Un grupo del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea trabaja con moléculas orgánicas para hacer fármacos
El grupo de Organocatálisis Asimétrica (HOCA) del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea del ISQCH (centro mixto entre el CSIC y la Universidad de Zaragoza) trabaja una química “verde”, respetuosa con el medio ambiente, que podría ser utilizada por parte de las empresas farmacéuticas para crear medicamentos sin la necesidad de usar metales gracias a la llamada “organocatálisis asimétrica”, una rama muy novedosa de la química que da nombre al propio equipo de investigación y que se caracteriza por una menor toxicidad y menor contaminación medioambiental ya que no requiere del uso de metales. Estos investigadores han desarrollado un nuevo método para preparar unas moléculas orgánicas pequeñas conocidas con el nombre de escuaramidas de una forma más eficiente, en menor tiempo y generando menos residuos, en comparación con otros métodos empleados tradicionalmente para su obtención. El grupo se ha adentrado en estudiar desde distintos puntos de vista y en profundidad estos productos. Por ejemplo, las usa como organocatalizadores (aceleradores de transformaciones químicas) para sintetizar compuestos con propiedades muy interesantes. Este proyecto se está realizando de forma pionera en Aragón, gracias a este equipo de investigadores y a la concesión de distintos premios y proyectos de investigación, como el otorgado recientemente por la Fundación BBVA (Beca Leonardo a Investigadores y Creadores Culturales 2018).
Raquel Pérez Herrera es la responsable de este grupo del ISQCH y destaca que el empleo de un organocatalizador “podría evitar el problema de tener que eliminar pequeñas cantidades de metales que pudiesen quedar durante la preparación de los fármacos y que podrían resultar tóxicas para el consumo, evitando, además, el tener que almacenar o destruir dichos residuos”. “Estudiamos las propiedades biológicas tanto de los propios catalizadores orgánicos empleados en los procesos catalíticos que desarrollamos, así como la de los productos finales que obtenemos en dichos procesos. Y hemos encontrado que estos organocatalizadores presentan actividades biológicas muy interesantes tanto como anticancerígenos, como fármacos empleados para el tratamiento de la enfermedad de Chagas o de la incontinencia urinaria”.
En estos procesos catalíticos, los investigadores obtienen productos muy interesantes que después también son evaluados para ver su actividad anticancerígena frente a distintas líneas celulares de cáncer. Todo con el fin de poder evitar los procesos más agresivos que actualmente se utilizan en los tratamientos contra esta enfermedad. Para ello, explica Pérez Herrera, “las moléculas orgánicas que usamos las hacemos luminiscentes para ver hasta dónde son capaces de penetrar en las células cancerígenas. Esta técnica permite conocer mejor el mecanismo de acción de las moléculas activas sobre las células enfermas. Además, desarrollar un fármaco luminiscente nos permitiría seguirlo dentro del organismo”. Gracias a esta técnica, se conseguirán fármacos que reduzcan los efectos secundarios y que sean más selectivos, es decir, que ataquen sólo a las células cancerígenas.