Un calentamiento de más de 2 °C haría inviables el 90% de las zonas vinícolas de España
Así lo pone de manifiesto un estudio publicado en la revista Reviews Earth & Environment, que señala que el aumento de las temperaturas experimentado hasta la fecha ya ha desplazado la maduración de la uva a la época más cálida del verano.
“En la mayoría de las regiones vitivinícolas del mundo, la vendimia se ha adelantado entre dos y tres semanas en los últimos años, y esto está cambiando el rendimiento de la uva, su composición en la vendimia y la calidad final del vino”, subrayan.
Los investigadores, de universidades francesas e italianas, segmentan cada continente y sus zonas vitivinícolas en grandes regiones definidas por condiciones climáticas específicas, y en cada uno de ellas se fijan en las consecuencias de los cambios de temperatura, precipitación, humedad, radiación y CO2 en la producción de vino.
Perdedores y ganadores
Sus conclusiones ponen de manifiesto un riesgo sustancial de no adaptación a los impactos del cambio climático de entre un 49 y el 70% en las regiones vitivinícolas actualmente existentes, que varía en función del grado de calentamiento que llegue a alcanzar el planeta (actualmente rozamos un aumento de 1,5 grados de media respecto a la era preindustrial).
El impacto será mayor en las regiones que ya tienen un clima cálido y seco, como es el caso del 90% de las regiones vinícolas costeras y de tierras bajas de España, Italia, Grecia y el sur de California.
Al contrario, entre el 11 y el 25% de las regiones vinícolas existentes podrían experimentar un aumento de la producción con el aumento de las temperaturas, como es el caso del Norte de Francia, Tasmania (Australia) o el estado de Washington, en la costa oeste de EE UU.
Al mismo tiempo, podrían surgir nuevas zonas aptas en latitudes más elevadas, como el sur del Reino Unido, aunque los investigadores inciden en que el grado de estos cambios en la idoneidad dependerá del nivel de aumento de la temperatura.
Estrategias de adaptación
Los autores inciden en que el aumento global de la temperatura traerá consigo nuevas plagas y enfermedades para la vid, y una creciente oleada de fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, lluvias torrenciales y, posiblemente, granizo.
Ante ello proponen estrategias de adaptación que van desde el manejo del viñedo hasta el empleo de determinadas especies de levadura, durante la fermentación del mosto, que pueden ayudar a paliar los bajos niveles de acidez y a reducir en cierta medida el grado alcohólico cada vez más elevado de los vinos.
“Los productores actuales pueden adaptarse a un cierto nivel de calentamiento cambiando el material vegetal por otras variedades e injertos más resistentes a las sequías, recurriendo a riego suplementario, cuando existan recursos de agua dulce que lo permitan, o usando técnicas de cultivo que retrasen la madurez de la uva”, apuntan.
Pero los investigadores advierten de que estas medidas no servirán para que la vid siga siendo económicamente viable en todas las zonas donde lo es ahora, y destacan que la mejor manera de que esto no ocurra es mitigar el cambio climático y evitar un aumento de la temperatura global superior al actual.
“Hay que buscar otras variedades que se adapten mejor a las nuevas condiciones climáticas y, si no las encontramos entre las que ya existen, desarrollar programas de mejora genética”, señala Adrián Martínez Cutillas, exdirector del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (Imida), en una reacción recogida en la plataforma Science Media Centre España.