Nuevo avance para la acuicultura: un medicamento para peces hecho a base de marisco
Cuando la investigadora María del Mar Collado González, bióloga de la Universidad de Murcia (UMU), supo que el moco que recubre los peces podía ser la clave para una nueva técnica medicinal, pensó que había dado con el modelo perfecto. Por ello, junto a otros investigadores, han desarrollado un fármaco específico para peces de acuicultura hecho a base de marisco.
Hasta ahora, cuando los peces enferman en las granjas, tienen que ser manipulados para ser tratados, provocándoles un estrés que puede llegar a acabar con la vida del animal. Partiendo de esa base, la investigadora ha creado un fármaco para peces aprovechando una sustancia denominada quitiosano. Este derivado se obtiene de los caparazones de crustáceos como el camarón, la langosta y el cangrejo, por lo que se abre una vía de aprovechamiento para estos residuos resultantes de la industria del marisco procesado.
Es un material biodegradable no tóxico, que actualmente se encuentra en auge debido a las propiedades biológicas y químicas que presenta. Esta sustancia interacciona con la mucosa o moco que recubre los peces (la mucina) y permite llevar el fármaco, en forma de cápsulas microscópicas, al organismo del pez sin tener que manipularlo. Estas cápsulas, llamadas nanocápsulas, son un millón de veces más pequeñas que la cabeza de un alfiler. Gracias a que son tan pequeñas pueden entrar en el interior de las células y llevar el fármaco.

El proyecto, llamado ‘Síntesis y caracterización de sistemas de liberación basados en quitosano y estudio de efectos inmunomoduladores en peces de acuicultura’, está adscrito al programa de Jóvenes Líderes en Investigación y se inició en enero de 2023 por un grupo de investigadores de la Universidad de Murcia, financiados por la Fundación Séneca.
Sin embargo, Collado ya había arrancado en esta línea un proyecto mucho antes, en su propia tesis doctoral, presentada en noviembre de 2017. También, durante su época posdoctoral, presentó una propuesta para una beca Marie Curie, que logró ser financiada. “Entendí que ese camino era interesante porque son de las becas más prestigiosas a nivel europeo”, asegura la investigadora.
En primer lugar, se planteó la idea de suministrar el fármaco a los peces a través del propio pienso. Pero esta técnica resulta menos efectiva de lo que parece, ya que no garantiza que todos los peces hayan recibido el compuesto, o si ha habido ejemplares que pueden haber comido más de la cuenta.
Por ello, se puso en marcha el estudio de un segundo método que consiste en la elaboración de una mezcla que contienen las nanocápsulas hechas con quitosano. Para su aplicación, se vierte el fluido en la jaula y, con una serie de herramientas, se mueve al conjunto de peces hacia el lugar donde se ha depositado el líquido con el fármaco. Gracias a la acción del quitosano, las nanocápsulas se adhieren a la capa mucosa que cubre a los peces y de ahí pasan al organismo del animal, donde liberan el fármaco de manera paulatina, para conseguir el efecto deseado sobre la salud del pez.

Algunas de las especies con las que han trabajado.
Según un informe elaborado en 2023 por Apromar, más del 80% de la lubina, dorada, mejillón y atún rojo consumidos proceden de granjas de peces. Pese a esta cifra, la acuicultura debe hacer frente a retos importantes. Éste nuevo método pretende dotar a dicha industria de herramientas más avanzadas. Se trata de una alternativa sostenible para la producción de pescado, con la que se busca ofrecer productos de calidad y seguros.
Esto supone, según los investigadores, una gran ventaja, porque contribuye a una reducción de su nivel de estrés, un factor que afecta incluso a la calidad de su carne. “Sería el momento perfecto para hacer estudios no invasivos”, afirma Collado. La investigadora cuenta que, aunque no es una técnica realmente fácil, presenta notables ventajas en el tratamiento de las especies marinas: “No es como con una rata, cuya superficie mucosa está reducida en el interior”. Los peces, al contrario, tienen superficies internas y externas, lo que facilita poder hacer interacciones de una forma más sencilla.

Un horizonte incierto
El proyecto concluirá a finales de este año, cuando se presentarán resultados y se buscará la manera de llevarlo al mercado, aunque falta mucho por desarrollar: “La idea es buena, pero aún falta para poder implantarla en condiciones óptimas”.
Por otro lado, con este proyecto se va a profundizar en el conocimiento que se tiene sobre la interacción entre el quitosano y la mucina. “Actualmente se sabe que ambos polímeros interaccionan, pero el mecanismo por el cual lo hacen no es conocido. Por lo que este proyecto permitirá identificar las características del quitosano que resultan en una mayor interacción con la mucina”, dice Collado, que remite a otro proyecto basado en el uso del quitosano sobre especies de acuicultura, específicamente sobre las doradas.
La idea era estudiar los distintos efectos que los diferentes quitosanos tienen sobre la dorada. “Los resultados parecen prometedoresm pero todavía es temprano. Estamos en vías de poder preparar y presentar la publicación”, puntualiza la investigadora de la UMU.

Explica también que, antes de llegar al pez, suelen actuar sobre cultivos celulares como alternativa, para cumplir con las leyes de bienestar animal e intentar reducir el tratamiento con los peces al máximo posible. “Al menos sí que nos planteamos hacer cultivos celulares”, explica Collado, refiriéndose al proyecto sobre quitosanos en las doradas, “de momento es muy difícil decir nada porque, como siempre, hay muchos proyectos que se presentan a las candidaturas, proyectos muy buenos. Por eso siempre, al final, es complicado. Pero lo seguiremos intentando”, comenta la investigadora, refiriéndose al proyecto sobre las doradas.
Collado también llevará a cabo, junto con el grupo de la profesora Sara Lindén en la Universidad de Gotemburgo, otra investigación siguiendo la línea de las mucinas y el quitosano. Será una estancia de tres meses durante la cual “la idea es estudiar qué tipo de modificación se hace en las mucinas por la presencia de quitosano”.
Todos estos estudios muestran la versatilidad de una sustancia que, genuinamente extraída de la cáscara de los crustáceos, permitirá grandes avances para la industria de la acuicultura y su sostenibilidad.