¿Y la electrónica?
Una correcta iluminación interior requiere de un asesoriamiento profesional, para cumplir con éxito las expectativas lumínicas. Proyecto: Tres OR Studio.
Y es precisamente esta última la que a veces nos provoca quebraderos a los profesionales que, de alguna manera, trabajamos con iluminación, ya seamos lighting designers, arquitectos, interioristas o similares.
Tal como comentábamos en ediciones anteriores, las fuentes de luz LED llevan detrás una electrónica que convierte la corriente alterna en continua y a un voltaje y amperaje adecuados. Es gracias a esta electrónica que funcionan, así que debemos conocerla, cuidarla y no caer en la improvisación.
A continuación, expondremos los principales contratiempos relacionados con la electrónica a los que cualquier profesional se habrá visto expuesto en algún momento de la carrera, con el objetivo de que se tengan en cuenta y calen en el día a día.
1. Dimensiones y ubicación
Como sabemos, la electrónica se traduce materialmente en el ‘driver’ que toda fuente de luz o luminaria con tecnología LED lleva integrado. Ya comentamos que cuanto mayor sea este, por lo general, mejores prestaciones tendrán, ya que dispondrá de una mayor superficie para disipar el calor, sus componentes estarán más separados entre sí, podrá alimentar a luminarias de mayor potencia y podrá incorporar más funcionalidades relacionadas con el control, de las que luego hablaremos.
Lo que sucede es que, a veces esas, dimensiones pueden llegar a suponer un problema, ya que a la hora de diseñar un proyecto de iluminación no se ha contado con un espacio para albergar estos aparatos. Un ejemplo muy ilustrativo pueden ser las tiras LED que muy frecuentemente se utilizan para iluminar cabeceros, estanterías, encimeras, hornacinas, foseados, cortineros… A medida que aumentan los metros de tira, van creciendo las dimensiones de su fuente de alimentación o driver. Eso significa que éstas, muy probablemente, no cabrán en una caja de empalmes común y que se tendrá que diseñar algún punto de ubicación.
Si esto no se tiene en cuenta y se cae en la improvisación, terminará sucediendo lo que muchos hemos visto: barras de bar preciosas con una tira LED que perfila, perfectamente, las copas de cristal… y una enorme fuente de alimentación disimulada detrás del cargador del datafono; o una preciosa vivienda muy bien decorada con una estantería con tira LED perfectamente integrada y disimulada en unos huecos que el carpintero ha realizado a tal efecto, pero… dos grandes fuentes que quedan a la vista y hay que esconder tras un retrato o adorno.
2. Accesibilidad
Imaginemos esa preciosa estantería a medida de la que acabamos de hablar. Imaginemos que finalmente, con el objetivo de esconder las fuentes de alimentación, se ha optado por meterlas dentro del propio mueble de madera, en una zona opaca. Imaginemos un precioso foseado que baña de luz cálida una preciosa cortina, resaltando su color y textura. Imaginemos una fuente de alimentación enorme que, para que no entorpezca visualmente esta escena, se ha ocultado dentro del falso techo perfectamente pintado… ¿Y cuando sea necesario reponer la fuente, qué?
No tener en cuenta que las fuentes de alimentación pueden terminar fallando con el paso de los años es un error desgraciadamente común, que en las peores situaciones puede llegar a suponer la perforación de un bonito mueble o de un perfectamente liso cielo raso, para poder acceder a la electrónica. A partir de ahora, no olvidemos este concepto: ‘caja registrable’.
LED adaptada al mobiliario, para crear iluminación ambiental. Proyecto: Tres OR Studio.
3. Diversidad de lenguajes
Otro aspecto que a los que no somos totalmente expertos nos crea algo de confusión es el de los lenguajes y protocolos. Una de las ventajas que nos trajo el LED, respecto a las fuentes de iluminación tradicionales, es la de la versatilidad en cuanto a regulaciones de intensidad, posibilidad de variación de la temperatura de color, creación de colores y otros aspectos más relacionados a la iluminación de espectáculos como los efectos estroboscópicos, las agrupaciones de luminarias, la creación de infinitas secuencias… Pero detrás de todo este abanico de posibilidades está, de nuevo, la electrónica y cuantas más prestaciones le exijamos, mayor será su complejidad.
En ese sentido, existen distintos tipos de regulación de las fuentes de luz que conocemos como protocolos o lenguajes. En iluminación arquitectónica uno de los más utilizados es el sistema DALI, que entre otras cosas permite que las luminarias LED, además de regular su intensidad, puedan ser agrupadas y controladas remotamente para crear lo que denominamos ‘escenas de luz’. Esto se consigue mediante la programación; cada luminaria es identificada con un número y es agrupada con otras.
A continuación, se pueden definir niveles de intensidad de los grupos y crear unas escenas, acorde con las distintas necesidades, que pueda tener un espacio en función de sus usos. La selección de las distintas escenas se hará mediante unos paneles de control; estos también permitirán controlar manualmente las luminarias por separado. Además del sistema DALI, últimamente se está extendiendo el uso del sistema Casambi, con características funcionales parecidas al DALI, pero controlado de forma inalámbrica a través de Bluetooth, en vez de usar un cable de transmisión de datos, como hacía el DALI. En iluminación de espectáculos algunos de los lenguajes utilizados como el DMX, destinado a crear efectos, secuencias, movimientos…
Si queremos hacer uso de estas prestaciones, pues, debemos tener en cuenta que, además de fuentes de luz y ‘drivers’ se sumarán los sistemas de control. Eso se traduce en más espacio para componentes y también en mayores conocimientos.
Lo importante de este aspecto, y a la vez fuente de posibles dudas o conflictos, es conocer bien las compatibilidades entre electrónica, sistemas de control y luminarias, para que entre ellos se entiendan y puedan funcionar correctamente.
La conclusión es la misma que la de otros artículos de esta sección: el mercado es cada vez más amplio y conviene dejarse asesorar por los expertos en la materia.