Acuerdo comercial para la distribución de los robots de Naïo Technologies a través del grupo cooperativo Arterris
La robótica al servicio de la agricultura en el sur de Francia
Los grandes retos relacionados con la eficiencia y la sostenibilidad que tiene por delante el sector agrario y agroalimentario europeo, están impulsando de forma decidida el uso de herramientas digitales en amplias zonas productivas de Europa. En Francia, las cooperativas agrarias están dando un paso más y algunas de estas entidades comienzan a apostar por la robótica como solución a determinadas tareas agrícolas, principalmente en el viñedo y en la producción hortícola. La presencia extendida de las CUMAs (cooperativas para el uso en común de la maquinaria agrícola) en el país vecino es un elemento a favor para la rápida expansión de esta tecnología.
“Pocos sectores se están desafiando a sí mismos como lo está haciendo la agricultura en estos momentos”, afirma Annick Taulet, directora operativa de Agro-Equipamiento del grupo cooperativo francés Arterris, una estructura con un volumen de negocio de más de 1.000 millones de euros anuales, 2.200 empleados y 25.000 socios cuya sede se encuentra en Castelnaudary, región situada al sur del país.
La responsable de Arterris destaca los esfuerzos del sector por reducir la aplicación de productos fitosanitarios o crear circuitos locales, "dos elementos que están en el centro de las expectativas de los consumidores y que son muy importantes en la estrategia de la cooperativa".
Para mejorar los ingresos de sus socios, la cooperativa se apoya especialmente en los circuitos cortos con la integración de la cadena de producción de alimentos y la distribución de sus propias marcas. Con el objetivo de producir alimentos saludables, Arterris se compromete con el etiquetado de sus explotaciones (HVE, agricultura ecológica, etc.) y cuenta además con un centro dedicado exclusivamente a la innovación y ensayo de diversas prácticas agronómicas para apoyar a los socios en el proceso de cambio hacia la denominada agroecología, una corriente muy extendida en Francia en los últimos años.
El uso de robots en agricultura cuenta a su favor con varias ventajas entre las que destacan los ahorros en tiempo y mano de obra y el derivado del gasto en combustible al funcionar en su mayoría con energía eléctrica.
Robots para la siembra, trabajo de suelo y escarda mecánica
La reducción de las materias activas en los cultivos y las expectativas de los consumidores han empujado a esta cooperativa francesa a innovar. Arterris ya se dedica a la labranza con herramientas mecánicas remolcadas, “pero esto ya no es suficiente. Es fundamental que la cooperativa se ponga en el lugar de los agricultores, que vea lo que existe en el mercado y que profundice en las estrategias para establecer ofertas pertinentes para nuestros socios”. Para Annick Taulet, la robótica no ha hecho más que empezar, pero “se convertirá en un eje estratégico para la agricultura y la agroalimentación en el futuro”.
Con esta filosofía de trabajo, Arterris acaba de llegar a un acuerdo con la empresa Naïo Technologies con el fin de crear una asociación comercial para la venta de los robots 'Dino' y 'Oz'. "Fue un paso muy natural. Conocemos bien a Naïo Technologies porque llevamos dos años probando un robot desbrozador, 'Ted'. Además, la empresa está implantada en la región y sus avances tecnológicos están a la vanguardia del sector".
El robot 'Oz' está destinado a la horticultura, a menudo para productores que explotan la venta directa y la agricultura ecológica. Este pequeño robot tiene la misión de compensar la falta de mano de obra y evita los costes adicionales relacionados con los recursos humanos y el uso del acolchado. "Gracias a las nuevas funciones y al guiado RTK, su acción se extiende incluso a la siembra, lo que es una característica apreciada", según Taulet.
El pequeño robot Oz de Naïo Technologies equipa desde hace poco un sistema de guiado GPS RTK con precisión centimétrica. Es capaz de trazar surcos paralelos por sí solo, incluso en suelos desnudos o a lo largo de cultivos en estadíos muy tempranos que hasta ahora no podían ser detectados por una cámara o una guía láser, dos dispositivos que ofrece el fabricante. Es más autónomo para guiarse en línea recta y en media vuelta, especialmente en suelos blandos.
En cuanto a 'Dino', su diseño está pensado para trabajar en explotaciones hortícolas de mayor dimensión y en la producción de maíz ecológico. "El control de las malas hierbas es un problema en este cultivo y actualmente no hay soluciones enfocadas a este sistema de producción". Para la responsable de Arterris, "sin una solución viable, existe el riesgo de acabar con semillas de malas hierbas contaminadas. Las soluciones mecánicas para el control de las malas hierbas o el pago de un importante coste adicional para eliminarlas no son sostenibles a largo plazo".
El robot Dino fue medalla de Plata en Agritechnica 2019 y es -en combinación con el controlador de precisión de malezas- la primera máquina autónoma para el control mecánico de malezas en hileras de lechugas. La máquina localiza la lechuga y activa dos cuchillos eléctricos que cortan las malas hierbas en el espacio situado entre dos cabezas de lechuga. El controlador también produce un mapa digital que luego se utiliza para la cosecha. Es una opción de bajo peso, lo que reduce la compactación y garantiza mayor fiabilidad.