Padre, hijo y espíritu al campo
Una de las muchas cosas que comparten, además de nombre y primer apellido, es su pasión por la agricultura. En el caso de Fernando Martín Herrero (62 años) se dio cuenta a los 22, cuando decidió regresar a su pueblo natal, Caballar (Segovia), que había dejado antes quizá como gesto juvenil de inconformismo para no seguir la estela de sus antepasados, todos ellos dedicados al campo.
Ahora, 40 años después, se ocupa de 150 hectáreas donde cultiva cereal, leguminosas y girasol. Trabaja con denuedo y mucho esfuerzo para seguir adelante con un negocio “en el que nunca dejas de aprender” y al que observa con un futuro esperanzador “porque se está invirtiendo mucho en agricultura”.
Eso sí, denuncia los bajos precios que percibe por los productos, lo que le obliga a ser extremadamente eficiente en su tarea. “Hemos triplicado la producción desde que empezamos, gracias a la evolución mostrada por la maquinaria, los abonos, las simientes… Si no lo hubiéramos conseguido, sería muy difícil seguir en el negocio porque estamos vendiendo el trigo a los mismos precios que entonces. En aquellos años, el abono costaba 12-13 pesetas y el trigo 23, y ahora cuesta más de 50 y el trigo 27”. Y añade otro dato como ejemplo ilustrativo: por su primer tractor pagó 700.000 pesetas y hoy en día un modelo equivalente en potencia ronda los 80-90.000 euros (15 millones de pesetas).
En esta tesitura, “aguantamos porque se está produciendo mucho más”, señala, “pero un chico que no tenga a su familia detrás y quiera empezar ahora y establecerse por su cuenta, lo veo imposible, ni con subvenciones, ni ayudas. No se jubila nadie, así que para la juventud no hay sitio”. Y si va a tener vinculación con actividades ganaderas, “te fríen con papeleos, sobre situación de las explotaciones, gestión de purines, etc., por lo que, si entran en el negocio, deben hacerlo muy bien desde el primer día, no se admiten fallos”.
No obstante, Fernando padre se muestra muy orgulloso de que su hijo, no solo haya seguido su estela como agricultor, sino que también sea el responsable de la gestión del Campus que New Holland tiene en el vecino pueblo segoviano de Peñarrubias del Pirón. “Tiene formación para ello y es fenomenal, porque la situación actual no favorece la llegada de los jóvenes a la agricultura, o incluso su permanencia. Aunque les guste su trabajo, en el mundo rural faltan muchos servicios y tienden a marcharse a las ciudades. Es una suerte para él que pueda trabajar también en una empresa de maquinaria”.
Cambio generacional
El propio Fernando Martín Gómez, de 35 años e Ingeniero Agrónomo en la especialidad de Producción Animal (Plan 1996), reconoce que “el sector pasa por un momento difícil, donde se está produciendo un cambio generacional, al mismo tiempo que las marcas apostamos por la tecnología y la tecnificación, ahí es donde chocamos en algunos momentos, porque nos encontramos con máquinas muy sofisticadas, que hacen la vida más fácil al agricultor, pero ese agricultor en muchos casos no está preparado ni formado para poder usarlas correctamente y obtener el rendimiento esperado”.
Agricultor y camarero desde los 16 años, Fernando hijo se incorporó a New Holland en 2005 como becario de apoyo en funciones de marketing, ofertas de producto, presentaciones, etc. A continuación, pasó dos años en el equipo de posventa y, desde 2009 hasta la actualidad es el responsable del Campus New Holland, “donde me encargo de su gestión económica y de su ocupación, además de la formación de clientes y escuelas, así como apoyo a la formación de los diferentes productos que ofrecen mis compañeros”.
Con los precios que se están pagando actualmente por los productos agrícolas, el margen de beneficio se ha reducido de forma notable. “Hace 20 años, mi padre cultivaba unas 200 ha y con ellas, añadiendo trabajos a terceros, pudo darnos estudios a mi hermana (licenciada) y a mí (ingeniero). Hoy, que participo/conozco más los números finales, con esas 200 ha no lo podría hacer, la rentabilidad de la explotación la obtenemos principalmente de los trabajos a terceros que realizamos”.
“Mucha gente del campo está harta de oír que los agricultores somos ricos, que trabajamos 4 días”, prosigue Fernando hijo, “pero solo les recordaría que compramos máquinas que valen más que un piso, que trabajamos todos los días para pagarlas, que nadie nos las regala y sin ellas no podríamos producir”. También sale al paso de quienes dicen que trabajan pocos días: “los cuentahoras de nuestras maquinas nos reflejan que no. ¿Qué agricultor profesional hace menos de 2.000 horas a sus máquinas? 52 semanas por 40 horas/semanales, son 2.000 horas. por lo que solo con las máquinas en movimiento echamos la jornada oficial”. Y añade: “al campo no solo se va en el tractor; ¿cuántos kilómetros caminamos por nuestros campos para ver cómo están, qué necesitan…? ¿Cuántas horas echamos en la nave reparando nuestras máquinas?”.
El Campus New Holland le permite tener una visión más panorámica del sector agroalimentario español. “Vivimos un momento de profesionalización para los vendedores de maquinaria. Hasta hace unos años, simplemente tenían que ofrecer un producto sencillo (selección de potencia, cabina, con o sin aire acondicionado y poco más). Hoy ha cambiado radicalmente y un buen vendedor de maquinaria lo último que ha de ser es vendedor. Todo empieza por un buen asesoramiento y, para ello, necesitamos profesionales que no solo sepan vender producto, sino adaptar la oferta a las necesidades del cliente (desde las características de la explotación/cultivos hasta la forma de pago, mantenimiento…)”.
En definitiva, es una apuesta decidida por la formación para convertirla en un factor diferencial en el mercado. “Parte del personal de nuestros concesionarios ha trabajado anteriormente en otras marcas o productos del sector y aprecian de manera muy positiva el esfuerzo y constancia que desde New Holland ponemos en aumentar y mejorar su conocimiento, ya que en muchos casos los conocimientos que tienen vienen de su formación académica o inquietud personal, no porque las marcas se los aporten”.
Agricultura y Ecología
Otro asunto de plena actualidad es la responsabilidad de los profesionales del campoen relación con el cuidado del medio ambiente. Fernando padre se considera “mucho más ecologista que los que dicen que lo son”. Y lo justifica: “¿Quién ha mantenido todo lo que tenemos? ¿Por qué tenemos estos montes, estos campos? No hemos acabado con ellos y los hemos cuidado durante siglos con mucho esfuerzo”.
Sale al paso de las críticas que reciben los productores desde ciertos ámbitos. “No sé si son ecologistas o un poco egoístas, que lo quieren todo para ellos y no dan un palo al agua. No saben lo que dicen. Porque yo no echo purín para que huela, sino para que ese terreno produzca. Y si no uso purín tengo que emplear abono mineral, que como no huele nadie dice nada, pero que miren si da positivo o no”.
Al menos en la zona de actuación de estos agricultores segovianos, “la ganadería es la que está aguantando a la agricultura”, porque “si se acaban las vacas de leche, ¿a quién voy a vender la veza? Y, si no tenemos cerdos, ¿quién se come la cebada? Y según estamos ahora con el purín, apaga y vámonos”.
Excesiva burocracia
Además de las numerosas tareas en campo, los agricultores y ganaderos emplean mucho tiempo en papeleos vinculados con su negocio. Fernando padre no se muestra en contra de que la legislación actual sea exigente con las labores en el campo, “el problema es la burocracia, porque trabajamos un día en el campo y otro en la oficina”.
“Muchas subvenciones las gestionan las comunidades autónomas”, aclara su hijo, “por lo que, dependiendo de la zona, las subvenciones pueden ser desde un 10-15% hasta un 85% del valor de compra. Añadido a esto, está la forma de pago, ya que hay CC AA que pagan a los 4-6 meses desde que se aprueba, y otra se demoran 3-4 años”.
En el caso de primeras incorporaciones al campo, la situación “es insostenible”, en opinión de este joven agricultor. “Tenemos algún caso aislado que el agricultor ha tenido que vender/abandonar su proyecto porque no ha podido afrontar los pagos de la inversión durante tanto tiempo”.
En ocasiones, el problema es que las subvenciones se anuncian con mucho tiempo, pero el plazo para solicitarlas desde la publicación oficial es muy breve. Fernando hijo pone un ejemplo: “publican una subvención para una máquina y si realmente quieres comprar una que se adapte a tus necesidades, el plazo medio desde que empiezas a negociar hasta la matriculación suele ser de 6 meses. Recordemos que el último Plan Renove duró solo dos meses y medio, como consecuencia de esto nos encontramos que el cliente/concesionario al final compra/vende lo que tiene para entrega inmediata, que en muchos casos no es lo que busca exactamente”.
La PAC, en cuestión
Tiene claro que su actividad seguiría siendo rentable si no existiera la PAC para nadie, “porque desaparecerían el 60% de los agricultores, de los domingueros”, sostiene. “Entonces esas fincas vendrían a mí, yo haría mi zona de trabajo más grande y sería más rentable. Hoy en día tengo fincas que me cuestan dinero”.
No obstante, recuerda que las ayudas que actualmente perciben los productores “no son para nosotros”. “Se las tenemos que dar al final a los de las fincas. Antes pagaba 1.000 pesetas por obrada y ahora tengo que dar la subvención y algo más”, concluye.
Fernando hijo detalla cómo algunos agricultores a los que pueden sobrarles derechos, buscan tierras para arrendar a cualquier precio. “Si mis derechos son de más alto valor, puedo pagar más arrendamiento que otros, independientemente de la producción”.
En su opinión, la PAC “impide la transición generacional, es decir, un agricultor que se jubila puede seguir cobrándola, y con que los campos estén sembrados es suficiente, aunque no produzcan”. Y se pregunta: ¿cómo un joven agricultor puede acceder a esas tierras?, ¿pagando como arrendamiento toda la PAC? ¿Más que la PAC? ¿Si hace esto, dónde está la rentabilidad? ¿Dónde está la renta mínima?”.
Fernando Martin Herrero ajusta la báscula durante el pesaje de pacas.