Anove apuesta por la comunicación, la investigación y el empleo de calidad
La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) celebró en Madrid su Asamblea General, donde se hizo hincapié en la necesidad de comunicar el valor del conocimiento y la innovación varietal, el esfuerzo que las empresas están realizando en I+D y la alta cualificación profesional.
Anove celebró en Madrid su Asamblea General, donde se hizo especial hincapié en la necesidad de comunicar a la sociedad el valor del conocimiento y la innovación varietal, dando a conocer las aportaciones de la obtención y el esfuerzo que las empresas obtentoras están realizando en I+D.
Fueron convocadas las 56 empresas y centros de investigación que forman parte de la entidad. Son prácticamente la totalidad de los productores de semillas, que ponen en el mercado más del 95% de las variedades utilizadas en los principales cultivos: 99% de hortícolas, 85% de frutos rojos, 90% de frutas dulces, 100% de maíz, 100% de remolacha, 90% de cereal, 90% de girasol o 80% de algodón. Todos coinciden en que la mejora vegetal requiere tanto de importantes inversiones en I+D como de un sólido sistema de propiedad intelectual.
En las 56 entidades asociadas trabajan actualmente 2.500 personas, la mayoría altamente cualificadas, según las cifras proporcionadas en la Asamblea Anual. Con un total de 52 centros de I+D repartidos por España, el 81% de los socios disponen de departamento propio de I+D, en los que se ocupa el 38% de la plantilla. Debido a la alta cualificación tecnológica de los empleados, la ratio de producción alcanza la cifra de 230.000 euros al año por trabajador.
José Miguel Mulet, Juan Ignacio Senovilla, César Marcos, Eduard Fitó y Julián Tío.
Las entidades adheridas a Anove facturan más de 1.000 millones de euros al año, de los que casi el 58% corresponden específicamente a comercialización de semillas. En el conjunto la Unión Europea, el sector obtentor tiene un volumen de negocio de 6.800 millones de euros; el 39% corresponde a cereales y leguminosas, el 26% a maíz, el 14% a patatas y el 11% a hortícolas. En el sector obtentor europeo trabajan 50.000 personas, una cuarta parte de ellas dedicada a la investigación.
La Asamblea contó con una mesa redonda en la que se puso de manifiesto que, a pesar de la unanimidad científica, los enunciados falsos se difunden con facilidad y provocan temores sin fundamento. “La enloquecida moda de pretender comer los mismos alimentos que comían nuestros abuelos no tiene nada que ver con la salud y desvela mucha ignorancia científica”, afirmó el biotecnólogo y divulgador científico José Miguel Mulet.
Mostró cómo a lo largo del tiempo la investigación ha ido mejorando las propiedades de los alimentos haciendo posible, además, que aumente la productividad y se mejore la seguridad alimentaria, aspecto en el que los participantes de la mesa se mostraron unánimes. Juan Ignacio Senovilla (Alianza para la Agricultura Sostenible), Eduard Fitó (presidente de la Internacional Seed Federation) y Julián Tío (Confederación de Consumidores y Usuarios) coincidieron también en subrayar la responsabilidad que tienen los medios de comunicación en proporcionar a los ciudadanos divulgación científica rigurosa evitando la difusión de bulos y tópicos acerca de la alimentación.
"La ciencia no tiene la menor evidencia científica de que los transgénicos sean perjudiciales"
Como ejemplo de desconocimiento común se insistió en los transgénicos, “de los cuales la ciencia no tiene la menor evidencia científica de que sean perjudiciales; sin embargo, sin el menor rigor científico, algunos asustan a la población esparciendo temores infundados”. Se da la paradoja de que en Europa pueden usarse medicamentos transgénicos y, sin embargo, está prohibido producir alimentos por medio de esta técnica. De hecho, 3 millones de españoles con diabetes “se inyectan cada día insulina, producida con una levadura transgénica y gracias a eso pueden vivir; pero no pueden comer alimentos transgénicos producidos en Europa, lo que es una contradicción y un sinsentido”.
Mulet puso de manifiesto, además, que los agricultores europeos están en situación de desigualdad “porque políticos y legisladores prefieren están más pendientes del rendimiento electoral que de conocer la verdad científica”. Se produce así “la paradoja de que Europa importa 91 variedades transgénicas y, sin embargo, a sus agricultores solo se les permite cultivar 1, con lo que compiten en inferioridad de condiciones con respecto a los de otras áreas del mundo”.
En la mesa redonda también se abordó con detenimiento la técnica CRISPR/Cas, otro ejemplo de cómo los legisladores acostumbran a desoír los criterios de la comunidad científica, según lamentaron los participantes.
La importancia de la investigación genética
El secretario general, Antonio Villarroel, subrayó que la obtención vegetal es una actividad “imprescindible” que consigue mejorar las actuales variedades vegetales y desarrollar otras nuevas por medio de “una apuesta decidida por el conocimiento y una constante inversión en investigación”. El mercado –explicó– demanda cada vez más alimentos frescos de absoluta calidad, con nuevas presentaciones, diferentes tamaños y texturas, nutritivos y con más sabor; los quiere en cualquier época del año, cerca de casa, a precios asequibles, más duraderos y con plena seguridad alimentaria. “Todo ello solo es posible gracias a la investigación genética que llevan a cabo los obtentores vegetales”.
Y lo ejemplificaba del siguiente modo: “pensemos en cómo gracias a la tecnología han mejorado los automóviles o los teléfonos móviles. Aunque no seamos conscientes de ello, algo parecido sucede en los productos agrarios que comemos diariamente: uvas, sandías o mandarinas sin pepitas, melones que quepan en el frigorífico, tomates con diversos sabores, colores o tamaños, mandarinas que se cosechan en abril o fresas que se recogen en enero, arándanos que se han podido adaptar al clima cálido para poder ser cultivados en el sur del España, trigo capaz de resistir la sequía, hortícolas y frutales que resisten mejor las plagas para que podamos tener más frutas y verduras a mejores precios... Estos y muchos otros ejemplos sirven para entender la importancia que tiene la obtención vegetal en la vida de gente”.
Villarroel subrayó que de la obtención vegetal depende toda la cadena alimentaria, “así como su sostenibilidad económica, social y medioambiental y por eso tiene una gran trascendencia económica para el desarrollo agrario y económico de la sociedad”.
Los asambleístas concluyeron su reunión anual reiterando su compromiso con la agricultura española, a través de la investigación y en cinco líneas de acción prioritarias para los obtentores vegetales:
- Mejora de la oferta que se pone al alcance de los consumidores finales
- Cuidado y protección del entorno medioambiental
- Incremento de la productividad
- Reducción de los costes productivos de los agricultores
- Cooperación para resolver problemas como enfermedades, plagas, escasez de agua u otras limitaciones del entorno.