La evolución de las ‘Superilles’ de Barcelona a través de la iluminación
El recorrido escogido para este animado paseo fueron los entornos de la ‘Superilla’ de Sant Antoni, empezando fuera de esta en la calle Calàbria y la Avinguda Mistral, y adentrándonos en ella por la calle Tamarit hasta llegar al Mercado. A continuación, el recorrido siguió por la calle Borrell, entrando en los Jardines de Cándida Perez y terminó en el cruce con la calle Parlament.
A lo largo del paseo se analizaron distintos tipos de luminarias urbanas en función de su forma o de su fuente de luz (sodio de alta presión, LED más antiguo, LED más moderno…). Se analizaron también los distintos tipos de cartelerías luminosas de comercios, destacando la de un restaurante mexicano que estaba realizada con neones tradicionales de distintos colores, e incluso se compararon distintas entradas a aparcamientos.
Entre otras cosas, se concluyó que una correcta iluminación nocturna favorece el aumento de la vitalidad económica de los barrios, animando a los usuarios a disfrutar de los comercios y de las distintas ofertas culturales, tras la puesta del sol. Asimismo, la iluminación urbana ayuda a mejorar la salud tanto física como mental, ya que extiende las horas en las que poder salir a caminar o hacer ejercicio y favorece los encuentros sociales. Finalmente, un nivel de iluminación adecuado incrementa la sensación de seguridad y confianza.
Respecto a este último aspecto, se quiso hacer hincapié en que un mayor nivel de iluminación no comporta una mayor sensación de seguridad. Para ilustrar esta reflexión, se utilizó una imagen de un camino en medio de un parque urbano, potentemente iluminado, pero totalmente solitario. Se presentó también un estudio realizado en conjunto por el Laboratorio XYX de la Universidad de Monash, la ONG Plan International y el colectivo Arup sobre la percepción de seguridad urbana en mujeres jóvenes. Esto llevó a reflexionar sobre los distintos matices a tener en cuenta a la hora de diseñar iluminación urbana: más que iluminación potente, lo importante es la iluminación constante, sin grandes contrastes ni deslumbramientos. También es muy favorable la iluminación a distintas capas o en distintas escalas como, por ejemplo, la combinación entre puntos de luz altos con iluminación baja que provenga del mobiliario urbano.
Llevando todas estas reflexiones al campo concreto, me gustaría centrarme en las ‘Superilles’ de Barcelona y en la evolución que la iluminación urbana ha ido experimentando en estas. En septiembre del 2016 se creó la ‘Superilla’ del Poblenou en el perímetro formado por las calles Badajoz, Pallars, Llacuna y Tànger, a caballo entre los barrios del Poblenou y del Parc i la Llacuna del Poblenou. Esta sirvió como prueba piloto para las que llegarían a continuación. Menos de un año después llegó la ‘Superilla’ de Sant Antoni y ya en 2023 han aparecido los Ejes verdes de Consell de Cent y Girona.
No sería justo comparar estas tres actuaciones urbanas desde el mismo punto de vista. En el caso de la primera, nos encontramos en un barrio con un pasado industrial que, con el tiempo, ha ido variando a uso intensivo de oficinas y, por tanto, con escasa vivienda y, sobre todo, sin apenas comercio.
En el segundo caso, en cambio, nos encontramos alrededor de un mercado, con altísima densidad comercial y de restauración, y con mucha vivienda; y el tercero abarca una extensión lineal que atraviesa distintas zonas. No obstante, algo que sí que está presente en todas es la iluminación.
Hace algunos años, en esta misma sección, se analizó la iluminación de la ‘Superilla’ de Sant Antoni. Se criticó el hecho de que, pese a la peatonalización de determinados espacios y la creación de nuevas plazas y puntos de encuentro, se mantuviese la misma iluminación urbana de antes de la transformación, basada en altos postes que proporcionaban luz blanca y potente a las zonas de calzada y luz más cálida sobre las aceras.
El caso es que estas calzadas y aceras ya no existen ni se usan de la misma manera y, sin embargo, pasan los años y la iluminación sigue siendo la misma. Absolutamente todos los asistentes de la jornada Urban Walk, al encontrarnos en el cruce de las calles Borrell y Parlament, donde se creó una plaza peatonal con bancos, mesas, vegetación y áreas de juegos, pudimos comprobar cómo la iluminación que provenía de los altos postes situados en los chaflanes, resultaba totalmente molesta, blanca, potente y deslumbrante; es decir, inadecuada. La explicación es sencilla: este espacio antes era un cruce de dos calles con varios carriles de coches que pasaban rápido sin parar, pero en el momento en que su uso cambia al de un espacio donde permanecer y hacer vida, la iluminación debería haber sido consecuente, y pasar a ser más cálida y de una escala más humana.
Afortunadamente, en el proyecto de los nuevos Ejes Verdes, sí se ha tenido en cuenta, por fin, la iluminación. Las primeras infografías de recreación de los nuevos espacios ya mostraban unos nuevos postes de iluminación mucho más bajos y situados acorde con las nuevas circulaciones, mobiliario y zonas de vegetación, y, efectivamente, durante las obras pudimos ver cómo se eliminaban las altas farolas modelo ‘Y’ (las mismas que deslumbran en Sant Antoni) y se situaban las nuevas en otros puntos más lógicos.
El resultado es que la diferencia entre la apariencia nocturna de las ‘Superilles’ y los Ejes Verdes es abismal, siendo estos últimos mucho más cómodos, en aspectos lumínicos, para el usuario. ¡Algo estamos haciendo bien!