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Un análisis preciso para la industria láctea

Redacción Interempresas20/10/2023

El aumento de los costes debido a la inflación y la mayor atención prestada a la reducción de las emisiones de dióxido de carbono hacen que la gestión de las pérdidas de producto sea más importante que nunca en las centrales lecheras. Una de las principales razones por las que se producen estas pérdidas es que los tiempos u otros parámetros del proceso no se ajustan correctamente, lo que provoca que una gran cantidad de producto se pierda con las aguas residuales. La exclusiva tecnología de huella dactilar de líquidos de Collo, distribuido en España por Barnigrado, aborda este problema, detectando cualquier tipo de líquido en las tuberías en tiempo real y ofreciendo una forma sencilla de optimizar la producción y reducir las pérdidas de producto.

La subida de los precios de las materias primas, de la electricidad y de otros gastos está llevando a las industrias lecheras a focalizarse en reducir la pérdida de producto. Esto responde al hecho de que el coste de la leche cruda ha aumentado un 64% en dos años en la UE –en algunos países bastante más–, lo que se traduce en márgenes de beneficio muy limitados. Por ello, minimizar la pérdida es un imperativo estratégico. Al mismo tiempo, existe una presión mundial para reducir la huella de CO2 de la producción láctea, y aquí la pérdida de leche en la planta desempeña un papel clave.

Teniendo en cuenta que solo en la UE había más de 12.000 plantas de procesado y producción de leche que manipularon más de 161 millones de toneladas de leche cruda en 2021, la realidad es que podrían ahorrarse volúmenes muy significativos de pérdida de leche, lo que se traduciría en una gran reducción de la huella de carbono de las empresas de toda la UE si se diera prioridad a la reducción de las pérdidas durante la producción.

“Para minimizar el desperdicio de productos lácteos es esencial saber en qué punto del proceso se produce la fuga", afirma Mikko Tielinen, jefe de Ventas de Collo. “Con los métodos convencionales es difícil alcanzar ese objetivo, lo que a menudo provoca que los productos lácteos se eliminen innecesariamente con las aguas residuales. Cuando se produce una fuga en forma de exceso de residuos orgánicos en el efluente, resulta extremadamente difícil determinar su procedencia”.

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Millones de euros tirados a la basura

Para una central lechera común, con un consumo de unos 250 millones de litros de leche al año, una pérdida de sólo el 1% de la materia prima equivale a tirar literalmente por el desagüe cerca de 1 millón de euros.

Mikko Tielinen señala que las soluciones actuales son insuficientes para abordar el problema. La medición del caudal es muy imprecisa y los sensores tradicionales son poco fiables. Como se necesitan varios tipos de sensores tradicionales para detectar distintos tipos de líquidos (suero, nata y productos químicos de limpieza), los sistemas de optimización resultan complicados y caros de gestionar.

“Nuestra solución, en cambio, ofrece una forma fácil y muy precisa de detectar en qué punto exacto del proceso se encuentra la fuga”, afirma Tielinen. “Mide la huella exacta del líquido en tiempo real en cualquier punto del proceso con un único sensor CEM. Combinada con el aprendizaje automático, nuestra solución garantiza que el proceso se mantenga optimizado y se supervise fácilmente a través de la nube”.

Abordando los problemas desde el origen

Normalmente, las pérdidas de producto se notan cuando hay un exceso de materia orgánica en el efluente. Esto también puede ser un signo de problemas en la producción; sin embargo, medir sólo el efluente no indica por qué y desde dónde se está expulsando demasiado producto lácteo con las aguas residuales.

“Como nuestra tecnología puede supervisar todos los puntos de drenaje en tiempo real, hace un seguimiento de los líquidos en las tuberías y muestra exactamente dónde se producen las fugas”, explica Mikko Tielinen. “Esto permite abordar el problema en el punto de origen, ahorrando enormes cantidades de leche y de dinero”.

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Además de mejorar directamente la rentabilidad del negocio y reducir los residuos, también disminuye el coste del tratamiento de aguas residuales y ayuda a las centrales lecheras a alcanzar sus objetivos medioambientales.

“La mayor parte del dióxido de carbono generado en la producción lechera procede de las fases previas a la llegada de la leche a la central”, subraya Mikko Tielinen. “Por eso es esencial no desperdiciar la leche en las operaciones de procesado. Si se pierden productos lácteos en una central lechera, habrá que producir y transportar una cantidad de leche de sustitución, lo que producirá aún más emisiones de dióxido de carbono”.

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Barnigrado, S.L.

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