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Especies infrautilizadas como la quinoa, el amaranto, la chía, la moringa, el trigo sarraceno, el mijo, el teff, el cáñamo y las trufas del desierto

Cultivos emergentes en el mediterráneo: una estrategia para afrontar el cambio climático. Red NutriCrop

Coordinadora: María Reguera Blázquez (maria.reguera@uam.es)

Nieves Aparicio Gutiérrez (apagutni@itacyl.es)

Red NutriCrop

04/10/2024

El clima mediterráneo, caracterizado por inviernos suaves y veranos calurosos y secos, se ve cada vez más afectado por las consecuencias del cambio climático, como el aumento de la sequía, ligada a la disminución de las precipitaciones, las olas de calor más intensas y frecuentes, y la mayor propagación de plagas y enfermedades. Estas condiciones están teniendo un impacto negativo directo en la productividad agrícola, urgiendo a adoptar nuevas estrategias para garantizar la sostenibilidad de la agricultura en la región.

Cultivo de chía

Cultivo de chía.

Introducción

La diversificación agrícola es una estrategia clave para mejorar la sostenibilidad y la seguridad alimentaria en la región mediterránea, especialmente para hacer frente a los desafíos del cambio climático. Varios cultivos emergentes se están mostrando con potencial para cumplir este objetivo. Estos cultivos, que incluyen especies infrautilizadas como la quinoa, el amaranto, la chía, la moringa, el trigo sarraceno, el mijo, el teff, el cáñamo y las trufas del desierto, se caracterizan, además, por tener alto valor nutritivo y mostrar resiliencia frente a condiciones adversas. En los últimos años se ha visto incrementado el interés en investigar la capacidad de adaptación de estos cultivos al sistema agroalimentario en un contexto de cambio climático, contribuyendo a una mayor sostenibilidad, mejorando la biodiversidad agrícola y promoviendo la seguridad alimentaria.

Además, el cultivo de estas especies ofrece numerosos beneficios nutricionales que pueden ayudar a combatir la malnutrición y promover dietas más equilibradas y saludables. Su inclusión puede reducir la dependencia de un número limitado de cultivos tradicionales y ofrecer alternativas económicamente viables para los agricultores, quienes pueden beneficiarse de nuevas fuentes de ingresos, especialmente en contextos en los que las condiciones ambientales son cada vez más adversas. En este sentido, la diversificación de los cultivos puede no solo aumentar la resiliencia de los sistemas agrícolas, sino también mitigar los riesgos financieros derivados de las fluctuaciones de mercado y las inclemencias meteorológicas.

Por todo ello, es importante conocer alguno de los factores clave que se deben considerar antes de introducirlos en los sistemas agrícolas consolidados, como la adaptación al suelo, el clima, la demanda del mercado y la capacidad de los agricultores para implementar técnicas nuevas. Asimismo, debemos ser conscientes de los desafíos que implica su adopción a gran escala, así como la importancia de un enfoque integral que incluya la mejora de infraestructuras y cadenas de suministro. Con estos esfuerzos, la agricultura mediterránea puede avanzar hacia sistemas más sostenibles y preparados para hacer frente a las incertidumbres del futuro.

Cultivo de quinoa
Cultivo de quinoa.

Contexto

La seguridad alimentaria es uno de los grandes desafíos del siglo XXI, y la agricultura juega un papel clave en su logro, especialmente en un contexto de crecimiento demográfico global. Sin embargo, los sistemas agrícolas actuales se basan en pocos cultivos que, aunque eficientes en términos de producción, limitan la diversidad y la resiliencia de los sistemas agroalimentarios. El monocultivo, que es la práctica predominante en muchas partes del mundo, aumenta la vulnerabilidad de los cultivos a plagas, enfermedades y variabilidad climática, además de empobrecer la diversidad en la dieta humana, que es crucial para garantizar una nutrición adecuada.

En la actualidad, dos tercios de los alimentos que consumimos provienen de tan solo tres cereales: trigo, arroz y maíz. Este reducido número de cultivos básicos, que representan el 60% de la ingesta calórica mundial, no proporciona todos los nutrientes esenciales para una dieta equilibrada. Es por ello que la diversificación agrícola no solo es una cuestión de sostenibilidad ambiental, sino también de salud pública. Introducir nuevos cultivos que ofrezcan un perfil nutricional más completo, y que sean más resilientes ante las condiciones ambientales adversas, es esencial para combatir la malnutrición y mejorar la seguridad alimentaria, especialmente en regiones como la cuenca mediterránea, donde el cambio climático ya está teniendo efectos visibles en la producción agrícola.

El clima mediterráneo, caracterizado por inviernos suaves y veranos calurosos y secos, se ve cada vez más afectado por las consecuencias del cambio climático, como el aumento de la sequía ligada a la disminución de las precipitaciones, las olas de calor más intensas y frecuentes, y la mayor propagación de plagas y enfermedades. Estas condiciones están teniendo un impacto negativo directo en la productividad agrícola, urgiendo a adoptar nuevas estrategias para garantizar la sostenibilidad de la agricultura en la región.

Integrantes de la Red NutriCrop
Integrantes de la Red NutriCrop.

En este contexto, los cultivos emergentes, en particular los conocidos como especies infrautilizadas u olvidadas, (cuyo acrónimo en inglés es NUSs de Neglected and Underutilized Species), ofrecen una alternativa prometedora para aumentar la resiliencia del sistema agrícola mediterráneo. Estos cultivos presentan una gran diversidad genética y características agronómicas que les permiten adaptarse mejor a condiciones extremas, como suelos pobres en nutrientes, suelos salinos o climas áridos, lo que los hace especialmente atractivos. Sin embargo, la integración de estas especies en los sistemas agrícolas tradicionales requerirá, también, un cambio de las prácticas agrícolas, priorizando técnicas más sostenibles.

Es en este ámbito, mediante el estudio de la adaptación y verificación del valor nutricional de varios NUSs (incluida la quinoa (Chenopodium quinoa Willd.), el amaranto (que incluye varias especies del género Amaranthus spp.), la chía (Salvia hispanica L.), la moringa (Moringa oleifera Lam.), el trigo sarraceno (Fagopyrum esculentum Moench y Fagopyrum tataricum (L.) Gaertn.), el mijo (en cuyo grupo se incluyen varios géneros y especies como el sorgo o Sorghum bicolor, el mijo común o Panicum miliaceum L. o el mijo menor o Setaria italica L., entre otros), el teff (Eragrostis tef (Zucc.) Trotter), el cáñamo (Cannabis sativa L.) o las trufas del desierto (incluida Terfezia claveryi Chatin)), los integrantes de la Red NutriCrop intentan arrojar luz sobre su papel de estos cultivos en los sistemas agrícolas mediterráneos.

Cultivo de mijo
Cultivo de mijo.

Importancia y beneficios de los cultivos emergentes

Entre los aspectos del creciente interés por los NUSs cabe destacar la gran capacidad de adaptación a diferentes ambientes y la tolerancia a distintos estreses abióticos (Tabla 1). Entre los diferentes cultivos, destacan aquellos que no solo poseen un alto valor nutricional, sino que también son capaces de prosperar en condiciones de estrés ambiental. Por ejemplo, la quinoa es un pseudocereal que ha ganado popularidad gracias a su capacidad de tolerar condiciones de sequía y suelos salinos, lo que la hace especialmente apta para ser cultivada en regiones afectadas por la desertificación. De manera similar, cultivos como el amaranto, el mijo, y el teff tienen bajas demandas hídricas y pueden crecer en suelos poco fértiles, lo que reduce la presión sobre los recursos naturales y permite una producción agrícola más sostenible en áreas vulnerables. Todos ellos promueven la protección del suelo, alineándose con los objetivos de la política de la UE (PAC 2023-27), que apunta a una reducción del 20 % en el uso de fertilizantes para 2030, y ayudan a preservar y mejorar la salud del suelo.
Tabla 1. Lista de cultivos NUS con potencial de cultivo en ambientes mediterráneos

Tabla 1. Lista de cultivos NUS con potencial de cultivo en ambientes mediterráneos.

A parte de sus ventajas agronómicas, los NUSs se caracterizan por sus excepcionales cualidades nutricionales (Tabla 2). La quinoa, el amaranto y el trigo sarraceno son fuentes ricas en proteínas, con un perfil bien equilibrado de aminoácidos esenciales. Además, contienen altos niveles de fibra dietética, ácidos grasos esenciales y minerales importantes para la salud, como el magnesio y el hierro. Por su parte, el cáñamo ofrece un perfil nutricional muy completo, siendo una excelente fuente de proteínas de alta calidad y ácidos grasos omega-3 y omega-6 en proporciones ideales.

El teff, además de ser un cereal sin gluten, destaca por sus altos niveles de fibra, carbohidratos complejos y minerales. La chía también es muy rica en omega-3, carbohidratos, fibra dietética, vitaminas y minerales, principalmente calcio. La moringa, que se cultiva principalmente por sus hojas comestibles, contiene cantidades significativas de proteínas, calcio y vitaminas, y es especialmente baja en grasas, lo que la convierte en una opción nutricionalmente rica y saludable.

Por otro lado, las trufas del desierto, aunque menos conocidas, también presentan un potencial significativo en términos nutricionales, con un contenido moderado de proteínas y un bajo nivel calórico, lo que las hace una opción atractiva para dietas saludables. Todos estos cultivos comparten una ventaja adicional: al no contener gluten, son una excelente opción para personas con intolerancias alimentarias.

Tabla 2. Composición nutricional de NUS seleccionados con potencial de cultivo en zonas mediterráneas
Tabla 2. Composición nutricional de NUS seleccionados con potencial de cultivo en zonas mediterráneas.

Desafíos y limitaciones

A pesar de las múltiples ventajas de los cultivos emergentes, su adopción a gran escala enfrenta varios desafíos. Uno de los principales es la falta de variedades adaptadas a las condiciones mediterráneas. En el caso de la quinoa, por ejemplo, muchas de las variedades comerciales han sido desarrolladas para crecer en las condiciones específicas de los Andes, lo que limita su capacidad para adaptarse a otras latitudes y climas. Además, algunos de estos cultivos son sensibles al fotoperiodo y las temperaturas extremas, lo que dificulta su producción en ciertas regiones mediterráneas. Además de los aspectos fenológicos, hay que considerar su susceptibilidad a las plagas y enfermedades presentes en estas regiones.

Otro desafío significativo es la falta de infraestructuras adecuadas para el procesamiento y la comercialización de estos cultivos. Muchos de los sistemas de procesamiento de alimentos están diseñados para los cultivos tradicionales, lo que implica que la introducción de nuevas especies requiere la adaptación de las infraestructuras existentes, así como la inversión en nuevas tecnologías para su procesamiento y conservación. La comercialización también enfrenta obstáculos, ya que los mercados para estos cultivos emergentes no están tan desarrollados como para los productos agrícolas convencionales.

Finalmente, es crucial superar la resistencia de los agricultores a adoptar estos nuevos cultivos. El riesgo percibido de cambiar a cultivos menos conocidos, unido a la falta de acceso a información sobre las técnicas de cultivo y los beneficios económicos potenciales, puede desalentar a muchos agricultores de probar cultivos emergentes. Es necesario desarrollar programas de capacitación y apoyo financiero que ayuden a los agricultores a realizar esta transición de manera efectiva y segura.

Con todo, para posibilitar la implantación de estos cultivos en nuestro sistema agroalimentario, es fundamental invertir en investigación y desarrollo para mejorar su adaptabilidad y garantizar su viabilidad económica a largo plazo. Asimismo, es crucial fomentar el apoyo gubernamental a través de políticas públicas que incentiven a los agricultores a diversificar su producción y adopten prácticas agrícolas más sostenibles. Solo así se podrá garantizar que estos cultivos cumplan su potencial y contribuyan a la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en el contexto del cambio climático.

Cultivos NUSs considerados en la Red NutriCrop

Cultivos NUSs considerados en la Red NutriCrop.

Conclusión

Los cultivos emergentes representan una estrategia prometedora para enfrentarnos a los desafíos del cambio climático en la agricultura mediterránea, no solo por su capacidad de adaptarse a condiciones adversas, sino también por su alto valor nutricional y su potencial para diversificar las fuentes de ingresos agrícolas. Sin embargo, su integración en los sistemas agrícolas tradicionales requerirá esfuerzos coordinados entre gobiernos, agricultores, investigadores y la propia industria agroalimentaria para superar las barreras técnicas, económicas y sociales. Con un enfoque integral, estos cultivos pueden jugar un papel clave en la promoción de sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes, contribuyendo a la seguridad alimentaria en la región mediterránea y más allá.

NutriCrop, Red española de cultivos emergentes para la diversificación de los sistemas agronómico y alimentario.

La red NutriCrop ha sido constituida con el apoyo del Programa Redes temáticas 2022 en el marco del Plan Estatal de Investigación Científica, Técnica y de Innovación 2021-2023, cuya finalidad es la creación de redes de investigación para promover la complementariedad de capacidades y optimizar los recursos de investigación existentes, con objeto de generar sinergias.

Esta red está integrada por 14 grupos de investigación cuyas líneas de trabajo son complementarias e interdisciplinares, trabajando en los cultivos NUSs arriba mencionados, e incluyen expertos en distintos ámbitos científicos relacionados con i) la agronomía incluyendo la mejora genética, la fisiología vegetal o la biotecnología (CICYTEX (Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura); ITACYL (Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León); IAS-CSIC (Instituto de Agricultura Sostenible); CEBAS-CSIC (Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura); la UM (Universidad de Murcia) y la UAM (Universidad Autónoma de Madrid); ii) la ciencia y tecnología de los alimentos, incluyendo la puesta en valor nutricional y funcional de los cultivos, así como la revalorización de los mismos mediante la elaboración de nuevos productos funcionales y saludables, y estudios postcosecha (CICYTEX-INTAEX (Instituto Tecnológico Agroalimentario de Extremadura); IATA-CSIC (Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos, Valencia); UVa, (Universidad de Valladolid), Ig (Instituto de la Grasa-CSIC); CIAL (Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación); y iii) la inmunonutrición y su implicación en alimentación humana y salud (IMDEA Alimentación; IBiS (Instituto de Biomedicina de Sevilla- Universidad de Sevilla). Además, la Red NutriCrop cuenta con el apoyo de distintas empresas del sector agroalimentario, tanto a nivel nacional como europeo, demostrando la relevancia de este esfuerzo colaborativo.

Referencias

Artículo basado en el artículo científico:

Matías, J.; Rodríguez, M.J.; Carrillo-Vico, A.; Casals, J.; Fondevilla, S.; Haros, C.M.; Pedroche, J.; Aparicio, N.; Fernández-García, N.; Aguiló-Aguayo, I.; et al. From ‘Farm to Fork’: Exploring the Potential of Nutrient-Rich and Stress-Resilient Emergent Crops for Sustainable and Healthy Food in the Mediterranean Region in the Face of Climate Change Challenges. Plants 2024, 13, 1914.

https://doi.org/10.3390/plants13141914

Agradecimientos

Los integrantes de la Red NutriCrop (@NutriCropSpain) agradecen el apoyo financiero recibido de la Agencia Estatal de Investigación-Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN, España) (RED2022-134382-T).

Es crucial superar la resistencia de los agricultores a adoptar estos nuevos cultivos, por lo que es necesario desarrollar programas de capacitación y apoyo financiero que ayuden a los agricultores a realizar esta transición de manera efectiva y segura

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