La restricción total de riego por la sequía amenazaría a las plantaciones de almendros
Redacción
11/01/2022En España, la sequía entre 1991 y 1995 provocó restricciones en la asignación de agua para los cultivos y cortes de suministros.
¿Qué hubiese pasado en ese momento con las plantaciones de almendro intensivas y en regadío que, desde hace más de una década, están implementándose en España?
En este contexto, un equipo formado por Elías Fereres y Álvaro López, investigadores de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (UCO), junto con los investigadores David Moldero, Luca Testi y Francisco Orgaz, del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC (IAS-CSIC), e Ignacio Jesús Lorite, del Instituto Agrario de Andalucía (IFAPA), han evaluado los efectos fisiológicos y productivos de la privación de agua en una sola temporada de una plantación de almendro cultivada en regadío.
Ensayo
La plantación experimental contaba con un marco de 7 x 6 m y árboles de la variedad ‘Guara’ (usada muy comúnmente) establecidos en el año 2009 en el IFAPA - Alameda del Obispo. En ella se compararon 3 tratamientos de riego diferentes en 2017: riego completo para satisfacer la máxima evapotranspiración del cultivo (a modo de control, ya que es el riego que se había aplicado en toda la plantación en los años previos), riego deficitario aplicando el 25% del riego máximo que necesitaría la plantación y supresión completa del regadío durante toda la estación. En los dos años posteriores, todos los tratamientos se regaron como el control. Los impactos de los déficits de agua impuestos en 2017 se evaluaron tanto en esa campaña como en las de 2018 y 2019.
“Durante el año 2017 el estado hídrico de los árboles, tanto en riego deficitario como en secano, empeoró muy rápidamente, acompañado de defoliación parcial o total, respectivamente, pero hubo cosecha: en ambos tratamientos se recogieron 1.400 kg por hectárea frente a los 2.200 kg por hectárea que dieron los árboles bajo riego control”, explica el investigador Álvaro López. “Esto se explica porque el acusado estrés hídrico resultó en una drástica reducción en el peso unitario de las almendras”, concluye.
Resultado excepcional
La problemática vino después, al comprobarse que el tratamiento en el que se suprimió totalmente el riego en 2017 resultó en una mortalidad del 92% de los árboles. Además, en el único árbol superviviente hubo un “efecto arrastre” que hizo que “su producción fuera despreciable en 2018 y cercana al 50% del control en 2019, pese a que desde 2018 se restableciese el riego máximo” señala López. En la plantación con riego deficitario al 25% no hubo diferencias significativas con el tratamiento control en las campañas de 2018 y 2019.
“Se trata de un resultado excepcional porque nos muestra el peligro que corren las nuevas plantaciones de almendro en regadío frente a recortes severos en las dotaciones de riego”, recalca el investigador David Moldero. Los resultados de este trabajo sugieren que, tanto las conferencias hidrográficas como la comunidad agrícola deberían establecer planes de contingencia que eviten la pérdida de plantaciones, que implicaría un impacto económico devastador para los agricultores.
Los investigadores recuerdan también que puede ser mucho más conveniente tener garantía de suministro en años de sequía, que luchar por tener una mayor dotación media. Considerando conjuntamente este estudio y el que determina que la producción de almendra se mantiene estable a pesar del riego deficitario (trabajo también publicado por este grupo), parece que las nuevas plantaciones de almendro podrían soportar mejor tener un riego deficitario constante que estar siempre regadas para satisfacer la máxima demanda y tener un año muy malo que lleve a un daño irreversible (como la pérdida de la plantación) o que deprima la producción durante varios años.