El problema del codo: el «módulo sagrado»
I. Sobre la métrica antigua
El Renacimiento creía que Dios había creado el Universo de acuerdo con la armonía y su consecuencia métrica: la modulación. Las mismas armas usadas por Vitruvio y los arquitectos de la Roma clásica. Además, en esa época se medía en codos, pies y palmos, medidas antropométricas acordes con la idea de que "el hombre es la medida de todas las cosas. Pero había un grave problema: cada país (incluso cada civilización antigua) tenía unas medidas sutilmente diferente. No medía lo mismo un pie castellano que uno aragonés, romano, griego o babilónico. Y las medidas de la Biblia estaban en dadas en codos babilónicos, ya que era la medida imperante en la zona y la tomada por los hebreos tras su exilio, como explicaba el profeta Ezequiel.
Y sin embargo, de una cosa podemos estar seguros: el codo aún era una medida en uso común en la España del siglo XVI (lo sería hasta mediados del XIX). Cuando alguien decía que una habitación tenía cinco codos de altura, nadie hacía conversiones. Todos se hacían a la idea de una habitación de algo más de 2½ metros. La única diferencia entre pies y codos estaba en lo que se medía. El suelo de una habitación se mediría en pies porque no se necesitaría más instrumento que los propios pies de uno poniendólos uno a continuación del otro mientras se recorre la misma. Para la medida de la altura de las paredes, debía recurrirse a una vara o a medir con codos. Por eso no es extraño que en El Quijote (1605) Cervantes escribiera: "Tenía [Golías] siete codos y medio de altura, que es una desmensurada grandeza".
No conocemos demasiado sobre la métrica medieval en España, pero el profesor Merino la describe como una amalgama de medidas de origen romano, visigodo y árabe, a las que se añadirían las usadas por los constructores románicos y góticos, y generalmente adaptadas a las necesidades y circunstancias del lugar. En el año 1567 y tras el fracaso del Ordenamiento de Montalvo, iniciado por los Reyes Católicos en 1484, Felipe II promulga el código conocido como «Nueva Recopilación de las Leyes de España», mediante el cual intenta acabar con el caos legislativo existente, que el rey seguramente ya detectaría ante la regionalización de las distintas cuadrillas que actuaban en la obra de su Monasterio. Dentro de este Código, recopilado de las Leyes del Fuero Real, las 18 Leyes de Toro, el Ordenamiento de Alcántara y el de Montalvo, por las Cortes de Valladolid y Madrid a partir de 1523, se enmarca la pragmática dictada por el propio monarca desde El Escorial el 24 de junio de 1568 en la que establece que «[...] la vara castellana que se ha de usar en todos estos reynos, sea la que hay, y tiene, la ciudad de Burgos [...]». Es evidente que este intento de unificación métrica no produjo los resultados deseados, ya que, cuando en 1852 se dicta la Real Orden estableciendo el Sistema Métrico Decimal en España, se contabilizan hasta veinte sistemas de medida diferentes. Dentro de estos sistemas nos encontramos con valores que van desde los 0'768 m de la vara de Teruel hasta los 0'912 m de la de Alicante, además de las distintas cañas utilizadas en Cataluña, alrededor de los 155 centímetros, o el destre mallorquín con sus 4'214 m. La medida más extendida en su utilización era la vara de Burgos o de Castilla, con un pie de 27'86 cm, difundida por veinticinco provincias, pero dándose singularidades como la de Madrid con su pie de 28'10 cm.
En cuanto a la unidad de medida usada en El Escorial, no cabe ninguna duda: se usó la tercera parte de la vara castellana, es decir el pie castellano, que equivale a doce pulgadas o dieciséis dedos. El Padre Sigüenza (Descripción, II.I) explica así el «pitipié» de Herrera en los grabados de Perret: "El pie es una tercia de vara castellana, que tiene cuatro palmos, y cada palmo cuatro dedos, y cada dedo, cuatro granos de cebada ladilla". En el libro primero (Fundación, I.III) explicaba lo que se entiende por palmo, que es diferente de «palma», es decir la distancia del extremo del meñique al pulgar: "[Los pies], que tienen dieciséis dedos, partidos en cuatro palmos (palmo se llama, hablando propiamente, los cuatro dedos de la mano por las conjeturas más altas); es este pie lo que responde a una tercia de la vara castellana".
Conocemos también otras particiones, como la media vara (1½ pie), la ochava (octava parte de la vara), la media ochava (es decir, 4/3 de pie), la pulgada (12ª parte del pie), la sesma o medio pie, el paso (cinco sesmas, 5/2 pie = 69'62 cm), etc. Con esta variedad de múltiplos y submúltiplos, un pie podía dividirse en 12 ó 16 partes, según conviniera tomar fracciones de base 3 ó 4. Los replanteos podían convenir, también, en varas o pasos.
- J.M. Merino de Cáceres, «Catedral de Segovia», p. 6.
- F. Chueca, Catedral de Valladolid, p. 73.
II. Sobre el tipo de codo bíblico
El primer punto a fijar es el del tipo de codo usado en la Biblia, problema históricamente muy controvertido. En la actualidad suele aceptarse que el codo usado por Noé, Moisés, Salomón, Ezequiel y San Juan era el codo sagrado, distancia del codo al dedo medio de la palma extendida, algo más grande que el codo vulgar, que se tomaba a puño cerrado, que era el de mayor uso práctico, ante la comodidad que suponía medir con un cuerda y enrollarla posteriormente entre el pulgar y el codo. El número de vueltas multiplicadas por dos nos daría el número de codos vulgares medidos con la cuerda. En este sentido, Fernando Chueca señalaba: "Es un hecho demostrado que los antiguos pueblos caldeo, egipcio, hebreo [...] utilizaban dos clases de medidas: unas eran las unidades de medidas sagradas reservadas a los templos y palacios de las sagradas dinastías, sólo conocidas y manejadas por los sacerdotes y los iniciados; las otras pertenecían al común del pueblo y eran empleadas en obras profanas y de utilidad [...] El codo egipcio, el codo piramidal, ya era conocido por el pueblo hebreo cuando llegó a Egipto, que lo consideraba como un precioso don recibido por revelación divina".
En la Biblia aparecen varias maneras de referirse al codo, y aquí la filología es una fuente que debe ser tomada en cuenta. La primera vez que se usa en el Texto Sagrado la palabra codo ('ammâh en el original, cubitus en la Vulgata) es al describir el lecho de hierro de Og, rey de Basán, cuyas medidas eran de 9 x 4 codos: "Novem cubitos habens longitudinis et quatuor latitudinis ad mensuram cubiti virilis manus" (Deut 3:11). La versión de la B.A.C. traduce esta última expresión por "codos ordinarios", aunque la Biblia de Ferrara, que fue traducida por sefardíes palabra por palabra en 1553, es más literal: "codo de varó". Este codo debe ser el mismo usado en el Primer Libro de Samuel, donde el músico pastor David, antes de convertirse en rey, se enfrentó con su honda al campeón de los filisteos, Goliath de Gat, "cuya estatura era de seis codos y un palmo" (I Sam 17:4: "et egressus est vir spurius de castris Philisthinorum nomine Goliath de Geth altitudinis sex cubitorum et palmo" en la Vulgata; la Biblia de Ferrara traduce literalmente: "Y salió varón entre los dos: de reales de Pelestim Goliath su nombre de Gath: su altura seys codos y palmo". Puesto que el codo tiene seis palmos, su altura debió ser de 6'1666 codos (aprox. 2'60 metros de estatura), no 6¼ como equivocan algunos autores, ni 7½ como señala Cervantes.
En cuanto al codo usado por el profeta Ezequiel, en esto no debería haber la menor duda. En la traducción de la B.A.C, dice: "3 un varón de aspecto como de bronce bruñido, que tenía en la mano una cuerda de lino y una caña de medir [calamus mensurae] [...] 5 de seis codos; de un codo y un palmo [sex cubitorum et palmo]" (Ez 40:3-5). Aunque más adelante sea mucho más explícito: "13 He aquí las medidas del altar en codos exactos de codo y palmo [Ist-- autem mensura altaris in cubito verissimo, qui habebat cubitum et palmum]" (Ez 43:13).
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Latín: como vemos, San Jerónimo usó en la Vulgata un caso latino diferente para la medida de la caña de Ezequiel ("sex cubitorum et palmo": Ez 40:5, "seis codos y con palmo") que en la estatura de Goliat ("sex cubitorum et palmi": seis codos y un palmo"). Es decir, que debemos entender que Ezequiel usa codos grandes reales 'ammâh de 6+1 palmos, mientras que Samuel usa codos vulgares de 6 palmos, más pequeños, a los que añade un palmo final. El ablativo de palmus-palmi debe traducirse literalmente como complemento circunstancial: "una caña de seis codos y con palmo", algo parecido a «seis botellas con tapón», que implica seis tapones, y en nuestro caso codos de siete palmos, no de seis. Según la filologa Dra. Valentina de Antonio, a quien debo esta traducción, buena parte de los latinistas considerarían este giro como una falta de sintaxis, pero la referencia bíblica no admite dudas. Pueden compararse las dos construcciones empleadas por Ezequiel en la Vulgata: "sex cubitorum et palmo" (literalmente, "seis de los codos, y con el palmo") con "cubito verissimo, qui habebat cubitum et palmum" ("codo verdadero, el cual tenía el codo y el palmo").
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Hebreo: consultada la versión original hebrea de Ez 40:5, vimos que, efectivamente la palabra codo aparece en dos ocasiones. Daremos la traducción literal, pese a las diferencias de sintaxis, ya que resulta suficientemente inteligible, y se percibirá mejor el sentido de la exposición: "ubiad hais kene hamidah ses ammoth be-ammah vatophah" ("En la mano del hombre caña de medida seis codos en el codo y palmo"; Debo esta dificil tradución de un texto original hebreo del siglo VI al encargado del Instituto de Filología Hebrea Arias Montano (C.S.I.C.), don Iacob M. Hassán y el becario israelita Samuel Salónico). Los comentaristas hebreos consultados a continuación, de los que me resultaría poco menos que imposible aportar las referencias adecuadas, estaban de acuerdo con dicha traducción y la diferenciación de los dos tipos de codo, e incluso en la traducción del prefijo «en», que en hebreo era una consonante con dos marcas delante de la segunda declinación de «codo».
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Griego: la versión griega de los Setenta tenía una traducción similar: Κάι έv τήχειρί τo' αvδρός κάλαμoς τό μέτρov πηχώv ξ vπήχει Κάι παλαισής ("y en la mano del varón una caña para medir de seis codos en codo, y de un palmo".
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Castellano antiguo: la versión del Duque de Alba, del siglo XV, lo traduce por: "e en mano del varon era vna caña de medir, en la qual seys cobdos en un puño avia", y algo después, en 1553, la Biblia de Ferrara recuperaba la duplicación de la palabra «codo», fundamental para comprender el codo que usaba Ezequiel: "y en mano del varó caña de la medida seys codos có el codo y puño". En general las primeras traducciones del latín simplificaban este versículo, o debían considerar este último giro como una falta de sintaxis, tal vez por el desconocimiento de los dos tipos de codos.
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Inglés: la traducción inglesa de la Biblia Collins es aún más explícita: "The length of the measuring rod in the man's hand was six long cubits, each of wich was a cubit and a handbreadth". La misma traducción se aplica más adelante: "... in long cubits, that cubit being a cubit and a handbreadth" (Ez 40:5). También el comentarista G. A. Cooke (A critical and exegetical commentary on the book of Ezekiel, p. 378. T. Clark, Edimburg, 1936) traducía "a measuring rod of six cubits by the cubit and a handbreadth", y añadía "this expression is obscure", si bien aceptaba que se trata de un codo grande ("long") de siete palmos.
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Villalpando: tiene especial interés, por su cercana relación con Felipe II, Herrera y El Escorial, la posición adoptada en 1605 por Villalpando, aunque, como veremos, no carece de contradicciones. Si bien coincide con nosotros en el tipo de codo usado (sagrado), se contradice en los codos que componían la «caña» de medir. El jesuíta reconocía el codo bíblico como unidad de medida mayor que el codo vulgar, citando a Ezequiel 43:13, aunque añadía a este codo mayor una cuarta parte adicional al construir la caña con la que el angel midió el templo de la visión: "Está claro que el codo de los hebreos, comparado con el codo de los babilonios, era mayor éste en un palmo, es decir en una sexta parte del menor. De este grupo de codos había señalado seis en la caña [...] a esta clase de seis codos se le debe añadir además un palmo" (Explanationes, II.III.XII, p. S-126b y 127b). Se contradice más adelante al criticar las fuentes judías: "Lo que añaden el rabí David y otros autores cuando afirman que se llama «codo axilar» al codo que es mayor que un codo común, de igual modo que el brazo es mayor que una de sus partes, esto lo rechazaremos en su momento" (II.IV.XXIV, p. S-231a y ss). También interpreta según sus necesidades el problema del palmo: "La versión Complutense, explicando lo que el códice Sixtino traduce oscuramente, interpreta el texto así, manteniendo la misma palabra griega: «y palestes», es decir, un palmo. Si analizamos con atención las palabras de los Setenta, nos daremos cuenta que tiene el mismo y auténtico sentido que la versión hebrea, pues el genitivo último, «de un palmo», llevando delante la conjunción ilativa «y», no puede unirse con el ablativo «en codo» como si su sentido fuera que cada uno de los codos tenía un codo y un palmo, sino que debe unirse el genitivo «de seis codos», y el sentido será que la caña era de seis codos y de un palmo, añadido juntamente a esos codos [...] a no ser que la versión hebrea, que carece de casos, le diera cierto pie para dudar, ya que el giro vatophah, «y de un palmo», no se podía traducir «y con un palmo». Otro hecho que dio ocasión para dudar fue el que el griego, entre las palabras «de seis codos» y «de un palmo», se intercala «en codo»" (II.III.XII, p. S-126b). Pese a reconocer que San Jerónimo interpretaba que "la longitud de un «codo exacto» es un codo vulgar y, además, un palmo", incurre en contínuas contradicciones, reconociendo que la Vulgata "parece expresar exactamente lo mismo": "Esta unión de casos distintos denota que debe sobreentenderse algo: «y con un palmo», como si dijera: sobreañadido a los seis codos, no a cada uno de ellos. Como hemos dicho muchas veces, un codo consta de seis palmos, y si a cada uno de los seis codos se le añade un palmo, ciertamente obtendríamos siete codos, no seis" (id.). Cita a San Gregorio, que también creía que "el palmo del séptimo codo se debe añadir a los seis codos; ya que no completa al séptimo codo, que completaría si se añadiera un palmo a cada uno de los codos": "Y por seis codos, ¿qué otra cosa se indica sino la vida activa. Pues Dios acabó todas sus obras en el día sexto: el palmo, que hay además de seis codos, ya es del día séptimo, y éste día no es un codo"(id.). También cita a San Isidoro ("el palmo suple al décimo pie"), San Gregorio ("no completa el séptimo codo"), Ricardo ("para que sea tomada por esta parte mientras se mide"), el Abad Ruperto ("la gracia septiforme del Espíritu Santo"), el Cardenal Hugo, Lirano o (Nicolás de Lyra, "el palmo era la parte de la vara que sujetaba el Angel, y que medía con el resto de la caña"), el Cardenal Belarmino ("está suficientemente claro [...] aunque la frase hebrea sea algo más oscura"), mientras critica a los que opinan lo contrario, como Agrícola, Clario, Vatablo, Héctor Plinto y Arias Montano de los que, por cierto, no refiere argumentos (II.III.XII, p. S-127b).
Por último, apoyándose en una consulta al ilustre Cardenal Belarmino, reconoce la posibilidad de que las dos interpretaciones sean correctas: "las dos interpretaciones tienen el mismo sentido: los dos sentidos son auténticos, coherentes y ciertos, y por ninguna razón el uno se opone al otro. Y que nadie se aparte de este parecer porque vea que las habitaciones de la puerta que antes se ha dicho que medían una caña, midan seis codos. Está muy clara la constumbre de la sagrada Escritura de contar con números cardinales aunque les sobre o les falte algo" (II.III.XII, p. S-127b). El jesuíta añade una torpe simbología a su explicación del problema: "Pero dirás: ¿cuál fue la razón de que el Señor estableciera que se añadiese a la caña aquella cuarta parte de codo o aquel número que llaman quebrado? [...] Podría haberlo hecho [elegirlo en partes enteras], ciertamente, más ésta misma elección de un número quebrado no carece de misterio, y levanta y consuela a los pecadores con la esperanza [...] Estos ciertamente fueron quebrados, pero, concediendo Cristo Dios su gracia, se harán íntegros y resultará de ellos el número quinario" (II.II.V.XIII, p. S-400a). La clave de esta indudable contradicción es la necesidad de Villalpando de un codo ideal, tomado de forma modular a partir del descubrimiento de un esquema modular sobre los 25 codos eligiendo una caña de 6¼ codos (25/4 = 6,25), y no de 6 o 6'1666 como el resto de autores: "Si la caña tuviera únicamente seis codos, sumando dos veces seis a doce, nos daría como total 24, y no 25 como dice el texto sagrado [...] cada una de las cañas, además de los seis codos, contiene la cuarta parte de un codo, es decir seis dedos; esta cuarta parte de codo la llamó el Profeta «palmo» porque los hebreos no tenían ninguna otra medida parecida a ésta" (S.II.III.XII, p. 127b). Si bien su explicación puede que no sea muy rigurosa, ni exenta de contradicciones, es interesante en cuanto a la elección de un «gran módulo» con el que su templo se adscribiría a una perfecta cuadrícula, concepto sobre el que volveremos al hablar en El Escorial: "[...] despues de observar sobre la superficie cuadrada del atrio de Israel sobre un papiro o plancha de bronce donde debía grabarse, en primer lugar se indicaban cada uno de los lados que se dividía en ochenta partes iguales [80 x 6'25 = 500], trazando unas líneas rectas que luego se borrarían, por todas las partes de tales lados, de modo que dividimos toda esta superficie en seis mil cuatrocientos cuadrados [...] Sobre estos cuadrados se representaba el espesor de los muros, los vanos de las puertas, la parte central o media de las columnas y otros muchísimos elementos" (II.III.XVII, pp. S-135b y ss). A esta superestructura de 80 x 80 cañas, Villalpando la denominará literalmente más adelante "parrilla", y cree que ésta es la «idea» del proyecto: "Ésto constituye el admirable y genuino artificio de este edificio" (II.III.XXI, p. S-145).
- Septuaginta. Id est Vetus Testamentum, gr--ce iuxta LXX interpretes (Biblia Griega de los Setenta Intérpretes, s.III a.C), Edidit Alfred Rahlfs, ed. nona, 2 tomos, Würllembergische Bibelanstalt Stuttgart, 1935.
- Bible translated from the hebrew into Castilian, op. cit., v. 2, p. 280.
- Biblia de Ferrara (1553), op. cit., p. 252.
- The Holy Bible. New International Version, Lutterworth, Collins Clear Type Press, Glasgow, U.K, 1973.
III. Sobre la relación entre el pie y el codo
a) La Antigüedad y la Edad Media
Herodoto de Halicarnaso (484-426 a.C.): es probable que la cita más antigua sobre la medida del codo sea la de Los Nueve Libros de la Historia de Herodoto. Además trata al codo como la traducción de una medida extranjera, no como una relación antropométrica dentro del mismo sistema de medidas nacional. Aunque el texto "el codo real tres dedos más largo que el ordinario" puede interpretarse como que habla de un codo sagrado de tres dedos más que el vulgar (24+3=27), nos interesa la interpretación del Padre Prado, que la interpreta como un codo babilónico de 28+3=31 dedos modernos, ya que coincide con nuestra hipótesis para El Escorial. Herodoto escribió la Historia de Persia en nueve libros, y como auténtico fundador de la historia occidental sus conocimientos de la antigua Babilonia deben ser especialmente valorados.
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Vitruvio: por supuesto tiene mucha importancia el Tercer Libro de Arquitectura, único tratadista romano que nos ha llegado. Al señalar que las medidas han estado siempre basadas en la figura humana, da la relación entre el pie, palma, dedo y codo: "El pie es la sexta parte de lo alto del cuerpo. El cobdo es la quarta parte". De esta manera el codo romano a puño cerrado (6x4 = 24 dedos) valdría 29'577 x 1'5 = 44'365 cm.
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Plinio el Viejo (23-79 d.C) también lo cita en su Naturae Historiarum XXVII Libri. Además de ser un perfecto exponente del clasicismo romano, el polígrafo latino Plinio es prácticamente contemporáneo con Herodes y Jesucristo, dato a tener en cuenta. Sus libros nos llegaron a través de su sobrino, Plinio el Joven (62-114 d.C), que inspiró con sus bellas epístolas la Villa Madama a Rafael, en un ejemplo de reconstrucción literaria semejante al que proponemos para El Escorial. Su Historia Natural era la única autoridad médica hasta el s. XVI. Tuvo numerosos comentaristas en España entre el s. XVI y XVII. Sabemos que Herrera tenía la Historia Natural en su biblioteca, y que estaba entre los 41 libros que Felipe II adquirió de la hacienda del difunto arquitecto para la biblioteca de El Escorial. El socio del Padre Prado, Villalpando también citaba al romano nada menos que 48 veces sólo en en su tomo segundo, convirtiéndose en una de las mayores autoridades en que se apoyaba el jesuíta. El texto "cada pie de los suyos tres dedos mayor que los nuestros" nos hace proponer la siguiente interpretación matemática en dedos modernos:
- 1 pie bab. = 16 dedos bab. = 19 dedos rom.
- 1 codo sagrado = 28 dedos bab. = 28x19/16 = 33¼ dedos rom. = 61,465 cm
Sobre el conocimiento de Plinio en aquella época, puede ser significativa una disputa entre el médico y el ayuda de cámara del Emperador Carlos en Yuste: "Y acaecióles una vez, sobre cierta autoridad de Plinio, tener cada uno dellos el parecer contrario, afirmando uno una cosa y otro otra sobre el entendimiento della. Para lo cual mandó su majestad llamar al padre Juan Regla y que trujese de camino un Plinio, para que declarase quien tenía más verdadera opinión" (cfr. Vicente de Cárdenas y Vicent: Carlos de Habsburgo en Yuste, p. 64, n. 3, Hidalguía, Madrid, 1990).Este problema pareció no plantearse de modo científico antes de la moda de las reconstrucciones bíblicas, ya en pleno Renacimiento. Orígenes (cit. por Kircher, Arca de Noé, I.II.VIII; p. 39), uno de los padres de la Iglesia, lo fijaban desmesuradamente -haciendo uso de una fuerte simbología- en 6 pies (1'80 m, aprox.), medida recogida también por San Agustín (De Civitate Dei, XV.27, p. 359a): "Y si quisiésemos pensar lo que Orígenes, no sin agudeza, dijo: que Moisés, hombre de Dios y, como dice la Escritura, «versado en todas la ciencias de los egipcios», que fueron aficionados y dados al estudio de la geometría, pudo significar codos geométricos, uno de los cuales equivale a seis de los nuestros". Los "gnósticos ateos" aún tomaban un codo mayor, de 9 pies (2'70 m). Frontino, como Apiano, Exiquio, Suidas y Pollux, seguían a Vitruvio, equiparando codo y sesquipie (Kircher, ibidem, pp. 42s).
b) El Renacimiento (s. XVI)
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(Libro dei misteri. Progetto di plianificazione urbanistica, architettonica e figurativa dil Sacro Monte di Varallo in Valsesia, ed. facs. A. Forni, Milán, 1974.) -
Jerónimo del Prado, S.I. (1593): el jerónimo jiennense Jerónimo del Prado, que se asociaría con Villalpando para reconstruir el Templo, antes preparó por separado un tratado manuscrito que regaló al rey Felipe II. En él uno de los asuntos importantes era, naturalmente el establecimiento de la longitud del codo. Tras una larga correspondencia entre los diferentes autores antiguos, concluye un codo de 44 dedos castellanos (= 2'75 pies = 76'615 cm):
1 codo heb. = 2 10/17 pies romanos = 2 3/4 pies hispanos =
= 11 palmos hispanos = 44 dedos hispanosEl texto dice: "Herodoto que vivio en tiempo de los Persas, compara el codo Asirio, o Babilonio, que llama Regio (al de su tiempo), y dize que le excedia en tres dedos y por consiguiente pie a pie en dos, pero este excedio al de Plinio en un dedo porque en el cap. 26, del libro. 6, dize que el pie de los asirios excede en su pie en tres dedos. Y el pie griego [...] excedia al romano en media onza qu es la 24. parte del romano, y este romano excede al nuestro en un dedo". Lo curioso es que el Padre Prado pasa por encima de su propia erudición para justificar su gran codo (44 dedos frente a los 31 de Herodoto), uno de los más desproporcionados encontrados, con una descarada interpretación de San Jerónimo: "Lo mismo se prueva por que trasladando S. Hieronimo un lugar del cap. 35 de los numeros en lugar de dos mil codos pone en la Vulgata dos mil passos juzgando que era cada uno de los codos del tiempo de Moissen igual a uno de sus passos de dos pies y medio".
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Fray José de Sigüenza, O.S.H. (1600): el conocido texto del padre Sigüenza no hace más que una referencia vitruviana al tema (Descripción, II.XXII, p. 607) para demostrar que el Templo de Salomón era un edificio pequeño, del tamaño de la sacristía escurialense: "porque los codos con que está medido el templo de Salomón [...] no tienen más de pie y medio de nuestras varas castellanas, que son de a seis palmos, y cada palmo de a cuatro dedos [...] que de otra manera se seguirían infinitos inconvenientes y mostruosidades en la Historia Santa." En el manuscrito original (p. 133) que se conserva en la Biblioteca del Monasterio, este parrafo tiene una escritura diferente que se tachó y sustituyó por la definitiva, tal vez por su farragosa sintaxis y la referencia al hebreo: "Rasonando que los cobdos no son mas de pie y medio de vara castella que son seis palmos y el pamo quatro dedos por las comisuras medias y el de estos años que de ordinario es muy igual en toda la tierra. Por ser la medida primera o donde se toma la mayor de todas estas medidas solidas dizen que se llama sigur en hebreo o lo que es lo mismo que quantidad, numero o quenta".
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Juan Bautista Villalpando, S.I. (1605): el también jerónimo Villalpando al final del tomo III, tabla VII, compara las medidas hebreas, griegas, romanas y españolas, e iguala un «cubito» hebreo con 45'5 dedos (= 2'84375 pies = 79'227 cm):
1 codo heb. = 2 322/625 pies griegos = 2 388/625 pies romanos antiguos =
= 3 3431/6250 pies romanos = 2 524/625 pies hispanosLa justificación de esta medida viene de calcular el peso del agua contenida en el «Mar de Bronce» del Templo de Salomón para ingeniosos y eruditos cálculos, modificados despues en función de las correspondencias entre pies modernos, antiguos, romanos y griegos, para lo cual también se basa en Herodoto). Esta medida es muy similar a la medida del estudio preliminar del Padre Prado. En cualquier caso, hemos detectado poca coherencia en algunos cálculos de Villalpando, pese a la apariencia de exactitud que podría deducirse de los decimales tomados.
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Jacques Capell (1607): el teólogo protestante Jacobo Capello (1570-1664) escribió un completo tratado sobre las medidas de los antiguos, distinguiendo entre el pie romano (de 12 pulgadas), toledano (10), ático (griego, 12½), parisino (13½), egipcio (14¼), hebreo (15), babilonio (16 2/3) y primario (de la antigüedad veterotestamentaria, 25 pulgadas). De esta relación puede deducirse que el codo hebreo tenía 24 dedos hebreos o 24x15/12 = 30 dedos romanos, es decir 55'23 cm ó 1'9824 pies castellanos, es decir, 31 3/4 dedos.
(Iacobo Capello: De Mensuris, libri tres, lib. III, cap. VIII, p. 24, W. Richteri, Francofurti, M.DC.VII). -
Martín Esteban, S.I. (1615): los ecos de Villalpando se mantenían en sus seguidores. Otro clásico de los estudiosos del Templo, el jesuita Martín Esteban, dedica un capítulo completo de su Compedio a discutir el codo bíblico, citando a Villalpando como fuente más inspirada. Previamente había aceptado el sesquipie vitruviano, aunque finalmente toma los 45½ dedos de Villalpando. Este autor, en el mismo capítulo, fija la interesante medida entre el cielo y la tierra en nada menos que "117.051 millas, es decir 39.017 leguas".
c) Del barroco al XIX (s. XVII-XIX)
Judá Leon (1665): es Jacob Judá León (1603-1675) se complica con las fracciones para luego redondear a dos pies: "todo codo a tres y media cuartas partes. O en cuanto al tamaño tendría dos pies geométricos, cada uno de los cuales en una medida exacta contiene 12 dedos". Parece claro que las fuentes ortodoxas basadas en Vitruvio y la Vulgata prefieren un codo de pie y medio (unos 41-44 cm según sea éste romano o castellano), mientras que las fuentes rabínicas, que comprenden la diferenciación del codo sagrado "de codo y palmo" se decantan por los dos pies (unos 55 cm), aunque hemos visto cómo Judá León cita a Maimónides (edición danesa del Talmud) que lo cifra exactamente en 1'75 pies, aunque admita su redondeo «geométrico» a 2 pies:
1 codo vulgar = 3½/4 (7/8) codos sagrados
1 codo sagrado = 28 dedos = 28/16 pies = 7/4 pies = 1'75 pies = 2 pies geom.-
Atanasius Kircher, S.I (1673): el jesuíta Kircher (1601-1680) dedicaba al rey español Carlos II su estudio sobre el Arca de Noé, donde dedicaba otro capítulo completo a fijar el codo con que se construyó: "Nosotros no nos referiremos al codo romano, que se compone de pie y medio o tres palmos, pero teniendo en cuenta que las puntas de los dedos han de estar colocadas de forma transversal". Como vemos en este parrafo, Kircher ya distingue entre el codo hebreo a punta de dedos y el romano, de seis palmos o sesquipie: "las puntas de los dedos han de estar colocadas de forma transversal".
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Juan de Caramuel (1678): el madrileño Caramuel reproduce el mismo texto -con alguna corrección en los casos latinos-, asumiendo el mismo codo que el sefardí: "Tenía de alto este monte [el Moria] 300. cubitos: y porq[ue] las medidas Geodeticas se mudan con el tiempo y lugar, para hazer concepto de lo que valia entonces un cubito, sera bien oir a Iohan Sauberto, que en las Glossas que hizo a Iacobo Iudas Leoncio, part. 2. cap. I. dice assi [id. texto ant.] Tenia pues el Monte MORIA, en que se edifico el Templo, 600. pies de alto, si cada cubito tenía dos pies, como quiere este Autor; y segun la sentencia comun, que es la más cierta, y le da pie y medio a cada cubito, viene a ser harto grande, pues tendría 450. pies"
(J. Caramuel: Arquitectvra recta y obliqua", pr.IV.I, p. 23).Isaac Newton (ca. 1695): el famoso descubridor de la Ley de Gravitación Universal Isaac Newton (1642-1725), también escribió un tratado sobre el templo. Además, en su manuscrito "A dissertation of cubits", traducido del latín al inglés póstumante por John Greaves, pasa revista a los diversos codos orientales, haciendo uso tanto de datos arqueológicos como de los numerosos tratados existentes. Según sus eruditas consideraciones, el codo romano valdría pie y medio, pues lo fijaba Vitruvio. Como el pie romano equivalía a 967/1000 f, el codo romano valdría 1 4505/10000 f, es decir 44'2112 cm. En cuanto al codo egipcio, al valer la cara de la First Pyramid 693 f, supone Newton que esta medida debía corresponder a una cantidad redonda, como 400 codos simples. De esta manera, y teniendo en cuenta las medidas de las cámaras sepulcrales, fija el codo de Memphis entre 1'732, 1'719 y 1'717 f, es decir 52'79, 52'39 y 52'33 cm y el del Grand Cairo, en 1'824 f, es decir 55'59 cm. En cuanto al codo persa, lo fija en 1'67625, es decir 51'09 cm, usando la conocida cita de Herodoto que vimos anteriormente, seguramente tomada de Prado y Villalpando. Supone codos simples de longitud 27/24, a diferencia de Prado, que los considera sagrados de longitud 31/28. Por último, tras alguna consideración sobre el codo árabe, discute la medida que pudo usar Josefo en las Antigüedades: tres pies cada dos codos, o más exactamente, añade, 30 pies cada 22 codos.
Bernardo Lamy, C.O.P. (1696): el Padre Lamy en su Apparatus, escrito en 1696 y traducido del latín en 1795 como «Introducción a la Sagrada Escritura», también trató ampliamente el tema. Incluye una lámina con una reproducción del "pie de Burgos": "Comparación de las antiguas medidas de longitud entre sí, en la que el codo vale 1 9/11 codos antiguos romanos", o "1 pie, 11 pulgadas y cuatro lineas" de las medidas modernas. Lamy, para el que el «cálamo» hebreo valía sin duda seis codos, creía que el codo hebreo debía asimilarse al egipcio, ya que habría sido introducido por Moisés, sacerdote en ese país antes de la huida de su pueblo por el mar Rojo: "Grevio Ingles muy perspicaz, y que hizo sus observaciones sobre esta materia en el Egypto, afirma que el codo de esta región que llama derah tiene mil ochocientas veinte y quatro partes de las mil que componen el pie de Inglaterra. El pie de Rey tiene mil sesenta y ocho partes del usado en Castilla [...] el codo egipcio tiene 21 pulgadas 10 2/5 lineas". Es decir, que 1 codo = 21/12 + 10/144 + 2/5x144 = 1'82222 pies, y tomando 1 pie = 27'86 cm, 1 codo = 50'767 cm. En cuanto a la medida de John Greaves (Grevio, el traductor de Newton), 1 codo = 1,824 ft, que tomando 1 ft = 12 in = 30'48 cm, queda 1 codo = 55'595 cm.
(Padre Bernardo Lamy, C.O.P. (1696), Introducción a la Sagrada Escritura o Aparato para entender con mayor facilidad y claridad la Sagrada Biblia en lengua vulgar. Traducción de la obra que escribio en lengua latina el célebre padre Bernardo Lamy, de la congregación del Oratorio [2 vols.], pp. I-350s, lám. X, Imprenta de Benito Cano, 1795)Richard Simon (1717): seguidor de Villalpando, el abad Simon publicaba un estudio semejante en su "Diccionario de la Biblia" en el que, con una gran minuciosidad, propone que un codo hebreo de 1 17/24 codos griegos (27 1/3 dedos), 1 19/22 codos romanos (29 9/11 dedos): "1 pied 8 pouces & 6 lignes", donde 1 pie = 12 pulgadas y 1 pulgada = 12 líneas. Incluye una planta del Templo y de Jerusalén, que partía de una obra anterior: L'Histoire critique du Vieux Testament, de 1693.
(Le Grand Diccionnaire de la Bible, ou explication littérale et historique de tous les moys propres du Vieux et Nouveau Testament..., t. I, p. 56. Lyon, J. Certe, 1717, 2 vols.)M. de Vogüe (1864): a finales del siglo XIX, el arqueólogo Melchior de Vogüe tomaba codos de 52'50 cm, sin mayor justificación que, suponemos, la arqueológica.
(Le Temple de Jérusalem, Noblet & Baudry, París, 1864)
d) El siglo XX
- Enciclopedia Espasa (1923): la que para mí sigue siendo la primera enciclopedia del mundo incluye un extenso artículo en el que se citan múltiples autoridades. Mientras Calmet y Lanny daban como medida 0,560 m, Glaire 0,55 m, John 0,365 m, Tirino 0,300 m y Caminero 0,450 m.
(Cit. por Enciclopedia Universal Ilustrada, t. 13, pp. 1.266s, Hijos de J. Espasa, Barcelona, 1923) - Mathila C. Ghyka (1927): cita el codo real de Kepplisch de 52,4 cm. Ya vimos antes como también citaba a Moreux y Piazzi-Smyth como autores que habían estudiado el asunto, pese a su poco rigor científico. (M. C. Ghyka, Estética, Poseidoón, Buenos Aires, 1927, pp. 235 y 245)
- A. Segré (1928): diferencia entre codos tolemaicos sagrados mehsuten de 522 mm, con siete palmos (sp = 75 mm) ó 28 dedos (t,ba = 18,7 mm) y codos cortos mehnet's de 46,251 cm, con 6 palmos ó 24 dedos. Los hebreos usarían la medida egicia y, además, una propia de 46,83 cm; los codos hebreos actuales medirían 67/75 cm según se usen para medir telas u otros usos. Los codos árabes actuales medirían, por contra, 49 cm; 64,47 en Túnez, 47/57,1 en Marruecos, 58/75 en Egipto y 68,6 en Turquía. (A. Segré, Metrologia e circlazione monetaria degli antichi, pp. 3-12, 38-47, 52-53, 78-93, 114-119, 138-147 y 157-1564, Bologna, 1928)
- Le Corbusier (1948): es famoso el dibujo de Le Corbusier sobre el Tabernáculo de Moisés, más bien una muestra de su preocupación por la modulación que por el aspecto sagrado de dichas medidas. Es curiosa y especialmente divertido su acercamiento al problema del codo al tratar de encajar su serie de medidas para la estandarización de la construcción, el famoso Modulor. Tras citar eruditamente, como muestra de su preocupación por el tema una larga lista de autores, se hace eco de un dibujo remitido por los arquitectos Serralta y Maissonnier, que proponen un hombre "vitruviano" (mujer en este caso) de 183 de alto dividido en cuatro codos de 45,75 cm y además en seis pies de 30,5 cm. El acercamiento de ambos sistemas conmovió al maestro, aunque no le hizo profundizar más por el pequeño error de la altura del hombre con el brazo levantado que no pudo integrar en su sistema. Me atrevería a apuntar que ese error es muy parecido a la "quinta del lobo" (Pitágoras la denominó comma)."El hombre primitivo [...] ha puesto el orden al medir. Para medir, ha tomado su paso, su pie, su codo o su dedo. Imponiendo el orden de su pie o de su brazo, ha creado un módulo que regla toda la obra, y esta obra está dentro de su escala, de su conveniencia, de sus deseos, de su comodidad, de su medida. Es la escala humana. Armoniza con él, y esto es lo principal.
Pero, al decidir la forma del recinto, la forma de la choza, la situación del altar y de sus accesorios, ha seguido instintivamente los ángulos rectos, los ejes, el cuadrado, el círculo. Porque de otro modo no podía crear algo que le diese la impresión de que creaba. Porque los ejes, los círculos, los ángulos rectos, son las verdades de la geometría, son los efectos que nuestros ojos miden y reconocen, de modo que otra cosa sería azar, anomalía, arbitrariedad. La geometría es el lenguaje del hombre.
Pero, al determinar las distancias respectivas de los objetos, ha inventado ritmos, ritmos sensibles a la vista, claros en sus relaciones. Y estos ritmos se encuentran en el nacimiento de los actos humanos. Resuenan en el hombre por una fatalidad orgánica, la misma fatalidad que hace trazar la sección áurea a los niños, los vicios, los salvajes, los eruditos.
Un módulo mide unifica; un trazado regulador construye y satisface."
(Le Corbusier, Hacia una arquitectura, pp. 54-55, Apóstrofe, Barcelona, 1998. Artículos de 1920-21 en Esprit Nouveau reimprimidos en 1923 y 1958) - B.A.C. (1961): La Biblia de la Biblioteca de Autores Cristianos distingue entre los codos babilonicos real y ordinario de 0,495 y 0,550, y los egipcios de 0,450 (6 palmos) y 0,525 metros (7 palmos). (Biblia Comentada, t. III, p. 955, nota 10)
- Enciclopedia de la Biblia (1963): el equipo redactor de esta obra fija valores semejantes, con codos vulgares y sagrados de 0,444 y 0,518 cm. (D. Vidal y otros, Enciclopedia de la Biblia, p. II-398, Garriaga, Barcelona, 1963)
- Kurt Galling (1977): algunos egiptólogos, haciendo gala de un dudoso método científico, han dividido la longitud de la base de la Gran Pirámide por 365 días, resultando codos egipcios de 0,582 m. Vimos antes como el abate Moreux hizo algo parecido. Galling lo evalúa en aproximadamente 50 cm: "1 Elle ist mit ca. 50 cm angesetzt". También Guinguand y Lanne proponen 0,528 metros por cada codo, basándose en consideraciones no arqueológicas.(Kurt Galling, Biblisches Reallexikon, p. 339, J.C.B. Mohr, Tübingen, 1977. M. Guinguand y B. Lanne (1973): La cuna de las catedrales, p. 14, Espasa-Calpe, Madrid, 1978)
- John Wilkinson (1977): el autor inglés asume que "the cubit mentioned by Josephus was the equivalent of 55 cm (about 21½ inches)", sin citar mayores fuentes. (J. Wilkinson, Jerusalem as Jesus knew it, op. cit., p. 87)
- Enciclopedia Larousse, Espasa y Diccionario de la RALE (1980, 1985, 1991): la Nueva Enciclopedia Larousse diferencia entre el codo común de 41,8 cm y el codo real, perfecto o de rivera de 57,40 cm, igual que la edición resumida de 1985 de la Enciclopedia Espasa, que cita un codo real de 33 dedos y 574 mm, el mismo que el Diccionario de la Academia. (Nueva Enciclopedia Larousse, t. III, p. 2072, Planeta, Barcelona, 1980; Diccionario de la Lengua Española, t. 2, p. 352, Real Academia de la Lengua Española, 21ª ed., Espasa-Calpe, 1991)
- Hernández Giménez: estudió el codo usado en la Mezquita de Córdoba basándose en las fuentes historiográficas originales árabes. Estas mencionan dos tipos de codo, el ma,muniyya y el rassasiyya, que según los escritos de Ibn Luyun eran de 24 y 30 dedos respectivamente, es decir, 6 y 7½ palmos en relación 4:5. Este segundo, según el magrebí Ahmad B. Ali Mahalli era el mismo que se usó en La Meca, opinión compartida por Dozy y Goeje en su edición del texto de Idrisi, que añaden que también coincidía con el patrón de tres palmos del Faro de Alejandría. Estudiadas todas las fuentes originales árabes que describen las sucesivas mezquitas, concluye, tras medir las partes relatadas, en unos codos medios de 47,14 y 58,98 cm, medidas que coinciden con suficiente aproximación con los obtenidos de las mezquitas de Hisam y Sevilla, y con descripciones semejantes del recinto amurallado de Córdoba de Ahmad Al-Rahzi. También los codos «abdelwadi» de Tremecén y Fez en 1328 y 1354, según los correspondientes decretos oficiales, medían 47 y 46 cm respectivamente.
Esta propuesta ha sido matizada por Rafael Puertas Tricas (Planimetría de San Millán de Suso, CSIC, Logroño, 1979) que propone un codo rassasi de 55 cm, medida que pudo ser utilizada también por los constructores mozárabes de la primitiva capilla de San Millán de Suso. El cordobés Ibn Al-Faradi escribía en el año 1013, según traducción de A. Dessus Lamare (Description de la Grande Mesquée de Cordoue, p. 50; cit. por infr., p. 10) "cest une coudèe de dimension [el codo «rassasi»] attribu,ee a Muh`ammad Ibn al-Farah arRachchach, laquelle est gravée sur une des colonnes de la mosquée-cathédral de Cordoue [...] où aujourd ,hui elle est prise de préférence comme étalon". (F. Hernández Giménez, El codo en la historiografía árabe de la Mezquita Mayor de Córdoba. Contribución al estudio del monumento, pp. 9 a 51, Maestre, Madrid, 1961) -
Joaquín Vallvé: para el codo árabe-español, este historiador respondió al estudio de Giménez con nuevos datos, fijando el codo antiguo, común o geométrico en 418 mm. El codo oficial de la España musulmana era el rassasi (o codo mediano o de ribera, basado en el egipcio hasimi usado para las crecidas del Nilo), y tenía 32 dedos (55,72 cm), diferenciándose del mamuni (o codo negro) que según Ibn Luyun tenía 24 dedos y según Ibn al-Yayyab 27 dedos (47 cm). El codo de 24 dedos se llamó en la España árabe codo manual, y tenía 6 palmos menores (qabda) o 2 mayores (sibr). En el sur de la península el codo rassasi medía 30 dedos, es decir 52,24 cm, y Al-Idrissi lo fijó en 3 palmos mayores ó 36 dedos. Además se usaba el codo mayor hispanoárabe, que tenía 3½ palmos, y el morisco, de 32 pulgadas (74,3 cm). El codo real castellano tenía 33 dedos castellanos (57,4 cm), diferenciado del codo de ribera, de 32 dedos (2 pies=55,727 cm).
(Joaquín Vallvé Bermejo: «Notas de metrología hispano-árabe. El codo en la España musulmana», en Al-Andalus. Revista de las Escuelas de Estudios Arabes de Madrid y Granada, Madrid-Granada, fasc. 2, vol. XLI [1976], pp. 339-354 - Luis Moya: se trata de un artículo especialmente interesante para el asunto que aquí tratamos, ya que cita numerosos codos, basándose en el estudio de Vázquez Queipo sobre las medidas de Herodoto, Posidonio, Plinio, Maimónides, Champollion, Gedalja, Oppert y otros: el máximo, con varios defensores, es de 0,555 m, con un codo vulgar de 0,4625 m y el mínimo de 0,518 m y 0,444 m, respectivamente. Vázquez Queipo, tras nombrar el codo usado por Newton de aproximadamente 3/2 el romano, acepta el codo de Maimónides (Mischna, t. I, f. 92. Edic. Venecia), que estaría en relación 7/6 con el egipcio: "Le coudée vulgaire on commune de 0m,555, considérée comme cudée leégale par les Talmudistes, et qui se conserve encore aujourd,hui en Égypte et en d,autres lieux de la Barbarie" (t. I, p. 89). Oppert cifra el codo caldeo en 0,525 m (5 manos = 25 dedos) y equivaldría a 5/3 de pie. Otros codos citados son los de Funk-Heller de 0,5236 m y 28 dedos, con una importante unidad de 33 dedos para la Gran Pirámide, 0,6171 m; Hertwig propone 0,5235 y Fournier diferencia entre 0,525 y 0,63565 m; un trabajo de la máxima seriedad como el de Iversen, los cifra entre 0,450 y 0,525, citando al egiptólogo Lepsius y a Carter, que propone 0,44752 y 0,5231 m; según el estudio de Stravon y otro autores griegos, Moya cree que estas medidas variaban según las diferentes ciudades. Koelliker adopta como medida del codo real egipcio 0,524 m. Angelo Penna plantea codos egipcios de 458 y 530 mm y codos babilónicos de 495 y 556 mm (Encyclopedia Cattolica, t. IV, p. 1032, Sausoni, Roma, 1952). Por último, es el mismo Moya el que propone una unidad de medida, o "codo medio" para el Partenón, que estaría en relación 11/6 con un pie de 0,29984 m:
"[...] ha aparecido un posible módulo, aunque con dimensiones ligeramente diferentes según el lugar del templo en que se ha medido: 0,54919 m en la altura de la fachada principal; 0,54870 m en su anchura; 0,55059 m en la longitud de su costado; 0,55037 m en la base del frontón. La diferencia entre la medida mayor y la menor es 1,89 milímetros y el término medio entre todas es 0,54971 m".
- L. Moya, «Relación de diversas hipótesis sobre la proporción del Partenón», pp. 68s, en Boletín de la R.A.B.A. de San Fernando, sep. de Academia, 1. sem 1981, nº. 52, Madrid, 1981.
- V. Vázquez Queipo, Essai sur les Systèmes Métriques et Monétaires des Anciens Peuples depuples depuis les Premiers Tems historiques jusqu'a la fin du Khalifat D'Orient (3 vols). Bonaventure et Ducessois, París, 1859. Métrica hebrea: t. 1, p. 70-89 y métrica árabe: t. II, 87-109 [Rª PR: IX-2-1846/8].
- Ch. Funk-Hellet, Le Bible et la Grande Pyramide, Vincent, París, 1956; cit. por Moya, p. 120.
- E. Iverson, Canon and proportions in Egyptian art, Sidwick and Jackson, London, 1955; cit. por Moya, p. 123.
Ruiz de la Rosa: los autores más modernos como el profesor De la Rosa optan por un codo real (de 7 palmos = 28 dedos) de 0,525 y el común en 0,45 m. Asimismo añade un tercer codo que surge en fecha no bien determinada, que llama «reformado», que mediría lo mismo que el real, pero que solo se dividiría en seis palmos, lo que hizo al palmo cambiar de dimensión. Cita, entre otros, a F. Thureaudanguin, que encontró una antigua regla de bronce egipcia. (J. A. Ruiz de la Rosa, Traza y simetría, p. 50; cita a F. Thureaudanguin, Note métrologique, vol. 5, n. 1, 1918; pp. 59-60)
- Álvarez: cita a Petrie como medida más fiable de 0,523050 m. En realidad se trata de un pequeño librito de divulgación esotérica, pero es una buena muestra de la medida más aceptada.
- (J. Álvarez López, El desafío de la gran pirámide, p. 22, Impresa, 1992)
- Enciclopedia Británica: establece el codo real egipcio en 0,524 metros: "The cubit, usually equal to about 18 inches (457 mm) was based on the lenght of the arm from the elbow to the extended finger tips. The Egyptian royal cubit (20,6 inches, or 524 mm) was subdivided into 28 digits, with 4 digits equalling a palm and 5 a hand. The basic Babylonian measure of length was a cubit of 20,9 inches (531 mm)". (The New Encyclopaedia Britannica, p. 728, 15th ed. Chicago, 1988)
- Diccionario Oxford de la Lengua Inglesa: el codo romano equivaldría a 17,4 x 2,54 = 44,196 cm, mientras que el egipcio valdría 20,64 x 2,54 = 52,4256. "An ancient measure of length derived from the forearm; varying at different times and places, but usually about 188-22 inches [...] The roman cubit was 17.4 inches; the Egyptian 20,64 inches". (The Oxford English Dictionary, voz «cubit», Clarendon Press, Oxford, 1989)
- Biblia de Jerusalén: el doctor J. H. Hertz coincide con las notas de la Biblia de Jerusalén en un codo antiguo de 18 pulgadas, es decir de 45,72 cm. (J. H. Hertz [ed.], The Pentateuch and the Haftorahs, p. 327, Soncino Press, London, 1978; la misma medida se da en Jerusalem Bible, p. 87n, Eyre & Spottiswoode, London, 1968; cit. por Graham Hancock, Símbolo y señal, p. 537, n. 2, Planeta, 1993)
- Christian Jacq: el conocido autor de best-sellers de recreación histórica cree en que el codo era una medida antropométrica, y por tanto susceptible de cambio, pero propone una medida de 52 centímetros para la medida del "codo a la punta del mayor". (C. Jacq, El Templo del Rey Salomón, p. 172, Martínez Roca, Barcelona, 1989)
- Merino de Cáceres: el profesor Merino diferencia entre codos árabes a puño ,mamuni (6 palmos = 24 dedos = 0,4714 m) o a mano ,rassasi (7,5 palmos = 30 dedos = 0,5893 m), siendo estos últimos los usados para la primitiva mezquita de Córdoba de Abderramán I, que era un cuadrado de 125 codos. Usa por tanto la referencia de Hernández Giménez, citada anteriormente. También cita el pie carolingio de 32,16 cm, el mozárabe de 33,27 cm, y el visigótico de 33,33 cm. (J. M. Merino: «Catedral de Segovia», p. 24, n. 3)
- Real Academia de la Lengua: cita también los codos moriscos grande y medio de 32 y 24 pulgadas, es decir 8 y 6 palmos, con una media vara de 418 mm, que daría un codo sagrado de 557,2 mm (es decir, dos pies castellanos de 278,6 mm). (Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 21ª ed., t. 2, p. 352, Espasa-Calpe, 1991)
- The Holy Bible: esta edición lo fija en 18 inch. (lo que a 12 pulgadas por pie equivaldría a pie y medio), pero lo establece también como 0,5 metros, aunque en realidad equivaldría a 45,72 cm con un feet de 30,48. En este sentido, señala: "It is based upon the best available information, but it is not intentented to be mathematically precise; it merily gives approximate amounts and distances. Weights and measures differed somewhat at various times and places in the ancient world. There is uncertainly particularly about the ephah and the bath; further discoveries may give more light on the units of capacity". (The Holy Bible. New International Version, p. 1304, Gideons International, Lutterworth, Collins Clear Type Press, Glasgow, U.K., 1973)
- Por último, y por citar la fuente arqueológica, los codos egipcios de los museos de París, Londres, Turín, etc. varían entre 0,5235 y 0,5285 m(). El codo romano valdría 0,444 y el caldeo 0,5478 m. En la voz «métrico» se cita también la vara judaica de 0,5547, la vara egipcia nahud de 0,4498 y real de 0,5247. En esta misma voz se cita también la medida de la vara castellana de 83,58, de donde se deduce su tercera parte, el pie castellano de 27,86 cm, medida que consideraremos correcta por estar fijada por Real Orden (9 de diciembre de 1892, publicada en la «Gaceta» de Madrid el siguiente día 28), como tercio de la vara castellana de 83,58 cm y aceptada por la práctica totalidad de los autores consultados. Fija también el pie griego en 0,30683 y el romano en 0,2946 m.
e) Sobre la posibilidad de un codo antropométrico
No sabemos si Toledo tendría más información sobre los diferentes codos egipcios vulgar y sagrado, ni si sabía su diferencia con el usado por los musulmanes en Córdoba y Granada, ni si atendería a las fuentes rabínicas. Algunos autores() han señalado supo ver como determinados monasterios y catedrales repiten esquemas geométricos y métricos variando sólo la medida real del pie (castellano, carolingio, capitolino, etc), pero dentro de unos límites. Es decir que un pie siempre estará en torno a los 27-30 cm y un codo a los 40-58 cm (admitiendo en éste más margen de error, ya que puede ser a puño o a mano, sagrado o vulgar). Al ser medidas antropométricas, no sería de recibo usar pies de diez centímetros o codos de un metro, si bien ésto último pudo ser empleado en la Edad Media por comentaristas con demasiada tendencia al simbolismo. Es fundamental recordar las ventajas del antropometrismo de las medidas antiguas de cara al fácil replanteo o comprobación en obra(). Concretando el hecho a que nos estamos refiriendo, creemos que era previsible que dichas mediciones del meridiano terrestre fueran inexactas, pero es sorprendente que la pléyade de científicos involucarados en la formulación del metro (Delambre, Borda, Lagrange, Laplace, Monge, Coulomb, Lavoisier, etc.) terminara estableciendo un el absurdo metro, una definición que carece de sentido científico riguroso.
En todo caso, cuando falla la arqueología y la historia, y cuando se concluye que no tuvieron los egipcios a lo largo de cuatro milenios un codo tan preciso como nuestro metro actual(), es el momento de usar las proporciones, la aritmética y la geometría. Podemos pensar en que este mismo problema debieron planteárselo el Rey y sus arquitectos, teólogos e historiadores. Cada uno debió plantear su propio codo, que por otra parte no debió ser más fiable que los actuales, dado su estado de conocimiento en historia. El interés mostrado por el Rey en la reconstrucción del templo salomónico es buena prueba de ello, y los resultados obtenidos por Villalpando son, en todo caso, posteriores. Seguramente tomaría cuerpo la idea renacentista de "el hombre medida de todas las cosas", y ¿qué mejor relación entre el codo y el pie que la antropométrica? Me parece significativo, notar aquí que mi propio pie mide 26 cm, y mi codo a palma abierta 49 cm, lo que nos da 1'885 pies por codo (52'516 m sobre el pie castellano de 27'86 cm), relación que no depende de la raza ni de la altura (1'76 en mi caso), por lo que dicha relación no debería haber cambiado mucho desde que se proyectó el Monasterio. Medidas similares tomadas en otras personas dejan claro que tanto Vitruvio como los rabinos simplificaban demasiado el problema. Recordemos que el Padre Sigüenza admitía la posibilidad de que el codo, además del Vitruviano, pudiera ser antropométrico: "Otro codo que se halla es el propio de cada un hombre, y este, como es tan variable, no se toma por regla de ninguna cosa, sino del mismo hombre"().
Por contra Villalpando, que proponía un codo de 79'23 cm, para justificar el tamaño de su codo, critica a los que apoyan el codo antropométrico:
"No obstante que nadie piense que el codo que se menciona aquí es igual al codo propio de nuestra estatura. Además de que tal afirmación sería lo más alejado de la verdad, está en flagrante contradicción con el contexto. ¿Es que la estatura del hombre es la misma en todas las edades? ¿Acaso el codo es el mismo? ¿Es que Ezequiel recordó proféticamente nuestra estatura sin tener en cuenta si era mayor o menor que la de otros momentos de la historia o la de otros pueblos? [...] ¿Quién puede creer que aquellos numerosísimos aposentos de cinco codos de altura, situados en el famosísimo templo de Salomón, debían ser habitados o al menos debían ser recorridos por unos hombres de cuatro codos como mínimo"().
Nos parece exagerada la afirmación del jesuíta, ya que aceptado un codo de siete palmos de 27'86/4 x 7 = 48,76 cm, la altura de techos sería 2'44 m, acorde con las modestas proporciones de las celdas de los sacerdotes del Templo de Salomón, cuya altura sería de 4 codos, es decir 1'95 m. En realidad se suelen aceptar codos egipcios mayores, de 52'5 cm, por lo que la altura de las celdas sería de 2'63 m; pero es dudoso que la altura media de los sacerdotes, ignorantes de que debieran cumplir las proporciones vitruvianas, fuera de cuatro de esos mismos codos, que equivalen a 2'10 metros.
Por contra, el Padre Prado sí creía en la antropometría del codo, aunque aplicada a sus propios fines: defender a Orígenes, siguiendo la directriz de Trento de usar fuentes patrísticas y no hebreas. "La dicha differencia nasce de que todas estas medidas de palmo, pie y codo son tomadas de la natural de un hombre, como lo declaran sus nombres, por lo qual parece [h]averse variado la statura de los hombres caminando siempre a menos [...] y con lo dicho se satisfaze a la dificultad grande de Origenes acerca de la medida del arca, la qual le hizo inventar un nuevo codo nunca visto ni pensado"().
Luego, caso de ser cierta la hipótesis antropométrica ¿por qué no podría ser este codo el del Rey, o de Juan Bautista, o acaso medido en las reliquias de algún santo, tal vez del brazo del mismísimo San Lorenzo? Sabemos por el Padre Sigüenza que éste fue una de la primeras reliquias de las que el Rey se hizo acopio antes de empezar el Monasterio. También le mandaron de Huesca "buena parte de las reliquias del Padre y la madre del mártir español"(). Sin embargo, Almela sólo especifica que se guardaba "un muslo entero con su carne", "un gran hueso de la espalda y otro grande de la cabeza", más "otro hueso de él en un relicario pequeño"(). Estas son las piezas que hoy pueden contemplarse, previa petición, en el altar de San Jerónimo, a la derecha del altar principal. También sabemos que de todas las reliquias cuidadosamente enumeradas por el jerónimo, que incluían entre otras 6 de Cristo, 3 de la Virgen, 6 cuerpos enteros, 60 cabezas de santos, 600 brazos, 600 huesos de las piernas y 1200 reliquias menores, Sigüenza distingue a los brazos como "canillas principales" o "reliquias insignes"(). Las conjeturas que podemos hacer en este punto podrán ser más o menos lógicas o aceptables, pero es indudable que la cita del Padre Sigüenza sobre el antroporfismo de la medida del codo debería ser muy tenida en cuenta, y que deberíamos aprender de nuestras propias indefiniciones.
Tampoco podemos descartar la fuente arqueológica: es posible que el Rey poseyera una auténtica vara sagrada de medir, bien hebrea o egipcia (de 28 dedos), morisca (32 ó 33 dedos) o incluso una musulmana conquistada, por ejemplo, en Granada (de 30 dedos), y que ésta fuera usada directamente, mediante su traslación directa en el replanteo del Monasterio, o medida en pies y dedos para trasladar un proyecto abstracto a medidas reales. En todo caso, creemos que son los resultados los que deberán confirmar esta idea: debemos encontrar el Sancta Sanctorum de 20x20 codos y el Santuario de 100x100 codos.
e2) Nuestra propuesta: un codo de 31 dedos
El Panteón de los Reyes, el auténtico Sancta Sanctorum del monasterio, medía según Quevedo 36 pies de diámetro por 38 de alto(). La medida del diámetro en tiempos de Felipe II sería de al menos dos pies más, ya que fue forrado de mármol durante el reinado de su nieto, Felipe IV [lám. 123b]. El Sancta Sanctorum de Ezequiel, el lugar más sagrado del templo, ya que allí se guardaba el Arca de la Alianza, era un cuadrado de veinte codos: "Midió también el largo, y eran veinte codos, y el ancho sobre el frente del Templo, veinte codos, y me dijo éste es el Sancta Sanctorum" (Ez, 41:4), es decir 37'69 pies, tomando el codo más aceptado de 52'5 cm (1 pie = 27'8635 m). Aunque trataremos de afinar este resultado, la "escala general" de esta relación es más correcta. Este «módulo sagrado» revelado por Dios «el Arquitecto Supremo» sería la conexión que el rey buscaba entre la modulación vitruviana y la Arquitectura Revelada.
Desechando por farragosa y poco rigurosa la discusión del Mar de Bronce, podemos usar las fuentes del Padre Prado para usar el codo de Herodoto de 24+4+3 dedos:
"El propheta Ezechiel captivo en Babilonia compara el codo sagrado y antiguo con el común de Babilonia y dize que era un palmo mayor() [...] en el cap. 26, del libro. 6, dize [Plinio] que el pie de los asirios excede en su pie en tres dedos".
Si tomamos codos de 31 dedos, es decir 1'9375 pies por codo, un codo «hebreo» de 53'98 cm, podríamos usar un módulo de 20 codos (es decir, 20x31/16 = 38 3/4 pies ó 10'79 m), el Módulo Sagrado del Santísimo o Sancta Sanctorum. Era también el módulo del Templo de Salomón (20 x 60 codos, I Re 6:16) y su Sancta (40 x 20 codos), que coincidía con el de Ezequiel (Ez 41:3) y el de Herodes(). Podríamos usar esa «sagrada» modulación y referirla a las medidas totales del Santuario de Ezequiel y Herodes, 100 x 100 codos.
Según nuestro codo propuesto, el Santuario-Templo de cien codos mediría 193 3/4 pies, medida cercana, o al menos en la escala, a la que cita el Padre Sigüenza: "[el Templo] es una capilla cuadrada, con muy poca diferencia, de ciento ochenta pies, sin contar los callejones y tránsitos y capillas, en lo bajo, ni a los treinta pies de alto"(). Si sumamos seis o siete pies por cada uno de los dos muros, que Sigüenza nunca mide, ya que él siempre cita medidas interiores, no quedamos muy lejos de nuestros números. Sigüenza además atribuye la «idea» generadora del templo cuadrado al rey: "de esta manera hablaremos ahora de ella llamándola una Basilica cuadrada, porque tal fue el invento de su dueño", lo que indicaría, de ser cierto, la clara voluntad de Felipe II de ver reproducido en su casa eterna el esquema «cuadrado» hierosolimitano. Sin embargo, Paciotto se atribuye el haberla hecho cuadrada, aunque tal vez sólo se deba a que fuese él, y no Toledo, el que supo entender las intenciones reales(). Con todo, se pusieron los cimientos curvos para un ábside, y su rectangularización tras las críticas de Paciotto no se produjo hasta después de 1564.Veremos también más adelante que las medidas generales del «cuadro» reproducen más bien las medidas del Templo que conoció Jesucristo, el que reconstruyó el rey Herodes, y cuyas fuentes vimos que no eran bíblicas: la Misnah fijaba sus medidas en 135x322, mientras Josefo sólo señalaba 300. Adelantaremos que el Monasterio se puede inscribir en una trama modular de 19x15 cuadrados de 20 codos de lado, 380 x 300 codos, que equivaldría a la duplicación del Templo de Herodes dejando el Santuario en medio. Tomando el «Módulo Sagrado» de 20 codos (38 3/4 pies), el Monasterio mediría:
380x31/16 x 300x31/16 = 19x383/4 x 15x383/4 = 736¼ x 581¼ pies.
que se aproxima mucho a los 735 x 580 pies referidos por el Padre Sigüenza. Villalpando consideraba normales estos redondeos: "[...] utiliza [Ezequiel] lo que es norma muy corriente entre los historiadores, que silencian las partes decimales, expresando únicamente los números enteros" (Explanationes, II.IV.XXIV, p. S-230b). La altura de la fachada sur del Monasterio es por otra parte de 76 pies, el doble justo de los 38 pies de altura del Panteón, es decir dos módulos de 20 codos.
En todo caso creemos que no es tan importante el que el codo encaje tan bien en las medidas de El Escorial, pese a la dificultad de la traslación -por otra parte, habitual en la época y en la mayoría de los tratadistas-, sino que se trata de un problema de escala general. Así, creemos que es posible concebir el Monasterio como reproducción de algunos de sus antecedentes biblicos, pese a que el Padre Sigüenza creyera que sus medidas "son tan diferentes como el Cielo y la Tierra; y es muy pequeña esta comparación, pues son tan diferentes como el cuerpo y el espíritu" ((Descripción, II.XXII, p. 597). Creemos, y no entendemos como no lo ha visto nadie antes, que los paralelismos entre la basílica cuadrada escurialense y el Santuario de Salomón, Ezequiel y Herodes son más que evidentes, sobre todo si relacionamos las dos incógnitas que se presentan en éste problema: saber qué codo se pudo usar y qué puntos definen ese cuadrado. Naturalmente si descubrimos que el codo tiene unas décimas más o menos, es cuestión de medir a ejes, o a impostas, o a cornisas, o a cimentación si es necesario, o simplemente pensar en errores de replanteo. Pero esto no cambiará en nada el hecho geométrico cierto de que el Templo escurialense es cuadrado y que su «escala» es del orden de cien codos de lado. Creemos que esta propuesta explica de paso el problema de la inserción de un templo cuadrado en una iglesia basilical en cruz latina.