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El cambio climático y el aumento del comercio internacional de plantas cultivadas y ornamentales han inducido la aparición, introducción y establecimiento de algunas plagas del mango en nuestro país

Recomendaciones para el manejo sostenible de la cochinilla blanca del mango en el sur de España

Modesto del Pino, Claudia Bienvenido, Eva Wong, Esther M. Calderón, Carmen Rodríguez, Juan Ramón Boyero, José Miguel Vela

Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA). Centro de Málaga. Laboratorio de Entomología Agrícola

21/09/2020

La cochinilla blanca, Aulacaspis tubercularis Newstead (Hemiptera: Diaspididae), es actualmente una de las plagas principales del cultivo del mango en el sur de España, ocasionando importantes pérdidas económicas debido al daño estético que provoca en el fruto. Estudios desarrollados para la implementación de estrategias de control integrado indican la presencia de varias especies de enemigos naturales que ejercen un importante control natural de la plaga. Sin embargo, la incidencia y estacionalidad de estos agentes hacen que el control biológico no sea suficiente para mantener las poblaciones de A. tubercularis por debajo de los umbrales económicos de daño, siendo necesarias otras medidas de control complementarias.

Introducción

En los últimos años el cultivo del mango (Mangifera indica L.) ha experimentado un gran desarrollo en la costa mediterránea andaluza (Málaga y Granada) convirtiéndose, tras el aguacate, en el cultivo subtropical más importante en nuestro país, con una superficie regular aproximada de unas 4.700 ha y una producción anual que ronda las 40.600 toneladas (MAPA, 2020). Este incremento se debe principalmente a la alta demanda de esta fruta por los consumidores europeos gracias a su delicioso sabor y elevado valor nutritivo. Nuestra ubicación geográfica permite, además, acceder a los principales mercados europeos (Portugal, Francia y Alemania) en pocas horas con un producto de alta calidad y con un grado de maduración óptimo (Hermoso et al., 2018).

La problemática fitosanitaria asociada al cultivo del mango es bastante amplia ocurriendo en él distintas plagas favorecidas por las especiales condiciones climáticas que se dan en las regiones productoras (Peña et al., 1998). El cambio climático y el aumento del comercio internacional de plantas cultivadas y ornamentales han inducido la aparición, introducción y establecimiento de algunas de estas plagas en nuestro país (Pellizzari y Porcelli, 2014). Entre ellas, destaca la cochinilla blanca del mango Aulacaspis tubercularis Newstead (Hemiptera: Diaspididae) debido a que causa importantes daños estéticos en el fruto que deprecian su valor comercial, principalmente en variedades tardías cultivadas en ecológico (Boyero et al., 2017). La cochinilla blanca es considerada una de las plagas más importantes del mango a nivel mundial (del Pino et al., 2020). Es una especie cosmopolita de origen asiático que se distribuye actualmente por regiones de clima tropical y subtropical de África, América, Asia y Oceanía. En Europa está presente en Italia, Portugal y España. En nuestro país fue citada por primera vez en Canarias en 1997 (Arteaga et al., 2003) y posteriormente en plantaciones de mango de la costa mediterránea andaluza en 2010, afectando de forma importante la sostenibilidad de este cultivo y constituyendo una seria preocupación para el sector productivo (Boyero et al., 2017). Aunque afecta principalmente al mango, se trata de un insecto polífago que ha sido descrito en más de 40 especies vegetales pertenecientes a 18 familias botánicas, destacando como hospedantes secundarios aguacate, calabaza, cítricos, coco, guayaba, laurel, lichi o pitósporo (Miler y Davidson, 2005).

Imagen

La alta incidencia de A. tubercularis en los últimos años y las dificultades para su control han motivado el desarrollo de numerosos estudios sobre esta plaga por parte del equipo del Laboratorio de Entomología Agrícola del IFAPA de Málaga. En este trabajo se presentan algunos resultados preliminares y recomendaciones para su manejo sostenible en el sur de España.

Descripción y biología

A. tubercularis presenta un claro dimorfismo sexual desde fase muy temprana. La hembra adulta es más grande que el macho; su cuerpo es ovalado, levemente convexo y arrugado, posee una cubierta cérea redondeada (escudo) de color blanco semitransparente (Fotografía 1a), debajo de la cual vive el ejemplar junto a sus huevos (Fotografía 1b). La hembra suele ser de color rojizo y mide de 1,5 a 2 mm cuando está grávida. El escudo del macho es más pequeño, blanco, alargado y de forma rectangular, con los lados casi paralelos y con tres carenas o costillas longitudinales prominentes (Fotografía 1c). Los machos adultos, de poco más de 1 mm, presentan alas y pueden volar (Fotografía 1d).

Fotografía 1. Estados de desarrollo de A...
Fotografía 1. Estados de desarrollo de A. tubercularis: a) hembra adulta con escudo, b) huevos y hembra adulta sin escudo, c) colonia de machos alrededor de la hembra madre, d) macho adulto alado.

La biología y ecología de esta especie es poco conocida. Las ninfas I o caminadoras son rojizas oscuras y brillantes. Tras la eclosión de los huevos, las ninfas I se desplazan a las zonas de alimentación durante las primeras 24 h. Las hembras de esta misma fase se establecen al azar en el haz y, en menor proporción, el envés de las hojas, así como en la superficie de los frutos, mientras que los machos se agrupan formando colonias de entre 10 y 80 individuos alrededor de las hembras. El ciclo biológico de la cochinilla blanca se muestra en la Figura 1. La hembra completa su desarrollo (huevo-adulto) entre 28 y 36 días y el macho entre 23 y 28 días. La ratio de sexos está claramente sesgada en favor de los machos, siendo de hasta 20 colonias de machos por cada hembra. La duración de cada generación es de aproximadamente, 52 días. Cada hembra deposita bajo su escudo entre 80 y 200 huevos, dependiendo de las condiciones ambientales. Las larvas constituyen la forma dispersiva al ser capaces de desplazarse, bien caminando, habitualmente solo unos centímetros, bien arrastradas por el viento a mayor distancia.

Figura 1. Ciclo biológico de la cochinilla blanca del mango
Figura 1. Ciclo biológico de la cochinilla blanca del mango.

Dinámica poblacional de la plaga en el sur de España

Para un manejo adecuado de A. tubercularis es fundamental conocer su dinámica poblacional, así como el número de generaciones anuales y los periodos del año en los que los estados inmaduros de la plaga son más abundantes y susceptibles a la aplicación de productos fitosanitarios o a la acción de sus enemigos naturales (Labuschagne et al., 1995). En este sentido, muestreos quincenales realizados en cultivos comerciales de mango situados en la zona de La Axarquía malagueña entre 2013 y 2015 indican que la cochinilla blanca completa entre 3 y 4 generaciones al año, cada una de ellas con la presencia simultánea de los distintos estados de desarrollo (huevo, ninfas, hembras jóvenes y hembras grávidas), así como su correspondiente periodo de vuelo de machos (Vela et al., 2015). La densidad de la plaga comienza a aumentar en la primavera, alcanzando su primer pico poblacional significativo entre mediados de abril y finales de mayo, coincidiendo con los períodos de floración y cuajado de los frutos. Sin embargo, los niveles más altos de población se suelen encontrar entre mediados de agosto y principios de octubre, debido a que esta plaga prefiere temperaturas altas y humedades relativas bajas para su desarrollo (del Pino et al., 2020). Por tanto, el desarrollo óptimo de la plaga coincide con la maduración y recolección de los frutos, etapas de mayor susceptibilidad para el cultivo. Así mismo, la cochinilla blanca prefiere desarrollarse en el haz de las hojas, aunque también puede encontrase con menor frecuencia en el envés. El proceso de infestación de los frutos suele comenzar a mediados de verano, con el inicio de la segunda generación de ninfas, siendo éste probablemente el periodo más crítico para el cultivo.

Daños e importancia económica

Como la mayoría de los diaspinos, los daños que provoca A. tubercularis en mango son principalmente estéticos y se deben a la succión de savia elaborada (floema) por parte de las hembras y de los estados inmaduros cuando se alimentan sobre hojas, ramas y frutos (del Pino et al., 2020). Ataques graves pueden producir una disminución de la capacidad fotosintética, floración deficiente, seca de ramas jóvenes e incluso la muerte del árbol en casos extremos. En hojas, ocasiona manchas cloróticas y muerte de las zonas afectadas (Fotografía 2a), llegando a producir defoliaciones en ataques intensos. En frutos, aunque no causa daños en la pulpa, produce manchas rosadas alrededor de las zonas atacadas, pudiendo alterar la maduración y depreciando su calidad y valor comercial (Fotografía 2b). Durante los meses de invierno es común encontrar numerosas hembras refugiadas sobre la madera (Fotografía 2c). En algunas ocasiones estos daños pueden llegar a suponer una pérdida de hasta el 30% de la cosecha si no se controla la plaga a tiempo, principalmente en aquellas variedades tardías cultivadas en ecológico (Babege et al. 2017), lo cual pone de manifiesto su importancia económica.

Fotografía 2. Daños producidos por A. tubercularis en mango: a) en hoja, b) en fruto y c) en madera
Fotografía 2. Daños producidos por A. tubercularis en mango: a) en hoja, b) en fruto y c) en madera.

Muestreo y umbrales económicos

Aún no se ha establecido un sistema de muestreo para esta plaga en nuestra zona de cultivo. Sin embargo, se recomienda realizar inspecciones quincenales de hojas y ramas para verificar la presencia de hembras y de colonias vivas de machos. Para ello, se muestrearán al azar un total de 10 árboles/ha y 4 ramas/árbol orientadas a cada punto cardinal, seleccionando 2 hojas por rama pertenecientes al penúltimo brote vegetativo. Los niveles de daño tolerados para la comercialización de la fruta dependen en gran medida de los criterios establecidos por las empresas comercializadoras y varían según el destino final (consumo en fresco, elaboración de zumos, conserva, etc.), las campañas de cultivo, la producción anual y especialmente las condiciones del mercado. Generalmente, para consumo en fresco se han establecido parámetros de calidad que consideran que frutos con más de 5 manchas no son óptimos para su comercialización.

Manejo sostenible de la plaga

Actualmente, el control de esta plaga se basa en la aplicación de un reducido número de productos fitosanitarios autorizados que muestran una eficacia muy limitada. Considerando la normativa vigente del Uso Sostenible de Productos Fitosanitarios, es prioritario el empleo de métodos de control alternativos que contribuyan al mantenimiento de la sostenibilidad de este cultivo y que sean compatibles con la salud del consumidor y el medio ambiente.

Métodos culturales

La cochinilla blanca se desarrolla principalmente en las zonas más sombreadas del árbol, ocupando preferentemente las zonas bajas y el interior de la copa. Por ello, se recomienda realizar podas fitosanitarias para mantener los árboles bien aireados y reducir así las poblaciones de la plaga (López-Guillén et al., 2018). Las podas se realizarán después de la cosecha, favoreciendo la penetración de la luz y de los tratamientos fitosanitarios en la copa del árbol. Además, se deben eliminar y destruir las ramas afectadas para evitar la propagación de esta plaga.

Otro aspecto a considerar es la susceptibilidad de las diferentes variedades de mango a la plaga. Generalmente, los frutos de las variedades de maduración tardía (Osteen, Kent, Ataulfo, Keitt, Sensation) son más sensibles a la cochinilla blanca que los de las más tempranas (Tommy Atkins, Irwin, Maya), ya que aquellos permanecen más tiempo en el árbol a disposición de ser colonizado por la plaga.

Control biológico natural

Un componente fundamental para el manejo sostenible de A. tubercularis y de otras cochinillas del mango es la conservación de sus enemigos naturales. En este sentido, prospecciones realizadas durante los últimos años en diferentes localizaciones del sur peninsular han permitido conocer cuáles son los principales insectos auxiliares que condicionan el control natural de esta plaga del mango (Vela et al., 2015) (Cuadro 1). Entre los depredadores destaca Cybocephalus nipponicus Endrody-Yöunga (Fotografía 3), un coleóptero cibocefálido nativo del sureste asiático especializado en consumir diversas especies de cochinillas (Song et al., 2012), y que desempeña un importante papel en el control de las poblaciones de A. tubercularis en otros países productores de mango (del Pino et al., 2020). En nuestras latitudes, C. nipponicus se ha introducido de forma accidental junto a la plaga y está presente durante todo el año, siendo sus poblaciones más abundantes a principios de septiembre, cuando mayor es la incidencia de cochinilla en el cultivo. También se han identificado distintas especies de depredadores generalistas como los coccinélidos Stethorus pusillus (Herbst) y Scymnus sp., el neuróptero Chrysoperla carnea (Stephens), larvas de dípteros cecidómidos, así como ácaros fitoseidos depredando diferentes estadios de la plaga (Boyero et al., 2017). Respecto a los parasitoides, únicamente se ha constatado la presencia del himenóptero Encarsia citrina (Crawford) (Fotografía 4) parasitando los primeros estadios ninfales de A. tubercularis, con porcentajes de parasitismo que superan el 40% en ciertas épocas del año (del Pino et al., 2020).

Cuadro 1. Relación de enemigos naturales asociados a Aulacaspis tubercularis en cultivos de mango del sur de España
Cuadro 1. Relación de enemigos naturales asociados a Aulacaspis tubercularis en cultivos de mango del sur de España.
Fotografía 3. Adulto de Cybocephalus nipponicus
Fotografía 3. Adulto de Cybocephalus nipponicus.
Fotografía 4. Adulto de Encarsia citrina
Fotografía 4. Adulto de Encarsia citrina.

Sin embargo, la incidencia y estacionalidad de estos enemigos naturales en el litoral andaluz es insuficiente para mantener las poblaciones de la cochinilla blanca por debajo de los umbrales económicos de daño, siendo necesario adoptar medidas adicionales de control. Por ello, para favorecer la abundancia y diversidad de esta fauna auxiliar es importante el empleo y mantenimiento de infraestructuras ecológicas (cubiertas vegetales, bandas floridas y setos) asociadas al cultivo que suministren recursos alimenticios (néctar, polen y presas alternativas) y zonas de refugio cuando las condiciones ambientales del cultivo no son las adecuadas (Fotografía 5), todo ello acompañado de la utilización de productos fitosanitarios de baja toxicidad (del Pino et al., 2020).

Fotografía 5. Cultivo de mango con cubierta vegetal
Fotografía 5. Cultivo de mango con cubierta vegetal.

Control químico

A pesar de la importancia de los enemigos naturales, a menudo es necesaria la aplicación de productos fitosanitarios, sobre todo cuando los árboles están muy infestados por la plaga y la fruta se destina a exportación. Sin embargo, el número de materias activas autorizadas en el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios para el control de cochinillas en mango es muy limitado, siendo el aceite parafínico 83% p/v la única sustancia permitida. Así mismo, la utilización incorrecta de este aceite mineral puede provocar floraciones reducidas o manchas en frutos, por lo que se recomienda realizar las aplicaciones a principios de primavera, después de la floración y antes de que las cochinillas emigren al fruto.

En este sentido, ensayos realizados en cultivos comerciales de mango han permitido evaluar la eficacia de diferentes materias activas autorizadas en Agricultura Ecológica (Reglamento de Ejecución (UE) 2016/673 de la Comisión de 29 de abril de 2016) para el control sostenible de A. tubercularis, y que se caracterizan por un menor impacto sobre la fauna auxiliar y una baja inducción de resistencias. Los resultados mostraron a los 14 días después del tratamiento que el aceite de parafina 1,25% fue el insecticida más eficaz (90,87%), seguido de la tierra de diatomeas (77,18%), la azadiractina (69,32%) y el aceite de parafina 0,75% (46,24%) (Bienvenido et al., 2017).

Agradecimientos

Las investigaciones que han dado lugar a los resultados mostrados en este trabajo han sido financiadas por los proyectos AVA.AVA201301.13, TRA.TRA201600.8 y AVA.AVA2019.038, cofinanciados en un 80% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) 2014-20 y en un 20% por la Junta de Andalucía.

Referencias bibliográficas

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