Entrevista a Isabel Bombal, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación
El nuevo gobierno ha recogido el guante de la Agenda Digital y está ultimando los detalles de un nuevo proyecto que pretende transformar nuestra agricultura en la próxima década. El trabajo realizado en los últimos años desde el Grupo Focal sobre Digitalización y Big data ha puesto las bases de un futuro que pasa por la digitalización de los procesos.
¿Qué experiencia y conocimiento previo tiene en un sector tan novedoso como la agricultura 4.0?
La tecnología siempre ha estado presente en le sector agroalimentario, a pesar de la visión anticuada que pueda percibirse desde fuera, es un sector innovador. Los dispositivos inteligentes amplían las herramientas convencionales (por ejemplo: pluviómetro, tractor, cuaderno de campo) mediante sensores, inteligencia integrada, capaces de ejecutar acciones autónomas o hacerlo remotamente. En 1991, el profesor Enrique Ballestero, reflejó en su libro economía de la empresa agraria y alimentaria, que “si las cooperativas y empresas agroalimentarias españolas quieren crecer, deben ser competitivas y de forma paralela deben responder al papel que se espera de ellas como instrumentos para mejorar la calidad de vida de los socios/agricultores, sólo lo pueden conseguir mediante la incorporación de tecnología y con unos sistemas de gestión modernos”.
La agricultura 4.0 está vinculada a la captura de las potencialidades que ofrecen los principales habilitadores digitales: la conectividad (IoT), el Big Data, la inteligencia artificial y el Blockchain, para obtener un mayor beneficio de las interacciones multidisciplinares que se dan entre los distintos actores de la cadena de valor agroalimentaria, porque hoy cada vez más, los flujos de datos se consideran tan importantes como los económicos y los de producto.
¿Qué particularidades presenta la transformación digital en el sector agro con relación a otros sectores económicos?
En primer lugar hay que tener en cuenta la importancia estratégica del sector agroalimentario en el contexto de la economía española en general (con 900.000 explotaciones agrarias y 29.000 industrias alimentarias, de las que el 95% son pymes, que genera un VAB que corresponde al 10,3% total de la economía y sostiene más de 2 millones de puestos de trabajo), y como importante vector de desarrollo en el medio rural, al ser la principal actividad económica del mismo, en un contexto de envejecimiento y masculinización del mismo, con alto riesgo de despoblamiento, pero que ocupa más de un 80% del territorio.
En segundo lugar y, según estudios recientes, la agricultura en España tiene un potencial técnico de automatización del 57% (cuarto lugar por detrás de la hostelería, la industria manufacturera y el sector de transporte y logística), sobre todo en actividades vinculadas a la práctica física y a la captura y manejo de datos (Mckinsey y Cotec, julio de 2017), y el potencial crecimiento anual promedio es del 12% en el mercado de aplicaciones de la agricultura inteligente hasta 2020 (Roland Berger).
Pero además, presenta barreras particulares inherentes a la naturaleza del sector, de tipo económico, legal, formativo y técnico, siendo las más destacables las vinculadas a la falta de capacidades en relación a la digitalización, que generan una brecha de adopción. El sector agroalimentario es un sector muy atomizado y disperso. De hecho existen más de 750.000 explotaciones agrarias, más de 4.000 cooperativas agroalimentarias y mas de 30.000 industrias agroalimentarias en España, esto hace que sea un sector donde las Pymes representan un porcentaje alto y que se constituyen en el motor y la columna vertebral del sector. A esta dimensión reducida, hay que añadir que las particularidades culturales del sector indican que la adopción de la tecnología no es directa. El ciclo de adopción es mayor que para otros sectores, influido por la incertidumbre que afecta a la actividad agraria sometida a la climatología, muy sensible a incrementos de los precios de los inputs y por otras características propias del sector como el envejecimiento y la falta de formación y capacidades de los responsables de las explotaciones agrarias. Esto nos lleva a la necesidad del fomento del desarrollo de las tecnologías para el sector contando con el sector y que atiendan a verdaderas demandas de éste. En definitiva, para poder tener éxito en el proceso de adopción de tecnologías agrarias será necesario abordar procesos de co-desarrollo de las tecnologías y servicios.
Hay que destacar, por tanto, que el medio rural necesita de servicios generales y procesos de digitalización transversales y de una importante aportación de recursos y de mecanismos adecuados, potenciando el uso de multifondos, de origen privado y público, y accesibles a los actores adecuados y particularmente a las personas emprendedoras y particularmente a la juventud.
El futuro en la agricultura, ¿pasa inexorablemente por la digitalización de los procesos?
El futuro de la economía en general pasa por la digitalización de los procesos, y en el caso de la agricultura, se configura como una acción clave para poder atender a los retos medioambientales, de adaptación al cambio climático, seguridad alimentaria y sanidad animal y vegetal, a las demandas del consumidor y a un mercado globalizado, al papel que la agricultura juega en los territorios rurales en este proceso de despoblamiento, a las necesidades de la industria... Como se ha indicado en la pregunta anterior, el potencial de tecnificación de la actividad agraria, la industria agroalimentaria 4.0, el uso de big data o la mejora de procesos tienen un papel fundamental para afrontar estos retos.
Por ello es una prioridad en la agenda política, a nivel nacional, pero también a nivel europeo, tal y como ya se indicó en la Conferencia Cork 2.0, en sucesivos foros de debate y, finalmente, como se ha plasmado en la propuesta de reglamento PAC que habla del desarrollo rural, en el que se indica que los Estados miembros deberán presentar, en sus planes, una descripción de la estrategia para el desarrollo de tecnologías digitales en la agricultura y en las zonas rurales y para el uso de estas tecnologías para la mejora del al eficiencia y eficacia de las intervenciones de los mismos.
Desarrollo rural y digitalización, ¿no parecen hoy en día dos conceptos antagónicos? Uno, dirigido a solventar problemas actuales de despoblamiento, mientras que el otro se sitúa muy por delante, ya con soluciones avanzadas...
De nuevo, tanto a nivel nacional como comunitario, el enfoque actual del desarrollo rural es dotar a las zonas rurales y a la actividad económica que se desarrolla en las mismas de las herramientas necesarias para hacer frente a los retos a los que se enfrenta y perseguir objetivos de sostenibilidad, productividad, adaptación al cambio climático o poblamiento activo también, entre otros. Por eso la política de desarrollo rural engloba numerosos mecanismos a través de las medidas de la PAC, y la propia Dirección General de Desarrollo Rural, Innovación y Política Forestal del Ministerio abarca competencias no solo centradas en el despoblamiento, sino también en el apoyo a la mujer rural y a los jóvenes, en la gestión sostenible de los regadíos, la política forestal, y las planificación y gestión de las medidas del segundo pilar de la PAC. Y la digitalización es una herramienta fundamental y muy transversal, que apoya y complementa las acciones encaminadas al desarrollo rural, pero no es la única ni se puede abordar de manera aislada, sino como una transformación de los procesos que conjuntamente contribuyen al desarrollo rural.
Desarrollo rural y digitalización, por tanto, no sólo no deben verse como dos conceptos antagónicos, sino complementarios, tal y como aparece reflejado en la 'Declaración de Añora', la digitalización y el impulso de los territorios rurales inteligentes son clave para el futuro de la economía, la sociedad y el medio ambiente. La revitalización de las zonas rurales a través de la innovación social y digital, no solo puede contribuir al liderazgo de un sector agroalimentario competitivo y sostenible económica, social y medioambientalmente, sino que permite fijar y atraer población a un medio rural atractivo, generador de riqueza y empleo de calidad, y por tanto impacta en todos los sectores de actuación en zonas rurales, produciendo un desarrollo integrado y transversal.
¿Se puede digitalizar la agricultura en España con las carencias de comunicaciones actuales, con zonas donde apenas tienen una conexión a Internet de baja velocidad?
Durante los trabajos del grupo focal se ha detectado que no existe tanto una brecha en su implementación de estos aspectos sino más bien una falta de uso generalizado de las mismas. Esta falta de acceso se debe tanto a factores económicos como de formación. Pero, por supuesto, sí se han identificado barreras técnicas ligadas a la conectividad, las infraestructuras y la banda ancha, la falta de recursos tecnológicos en las zonas rurales, o la cobertura de alta velocidad adaptada a las necesidades del territorio y se trabajará, a través de la Agenda, en acciones que contribuyan a la digitalización en las zonas rurales donde se tienen estas barreras.
Concretamente, la declaración de Añora refleja este punto: "Necesitamos ejecutar acciones coordinadas de políticas público-privadas, para lograr la adopción y uso de la banda ancha en el medio rural, y la eliminación de las barreras administrativas. El Plan 300 x 100, prevé llevar fibra óptica de 300 Mbit/s al 100% de los núcleos de población de España, garantizando cobertura al 95% de población de cada provincia en 2021. Sin embargo las autoridades locales deben ayudar al despliegue de redes de telecomunicación, comunicando zonas blancas (zonas sin cobertura) importantes, mediante los procesos de consulta pública. Estamos convencidos de que la cobertura de banda ancha en entornos rurales, que se alcanza mediante la cobertura satelital en España, que ya cubre el 100% del territorio dando plena ubicuidad para cualquier tipo de explotación fuera de los núcleos de población, será un catalizador de ecosistemas como Agricultura 4.0, permitiendo tener un mayor rendimiento y precisión en la gestión de las explotaciones".
¿Se muestra satisfecha con los resultados obtenidos por el Grupo Focal sobre Digitalización y Big Data impulsado hasta hace unos meses?
Sin duda, el Grupo Focal sobre Digitalización y Big Data en los sectores agroalimentario y forestal y el medio rural, impulsado por el Ministerio, ha sido la palanca para conocer mejor la situación del sector, conocer las barreras que impiden la digitalización, realizar un diagnóstico de la situación del sector, ver qué actores clave y que funciones desempeñan y pueden desempeñar en el futuro e identificar los incentivos clave para movilizar las barreras orientados a cada uno de los actores clave que participan o participarán en el proceso de digitalización del sector agroalimentario y forestal y el medio rural. La virtud de este grupo focal, que actualmente continúa desarrollando algunas tareas, como el diseño de la caja de herramientas, es el enfoque participativo, multiactor y multidisciplinar que ha permitido desarrollar los trabajos con un grupo de expertos motivados y comprometidos con la digitalización del sector.
En esta primera fase de la expansión digital en que nos encontramos en el sector agrícola, ¿no corremos el riesgo de que precisamente la proliferación de estas herramientas pueda terminar convirtiéndose en una barrera para un cierto perfil de profesionales acostumbrados a técnicas ‘tradicionales’ o incluso también a los de menor poder económico?
Acceder a ciertas herramientas supone inversiones que no son asequibles para todo el mundo. En un escenario tan globalizado, ¿a escala mundial no acentuará las diferencias entre regiones? ¿En qué medida puede salir favorecida España?
Muchos expertos coinciden al señalar que la digitalización puede ser una gran aliada para atraer a los jóvenes a las tareas del campo y reducir el despoblamiento. ¿Está de acuerdo con ello? Porque dicho así puede parecer correcto, pero habrá que implementar otro tipo de acciones complementarias.
La digitalización permitirá atraer a los jóvenes, que son nativos digitales, al sector agroalimentario. De hecho según el informe de Mckinsey-Cotec, los jóvenes se sienten atraídos por las profesiones digitales. En España, según el último informe DESI 2018, la mitad de la población carece de habilidades digitales. Es, por tanto, necesario abordar iniciativas que mejoren las capacidades y, por consiguiente, reduzca la brecha de adopción de las tecnologías y, en paralelo, empoderar a los jóvenes y mujeres para facilitar la mejora de estas capacidades entre los habitantes del medio rural y los profesionales del sector agroalimentario.