El juego cambia, pero se mantienen los valores
Fernando Moreno, head of hardlines Iberia de Disney Consumer Products, nos invita a esta reflexión sobre el papel de las Princesas en los hábitos de juego.
Para hablar de los hábitos de juego con Princesas tenemos que remontarnos 80 años atrás, cuando las películas comenzaban con el famoso “Érase una vez”. Por entonces, las primeras Princesas llegaron a la gran pantalla para enseñar valores importantes donde la mujer, como protagonista, tenía que enfrentarse a una situación de vida difícil sin importar que hubiera nacido en un palacio. Enseñaban cómo superar las dificultades y enfrentarse a los problemas con responsabilidad, sin perder la esperanza por un final feliz. Algo que nos viene muy bien recordar estos días con esta situación tan anómala. Uno de los cambios más relevantes en las generaciones actuales con respecto a los hábitos del pasado, incluso en comparación con la generación anterior, es que los padres quieren educar a sus hijos alrededor de las emociones. No sólo es importante la felicidad de un hijo, sino que también aprenda a enfrentarse a los retos de la vida.
Nuevas formas de jugar, mismos valores
Si comparamos las costumbres de juego de entonces con los actuales, el abismo es tan grande que parece que haya pasado un milenio. El poder adquisitivo de las familias, los hábitos de consumo, el abanico de productos disponible, la entrada de nuevos actores (licenciatarios), la llegada de nuevos personajes y, por supuesto, el impacto digital. Sin embargo, hay cosas que no cambian y ocupan el mismo lugar de importancia tanto en el pasado como en el presente a pesar de los años: los beneficios físicos y psíquicos del juego, las expectativas de los padres a la hora de elegir juguetes para sus hijos, la demanda de los niños por edades y la transmisión de valores.
De forma general, los principales beneficios de jugar residen en el desarrollo de nuevas habilidades, la activación de la socialización, la exploración de la creatividad y el aprendizaje para resolver conflictos internos. Si clasificamos las ventajas por edades, los niños de entre 3 y 5 años desarrollan en esta etapa su identidad de género mientras que los niños de entre 6 y 12 años utilizan el juego para desarrollar su propia identidad, desafiar los límites, conectar y socializar con otros niños, así como conseguir logros en el proceso de competición. Es cierto que los hábitos de consumo y la forma de jugar en las nuevas generaciones han cambiado, pero los valores persisten y no pasan de moda. Las familias creen en la importancia de transmitirlos y confían en que cobren vida en una muñeca, un libro, un disfraz o una camiseta.
Según un estudio elaborado en 2019 por The Walt Disney Company, los padres esperan de los juguetes unos objetivos de retorno que garanticen el desarrollo y crecimiento de sus hijos por segmentos de edad. Por ejemplo, en edades comprendidas entre los 3 y los 5 años, los padres quieren juegos que fomenten habilidades cognitivas, para los niños de 6 y 8 años, los padres ponen una atención especial en la mejora física del juego, mientras que, para el último segmento, de 9 a 12 años, la finalidad es ganar. Para cada uno de los diferentes segmentos, existe un amplio universo de muñecas, accesorios, y sets que juegan un papel fundamental en el crecimiento de un niñ@ como el nurturing, la auto-expresión, el role play y el story telling.