La madera de fresno americano para el Centro del Valle Salado de Añana
El Valle Salado de Añana, es una salina de interior, cuya existencia se debe al fenómeno geológico llamado Diapiro, y a los manantiales de agua hipersalina que dicho Diapiro genera.
En el año 1999 comienzan los trabajos de investigación para la recuperación integral del Valle Salado y en el año 2003 comienza la restauración propiamente dicha. La recuperación del Valle contempla el acondicionamiento para una variedad de usos de varias edificaciones que limitan el Valle Salado con el casco urbano de Añana. La primera de estas intervenciones consistió en el acondicionamiento de un antiguo almacén de sal.
Se buscó la creación de un edificio sencillo, rotundo, de fácil comprensión y uso, sin grandes necesidades de iluminación, y cuyo interior es un espacio único. Exteriormente se ha buscado una forma sencilla y rotunda que sirva de referencia o de llamada. El elipsoide cumple todos estos requisitos, creando en el interior un espacio envolvente, oscuro y recogido. Esta forma geométrica forma la cubierta del edificio que se funde con los muros de mampostería en los dos laterales, y con la solera de base. Se le ha practicado un corte oblicuo en la cara Este que da lugar al acceso al edificio. Se han creado dos huecos laterales que completan las posibilidades de conexión con el exterior.
Estructura del edificio
La estructura y el cerramiento del edificio, se encuentran íntimamente ligados, ya que la tablazón que genera el cerramiento tiene función estructural. Se crean diecisiete pórticos verticales de madera laminada encolada de Alerce, separados un metro entre ejes. Estos pórticos se componen de elementos rectos y elementos curvos, y sus caras superior e inferior se adaptan a las formas del elipsoide. Todos los pórticos son diferentes, y las secciones en los tramos curvos son romboidales. Para la realización de los pórticos fue necesario el modelado tridimensional de la estructura y el empleo de maquinaria de control numérico de cinco ejes. Se ejecutó el laminado con lamas de 12 milímetros de grueso, antes de pasar los arcos por la máquina de control numérico que generó las superficies curvas superior e inferior de cada arco. Se encolaron los elementos rectos con los curvos en taller, formando medios pórticos, que se ensamblaron por completo en obra. Las uniones entre elementos de madera se realizaron empleando resinas epoxy y varillas roscadas de acero inoxidable. Los herrajes de apoyo de cada uno de los pies de los pórticos, se realizaron de acero inoxidable, debido a los graves problemas de corrosión que genera el entorno hipersalino en que se encuentra el edificio pero que sin embargo no genera problemas en la madera.
Los pórticos quedan unidos entre sí por medio de una tablazón de madera de fresno americano, colocada en dos capas, una por encima y otra por debajo de los miembros del pórtico. A la capa superior se le coloca por su cara exterior la impermeabilización. La cara inferior de madera de fresno americano queda vista.
La elección de la madera de fresno americano para semejante uso responde a varios factores, tanto estéticos como mecánicos. Se trata por una parte de una madera de gran calidad visual, que permite imaginar el espacio envolvente revestido de tablilla de madera clara de veta marcada, como si se tratara del interior del casco de un barco, y por otra de una madera fácilmente mecanizable en pequeñas escuadrías y que permite la flexión y el alabeo necesarios para adaptarse a la forma de la piel del edificio.
Para la realización de las dos capas de madera de fresno americano, se emplearon tablillas de 8 milímetros de espesor y 25 milímetros de ancho, con machihembra curva, de tal modo que el encaje de una tabla con la siguiente permite el giro de una respecto a la otra y la variación de dicho giro en la longitud de la tablilla. Un lijado posterior es suficiente para dejar la superficie terminada. La colocación de las tablillas de madera de fresno americano, se realiza por medio del encolado de los cantos machihembrados.
Acabado exterior
El acabado exterior queda completo con una tercera capa de madera al exterior, cuya única función es la de crear el acabado visto. Esta madera queda a la intemperie de manera permanente, por lo que se eligió madera de Ipé.
A diferencia de las dos capas de fresno americano, la madera de Ipé se coloca en escuadrías rectangulares, de 8 milímetros de espesor y 25 milímetros de ancho y se coloca dejando una junta entre tablas de 8 milímetros de ancho. Esta disposición permite el paso del agua de lluvia, por lo que la impermeabilización se realiza directamente encima de la capa exterior de madera de fresno americano, empleando una impermeabilización elástica monocomponente. Para permitir adaptar las lamas de sección recta a la superficie del elipsoide, la anchura de la junta va variando desde 8 hasta 12 milímetros a los largo de la longitud de la lama y en función del radio de curvatura transversal a la lama, que varía en función de la parte del elipsoide de que se trate.
El enrastrelado se realiza en tres láminas de madera de Iroko, impermeabilizando las dos primeras, y dejando vista la tercera. Los tirafondos para la colocación de las lamas exteriores de Ipé son de longitud tal que no llegan a perforar la primera capa de impermeabilización. El enrastrelado se coloca siguiendo las formas de los pórticos de M.L.E., por lo que quedan separados 100 centímetros a ejes. Al tratarse de una distancia excesiva para la escuadrías de las lamas exteriores vistas, se coloca un rastrel flotante a mitad de la luz.
Cubierta
La piel del edificio consta de una zona horizontal, construida con entramado de madera laminada encolada de Alerce y tablero contrachapado fenólico. La impermeabilización queda vista desde el exterior y se coloca directamente encima del tablero contrachapado.
La evacuación de aguas tanto de la cubierta plana como del elipsoide, se realiza a través de dos canalones de chapa de acero inoxidable, que se adaptan a la forma del muro y del elipsoide. La sección del canalón consta de tres chapas, una es plana, la segunda es cilíndrica y la tercera es elipsoidal. La unión de las tres es mediante soldadura.
Las dos capas de madera de fresno americano guardan entre sí una gruesa capa de aislamiento térmico de lana de roca. Los muros perimetrales de mampostería, en su encuentro con el elipsoide quedan vistos desde el interior. Esta combinación de elementos pretende evitar pérdidas térmicas por la cubierta manteniendo cierta capacidad de acumulación de calor en los muros perimetrales. Como acondicionamiento del edificio se ha diseñado un sistema de calefacción por suelo radiante eléctrico.