¿Cómo será el campo en 2030?
John Deere define las cinco grandes tendencias del sector agroalimentario que le permiten concluir que en 2030 el campo será más digital, más sostenible y más resistente al cambio climático.
John Deere se apoya en su visión como compañía tecnológica y en la experiencia como impulsora de la transformación del sector a través de la innovación para identificar las cinco tendencias que marcarán la evolución del campo español durante esta década.
Rentabilidad, productividad y sostenibilidad son conceptos clave en la agricultura de está década.
Datos conectados, mejores decisiones.
La agricultura de precisión y la industria 4.0 crecerán y se estandarizarán en los procesos productivos del sector. La tecnología permitirá medirlo todo a través de sensores interconectados, que emitirán información en tiempo real y desde cualquier parte.
Esto permitirá optimizar constantemente los procesos, ahorrar en materias primas, mejorar la rentabilidad de la producción o reducir el impacto medioambiental. Por ejemplo, la posibilidad de dar a cada planta un tratamiento específico o hacer uso de productos fitosanitarios en su justa medida, permitirán desarrollar nuevos productos más ecológicos, de mayor calidad y más sostenibles.
En la ganadería, la monitorización del ganado se traduce en enormes posibilidades de adaptar su alimentación de acuerdo con sus características o su estado de salud. Estos avances serán necesarios para racionalizar el uso de antibióticos, que se postula como uno de los desafíos más inmediatos ante el peligroso avance de bacterias resistentes.
Inteligencia artificial y maquinaria autónoma
En pocos años tendremos máquinas trabajando en el campo sin operario en cabina. Desde John Deere tienen claro que los niños verán los tractores autónomos con la misma naturalidad con la que hoy percibimos los tractores con motor. Los libros de historia incorporarán este hito al nivel del de la máquina de vapor o los motores de combustión interna.
Las máquinas tomarán decisiones con algoritmos de aprendizaje para mejorar su rendimiento, evitar obstáculos, detenerse si identifican cualquier riesgo de accidente, o avisar al propietario al momento, que podrá dar órdenes en remoto y a través de un dispositivo móvil. Va mucho más allá de la autonomía de guiado. Los equipos combinados de trabajo tomarán decisiones agronómicas de manera autónoma en tiempo real.
De hecho, la tecnología autónoma ya existe. A comienzos de este año pudimos ver el primer tractor autónomo en el CES, la mayor feria tecnológica del mundo. En cuanto el reglamento europeo permita la circulación de vehículos no tripulados, empezaremos a verlos también en nuestros campos. Llegará un día en que la cabina desaparezca del tractor y convivan máquinas más pequeñas en los cultivos trabajando al mismo tiempo, impulsadas por energías renovables y haciendo distintas labores: podas, riegos, siembras, cosechas...
Más talento, más diverso y más digital
La evolución de las expectativas sociales en países desarrollados provoca que muchos empleos del campo dejen de ser atractivos para las nuevas generaciones. Muchos puestos hoy son temporales, de escasa cualificación y modesta retribución.
La tecnología resolverá uno de los grandes problemas del sector: la falta de mano de obra. Este es un proceso que ya hemos vivido antes, como sucedió con la mecanización de la recogida del algodón o el cereal. La irrupción de tecnología seguirá mejorando la calidad de vida, reducirá accidentes laborales, y generará riqueza en las regiones donde se produce, tanto en modelos intensivos como extensivos.
El factor humano se centrará en aquello que proporciona valor y seguirá siendo definitivo en la toma de decisiones. Como consecuencia, al frente de los negocios agropecuarios habrá cada vez más talento digital. Esto permitirá al entorno rural a una nueva generación de jóvenes y mujeres, reequilibrando poco a poco un sector que por hoy todavía está envejecido y es mayoritariamente masculino. Veremos cada vez más agricultores y ganaderos técnicos, más formados en tecnología y con un profundo conocimiento del negocio y sus variables.
Profesionalización de la producción
Según datos del INE, el 95% de las empresas del sector agroalimentario español son pymes, de las cuales el 80% tiene menos de 10 trabajadores. Viviremos cambios en los tamaños de estas explotaciones, que tenderán a concentrarse y agruparse para poder dotarse de recursos, conocimiento, dimensión y tecnología.
Necesitarán ser más grandes y flexibles para ganar sinergias, ser más eficientes y competir con éxito en un sector lleno de oportunidades pero que no dejará de ser muy competitivo. Estos modelos estarán sometidos a regulaciones muy exigentes en materia medioambiental, en las que de nuevo necesitarán tecnología como clave de competitividad, supervivencia y eficiencia.
Aflorarán nuevos modelos de financiación y colaboración público-privada que permitan a los productores incorporar innovación. Los seguros también se harán aún más imprescindibles, con nuevos modelos más vinculados a la explotación, con el fin de proteger a agricultores y ganaderos ante catástrofes climáticas que serán cada vez más frecuentes.
Biotecnología y tecnología de los alimentos
La libertad en la elección de la alimentación ha llegado para quedarse, por lo que el consumidor seguirá exigiendo productos de calidad, variados, saludables... y baratos.
La biotecnología permitirá revitalizar regiones con condiciones extremas muy poco aptas para la producción y en general deprimidas económicamente. El desarrollo de resistencias a situaciones como el estrés hídrico o la salinidad puede representar oportunidades de crecimiento en zonas del planeta hoy muy castigadas.
También generará oportunidades en el incremento de la calidad de los alimentos, en su valor nutricional, así como en modelos de producción más sostenible que sustituyen el tratamiento por resistencias congénitas.
La intervención sobre la evolución de las especies es algo que se viene haciendo desde hace decenios y que se acelerará con la generalización de nuevas herramientas de edición genética como CRISPR.