Siete sistemas de la cuenca del Duero se encuentran en situación de sequía prolongada
El último informe de seguimiento del Plan Especial de Sequía de la cuenca del Duero, correspondiente al mes de septiembre, mantiene a los sistemas Tera, Órbigo, Esla, Carrión, Pisuerga, Arlanza y Tormes en situación de sequía prolongada, debido a la falta de precipitaciones en los últimos meses. Una situación habitualmente conocida como sequía meteorológica que evidencia una reducción significativa de los caudales naturales de los ríos, con independencia de los usos y demandas de agua existentes, actualmente garantizados.
Ante esta coyuntura, la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) mantiene una vigilancia estrecha de los caudales en las masas de agua e insta a los usuarios a una gestión sostenible de este recurso natural. Asimismo, recuerda la importancia de seguir de cerca los informes mensuales de sequía publicados en la web del organismo (www.chduero.es), en especial en un momento en que se está planificando la próxima campaña agrícola.
Normalidad en las reservas
Esta situación de sequía prolongada, que afecta principalmente a la zona norte de la cuenca junto al sistema Tormes, es compatible con una situación general de normalidad en la demarcación en cuanto a las reservas, con excepción del sistema Carrión en el que coinciden una situación de sequía y de bajas reservas de agua.
Además del Carrión, hay otros cinco sistemas en el mapa general de escasez coyuntural de la cuenca: Torío-Bernesga, Cega, Támega, Alto Tormes y Órbigo, donde el Organismo realiza un seguimiento permanente por si fuera necesario adoptar alguna medida adicional.
En estos momentos, los embalses de la cuenca gestionados por la CHD se encuentran al 39,6% de su capacidad total, con un volumen de agua almacenada de 1.139,1 hm3. Unos valores que suponen tres puntos porcentuales más que la media de los últimos diez años y seis menos que hace doce meses.
El objetivo general del Plan Especial de Gestión de Sequías del Duero es prever estos episodios con el fin de minimizar sus impactos socioeconómicos y sobre el medio ambiente, para lo que es necesario que los usuarios sigan con atención la evolución de los indicadores de sequía de cara a planificar sus usos.