Los agricultores critican los frenos 'políticos' que impiden la innovación y el desarrollo tecnológico de la agricultura europea
Los sectores agrícola y ecológico han defendido la innovación tecnológica como herramienta clave para asegurar la sostenibilidad económica y medioambiental del campo en el futuro y han pedido políticas que sepan aplicar dichos avances.
Esta es una de la conclusiones del EFEFórum "Hacia un agricultura sostenible y competitiva", en la que han participado miembros de la Alianza para una Agricultura Sostenible (ALAS), de la empresa de agroquímicos UPL, de la Asociación Empresarial Para la Protección de las Plantas (Aepla) y de la organización ecologista WWF.
La necesidad de apostar por la innovación ha sido uno de los temas centrales y el vicepresidente de ALAS, Ignacio Senovilla, ha lamentado que se dejen de usar herramientas tecnológicas por criterios políticos, sin tener en cuenta los argumentos científicos.
"Se deciden políticamente determinados temas -relativos al uso de tecnologías- sin tener en cuenta la opinión de los agricultores", ha asegurado, tras apuntar la existencia de cierta "criminalización" hacia los productores cuando hacen uso de avances permitidos.
El director global de Asuntos Públicos de UPL, Richard Mills, ha pedido unir a "todos" los actores que conforman la cadena de valor agroalimentaria para conseguir producciones más sostenibles y, al mismo tiempo, que los agricultores "crezcan y prosperen".
Ve necesario también que la industria agroalimentaria trabaje con la vista puesta en abrirse a "nuevas ideas y nuevas maneras" de hacer las cosas en defensa de ese futuro sostenible.
Desde Aepla, su director general, Carlos Palomar, cree que la tecnología "lo es todo" hoy en día y ha planteado la paradoja de que, mientras la edición genética es bien vista para la salud humana "porque permitirá solucionar muchas enfermedades", su uso "está cuestionado para el mundo agrícola".
A su juicio, el potencial de esa técnica "sería tremendo", porque aportaría "grandes beneficios medioambientales" en la actividad agrícola, por lo que reclama políticas que busquen un "equilibrio" entre el principio de precaución y el de la necesidad de la innovación.
El responsable de WWF en Doñana, Felipe Fuentelsaz, tiene "claro" que la innovación es la herramienta para combatir las prácticas de la agricultura intensiva que están en su opinión "devorando" los recursos naturales y amenazando la biodiversidad.
Reconoce que ya hay "ejemplos" de prácticas más respetuosas y ha pedido la coordinación de las administraciones para lograr una agricultura sostenible "a medio y largo plazo".
Los ponentes han detallado ejemplos sobre el terreno para mejorar en este aspecto: Senovilla ha explicado un proyecto en León en el que pequeños cerealistas han conseguido reducir un 30 % el uso de agua y bajar los costes de producción o que ya crean márgenes de polinización en cultivos de viñedos, cereales de secano y frutales.
En el caso de UPL, han subrayado su programa para una gestión eficiente del agua, aunque no lo están ejecutando en Europa: su "sueño" es que apuestas de este tipo se implanten en España porque es un país "con mucha agricultura", según Mills.
Palomar ha apuntado la apuesta de la asociación por los márgenes refugio para la fauna silvestre en las zonas de cultivo o los márgenes con cultivos y vegetación que sirvan para evitar las escorrentías que pueden transportar químicos a los ríos, además de la formación a los agricultores.
Desde WWF, por su parte, han resaltado un proyecto en fincas de cítricos en Alemania, con técnicas de eficiencia hídrica, preservación de la biodiversidad y gestión de residuos.
En el encuentro también se ha debatido cómo la PAC contribuye a una agricultura más sostenible y competitiva, y en este sentido Senovilla la ha defendido, ya que permite mantener la agricultura y la existencia de la ganadería extensiva gracias a sus ayudas.
Palomar, sin embargo, ha pedido que la PAC ayude al agricultor a combinar la productividad con el cuidado del medio ambiente.
El responsable de WWF ha cuestionado la superficie agrícola ilegal en el entorno de Doñana, que supera las 1.600 hectáreas y estaría afectando a los acuíferos del parque, datos que han sido rebatidos con vehemencia por un agricultor de la zona, presente entre el público.