2018 comienza con condiciones óptimas con un sector que ya trabaja para mitigar los efectos del cambio climático
Incertidumbre en el campo, apatía en los mercados
Tras un ciclo de fuerte sequía, las pobres expectativas de los agricultores se han topado con un inicio de campaña óptimo para el desarrollo del cultivo del cereal de invierno. No obstante, el mercado desincentiva las esperanzas de un sector que tiene al cambio climático amenazando su productividad y a una industria y un sector investigador luchando por promover prácticas y poner en el mercado variedades que hagan frente a este reto.
Y es que han sido muchos los agricultores en España que, tras uno de los periodos de sequía más severos que se recuerdan (y que aún sigue vigente) apostaron por no sembrar u optar por variedades rústicas previendo que el año, climatológicamente hablando, sería duro para un cereal que vio cómo su producción retrocedía un 25% en la campaña 2016/2017 con respecto al anterior periodo. Pues bien, dos periodos de lluvias y nieve en momentos importantes para el desarrollo de la planta (en los meses de diciembre y enero) han dejado una fantástica sementera, como no se recordaba en años, en muchos puntos de España. Así de caprichoso es el tiempo. “A finales de enero el campo está espectacular, sobre todo teniendo en cuenta que a mediados de diciembre el cereal apenas había levantado. La planta tiene agua, está haciendo el frío justo y el grano ha enraizado muy bien”, destaca Antonio Catón, director de Cultivos Herbáceos de Cooperativas Agro-alimentarias de España.
No obstante, hacemos una 'ronda informativa', al estilo de la radio deportiva, para conocer qué está ocurriendo en los distintos campos de España.
De sur a norte
Desde la provincia de Cuenca, Víctor Buraglia compatibiliza su labor en la organización agraria Asaja con la presidencia de la Mesa Provincial de Cereales. Él nos trasmite la actual incertidumbre de los agricultores: “La gente no sabe si aplicar urea, o nitrato, o esperarse, o directamente invertir en el seguro agrario. Ha habido muchas siembras sin abonado de sementera que van a echar abono de cobertera ahora mismo... todo ello teniendo en cuenta que las siembras han sido muy tardías”. Buraglia recuerda que la campaña anterior fue de pérdidas: “Ha sido de los años que más siniestros se han pagado. Este año se ha duplicado la contratación de pólizas”, destaca. De hecho, en la provincia cebadas y leguminosas han quitado espacio a un cultivo tan emblemático como el del girasol, en este caso por los daños cinegéticos.
Y desde Burgos el director comercial de la distribuidora Terrastar, José Manuel Ortega, nos ofrece otro prisma distinto: “Aquí se ha sembrado más cereal que otros años y además tiene un buen estado vegetativo, aunque en un porcentaje alto se sembrase sin abono. Las perspectivas de cosecha son buenas”. Y es que precisamente las cuencas fluviales castellanoleonesas han sido las más castigadas por la sequía, lo que ha hecho que muchos regantes vayan a apostar por la rusticidad del cereal antes que el girasol o incluso el maíz: “Entre los precios a la baja, posibles restricciones de agua... la gente probablemente no se arriesgue y en su estructura de explotación opte por un trigo de primavera. Sin embargo, la decisión está aún por tomar y es difícil aventurarse”, completa Antonio Catón.
En definitiva, ¿cuánto se ha sembrado y cuánto queda por sembrar? Aún es pronto para saberlo con certeza. No obstante organizaciones como Asaja, en su última sectorial de cereales, ya ha avanzado que, salvo en cebada, la superficie de siembra de cereales se reducirá en 2018.
Mercado inmóvil
Según el último informe del Consejo Internacional de Cereales (CIC) la previsión para la producción mundial de cereales totales (trigo y cereales secundarios) en 2017/2018 se sitúa en 2.100 Mt., cifra inferior en sólo un 2% al récord del año pasado. En cuanto al trigo específicamente, la previsión es de una producción de 757,4Mt, con unas existencias, también crecientes, de 254Mt. “El mercado internacional es bajista, no tiene miedo a que pase nada. La única esperanza que tienen los agricultores para que suban los precios es que haya una catástrofe, que pasaría por una primavera extremadamente seca en Europa y Rusia”, recalca Antonio Catón desde Cooperativas Agro-alimentarias de España.
Los precios, a su vez, no invitan a grandes inversiones por parte del agricultor: “Ahora mismo el diferencial entre el trigo blando y las cebadas y avenas es muy pequeño. Cuando ocurre eso la gente se pasa a otras especies. Y el trigo duro está por debajo de lo normal. El agricultor se había acostumbrado a que estuviese por encima de los 240€/Tm. y ya el año pasado se consiguieron a duras penas 220-210€/Tm y bajando a los 200€/Tm. Con los precios actuales la gente o deja el cereal o piensa en mínimos gastos, apostando por triticales y cebadas”, afirma Ignacio Solís desde Sevilla.
Calidades y demanda
Con todo esto, cabe pensar que las calidades en campo no van a ser las de otros años... o quizás sí: “La severidad de la sequía, de no atenuarse, tendrá efectos negativos en los rendimientos, tanto en los secanos como en los regadíos, sin que los demás factores dejen de tener su importancia, pero el catálogo de variedades es muy amplio y eso permite elegir lo que se estime técnicamente más adecuado para cada circunstancia. En cuanto a la calidad, esperemos los resultados de laboratorio, que si las prácticas de cultivo se han realizado adecuadamente, nos pueden dar sorpresas positivas”, destaca el secretario general de la Asociación Española de Técnicos Cerealistas (AETC), José María Basanta.
De hecho, la última 'Encuesta de Calidad de los Trigos de España' destaca que en el trigo blando no hay grandes variaciones respecto a años anteriores. La oferta cubre las necesidades de la industria harinera en trigos de fuerza media a baja y extensibles, y no cubre la demanda de trigos de fuerza que necesariamente se importan. La industria de piensos compuestos es otro gran cliente que requiere unos parámetros diferentes a los demandados por la industria de panificación, y se abastece en gran parte del trigo nacional. Respecto al trigo duro, se trata de un mercado mucho más concentrado en cuanto a la demanda, la industria semolera y los fabricantes de pasta alimenticia, que desarrollan una política de cercanía a los agricultores, estableciendo acuerdos técnicos sobre las variedades a sembrar en cada zona y los requisitos de cultivo a respetar, lo que redunda en las calidades adecuadas, que se valoran en precio de modo significativo.
Desde la AETC afirman además que, no teniendo la posibilidad de dominar el clima, cada vez disponemos de más recursos técnicos para obtener cosechas adecuadas en cantidad y calidad, y que el rigor en el trabajo, también en el campo, es una vía segura de progreso, que nunca será suficiente porque los mercados cambian: “Cambian los mercados porque cambian los consumidores, que son el origen de la cadena de valor del cereal. Son ellos los que crean la necesidad y ésta se satisface con el esfuerzo de los pertenecientes a cada eslabón, hasta llegar al desarrollador de nuevas variedades, que crea y vende al agricultor las variedades que, con el cultivo y condiciones ambientales adecuadas, dará una cosecha apreciada por los harineros y semoleros para poder satisfacer las necesidades de sus clientes - panaderos, fabricantes de bollería, repostería, pastelería, galletas-, y las de los fabricantes de pasta alimenticia, cuyos productos, finalmente, serán suministrados a través de la distribución alimentaria hasta los consumidores. Y vuelta a empezar”, completa José María Basanta.
Aún con todo, los fabricantes de harinas y sémolas reinciden el carácter deficitario del mercado español. “Las fábricas de harinas y sémolas españolas transforman anualmente unos 5 millones de toneladas de cereales, de los cuales unos 4 millones son de trigo blando, 0’5 toneladas, de trigo duro y el resto, de otros cereales (cebada, centeno, avena, espelta…). Pues bien, es necesario importar aproximadamente la mitad de los trigos, porque España es estructuralmente deficitaria en cereales, tanto para consumo humano como para alimentación animal, desde nuestra incorporación a la Comunidad Europea en 1986”. Son palabras de David Manzanares, presidente de la Asociación de Fabricantes de Harinas y Sémolas de España (AEFHS). En todo caso, como industria de primera transformación destacan que las compras de trigo, con independencia de su origen, se realizan únicamente en base a criterios de calidad de lotes concretos: “Resulta por ello muy importante que en la fase de comercialización se realice una clasificación de los trigos en grupos de calidades homogéneas, de acuerdo a la aptitud para su uso final, dado que son las industrias de segunda transformación las que determinan las especificaciones de compra de las harinas en función de sus necesidades para atender correctamente la demanda del consumidor”, apunta Manzanares, que recalca la necesidad de trabajar en la pureza varietal y en la utilización de semilla certificada de los cereales y un manejo postcosecha adecuado con el fin de obtener lotes homogéneos de los trigos. Mensajes sobre los que inciden desde la Organización Interprofesional de Cereales Panificables y Derivados (INCERHPAN), reactivada en 2014.
El uso de semilla certificada es otro caballo de batalla de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove): “La semilla certificada asegura al agricultor pureza varietal, el aumento de su rentabilidad, un elevado nivel de germinación, sanidad de la semilla, homogeneidad del lote y, por tanto, de la cosecha y trazabilidad. Además de un ahorro, ya que le supone invertir menos en otros insumos. El agricultor tiene los medios para realizar una agricultura de calidad, económicamente eficiente, ambientalmente amigable y segura para él y para la calidad de la cosecha, gracias al uso de semilla certificada”, recalca Javier Álvarez, técnico de Anove.
El manido cambio climático
Por su parte, Javier Álvarez, técnico de ANOVE, confirma que una de las principales líneas de investigación en las que la industria de la obtención está trabajando es la adaptación de las variedades al estrés hídrico: “Estas mejoras las podremos ver un plazo no superior a cinco años en el mercado. En España, los años de graves sequías son cada vez más habituales, provocando una reducción de la rentabilidad del cultivo, motivado principalmente por la bajada de la productividad, así como las necesidades mayores de gastos en insumos, como es el agua de riego”.
Retos como el cambio climático hacen posible iniciativas como la de un equipo de investigación internacional de CSIRO (Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation) que acaba de desarrollar un nuevo tipo de trigo que contiene 10 veces más fibra de los conocidos hasta ahora. Avances, en definitiva, con los que se pretende introducir mayor certidumbre al sector cerealista y alejarlo de los augurios de un tal Murphy.