Entrevista a Carmen Andrade, profesora de investigación del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja
23 de diciembre de 2009
¿En qué consiste exactamente el estudio?
A principios de los años noventa, los fabricantes españoles de hormigón me preguntaban qué ensayo reflejaba mejor la durabilidad del hormigón. Yo les contestaba que no había uno solo sino varios. En 1993, comencé a investigar para dar con un único ensayo rápido y sencillo. Este año, en el instituto hemos creado un resistivímetro portátil, un equipo de pequeñas dimensiones capaz de informar en 30 segundos sobre la durabilidad potencial del hormigón.
¿En sólo 30 segundos?
Sí. Hasta ahora se tomaban muestras que se ponían en contacto con disoluciones de cloruros o bien se introducían en cámaras con dióxido de carbono. Tras varios días de investigación en laboratorios especializados, se determinaba su durabilidad midiendo los coeficientes de difusión. El aparato que hemos diseñado no es destructivo, es decir, su usuario no tiene que extraer un testigo o un trozo de hormigón. Además, puede medir las propiedades de este cuantas veces quiera e in situ.
Según afirma Andrade, la instrucción EHE-08 es “un avance con respecto a la anterior y, como todo lo humano, mejorable”. Sobre todo, explica, el Anejo 9, que no es obligatorio y abre la puerta al uso de modelos para la predicción de la durabilidad del hormigón, necesita una modernización, una actualización. “De hecho, me gustaría que esta norma, en su momento, tenga en cuenta nuestro ensayo”.
La durabilidad...
Sí, la durabilidad pero también otras propiedades. El equipo puede ofrecer mucha más información. En el momento en el que se mezcla, en estado fresco, se puede predecir cual será su resistencia mecánica y su durabilidad. El hormigón es como una roca con poros. La resistividad mide la impermeabilidad, la resistencia del hormigón a la entrada de sustancias desde el exterior. Con la resistividad, podemos medir lo que durará el hormigón.
Entonces dice que el equipo puede medir las propiedades del hormigón in situ y en poco tiempo. ¿Qué más aporta este resistivímetro portátil?
Como comentaba, los ensayos que se emplean en la actualidad son muy complejos, con fórmulas con muchos parámetros. Yo buscaba algo que, por decirlo de alguna manera, no mareara al fabricante y al usuario. El aparato es muy sencillo: es como una ecografía, que recopila datos desde la superficie sin necesidad de biopsiar el órgano. Con nuestro equipo, el fabricante se autocontrola y ahorra tiempo y dinero. Él puede introducir el aparato en su propia hormigonera y ver cómo se va endureciendo el hormigón y si este está cumpliendo o no con las especificaciones. Además, el usuario podrá comprobar el producto que le sirven.
¿Qué tecnología emplea este equipo?
En realidad, lo que hace es aplicar la Ley de Ohm, es decir, aplica una corriente y mide la diferencia de potencial. El potencial se divide por la corriente y da la resistencia eléctrica. Con ella, además de medir las propiedades del hormigón, su microestructura y el grado de curado, podemos averiguar si la armadura que está dentro se está corroyendo. En ciencia, decimos que lo más simple es lo más elegante. Siempre me ha gustado buscar cosas sencillas.
¿Pero ya existen modelos de corrosímetro en el mercado?
Sí, el más conocido y empleado en el mundo, fabricado por una compañía estadounidense, se llama Gecor y lo desarrollamos nosotros hace 20 años junto con el Cenim y la empresa Geocisa. Queremos que el actual resistivímetro sirva también de corrosímetro para medir la corrosión de la armadura.
¿Y este equipo estará disponible en el mercado?
Ahora tenemos el prototipo y un primer modelo fabricado por la empresa española de geotecnia Geocisa. La idea es comercializarlo entre los fabricantes de hormigón y los laboratorios de control de calidad, en el ámbito nacional e internacional, a lo largo de 2010.
¿Y qué alcance e impacto cree que tendrá el equipo en el mercado?
Nuestro resistivímetro portátil es sencillo y barato... creo que se convertirá en un aparato de medida habitual dentro del sector de las estructuras de hormigón. Ya lo hemos propuesto para la normativa europea y en Estados Unidos.
El centro, situado en Madrid, divide su actividad en tres disciplinas: una que se ocupa de la arquitectura, centrada principalmente en la eficiencia energética; otra fundamentada en las estructuras, que estudia el comportamiento estructural del hormigón y del acero, y una tercera división que trata sobre los materiales empleados en construcción. El CSIC y la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) están creando un nuevo centro que estudiará la seguridad y durabilidad de estructuras. “Todavía hay mucho camino que recorrer y no sabemos ni dónde ni cuándo se construirá. Sí puedo adelantar que ya está aprobada su constitución y que se ubicará en Madrid”, confirma Andrade.