El juego, la extraescolar más importante

Revelamos algunos de los beneficios con los que cuenta el juego, encargado de estimular en los más pequeños, entre otros aspectos, la creatividad, el aprendizaje, el trabajo en equipo y el desarrollo personal.

“La neurociencia cada vez nos da más luz sobre la importancia del juego en la infancia y su papel es fundamental en el aprendizaje. Jugar es la manera que tienen los niños y niñas de conocerse y conocer el mundo que los rodea, llegar a dominarlo, y lo que es más importante, a amarlo”. De esta manera, la experta Imma Marín, fundadora de Marinva y presidenta de la International Play Association Spain, nos advierte del peso que debería tener el juego y el juguete en la vida de los más pequeños. Sin embargo, las nuevas tendencias que se van observando, en muchas ocasiones, dejan en evidencia cierto desconocimiento en cuanto a la importancia de esta temática, tanto por parte de las familias y del ámbito educativo, como por parte de la industria.

Y es que los cambios en la sociedad han producido nuevas maneras de jugar en los niños y niñas. Tal como cita la experta, debido a la incorporación de la tecnología, junto con la falta de tiempo para jugar con los amigos, se han generado unas dinámicas de juego más solitarias. Mientras, los más pequeños reducen a la misma vez la edad que se le dedica a la actividad: los juegos tradicionales cada vez se abandonan antes. Asimismo, y tras consultar la opinión de los profesionales de la industria, se generaliza también una gran estacionalidad en las ventas del sector, debido a que las familias entienden el juguete como un ‘regalo’ que se acaba adquiriendo en época navideña, sin tener en cuenta los beneficios existentes en este ámbito.

Por este motivo, a continuación revelamos algunos de los beneficios con los que cuenta el juego, el cual resulta ser “la extraescolar más importante” para la fundadora de Marinva.

• El juego como motor de aprendizaje
  Una de las principales cualidades con las que cuenta el hecho de jugar es el desarrollo de la curiosidad que experimentan niños y niñas, un factor que es “inherente al juego”, según nos explica Imma Marín. Nos encontramos, pues, frente a un gran “motor de aprendizaje” que, además, posibilita también el autoconocimiento. Jugar provoca, en este sentido, la experimentación de distintas emociones que hay que aprender a gestionarlas si se quiere continuar jugando. Así, citando a Jerome Bruner, la experta nos recuerda que “un juego más elaborado, más rico y más prolongado posibilita que crezcan seres humanos más completos”.

• Jugar enseña a convivir
  Al jugar, muchas veces se hace inevitable el tener contacto con otros niños y niñas. El trabajo en equipo y la convivencia que se desprenden mediante esta actividad también ayudan a desarrollar cierta competitividad sana, desde una perspectiva de diversión, y que les hace felices. Por ello, se potencia la creatividad y la imaginación, mientras también ayuda a interiorizar las normas que nos rodean.

• El juguete, más allá de un regalo
  Los resultados en ventas de las últimas campañas de Navidad, en muchas ocasiones, ponen en evidencia una concepción del juguete como si éste se tratase tan solo de un “regalo”. Aunque algunos de los profesionales del sector consultados observan que en muchas ocasiones los padres buscan juguetes educativos durante todo el año, lo cierto es que la mayoría opina que la industria del juguete está muy estacionalizada. En este aspecto, Imma Marín expresa, respecto al papel que juegan las familias, que “llegado el momento, las actividades concebidas como útiles pasan por delante del juego”, cuando éste debería ser considerado la extraescolar más importante, ya que el papel del juguete en el crecimiento personal del niño se convierte en algo fundamental.

• Una actividad para toda la vida
  “No existe una edad para jugar”, revela Marín. Desde que se nace, el hombre se ve necesitado del juego. Así, la experta recuerda que “hasta los ancianos jugando a cartas o al dominó son felices”. Un aspecto que, cada vez más, se valora más por parte de la sociedad, al poder experimentar diversión, placer y divertimiento en un espacio de libertad donde cualquier persona se puede permitir el hecho de ser espontánea. El juego, pues, alegra el ánimo y se convierte en sinónimo de “salud física, mental y emocional”, sin importar la edad.