España es el octavo país europeo en aprovechamiento de la madera para energía, pese a ser el tercero en superficie forestal
Patricia Gómez Agrela, gerente de la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España (Cose), habló en Genera, la Feria Internacional de Energía y Medioambiente, evento que se ha celebrado en Ifema (Madrid), sobre el papel de la biomasa forestal en el contexto de la transición ecológica. En el transcurso de la ya habitual jornada técnica organizada por la Asociación de Empresas de Energías Renovables (Appa), que este año versaba sobre los ‘Progresos de la Biomasa en España’.
Un recurso desaprovechado
España registra un nivel de aprovechamiento de la biomasa forestal muy inferior al potencial que aguarda en el monte. Somos es el tercer país de Europa en superficie forestal arbolada, por detrás de Suecia y Finlandia, y su masa forestal crece a un ritmo anual del 2,19% (media europea de 0,51%), pero es el octavo en aprovechamiento de la madera (cada año se quedan en el monte del orden de 30 a 40 Mm3/año de madera y biomasa). En países de nuestro entorno con un clima y una conformación del bosque semejante y un sector bioenergético bastante más maduro, como Francia o Italia, los procentajes en el uso de la madera para energía tienen un peso mucho mayor. El consumo de biomasa per cápita en España de 0,103 tep/hab* (en Finlandia es de 1,435 tep/hab).
El recurso es cada vez más abundante, debido al despoblamiento del mundo rural y el abandono de los aprovechamientos y usos tradicionales de los bosques, y porque las extracciones son inferiores al crecimiento anual, lo que conlleva la acumulación de existencias en el monte que no se están valorizando.
El consumo de madera para otros usos, como el aserrío o la fabricación de pasta de papel o tableros, tiene un techo más o menos definido, mientras que el uso energético (mayoritariamente térmico) de la biomasa forestal ha crecido de manera sostenida durante la última década. “El consumo final de la energía bio crece exponencialmente, por su enorme grado de eficiencia. Queda todavía mucha biomasa en el monte, que se queda sin utilizar. Además de desaprovechar un recurso y una oportunidad, esto supone un evidente riesgo de incendio”, observa la gerente de Cose.
En efecto, en los últimos diez años España ha sufrido una media anual de más de 14.000 incendios forestales, que han quemado más de 100.000 has anuales (equivalente a 200.000 campos de fútbol).
Monte: fuente de empleo y materia prima
En este escenario, nuestro país deriva hacia una matorralización y crecimiento de sus masas forestales en superficie (has) y volumen (m3). Tras esta amenaza, existe una oportunidad: Cose propone aumentar el aprovechamiento de la biomasa de los montes, para reducir el riesgo de incendios forestales, contribuir a mitigar el cambio climático y favorecer la bioeconomía rural, así como mejorar la vitalidad de las masas forestales, frente a plagas y enfermedades e impulsar un desarrollo rural. Un megawatio (MW) instalado de energia producida con biomasa supone: 11 empleos directos e indirectos 8.000 MWh (megawatios hora) de energía renovable (el consumo eléctrico de 2.500 hogares) Captura de 6.250 t de CO2 al año.
Según la Asociación Europea de la Biomasa (Aebiom) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la biomasa para uso térmico genera 135 empleos (desarrollo rural) por cada 10.000 consumidores, mientras que gasóleo y gas natural generan tan solo 9 empleos.
El coste del abandono es mayor
Las consecuencias de la ausencia de gestión en el monte son muy graves:
Ambientales: Los bosques que no se cuidan tienden a degradarse y, con ello, sufrimos pérdida de biodiversidad, se agrava el cambio climático y se suceden incendios descontrolados, pérdida de suelo, disminución de la capacidad de fijación de CO2, de regulación del clima y del ciclo hídrico.
Sociales: Desaparición de puestos de trabajo en el ámbito rural, despoblación y desarraigo rural, falta de atractivos para nuevos emprendedores, envejecimiento y escaso relevo generacional, poca evolución empresarial
Económicas: Altos costes económicos en extinción incendios, empobrecimiento de los municipios forestales, pérdida de valor y calidad de la madera, etc.
“Los servicios ecosistémicos que ofrecen los bosques a la sociedad, fundamentales para el bienestar humano, se ven comprometidos”, expresó Patricia Gómez Agrela.
Oportunidades
Las oportunidades que nos ofrece la biomasa forestal no son pocas, tal como enumera Cose:
- Abundancia de materia prima en los montes españoles (5-10 millones de toneladas, según distintas fuentes)
- La biomasa posee un gran potencial de generación de empleo y valor añadido. El sector bioenergético devuelve empleo y mejoras ambientales, desarrollo rural y ayuda a frenar la despoblación.
- Reducción de la factura y dependencia energéticas (6.500 M$ y 1,5 M TEP)
- Precio de la energía calorífica muy competitiva (entre 0,041 y 0,046€/kWh frente a los 0,066€/kWh del propano, 0,059€/kWh del gas natural ó 0,0895€/kWh del gasóleo C).
“Con las medidas adecuadas y la oportuna financiación se podría dar respuesta al gran reto energético, y también al social y ambiental”, considera la portavoz de Cose.
Marco legal
El apoyo tanto de las administraciones como del ejecutivo al desarrollo de la biomasa forestal está muy por debajo de las expectativas. No encontramos un impulso decidido en las diversas políticas y planes promovidos por los sucesivos gobiernos en esta materia. Actualmente, en el marco legislativo actual ni la biomasa ni los bosques como sumideros de CO2 ocupan el lugar que se merecen ni tienen reconocimiento como fuente de bioenergía, como son los casos del Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.
Se desconoce si la denominada Estrategia de Transición Justa apoyará de forma clara y determinante a la biomasa forestal. “En Cose consideramos que debería de haber un equilibrio justo entre todas las fuentes de energía renovables”, apuntó su gerente.
El caso portugués
La Comisión Europea ha autorizado, en función de las normas de la Unión Europea (UE) sobre ayudas estatales, un plan portugués para apoyar las instalaciones de energía procedente de la biomasa ubicadas en zonas próximas a áreas forestales consideradas como “críticas”, debido al riesgo de incendios. El plan tendrá una duración de 15 años y un presupuesto de alrededor de 320 millones de euros, y se financiará a través de un aumento en las tarifas de energía. Las nuevas instalaciones producirán tanto electricidad, como calor y electricidad (cogeneración).
El objetivo de la medida es incentivar a los propietarios forestales a limpiar los bosques en riesgo de incendio, y al aprovechamiento energético de los residuos forestales para producir energía a partir de biomasa. El fin de esta actuación consiste en ayudar a prevenir futuros incendios forestales en Portugal.
Medidas para despertar un motor económico
Según Cose, existen vías para activar y hacer fluir esta actividad y un mercado que, sin lugar a dudas, representaría una alternativa ideal al modelo energético actual. Entre otras medidas, Cose propone atender las siguientes:
-Facilidades en el acceso a los montes. Eliminar los excesivos requisitos que se exigen para la extracción de biomasa del monte (agilización de los procedimientos de resolución de expedientes, permisos y autorizaciones de corta, subastas, licitaciones, aprobación de planes de gestión...) y poder garantizar el suministro frente a la creciente demanda nacional y europea (consumo municipal para calentar instalaciones públicas, granjas y hoteles y consumo doméstico con estufas).
-Plantear la biomasa como un modelo de gestión forestal. No es un residuo, sino un recurso, en ciertos montes el principal.
-Tiene que haber una armonización entre oferta y demanda, acompasando sus crecimientos. Con garantías de suministro y calidad de un producto para una industria transformadora competitiva que valorice la biomasa.
-El precio es uno de los condicionantes principales. El mercado tiene que cubrir los costes de producción y extracción y transporte y, además, generar una rentabilidad suficiente para reinvertir en el monte.
-Ha de haber una convergencia de políticas: Ambiental, forestal y energética; con los mismos objetivos y financiación asegurada (sobre prevención de incendios, mitigación del cambio climático, sumideros de CO2, servicios ecosistémicos, planificación y ordenación de montes, conservación de la naturaleza, uso de energías renovables…). En definitiva, se trata de aumentar la gestión eficiente del territorio.
-Tiene que tener el mismo apoyo legislativo que otras energías renovables. No se puede discriminar a la biomasa.
-Fomentar las agrupaciones e impulsar el cooperativismo de carácter empresarial entre los productores de biomasa.
-Líneas de ayuda a la comercialización de biomasa con fines energéticos.
-Por último, aunque posiblemente lo más importante, sería la mejora de la fiscalidad y los incentivos fiscales. Cose plantea deducciones del 30% de los gastos e inversiones en las fincas con gestión forestal sostenible. De esta forma se incentiva la valorización, bajo criterios de gestión forestal sostenible, de las fincas que hoy están abandonadas o deficientemente explotadas, siendo meros activos patrimoniales. Se incentiva la inversión forestal y la capitalización de los montes. “Lo hemos estudiado y cuantificado -explicaba Patricia Gómez-. La medida generaría unos retornos a la administración pública superiores a la deducción que nosotros pedimos. No es una subvención, sino un estímulo para generar selvicultores activos. Atraería inversión y movería las economías locales, frente al despoblamiento en el mundo rural”.
Selvicultores
Cose aglutina a las asociaciones territoriales de propietarios forestales privados (un 67% de la superficie forestal española es de propiedad privada). Cose estimula y asesora a estos selvicultores para que se asocien y para que lleven a cabo una gestión sostenible y pongan en valor los recursos que hay en sus montes.
Las políticas europeas convergen en la llamada “transición ecológica”. Además de un medio para preservar, sanear y proteger el monte, el aprovechamiento de la biomasa forestal es una fuente de empleo y riqueza, que se quedan en nuestro medio rural.
Una salida económicamente viable de la biomasa forestal que se queda en los montes sin utilizar promueve una economía baja en carbono y contribuye a reducir el riesgo de incendios.
“Los selvicultores nos comprometemos con la certificación forestal para garantizar la sostenibilidad y trazabilidad de la biomasa - Aprovechar de forma sostenible los recursos forestales, actualmente infrautilizados, es la mejor forma de proteger y conservar la naturaleza y el medio ambiente, disminuyendo el uso de materiales de origen fósil. La biomasa, al contrario que otras fuentes de energía, es un recurso que está en nuestras manos. Podemos generarla, es un recurso renovable”, concluyó Patricia Gómez.
* Toneladas Equivalentes en Petróleo por Habitante.