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"Nuestro nutracéutico será una de las grandes soluciones para la tuberculosis"

Entrevista a Pere Joan Cardona, fundador de Manremyc

Biocat18/02/2015

El Dr. Pere Joan Cardona, fundador junto con la Dra. Cristina Vilaplana, Isabel Amat y Jaume Amat, de Manremyc, es el director de la investigación de un producto revolucionario para luchar contra la tuberculosis. Esta spin-off del Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud Germans Trias i Pujol sacará al mercado indio, la segunda mitad del 2015, un nutracéutico contra este bacilo que a la larga puede conseguir erradicar la enfermedad. Pere Joan Cardona partició en los premios BioEmprendorXXI.

Pere Joan Cardona, fundador junto con la Dra. Cristina Vilaplana, Isabel Amat y Jaume Amat, de Manremyc

Pere Joan Cardona, fundador junto con la Dra. Cristina Vilaplana, Isabel Amat y Jaume Amat, de Manremyc.

Nyaditum resae es un suplemento alimenticio que ha sido desarrollado a partir de una bacteria de la misma familia que causa la enfermedad, y no sólo actúa para reducir la respuesta inflamatoria que la desarrolla, sino que también tiene memoria y especificidad contra la tuberculosis. De hecho, este suplemento no trabaja provocando inmunidad contra la bacteria sino que genera células reguladoras específicas contra el bacilo de la tuberculosis para evitar una inflamación excesiva que es la que acaba por provocar la enfermedad. El producto se fabricará en una planta de fermentación en Cataluña y en un servicio de liofilización de Barcelona y la empresa comercializadora convertirá el producto concentrado en el formato más adecuado para el mercado de la India.

Cada año, la tuberculosis causa un millón y medio de muertes en todo el mundo, se registran 100 millones de nuevas infecciones y ocho millones de personas desarrollan la enfermedad. Aunque en Cataluña la mortalidad es muy baja, cada año hay 1.200 nuevas personas infectadas que desarrollan la enfermedad y unas 10.000 nuevas infecciones.

Parece que a partir de una paradoja podemos luchar contra la tuberculosis, ¿no?

Es una idea revolucionaria porque hasta ahora nos habíamos fijado en la tuberculosis como una infección y nos preguntábamos qué pasaría si esta infección no hiciera el paso hacia la enfermedad. Pues no pasaría nada porque no haría daño, la tendríamos y basta. Trabajando para saber qué era lo que hacía pasar de un estadio a otro llegamos a un modelo experimental que imitaba lo que era la lesión de la enfermedad en humanos. Entonces nos dimos cuenta, de forma sorprendente, que este paso era provocado por una excesiva respuesta inflamatoria contra el bacilo. Contrariamente a lo que se hacía hasta ahora, que era justamente provocar mucha inmunidad contra la bacteria, vimos que esto era peligroso y que la manera de no generar la enfermedad era no hacer mucho caso al bacilo.

¿No hacerle caso y trabajar con las células regulatorias en positivo?

Se trata de encontrar una nueva salida basada en la generación de tolerancia contra el bacilo, es decir, generar células reguladoras específicas contra el bacilo de la tuberculosis para evitar que se produzca esta inflamación excesiva. Aquí encontramos una nueva paradoja...hasta ahora entendíamos las células regulatorias como enemigas, como inductores del proceso de la enfermedad porque reducían la respuesta inmune. Pero ahora hemos comprobado que una respuesta inflamatoria excesiva atrae los neutrófilos y estos hacen de plataforma para el bacilo que crece más de la cuenta y se genera la enfermedad tuberculosa. Iniciamos lo que se llama tolerancia de dosis baja, dando bacilos de la tuberculosis muertos, y nos dimos cuenta que esto funcionaba, que tenía protección.

Paradojas que convierten el Nyaditum resae en innovador por la manera de tratar la enfermedad.

Sí, es revolucionario. La suerte que hemos tenido es que hay grupos que han llegado a esta misma conclusión desde otras perspectivas, buscando biomarcadores en gente enferma y han visto que la gente que enferma más es porque tiene una respuesta exagerada. Y eso es un concepto que está empezando a ser trabajado en otras investigaciones. Nuestra contribución es que hemos explicado de manera experimental y física el proceso como este exceso de inflamación convierte la infección en enfermedad.

Pero este suplemento actúa en diferentes dianas.

De momento hemos hecho un ensayo clínico y hemos demostrado, por un lado, que nuestro producto no causa ningún efecto adverso, y además que tenemos un biomarcador (las células reguladoras específicas de memoria) que son las que evitarán la progresión de la infección a la enfermedad. Esta inmunidad cruzada entre micobacterias ambientales y la micobacteria tuberculosa ya se conocía, pero se pensaba que servía para destruir el bacilo, no para generar tolerancia.

¿Y por qué un suplemento alimenticio?

Por dos razones: porque los requerimientos regulatorios son más sencillos y porque económicamente el producto será mucho más asequible que un fármaco. Decidimos buscar una bacteria micobacteriana ambiental porque el riesgo es menor y tiene efectos beneficiosos. Lo que hacía falta era encontrar una micobacteria de crecimiento rápido para poder crear el producto industrial lo más barato posible, por debajo de los 5 euros por todo el tratamiento de 14 días. Este proceso nos llevó hasta lo que se llama Mycobacterium manresensis (que pertenece al grupo fortuitum). Se trata de una micobacteria que está en el agua, en este caso en el agua del Cardener y, por tanto, se considera que es un producto alimenticio. Se ha comprobado que si la administramos con una dosis adecuada y durante un tiempo determinado, esta micobacteria muerta genera este efecto regulador.

¿Este suplemento sólo actuará sobre aquellas personas que ya tengan el bacilo?

No, también funcionará en personas que no están infectadas. Aunque en estos momentos esto tiene un valor relativo porque en los países donde preveemos introducir nuestro producto hay una alta incidencia de infección y, por tanto, la inmensa mayoría serán personas infectadas.

¿Y si la enfermedad está desarrollada?

Aquí también funcionaría. Una vez se acabara el tratamiento antibiótico se podría tomar nuestro producto para evitar una recaída.

Pero si puede funcionar como medida preventiva, ¿podríamos hablar de la posibilidad de erradicar la tuberculosis?

Evidentemente, pero eso ya es otro estadio de su aplicación. Para que esto se pueda hacer de una forma masiva deberá demostrar fehacientemente que existe este efecto a nivel poblacional. Por eso también buscamos inversores sociales que nos puedan patrocinar ensayos clínicos. Y una vez demostremos el porcentaje de su eficacia, sí podemos hablar de una de las grandes soluciones al problema de la tuberculosis.

El Nyaditum resae, ¿desbancará a los antibióticos?

Uno de los ejes de interés de la UE es incrementar el uso de este tipo de suplemento alimentario (en este caso un probiótico inactivado) justamente para evitar el consumo excesivo de antibióticos. En estos momentos ya hay un grupo poblacional importante que presenta resistencia a los antibióticos, por lo tanto, hay que buscar nuevas soluciones. Pero para ello hace falta mucha financiación. Nosotros, de momento, empezaremos en la India porque es donde hay más población enferma de tuberculosis. Ya hemos estado un par de veces y de las diez empresas con las que nos hemos entrevistado, hay tres o cuatro muy interesadas. Estamos terminando de cerrar el acuerdo a través de una empresa intermediaria, Inquve, que gestiona la introducción de productos en el mercado indio.

¿Cuando prevéis que tendreís el producto en el mercado?

Esperamos que antes de fin de año.

Y, ¿sólo en la India? ¿No habéis explorado otros mercados?

Sí, de momento, sólo en la India, pero ya estamos buscando otros mercados en Asia, China, Indonesia, Tailandia y Sudáfrica que también son países con mucha incidencia de la tuberculosis.

Hablabas de comercializar el producto a través de una empresa, ¿no se ha planteado acuerdos con los sistemas de sanidad pública?

En principio contemplamos sólo acuerdos con empresas privadas aunque no lo hemos descartado. Pero lo que sí tenemos claro es que necesitamos patrocinio de entidades sociales para poder llevar a cabo los ensayos clínicos que demuestren qué grado de eficacia tiene nuestro probiótico y en qué porcentaje de población. Nosotros queremos poner la herramienta en el mercado lo antes posible, porque podemos demostrar que tiene una acción protectora, pero habrá que seguir trabajando una vez que el producto esté en el mercado. Y eso lo podemos hacer a través de patrocinadores sociales o bien que la misma empresa comercializadora patrocine el ensayo clínico.

El vuestro es un buen ejemplo de cómo desde una spin-off se puede generar conocimiento y negocio.

Las spin-off son un instrumento interesante y un buen mecanismo de transferencia de tecnología y de impulso de ideas que surgen de la ciencia básica. En nuestro país es difícil que surjan grandes empresas capaces de atraer proyectos, son mucho más factibles pequeñas empresas impulsadas por emprendedores. La gente se implica en las ideas, busca ideas y eso permite evitar el miedo al fracaso y tomarlo como una experiencia muy interesante que no volverás a repetir en un nuevo proyecto. El fracaso no se debe esconder, se debe explicar. Y hay que vivir sin miedo ni reticencias. Y las instituciones públicas lo deben entender así e impulsar las iniciativas emprendedoras como forma de generar conocimiento.

Pero esto significa un gran cambio. ¿Las instituciones pueden asumir este cambio cultural?

Las instituciones ya han empezado a mirar a las spin-off con menos recelos, a darles apoyo a través de entidades como Biocat o Acció, pero hay que avanzar más. Es necesario promover un tipo de mentalidad más abierta, más lanzada, más pionera, porque con este criterio tienes más posibilidades de salir de él. Aunque es cierto que se nevesita también una vigilancia que asegure la oportunidad de la investigación y del negocio, y para esto se necesitan comités científicos y un seguimiento cuidadoso a parte del apoyo financiero, estructural....Todos debemos tener claro, desde el Gobierno y desde el sector privado, que hay que promover e invertir en investigación por una razón fundamental: porque es importante y necesario para avanzar como país.

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