Análisis del papel de los fertilizantes minerales en una agricultura sostenible a través de la huella de carbono
Introducción
Otro desafío cada vez más preocupante es el del cambio climático, que afectará a los países en desarrollo con mayor virulencia. Está previsto que el cambio climático afecta a los sistemas agrícolas y forestales debido a las temperaturas más altas, una elevada concentración de dióxido de carbono, cambios en el régimen de lluvias, aumento de la maleza, plagas y enfermedades. A corto plazo, se espera que aumente la frecuencia de fenómenos extremos, como sequías, olas de calor, inundaciones y fuertes tormentas.
¿Qué efectos está teniendo y tendrá el cambio climático sobre la producción mundial de los cultivos?
Los impactos proyectados (Figura 2) varían para los distintos cultivos y regiones y los diferentes escenarios de adaptación; alrededor de un 10 % de las proyecciones para el período 2030-2049 muestran ganancias de rendimientos superiores al 10 %, y alrededor de un 10 % de las proyecciones muestran pérdidas superiores al 25 %, en comparación con finales del siglo XX. Después de 2050 el riesgo de impactos en el rendimiento más graves aumenta y depende del nivel de calentamiento.
Un aumento de la temperatura global de alrededor de 4 °C o más por encima de los niveles del final del siglo XX, en combinación con una creciente demanda de alimentos, plantearía grandes riesgos para la seguridad alimentaria a nivel mundial y regional (nivel de confianza alto). Los riesgos para la seguridad alimentaria son generalmente mayores en las zonas de latitudes bajas.
¿De qué herramientas disponemos para luchar contra el cambio climático?
Tal y como remarca el GT III al Quinto Informe del IPCC (IPCC, 2014 b), el sector de la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo (AFOLU) es responsable de alrededor de un cuarto de las emisiones antropógenas de GEI netas principalmente procedentes de la deforestación, las emisiones agrícolas procedentes del suelo y la gestión de nutrientes y de la ganadería (evidencia media, nivel de acuerdo alto).
En la agricultura, como opciones de mitigación más costo-efectivas se citan la gestión de tierras agrícolas, la gestión de pastizales y la restauración de suelos orgánicos (evidencia sólida, nivel de acuerdo alto).
En este sentido, la huella de carbono nos permite cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero que son liberados a la atmósfera como consecuencia de una actividad determinada, bien sea la actividad necesaria para la fabricación de un producto, para la prestación de un servicio, o para el funcionamiento de una organización.
Esta cuantificación nos permitirá ser conscientes del impacto que genera dicha actividad en el calentamiento global, convirtiendo de esta manera la huella de carbono en una herramienta de sensibilización de gran valor. Hoy en día, ya se perfila como un elemento diferenciador de las organizaciones que deciden comprometerse con el medio ambiente y apuestan por el desarrollo de una actividad sostenible.
Es crucial por otro lado, entender la huella de carbono no sólo como un mero elemento de cálculo, sino como un primer paso en el camino de la mejora y el compromiso de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. En ello reside, sin duda, su gran contribución a la lucha contra el cambio climático.
Para el cálculo de la HC Se diferencia entre tres tipos de emisiones:
- Emisiones de Alcance 1 o también denominadas Emisiones Directas: Las emisiones emitidas de forma directa por la explotación, como por el uso de combustibles fósiles en la maquinaria o vehículos propios, por pérdidas de gases refrigerantes, o por reacciones químicas durante los procesos productivos.
- Emisiones de Alcance 2 o Emisiones Indirectas por Energía: Los GEI emitidos por el productor de la energía requerida por la organización. Dependen tanto de la cantidad de energía como del mix energético de la red que provee a la organización.
- Emisiones de Alcance 3 u Otras Emisiones Indirectas: Las atribuibles a los productos adquiridos por la organización, que a su vez habrán generado emisiones previamente para ser producidos (fertilizantes minerales, semillas, fitosanitarios, plásticos agrícolas, etc).
Figura 3: Esquema de las actividades, por alcances, consideradas para los cultivos de cereal. Fuente: Análisis del ciclo de vida de combustibles alternativos para el transporte. Fase I - Análisis del ciclo de vida comparativo del etanol y de la la gasolina. Yolanda Lechón et al., 2005—CIEMAT. http://www.abengoabioenergy.com/export/sites/abg_bioenergy/resources/pdf/anuncios/es/semana_3/2-Lechon1.pdf
¿Qué papel desempeña la fertilización mineral en la huella de carbono?
Para analizar el papel que desempeña la fertilización mineral en la huella de carbono nos basaremos en los resultados preliminares que se están obteniendo en el marco del proyecto LIFE Seed Capital (http://lifeseedcapital.eu/). Entre sus objetivos se encuentra el análisis de la huella de carbono de las rotaciones colza-cereal y cereal-cereal. Análisis que nos va a permitir conocer el porcentaje que representan las emisiones procedentes por la fabricación y transporte de los fertilizantes minerales y las emisiones GEI directas e indirectas tras su aplicación al suelo, en comparación con las emisiones totales.
En la figura 4 se muestran, para cada tipo de fertilizante utilizado, las dosis de N-P2O5-K2O aplicadas en cada parcela (cebada, centeno y trigo de invierno). Se observa que para la misma región de Araba, y para producciones similares, los rangos de aplicación varían, entre 42-179 kg N/ha y entre 124-257 kg N/ha, para cebada y trigo de invierno, respectivamente.
Rangos tan variables provocan que la huella de carbono de los fertilizantes aplicados también lo sea. Así, para el cultivo de la cebada los kg CO2e/ha oscilan entre los 672-1084 y entre los 806-1.290 kg CO2e/ha en el caso del trigo de invierno.
Figura 4: Dosis de N-P2O5-K2O aplicadas en cada parcela en el marco del proyecto LIFE SeedCapital y emisiones GEI asociadas a la fabricación industrial de los fertilizantes minerales (alcance 3).
¿Cuáles son el resto de entradas?
En el caso de los cultivos agrícolas, y tal y como se refleja en la Figura 3, otra fuente de emisiones GEI procede del consumo de combustible asociado a las distintas labores agrícolas. Los agricultores del proyecto LIFE SeedCapital anotan los consumos de cada una de las parcelas, obteniéndose por tanto datos primarios de las siguientes labores agrícolas (se muestran en tres grandes bloques en la Figura 5): trabajos de laboreo del suelo, trabajos de abonado, siembra, labores de cultivo y tratamiento de fitosanitarios y trabajos de recolección.
La horquilla de consumos va entre los 95 y los 232 kg CO2e/ha y de los 158-352 kg CO2e/ha para la cebada y el trigo de invierno, respectivamente (alcance 1).
¿Qué porcentaje respecto del total de emisiones GEI agrícolas supone la fabricación y la aplicación de fertilizantes minerales?
Tal y como se refleja en la figura 6 el 30% de las emisiones proceden de las emisiones directas tras su aplicación al suelo, llegando al 70% si añadimos el coste de fabricación industrial de los fertilizantes minerales. El resto de las emisiones, alrededor del 30% proceden de otras fuentes (semillas, fitosanitarias, combustibles, etc.).
En la misma figura se puede observar una parcela de cebada donde las emisiones asociadas a los fertilizantes minerales (alcances 1 y 3), suponen exclusivamente el 35% respecto de las emisiones totales. El resto de nitrógeno aplicado se realiza mediante fertilizantes orgánicos (estiércol). Siendo por tanto un fiel reflejo de que tras conocerse las emisiones GEI de cada parcela, el agricultor o el técnico gestor puede establecer un plan de eficiencia en la explotación que redunde en una mejora en la viabilidad económica y ambiental de la explotación, como por ejemplo el estudio de la dosis óptima de fertilización (tras análisis del suelo), aportes orgánicos (estiércoles o purines) o una reducción en el número de pases de maquinaria. Recalcar que cada fertilizantes mineral tiene un factor de emisión específico, siendo por tanto además del económico otro factor, el ambiental, el que puede decidir la balanza hacia la utilización de un fertilizante mineral u otro en la siguiente campaña.
En este sentido Bouwman et al. (2002 a;b), estableció emisiones de N2O-N/kg N aplicado específicos para la Urea, UAN, AS, AN y CAN, de 1,1, 1, 1, 0,8 y 0,7 kg N2O-N/kg N aplicado, respectivamente (alcance 1). En el caso de las emisiones de Alcance 3, el coste de fabricación industrial de las emisiones es de 1916, 2676, 2711, 3141 y 3652 gCO2e/kg fertilizante, respectivamente (Fuente: www.biograce.net).
La huella de carbono se antoja por tanto como herramienta imprescindible hacia una agricultura sostenible que permita la reducción de las emisiones GEI asociadas a la actividad agrícola y por tanto, una herramienta de lucha contra el cambio climático. Herramienta de gran utilidad, no solamente desde el punto de vista ambiental, sino que también desde el punto de vista económico ya que permite la elaboración de un plan de eficiencia energético, de insumos, etc, que redunde en un aumento de la viabilidad técnico-económica de la explotación.
Agradecimientos
Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto Life Seedcapital, cofinanciado por el programa LIFE+ de la Comisión Europea, que apoya proyectos demostrativos en el ámbito del desarrollo y la aplicación de la política y el derecho en materia medioambiental.
Referencias bibliográficas
- Biograce. Harmonised Calculations of Biofuel Greenhouse Gas Emissions in Europe. http://www.biograce.net/
- Bouwman A.F., Boumans L.J.M. and Batjes N.H. 2002a. Emissions of N2O and NO from fertilized fields. Summary of available measurement data. Global Biogeochemical Cycles, 16(4): 1058 doi: 10.1029/2001GB001811.
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- Van der Mensbrugghe, D.; Osorio-Rodarte, I.; Burns, A. y Baffes, J. 2009. Macroeconomic Environment and Commodity Markets A Longer Term Outlook, documento preparado para Expert Meeting on How to Feed the World in 2050 (Roma FAO, 24-26 de junio de 2009).