja de realimentarse.

Con todo lo dicho, cabe destacar que Hollywood es cada vez más fan de producir películas que reclaman este actor por las cualidades místicas que se le atribuían en el pasado. Sobre todas ellas, caben destacar tres: la primera, como ingrediente indispensable de la ambrosia, (alimento de dioses, a quienes otorgaba vida eterna), la cual han intentado sintetizar sacerdotes de todas las civilizaciones antiguas, sintetizando un bebediza conteniendo aquellos materiales que para ellos escapaban a la comprensión de sus cualidades, como el mercurio, y por supuesto el oro; la segunda, como elemento de origen divino, sus características físicas, mecánicas y de conducción no solo de calor, pues cada día se descubren más muestras de que el mundo antiguo pudo haber empezado a experimentar con la electricidad, y la alta temperatura que era necesaria alcanzar para fundirlo, les hizo llegar a una conclusión extraterrestre en cuanto a su origen, un material así único en su especie, sólo podía pertenecer a una raza superior, los dioses; la tercera y última es la de agente transmutador, ya desde antes de que a los primeros químicos se les otorgase el nombre de alquimistas, había la creencia muy extendida de que todo material sobre la faz de la tierra debía tener un origen natural, una conjunción única en cada caso de los cuatro elementos primigenios: tierra, fuego, agua y aire, más un quinto, el éter, que nunca supieron explicar del todo, partiendo de estas bases establecieron la creencia que modificando las cantidades de cada elemento contenidas en cada material, se obtendría inequívocamente otro muy distinto. El medio a través del cual se llevaba a cabo el cambio transmutador recibía el nombre de piedra filosofal, (otro misterio en sí mismo, muy perseguido aún hoy en día, y en cuya fórmula aparece un metal como ingrediente fundamental, es este caso el mercurio), y está documentado que se llegaron a realizar varios experimentos de trasmutación, el resultado de los cuales no llega a estar del todo confirmado, pero en los cuales se habría conseguido oro a partir del plomo. A raíz de estos experimentos se llegó a creer posible el paso inverso, conseguir plomo, plata, o incluso mercurio partiendo del oro, atribuyéndole poderes propios de transmutación, de cambio y confirmando de soslayo su origen divino.

Con una idea más clara de la realidad tras las cámaras de este metal, podemos empezar a entender, lo difícil que sería trabajar con este metal, y la necesidad de usar dobles muy bien maquillados para poder rodar las escenas de acción. Así, una lista de títulos que reflejan lo mencionado anteriormente en este apartado podría ser, por ejemplo, la siguiente: ‘Dioses de Egipto’, ‘X-Men: Apocalypse’, ‘Aquaman’, ‘Wonder Woman’, ‘Wonder Woman 1984’, ‘Iron Man’, ‘Stargate’, ‘La isla de las cabezas cortadas’, ‘La máscara del Zorro’, ‘El Hobbit: La desolación de Smaug’, ‘Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra’, ‘La Momia’, ‘El retorno de la Momia’, ‘El R3sacón’, sin nombrar títulos más clásicos como ‘Los diez mandamientos’, ‘Ulises y los argonautas’ o cualquier película del oeste, y series como ‘La casa de papel’, ‘Lucifer’ y ‘Altamar’.

Figura 5: Ejemplos de armaduras de oro: armadura del Rey Arturo, en la película de ‘Excalibur’ (1981), (izq.); ‘Wonder Woman 1984’ (2020) (dcha...
Figura 5: Ejemplos de armaduras de oro: armadura del Rey Arturo, en la película de ‘Excalibur’ (1981), (izq.); ‘Wonder Woman 1984’ (2020) (dcha.)
Figura 6: Izq.: escena de ‘Dioses de Egipto’, el dios Set sangrando oro, metal que le permite transmutar y cambiar de forma; dcha...
Figura 6: Izq.: escena de ‘Dioses de Egipto’, el dios Set sangrando oro, metal que le permite transmutar y cambiar de forma; dcha.: escena de ‘X-Men: Apocalypse’ mostrando el ritual sumerio de traspaso de un alma, activado por canales de oro fundido.
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Figura 7: Escena de la película ‘La isla de las cabezas cortadas’, la protagonista consigue reflotar un enorme botín de oro con solo un pequeño barril vacío.

El metal retráctil: una fantasía recurrente

Esta ‘cualidad’ en los metales ha sido capaz de encontrar, durante las últimas décadas, la manera más sutil de colarse en los estudios de edición haciéndose un hueco inesperado en la imaginación de los guionistas, con tanta frecuencia, que se está convirtiendo a cada escena que pasa, en un tópico, y por ello, digno de mención en este artículo. Tanto en escenas que ocurren en el futuro cinematográfico de la humanidad, (futuros que aún hoy nos resultan distópicos), como en las que aparecen culturas de otros planetas más avanzadas, ambas coinciden en la necesidad de la constante del tiempo como condicionante de su aparición. Si se ha sido observador, se habrá notado las comillas en torno a la palabra cualidad, al principio de este apartado, esto es debido a que la capacidad, de un metal, de replegarse sobre sí mismo no es una propiedad o característica que los metales adquieran en el futuro, como si de la evolución sobre un ser vivo se tratase, sino una aplicación de la perfecta conjunción entre la inteligencia artificial y conocimiento sobre el mundo cuántico que se tenga en el futuro correspondiente a un nivel de tecnología superior al actual.

Las diferentes películas que acogen esta maravilla de la tecnología, son tan diferentes como ‘Star Trek (versión moderna del 2009)’, en la que se observa a uno de los protagonistas, Hikaru Sulu, interpretado por el actor de origen surcoreano John Cho, desenfunda una espada que va desplegándose, creándose casi de la nada, mientras admite ser un maestro en esgrima. Una escena parecida se puede observar en ‘Thor: Ragnarok’, en la lucha entre el protagonista ‘Thor’ y ‘El increíble Hulk’, ‘Thor’ desenfunda dos espadas que lleva a la espalda y con un gesto brusco se despliegan, hasta el doble de su longitud. Múltiples escenas del mismo estilo, se pueden ver a lo largo de la película que dio origen a la serie del mismo título ‘Stargate’, película estrenada años antes que la mencionada anteriormente, en el año 1994, en ella una raza extraterrestre, los Goa’uld, poseen un nivel de tecnología el cual les permite a sus soldados disfrutar de armaduras retractiles, plegándose sobre sí mismas, a pesar de que parece intervenir alguna especie de nanotecnología, no queda claro, si los creadores, no tenían aún claro el funcionamiento de lo que en aquel momento debía parecer, al menos para los editores de efectos especiales de la época, un prodigio futurista.

Aún hoy queda mucho por hacer en este campo, tras profundizar en su estudio para su comprensión y entendimiento por parte de los científicos, apenas empezamos a saber controlar y desarrollar nuevas aplicaciones para este tipo de tecnología, divisando cada día más, como se ensancha el basto océano de aplicaciones contra más se profundiza en su análisis.

Si se sigue pensando un poco más, podemos encontrar un ejemplo que refleja muy bien la evolución y familiaridad de los editores cinematográficos con este concepto, a medida que se investiga y la sociedad es más consciente de la existencia de esta tecnología, se ha podido representar mejor en pantalla, y con ello nos podemos apoyar tanto en las diferencias existentes entre los últimos capítulos de la serie ‘Stargate’ y la película original, y la saga de películas de ‘Iron Man’. El contraste entre las armaduras plegables que más pareces y desaparecen como si de hologramas se tratasen, notándose mucho el efecto de la aplicación de la ‘goma borrador’ del programa de edición de ordenador, con los replicantes humanoides de última temporada, estos autómatas, son entes de inteligencia artificial compuestos de pequeñas unidades elementales que trabajan juntas, uniéndose y cohesionándose de manera perfecta formando un nuevo ser completamente formado y funcional, trabajando en colmena. Este concepto de robotitos independientes que actúan a modo de las células del cuerpo humano, más concretamente células madre, también se puede observar, como se ha mencionado anteriormente, en la saga de ‘Iron Man’, representado por la evolución durante las tres películas y las dos de ‘Avengers: Infinity War’ y ‘Avengers: End Game’, a lo largo de todas ellas las armaduras pasan de ser: una única armadura accionada por varios servo motores y software de control dominado por un software inteligente activado por voz, y que parece gozar de un espacio infinito ente la capa interior y exterior del traje para albergar todos los servo motores, tornillos sin fin, bisagras, tornillos, etcétera necesarios para realizar los movimientos que se ven en la película de apertura y cierre; en la segunda entrega ‘Iron Man 2’, empieza a hacer acto de presencia la nanotecnología y el despliegue a un nivel ‘aún un poco basto’, con la aparición del traje desplegable cuya forma compacta y portable es la de un maletín portable, sorprendentemente pequeño para contener todo lo necesario, a la par que aún la técnica de edición del traje es casi como formación espontánea de la nada, esta película también nos sorprende a mitad del largo metraje con la aparición de una armadura modular que parece ensamblarse por arte de magia, casi como por magnetismo; el cambio radical llega en las últimas dos películas en las que este personaje hace aparición, las dos entregas mencionadas ‘Avengers: Infinity War’ y ‘Avengers: End Game’, en ellas el protagonista, Tonny Stark, interpretado por Robert Downey Junior, hace gala de un pequeño dispositivo contenedor de nanopartículas, descrito así por el propio personaje, este maravilloso invento, permite al superhéroe desplegar una cantidad incontable de nanopartículas, las cuales, como hormigas, con el simple hecho de tocar dos veces sobre el dispositivo, se dispersan por el cuerpo adaptándose a él y formando una armadura ajustada, ceñida podría decirse, flexible, de metal, compacta, tenaz, resiliente, y prácticamente indeformable. El modo en que las nanopartículas consigues cohesionarse tan perfectamente hasta formar partes independientes, componentes de un todo, móviles, que actúan conjuntamente, sin debilidades, sin los ‘guiños, tics o parpadeos’, que sufren los dispositivos electrónicos resultado de interferencias con otras señales, (cosa que les haría perder la forma momentáneamente, poniendo en peligro la integridad, la funcionalidad y por ende la vida del portador). También es destacable la capacidad de adaptación del software controlador de los nanitos, (las unidades elementales integrantes de la nanotecnología), como se muestra en la última entrega, con el guante de la armadura, capaz de adaptar su tamaño según el portador, y desarrollar nuevos alojamientos ara las gemas del infinito, unas oquedades ajustables que no estaban previstas en el programa original, es decir que es su total complejidad, aún se le añade la capacidad de aprender, pues se adapta incluso cuando no está activada la IA de apoyo que supuestamente la controla. Por si fuera poco, con una simple orden o movimiento se disgrega en los miles de nanitos que la forman, volviendo cada uno a la cajita original que los almacena. Esta misma tecnología se muestra en el traje que luce ‘Spiderman’ en estas mismas películas mencionadas.

Otro ejemplo más se puede observar en ‘Guardianes de la Galaxia volumen II’, en la que se repara el casco, tanto interior como exterior, de la Milano, (la nave dónde viajan los protagonistas de esta historia), con una pistola de nanitos, tal cual suena, estos maravillosos robots elementales se adaptan adquiriendo casi instantáneamente las propiedades, cualidades, color y forma del material adyacente, casi como si de una mini-transmutación se tratase, curiosamente, esta escena no es tan difícil de entender, o de asimilar como posible, como la de transformar plomo en oro, si pensamos en los nanitos como pequeñas células madre programables, pero en esencia es tan imposible una cosa como la otra, al menos con la tecnología actual. Otro tipo de reparación similar aparece en la serie de ‘Star Trek: la nueva generación’, también mediante pistola de nanitos.

Como último ejemplo nos gustaría mencionar la película de ‘Transformers: la venganza de Fallen’, en la que se ve perfectamente la transición de mini-robots independientes, con la misión conjunta de agruparse en na posición concreta y empezar a formar un ente único, cada uno alcanzando su posición asignada y de golpe, en un abrir y cerrar de ojos, fusionarse en un plancha finísima de material metálico, el cuerpo de un robot totalmente distinto a la forma que tenían cada nanito por separado, que se mueve y actúa como un nuevo ente cohesionado y totalmente funcional.

Figura 8: Secuencia que muestra la composición de la armadura a base de nanitos de ‘Iron Man’ en la película ‘Avenger: End Game’...
Figura 8: Secuencia que muestra la composición de la armadura a base de nanitos de ‘Iron Man’ en la película ‘Avenger: End Game’.
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Figura 9: Secuencia de la película de ‘Stargate’ (1994) en la que se observa el repliegue de la armadura de un jaffa (soldado enemigo de la raza extraterrestre Goa’uld)
Figura 10: Secuencia de la película ‘Transformers...
Figura 10: Secuencia de la película ‘Transformers: La venganza de Fallen’ en la que se observa el paso de un nanobot independiente, a un robot colmena en perfecta formación y funcionamiento.

Las espadas, las protagonistas más dopadas

Desde el principio de los tiempos las espadas han despertado pasiones entre los humanos, no solo como armas temibles y letales, si no que han sido un deleite para los ojos, dejando embelesado a aquel que pudiera ser testigo de su belleza sin temor a ser ensartado. Toda espada de buen herrero tenía un brillo, un filo, un corte, y unas figuras en el acero inigualables, firma del herrero autor. Algunas han poseído una especial magnificencia, por su tamaño, o legendaria tenacidad o resistencia, como las espadas del Cid Campeador, la Tizona y la Colada, o la espada de Saladino, una cimitarra de increíbles cualidades de corte, ligera, y tenaz.

Como pasa con los personajes históricos que realizan increíbles hazañas, encabezan inolvidables gestas o brindan grandes aportaciones a la humanidad, las espadas han alimentado la imaginación de escritores, cuenta cuentos y, más actualmente guionistas de cine.

A estas protagonistas incansables, se les otorga, ligereza, un filo casi imposible, (capaz de segar un velo de seda sin el menor esfuerzo, casi como si el tejido se separase por miedo a entrar en contacto con la espada), perfectamente equilibradas, extremadamente tenaces, (pues no pierden filo después de batallas de varias escenas de duración, durante las cuales se han llegado a quedar encajadas en un muro de cemento, o de piedra), un brillo, que junto a una superficie extremadamente pulida, pueden reflejar la imagen del protagonista, e incluso a veces, un tamaño exagerado, nada acorde con sus cualidades, y las del portador. Esto es si no entramos en el mundo de la fantasía, pues muchas espadas van equipadas con poderosos hechizos que pretenden dar explicación a algunas de las cualidades nombradas anteriormente, como el peso, o la tenacidad, sin olvidar aquellas que se adentran aún más en este mundo de infinitas posibilidades, haciéndolas capaces de brillar en presencia de enemigos, convertir a su portador en invencible, o permanecer clavadas en una piedra, sin perder filo, integridad estructural, o sin ni siquiera rallarse.

Con lo mencionado, es difícil encontrar una película en la que se vea una espada mellada, con impactos en el filo, (resultado de los martillazos del proceso de forja), con un brillo más tirando a mate, o incluso luciendo una adecuada línea de Hamon, (y no la típica arista que aparece a medio filo, y cuya función es la mostrar, sutilmente, que la espada dispone de sección rómbica, algo que facilitaría la penetración), si se observa con detenimiento, muchas veces al no disponer de línea de corte, las espadas son romas, de cantos redondeados, y difícilmente cortarían con la facilidad mostrada en pantalla.

Dadas las avanzadas técnicas de edición por ordenador, muchos fallos pasan desapercibidos, a priori, puesto que se combinan con una velocidad de reproducción cada vez mayor, contra más fotogramas por segundo, el cerebro ha de adaptarse a procesar toda la información ocurrida en cada escena y, por ello, no repara en muchos detalles que luego, críticos de cine, se dedican a desmigar, separar el trigo de la paja, y encontrar, cómo, a veces, por falta de tiempo, o incluso dinero, se suele substituir el acero templado con el que supuestamente está forjada la espada del protagonista, esta se dobla y pandea como si de plástico o incluso goma se tratase mientras su portador corre o realiza piruetas, una escena en la que se puede apreciar algo así, es en la escena clímax, del episodio 9 de la temporada 6, titulado ‘la Batalla de los Bastardos’ de la serie Juego de tronos, en la que si se pasa a cámara lenta la escena en la que John Nieve desenfunda su espada, se ve claramente, como esta pandea y se dobla para resultar más fácil y rápida su disposición a luchar.

Una película que muestra espadas con algunas de las cualidades imposibles mencionadas dos párrafos atrás, y que según el argumento, no han estado ungidas de magia ni ningún metal extraño o desconocido, es ‘Los inmortales (Highlander)’ de 1986, en la que vemos, al poco de iniciarse la película una batalla entre dos hombres, en un parquin, una batalla entre una espada de acero español, y una catana, la cual sigue intacta después de haberse quedado encastada en una de las columnas de cemento del curioso emplazamiento. Más adelante, esta misma espada es capaz de absorber la energía de varios relámpagos, mientras el protagonista recibe los poderes de su contrincante vencido. Las altas temperaturas generadas la cantidad de potencial eléctrico descargado por el rayo, difícilmente podrían dejar la hoja intacta, afectando irremediablemente tanto su estructura interna como estado superficial, ya no solo por el calor intenso sino también por las consecuencias electromagnéticas del flujo de electrones masivo que pasaría a través de ella. Si dejar de analizar esta película, se puede observar como el antagonista principal dispone de una espada muy larga, maciza, con la impresión de ser pesada y, a más a más desmontable, (esta vez la nanotecnología no está implicada), sin más seguro anti-retroceso, que el rozamiento, el ajuste y el encaste entre las dos piezas, que evita que las piezas se salieran con el primer golpe en el extremo. Con todo, la espada es capaz de resistir envistes, golpear piezas de metal, paredes de piedra, ser blandida con facilidad, sin desmontarse, ni perder el filo, pero, por si fuera poco, hay una cualidad más que aún estaba por llegar, la capacidad de ‘crear chispas’, tanto esta espada como la del protagonista, hacen saltar chispas al entrar en contacto, tanto rozando como golpeando una estructura de metal. Finalmente, para acabar con el análisis de esta película, hay una frase que cabría destacar, puesto que, la película no ha querido ser del todo descuidada y cuenta con una protagonista experta en espadas antiguas, llamada Brenda Wyatt, y de ella es la frase siguiente: “¡Ya te lo he dicho! Porque se supone que no debe existir, he comprobado que el metal es del año 600 antes de cristo y que la hoja ha sido forjada más de 200 veces, pero los japoneses no hicieron espadas así hasta la edad media de modo que ¿de dónde demonios ha salido?”, a pesar que nos gustaría dar por buena esta frase, se sabe que en Japón ya empezaban a dominar el hierro y el acero en fechas anteriores a cristo, y aunque podría tener razón en la excesiva ‘re-forja’ de la catana, no es del todo tan descabellado, pues un buen cuidado de la espada, un buen método de caldeándola y afilado, es posible que la espada resistiera el proceso de forjado múltiples veces, pues muchos museos disponen de espadas medievales que han llegado a nuestros tiempos, sin una excesiva oxidación, por no mencionar el hacha de Ötzi, que a pesar de ser de bronce arsenical, data del 3300 aC, demostrando la longevidad de los metales sin perder su integridad. Aquí, también cabe dudar si se ha usado esta frase con propiedad, pues si por forjada también se refiere a dobleces del acero, se han encontrado catanas con más de 2.000 capas.

En este apartado cabe mencionar, que cada vez es mayor la tendencia a que aparezcan tanto todo tipo de armas, (lanzas, hachas, tridentes, espadas, entre otras), como armaduras enteras, forjadas en oro. Habiendo descrito las cualidades principales de este metal, en el apartado correspondiente de este artículo, queda patente lo poco práctico, útil y maleable que serían las piezas resultantes, no obstante es una idea, que los directores parecen resistirse a abandonar, ya que lo hacían en películas como ‘Excalibur’ (de 1981), ‘La Momia’ (de 1999), ‘El regreso de la momia’ (2001), ‘Dioses de Egipto’ (2016), ‘Aquaman’ (2018), ‘Wonder Woman 1984’ (2020), por nombrar unas cuantas.

Figura 11: Armas forjadas en oro; izq.: Fotograma de la película ‘Aquaman’, el protagonista empuña el tridente de Neptuno; dcha...

Figura 11: Armas forjadas en oro; izq.: Fotograma de la película ‘Aquaman’, el protagonista empuña el tridente de Neptuno; dcha.: fotograma de la película ‘Dioses de Egipto’, un soldado de Set empuña una lanza de oro.

Figura 12: Izq.: espada del pirata Jack Sparrow, protagonista de la saga ‘Piratas del Caribe’; dcha...

Figura 12: Izq.: espada del pirata Jack Sparrow, protagonista de la saga ‘Piratas del Caribe’; dcha.: daga de la capitana Morgan, protagonista de la película ‘La isla de las cabezas cortadas’.

Figura 13: Fotogramas de la película ‘Los inmortales (Highlander)’; izq.: Catana del protagonista encastada en la columna de cemento; dcha...

Figura 13: Fotogramas de la película ‘Los inmortales (Highlander)’; izq.: Catana del protagonista encastada en la columna de cemento; dcha.: espada del antagonista, desmontada en su estuche.

Metales con aires de grandeza

La imaginación humana, en muchas ocasiones se ha entremezclado don la ciencia para desarrollar metales de cualidades que son inalcanzables con nuestra manera de entender el universo, su constitución y funcionamiento, pero también abren una incógnita en la mente del espectador curioso, películas como ‘Iron Man’ muestran aleaciones de metales existentes, el resultado del cual es un metal de propiedades exageradas, pero que hacen que cualquier estudiante de fabricación, o automatización se vea envalentonado a desarrollarla consiguiendo resultados toscos en comparación con los detalles perfilados que añaden los ordenadores en las películas. Cosa parecida ocurre con el Vibranium, una substancia metálica, de origen supuestamente extraterrestre, descubierta por primera vez en África, en la región inventada de Wakanda, supuestamente, inspirada por la real Sabana africana, los habitantes de la cual han sabido aprovechar sus cualidades durante siglos, y del cual se descubren a cada película que pasa, nuevas cualidades. Se le ve como componente esencial de toda la civilización Wakandina, sus aplicaciones son muy distintas y variadas: desde carrocerías de transportes y las vías por dónde se desplazan, (tanto por sus cualidades de resistencia y superconductividad, favoreciendo así el efecto Meissner); como elemento principal en trajes de guerra para el superhéroe ‘Black Panther’, ya sea en forma de tejido metálico o en forma de nanitos, capaces de desplegarse desde un collar del mismo material, y confeccionar un traje a medida para el portador sin perder sus propiedades y al que otorgan, a más a más, la capacidad de acumular grandes cantidades de energía, disiparla, o acumularla y expulsarla de forma controlada y dirigida, casi como si obedeciese ordenes mentales del portador. Como pasa con la armadura de ‘Iron Man’, no sabemos hasta dónde llegan sus ‘poderes’ y dónde empieza la tecnología o la inteligencia artificial que la manipula, lo que nos hace pensar en la frase ‘es la base de toda su tecnología’, quieren decir, que los tejidos de las capas de los soldados, que proyectan un campo de fuerza protector delante de ellos, es también asequible solo por usar este material?, o los controles holográficos y de escaneo cuántico, ¿cómo contribuye este metal en esas capacidades?, ¿es solo por ser superconductor?. Por otra parte, si seguimos preguntándonos acerca de sus cualidades, ¿como es que es capaz de aliarse con el acero? El tamaño de sus átomos debería compartir el espacio intersticial que ocupan los átomos de carbono, y con ello, como un metal, de componentes tan pequeños puede dar al escudo del Capitán América las capacidades tan distintas al acero, ya no hablamos de ligereza, si no la tenacidad extremas, y acumulación infinita de energía sin necesidad de liberarla, ni el destello típico del traje de ‘Black Panther’ cuando se zafa del exceso de energía, casi parece que el escudo del Capitán, ‘digiera’ esa energía, y con solo un metal desconocido en su composición. Todo ello, es demasiado para un solo elemento.

Otro elemento que podríamos clasificar casi, del mismo tipo que el Vibranium, es el Adamantium, un metal protagonista del cómic en solitario de Lobezno y de la saga de X-Men, en la que hace aparición permanente su portador original Logan, más conocido por su nombre de superhéroe Lobezno. Este metal fue sintetizado por un científico militar estadounidense, que experimentó con Logan debido a sus poderes de reconstrucción celular avanzada, substituyendo su esqueleto, por otro de este metal, se menciona en el cómic, que es el metal más resistente que existe, es tenaz, ligero, resistente, duro, y con una capacidad de filo extremas. Un esqueleto entero de metal, debería presentar por añadidura, flexibilidad, una capacidad de pandeo que permitiese absorber los impactos de los saltos que vemos realizar a Lobezno en cada una de las películas en las que aparece. Con los metales que conocemos a día de hoy, el acero debería ser el que más se acercase, (entre los posibles metales de uso común, ya que existe el diboruro de renio (BRe2) sintetizado en 2007, con una dureza equivalente a la del diamante), pero de buena mano sabemos que un humano no resistiría el peso de un esqueleto semejante, mucho menos la cirugía necesaria para la implantación sin olvidar de las características biocompatibles de las que carecen estos dos metales.

Sin dejar el mundo Marvel, de la saga X-men, un grupo de superhéroes compuesto por humanos evolucionados con características únicas y asombrosas, como Coloso, del cual se quiere hacer especial mención, pues su superpoder, es la capacidad de sintetizar metal a lo largo de toda su piel, como una capa superficial totalmente biocompatible, resistente y tenaz. No es necesario decir, que por lo que se sabe actualmente, sobre la composición de los metales, de la, materia orgánica y del comportamiento cuántico, la energía y control necesarios para poder acumular a placer el hierro en sangre y el parte del carbono con el que estamos creados y formar una armadura completa y tenaz, resistente, flexible, funcional y extremadamente dura, escapa a nuestra comprensión de lo posible.

Sin olvidar materiales de cómics más antiguos, se menciona el Japónio material con el que se confecciona la aleación Z, metal principal que compone el cuerpo del robot de guerra tripulado Mazinger Z.

Un metal que no podríamos dejar de mencionar, dada la reciente creación y fama de la serie que lo acoge, es el Beskar. Este curioso metal, forma parte del universo de ‘Star Wars’, (La guerra de las galaxias), y hace su primera aparición en la actual serie creada y dirigida por Jon Favreau, ‘The Mandalorian’; es un metal ‘inoptanium’ originario del planeta Mandalor, sus características no tienen parangón: una resistencia, dureza, tenacidad, ligereza y un punto de fusión muy alto, con ello es capaz de soportar el disparo de un bláster, (pistola típica de las películas futuristas capaz de disparar repetidamente cortos haces láser), el repetido y constante contacto con el haz de una espada láser (arma existente solo en el universo Star Wars, es un láser concentrado, controlado por un puño, normalmente metálico, que contiene el interruptor de encendido y las válvulas que controlan el haz, así como el emisor de láser) e impactos balísticos, sin presentar quemaduras residuales, ni pérdida de material, ni ralladuras, ni deformaciones de impacto, ni intensidad de brillo. Es de entender, por ende, que este metal esté muy perseguido y muy valorado en el mundo de Star Wars, haciendo de la armadura del protagonista un grupo de piezas únicas i envidiables.

Figura 14: Protagonistas de dos cómics de Marvel llevados al cine, ‘Black Panther’ luciendo traje de Vibranium (izq...
Figura 14: Protagonistas de dos cómics de Marvel llevados al cine, ‘Black Panther’ luciendo traje de Vibranium (izq.), y ‘Lobezno’ mostrando sus garras de Adamantium (dcha.).
Figura 15: Escena de la introducción de la serie de animación ‘Mazinger Z’
Figura 15: Escena de la introducción de la serie de animación ‘Mazinger Z’.
Figura 16: Fotograma de la serie ‘the Mandalorian’, sus dos protagonistas, ‘Mando’ (portando la armadura de Beskar) y Grogu...
Figura 16: Fotograma de la serie ‘the Mandalorian’, sus dos protagonistas, ‘Mando’ (portando la armadura de Beskar) y Grogu.

Como contrapunto a este apartado, en el que se habla de metales ‘inoptanium’, se describe un metal asombroso y ‘obtenible’ que sí hemos podido desarrollar: el Nitinol. Este metal en su fase de alta temperatura, llamada austenita, su estructura cristalina se compone de una ordenación cúbica centrada en el cuerpo de sus bases, una distribución simétrica y compacta, que otorga rigidez al metal. Al enfriarse, un gran número de dichas bases realiza un movimiento cooperativo, un pequeño desplazamiento respecto de la posición de equilibrio que mantenían en la anterior fase, estabilizándose y alcanzando la fase llamada martensita, la cual permite que el metal se pueda deformar fácilmente y dentro de su zona plástica. Dado que su composición no sufre variación ninguna, no existe difusión, y que el incremento de posición no es excesivo, este material posee memoria de forma, es decir, puede regresar fácilmente a la fase austenita aplicando calor aumentando su energía interna. Por otro lado, se le denomina superelástico, por otro motivo, ya que sin salir de la fase austentita, y manteniendo el metal a temperatura constante, es capaz de deformarse hasta 30 veces más que la mayoría de metales, volviendo a su estado natural, cuando se deja de aplicar el esfuerzo de deformación.

Echando la vista atrás, con todo lo mencionado en este artículo, no se concluiría de una manera honesta si no se contestase a la pregunta incipiente de ‘¿y puede llegar a ser posible entonces que lleguemos a ver algunas de las maravillas mencionadas? Para responder, parece conveniente acabar con una frase de la saga ‘La guerra de las Galaxias’, (ya que se utilizó una frase de Yoda, protagonista también de esta saga, en la introducción, cerrando este artículo con el lazo más adecuado); dicha frase pertenece al autómata protagonista de la saga, C3PO. Este autómata acaba de ser comprado por un chico llamado Luke, el cual está cansado de su vida de granjero, al verle apesadumbrado le pregunta si puede hacer algo por él, a lo cual Luke, le responde ‘no, salvo que puedas modificar el tiempo, apresuras las cosechas o teletransportarme a otro lugar’, sinceramente C3PO le responde: “No creo que pueda amo Luke, no soy más que un androide y carezco de esos poderes, al menos en este planeta”, dejando al espectador con un rayo de esperanza deslumbradora.

Bibliografía

Bolancer, I.: ‘Estudio sobre materiales ‘inoptanium’ (de la ingeniería al cine)’, Trabajo final de grado, directora: Salán, N.; coordinador: Sureda, M.

Callister, W.D.; Rethwitsch, D.G.: ‘Ciencia e Ingeniería de Materiales ‘, Ed. Reverté (2016, 2ª Edició), ISBN: 9788-84-2991-7251-5.

Howze, T.: ‘Marvel's canon Earth-616 is rife with imaginary metals and metallic alloys’, https://scifi.stackexchange.com/questions/39685/what-are-the-various-fictional-metals-in-the-marvel-universe/39689#39689

‘List of fictional elements’, https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_fictional_elements, _materials, _isotopes_and_subatomic_particles

Montes Martos, J.M.; Ternero Fernández, F.: ‘Ciencia de los Materiales Fantásticos’, Ed. Paraninfo (2017). Cap. 12. ISBN: 978-84-283-4275-9.

Quora: ‘What are the strongest metals in the Marvel Universe’, https://www.quora.com/What-are-the-strongest-metals-in-the-Marvel-universe

Salán, N.; Montalà, F.; Sureda, M.: ‘3M en Pantalla (Mitos y Mentiras sobre Metales en Pantalla)’, Material-ES, Rev. Soc. Esp. De Mat., Vol.4, N.2, Abril-Junio (2020). ISSN: 2530-6405.

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