Actualizaciones del protocolo del cultivo de la colza
Servicio Agronómico y de Cultivos de ACOR
17/10/2023Tras casi dos décadas de estudio del cultivo y con cerca de quince años desde su reintroducción en la rotación de las distintas parcelas de Castilla y León, siempre es importante actualizar y revisar ciertas cuestiones para obtener unos buenos rendimientos, a pesar de la gran experiencia que han ido adquiriendo los agricultores en el manejo del cultivo de colza. Esto no se refiere a cambios sustanciales sino a puntualidades para intentar mejorar el resultado final. Estas sugerencias se establecen, entre otros motivos, por causas meteorológicas, administrativas, rotacionales… A continuación, se exponen algunas que adquieren mayor importancia.
Laboreo
Con la llegada de la nueva PAC, aumenta el hándicap a la hora de preparar las parcelas cuando nos hemos planteado sembrar colza y/o sobre todo introducirla por primera vez en nuestra alternativa.
Hasta la fecha se venía recomendando llevar una labor superficial nada más terminar de cosechar el cultivo precedente (normalmente cereal) para no estar toda la época veraniega sin moverse la tierra, que acarrease mayor apelmazamiento y quedarnos a la espera de precipitaciones próximas a la siembra.
En la actualidad deberemos esperar al 1 de septiembre para poder llevar a cabo las primeras actuaciones de preparación (*). En el caso de parcelas de regadío la desventaja es menor, pues podremos llevar a cabo un riego para facilitar esta acción. A pesar de que supone un mayor coste inicial éste se verá buenamente compensado.
(*) Existe una flexibilidad derivada de la situación de sequía y publicada en el Real Decreto-ley 4/2023, de 11 de mayo. La Junta de Castilla y León ha desarrollado una serie de excepciones y entre ellas dice lo siguiente: “… En este contexto parece necesario, en términos de sostenibilidad, permitir la realización de labores rápidas de poca profundidad que permitan la incorporación al horizonte superficial del suelo tanto de los cultivos que no serán objeto de cosecha como de la vegetación adventicia acumulada en las superficies de cultivos herbáceos de invierno que se hayan destinado a forraje. De esta forma esta actuación tendrá la consideración de labores preparatorias de la siembra.
Del mismo modo, toda aquella superficie cultivada mediante técnicas de producción ecológica, cuyo único método de lucha contra la vegetación adventicia es la realización de labores mecánicas, podrán realizar estas labores de poca profundidad pues son fundamentales para la preparación del terreno de la próxima siembra; de otra forma la productividad de estas superficies durante la siguiente campaña se vería seriamente afectada.
En todo caso, se deberá respetar toda normativa sectorial en materia de pastos y rastrojeras vigente en cada uno de los municipios y/o entidades locales".
Fertilización
En el manejo de abonado no se han producido cambios sustanciales. Se siguen confirmando las experiencias realizadas en años anteriores en cuanto a la recomendación, en la medida de lo posible, de repartir el abonado de cobertera en dos aplicaciones, principalmente en regadío. De tal manera que conseguiremos una salida más efectiva de la parada invernal, disminuyendo la típica decoloración del cultivo provocada por la disminución de nitrógeno disponible en el suelo (tono morado-rojizo de las hojas), y además nos aportará una mayor seguridad ante inviernos lluviosos que obliguen a retrasar la aplicación de toda la cobertera a finales de febrero o principios de marzo.
En cuanto a la cantidad, recordamos a continuación una orientación o referencia:
- Abonado de fondo: 8-15-15 con azufre ó 15-15-15 con azufre. La dosis recomendada entre los 250-300 kg/ha en secano y los 400-450 kg/ha en regadío.
- Abonado de cobertera: sulfato amónico 21% o nitrosulfato 26% a 250-350 kg/ha para un secano y 400-500 kg/ha en el caso de un regadío.
- Se recomienda incluir en la fertilización microelementos, sobre todo boro y molibdeno (B y Mb).
Importante y a tener muy en cuenta si nos encontramos en zona vulnerable, debiéndose cumplir normas recogidas en la ORDEN MAV/398/2022, de 29 de abril aprobada por la Consejería de Media Ambiente, Vivienda y Ordenación del territorio de la Junta de Castilla y León, en el que se establece el programa de actuación para dichas zonas.
Entre otras disposiciones, se establece los aportes máximos aplicables a suelos agrícolas en función del cultivo (ANEXO III), siendo ésta una referencia interesante y provechosa.
En la tabla 1 observamos las unidades establecidas para la colza.
Aunque se añade un epígrafe que establece lo siguiente: “(*) Cuando se esperen cosechas superiores a las medias indicadas, se podrán incrementar las cantidades de abonado proporcionalmente a lo esperado. Del mismo modo, si la cosecha esperada fuera menor, se deberá ajustar la dosis proporcionalmente a lo esperado”.
Control de malas hierbas
Debemos primar siempre el uso de prácticas sostenibles para la eliminación de las malas hierbas evitando costes muy elevados. Deberíamos tener, en la medida de lo posible, identificadas las especies que pueden aparecer en nuestras parcelas para poder planificar el mejor programa de control, en tiempo y forma. Sirva de ejemplo un aumento en la dosis de semilla de siembra en combinación con el uso, en el momento adecuado, de los herbicidas para lograr controlar la mayoría de la maleza.
Otra opción muy utilizada, sobre todo en secano, es realizar la siembra con sembradora monograno de precisión pues permite poder eliminar malas hierbas de forma mecánica mediante el uso de un cultivador interlinea (aricador), siendo una buena alternativa a las aplicaciones químicas.
En la tabla 2, se muestran aquellas materias activas más utilizadas que se encuentran actualmente en el mercado principalmente para el control de malas hierbas.
La climatología, estado de las malas hierbas… son algunos de los factores que repercuten en el éxito del control químico.
Plagas y enfermedades
Ceuthorrynchus napi GYLL (gorgojo del tallo) y Brevicoryne Brassicae (pulgón de la col) siguen siendo hoy en día las plagas de mayor incidencia en este cultivo. Las mayores incidencias y daños suelen estar ligados a primaveras secas.
Para la primera de las situaciones, adquiere gran importancia tener unos buenos desarrollos vegetativos de otoño consiguiendo disminuir los desperfectos ocasionados por el gorgojo. Además, minimizaremos el número de daños si realizamos, en caso necesario y en el momento preciso, tratamiento químico autorizado contra esta plaga.
Para tener conocimiento de la actividad de esta plaga, así como una buena actuación en tiempo y forma la cooperativa ACOR, a través de su Servicio Agronómico y de Cultivos, continúa haciendo controles con trampas en distintas comarcas de Castilla y León durante los meses de febrero, marzo y abril. Si el tratamiento se produce simultáneo en el tiempo por los agricultores de una comarca, se multiplica su efectividad. Aun así, lo más favorable sería realizar un correcto seguimiento por parte de cada agricultor, ya que ni todos los años ni en todas las parcelas la incidencia es la misma.
Hasta hace 5 años, la enfermedad más destacada era Phoma (Phoma lingam), debiendo tener especial cuidado su posible aparición en función del desarrollo de la colza y la climatología (otoños e inviernos suaves y húmedos). La utilización de variedades con buena tolerancia está reduciendo un aumento de la incidencia.
En cambio, adquiere mayor importancia en estos últimos años, otras enfermedades como la Alternaria (Alternaria Brassicae y Alternaria Brassicicola), que normalmente aparece después de un periodo lluvioso y cálido, coincidiendo con la fase final del cultivo, que es cuando mayor peligro supone pues si afecta a las silicuas se puede producir un mal llenado. La identificamos por manchas negras circulares sobre hojas (incluso observaremos un contorno amarillo, ver imagen 1), tallos y silicuas (imagen 2).
En cuanto a su control se deben elegir variedades con buena tolerancia, realizar rotaciones lo más largas posibles, enterrar restos de cultivos y eliminar crucíferas que puedan servir de huésped. Existen, además, eficaces controles químicos en caso necesario (azoxistrobin, difenoconazol, metconazol, protioconazol, tebuconazol…).
Riegos
El cultivo de colza tiene necesidades hídricas similares a las de un cereal. Como norma general, el calendario de riegos en primavera abarca desde mediados de abril a finales de mayo o primera semana de junio, con una dosificación media semanal de 15-20 l/m2 en función del tipo de terreno y la climatología.
Este último aspecto marca mucho, y cada vez más, el inicio de la temporada de riegos; pues el adelanto de esta aplicación, en caso necesario por coincidir con épocas de sequía, va a conllevar un mayor éxito en el rendimiento final. Por tanto, adquiere mayor importancia el momento en que suministremos el primer riego tras la parada invernal.
También, es muy recomendable poder llevar a cabo riegos de nascencia, con los que poder adelantar la implantación del cultivo, y siendo ésta lo más homogénea posible. Se conseguirán buenos desarrollos vegetativos antes del invierno y lo percibiremos en el resultado final, aun no teniendo posibilidad de riego en primavera porque nuestra instalación no lo permite.
Un último apunte y no por ello menos significativo. Si bien el agricultor cada vez es más consciente de la importancia de la rotación de sus parcelas, queremos seguir insistiendo en nuestra primera premisa a la hora de decidirse por la siembra de este cultivo: tener presente y/o conocimiento de los herbicidas utilizados en el cultivo precedente, pues todos los años se presentan casos de fitotoxicidad en colza debido a residuos de herbicidas empleados, contra hoja ancha. En los casos más graves las plántulas se mueren durante el desarrollo inicial sobre todo si además coinciden con heladas, aunque estas sean ligeras. En los casos más leves queda planta suficiente pero el cultivo lleva un retraso que le impide llegar al máximo rendimiento que se podía esperar. Lógicamente este antecedente debemos tenerlo en cuenta para cualquier cultivo.