El COVID-19 eclipsa el entusiasmo de los viticultores europeos con las perspectivas de cosecha 2020
La cosecha 2020 es satisfactoria en términos de cantidad y es de excelente calidad, con cerca de 160 millones de hectolitros en los principales países productores. Mientras que en el período previo a la crisis del COVID-19 esto sería una noticia extraordinaria para el sector, hoy desgraciadamente despierta muchas preocupaciones debido a la situación del mercado, del comercio y de la viabilidad económica de los productores.
Al comentar la cosecha y la situación en el sector, Thierry Coste, presidente del Grupo de Trabajo Vino del Copa y de la Cogeca, ha dicho: “La cosecha 2020 es muy buena, es de calidad y es suficientemente cuantiosa. En condiciones normales, estos serían todos ellos buenos indicadores para este período si no fuera por la crisis del COVID-19. La llegada de la segunda ola en Europa y sus consecuencias, así como las incertidumbres políticas, exigirán la puesta en marcha de medidas suplementarias de apoyo del mercado en 2021. Otro gran desafío al que deberá hacer frente nuestro sector es cómo combinar de la mejor manera posible los requisitos medioambientales de la futura PAC cuando la dinámica del mercado es tan caótica. Según nuestro grupo de trabajo, una de las principales prioridades es el desarrollo de un plan estratégico plurianual para ayudar al sector a superar la crisis y realizar las inversiones necesarias hacia un futuro más sostenible, que podría ser financiado a través del Fondo de Recuperación de la UE”.
La segunda ola de la COVID-19 ha creado muchos retos comerciales para el sector vitivinícola. El Brexit se aproxima sin ninguna perspectiva de lograr un acuerdo y el hecho de que el Reino Unido es el segundo mayor mercado para los vinos europeos por valor de 2.800 millones de euros al año también repercutirá en el sector. Por otra parte, el gobierno estadounidense anunció en agosto que mantendrá los derechos de importación aplicables a algunos vinos europeos ya desde octubre de 2019, debido al conflicto Airbus-Boeing en el marco de la OMC.
“Habida cuenta de esta situación y las dificultades con las que tropieza el sector, me alegró comprobar que el comisario Wojciechowski efectivamente había pedido a los servicios de la DG AGRI que consideraran prorrogar las medidas de crisis y las flexibilidades hasta el 15 de octubre de 2021. Está claro que esta prórroga aún deberá ser aprobada oficialmente por la Comisión y que cualquier reglamento delegado tendrá que seguir el procedimiento de control por el Consejo y el Parlamento Europeo, pero se trata de una señal positiva”, ha añadido Coste.
En estos tiempos de gran incertidumbre y en esta situación económica crítica, el sector vitivinícola, junto con otros sectores agrícolas, tendrá que intensificar sus esfuerzos medioambientales en consonancia con el Pacto Verde Europeo y las estrategias ‘De la granja a la mesa’ y de Biodiversidad. El cambio climático es un tema de gran preocupación para los viticultores europeos y sus cooperativas que han ido reforzando sus normas de sostenibilidad a lo largo de los últimos años. La viabilidad económica es clave para que el sector pueda seguir avanzando en este sentido y crear resistencia. La viticultura es una parte esencial de los ecosistemas rurales y ofrece beneficios que van mucho más allá de la producción de vino. Para poder alcanzar los objetivos del Pacto Verde Europeo, la viticultura debe tener la oportunidad de invertir en la protección de nuestros recursos naturales y contar con una orientación estratégica y un apoyo sólidos por parte de las instituciones europeas.
Por ello, el Grupo de Trabajo Vino del Copa y de la Cogeca aboga por un plan de inversión y de visión a largo plazo, financiado con un presupuesto específico de la UE, que permita abordar debidamente las necesidades y los retos futuros. La puesta en práctica de este plan exigirá un amplio debate a nivel de la UE, con todos los actores y las instituciones relevantes, para hablar del futuro del sector vitivinícola europeo. Con las medidas de apoyo adecuadas y si se puede mantener un debate justo, el sector vitivinícola será capaz de seguir desempeñando su papel vital en el ámbito medioambiental, económico y cultural en Europa.