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Es la crisis, amigos. Sólo eso

Albert Esteves, editor de Interempresas26/01/2009
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26 de enero de 2009

Parece que se va a acabar el mundo. Una creciente atmósfera de pesimismo invade nuestra economía, desde el ámbito financiero hasta impregnar a todos y cada uno de nuestros sectores industriales. Colapso sin precedentes, situación al borde del abismo, pésimas expectativas, son algunos de los titulares de la información económica de estos días. El progresivo deterioro de todos los indicadores económicos y la situación real de la mayor parte de empresas, con problemas de financiación y vertiginosas caídas de las ventas, abocan razonablemente al desánimo cuando no a la desesperación. Este es el ambiente dominante en el mundo empresarial y hay razones para ello. Muchas razones: desde la incompetencia y falta de liderazgo de nuestros gobernantes hasta el cinismo de las entidades financieras, cuya actitud frente al sector productivo raya la inmoralidad. Da la impresión de que no saldremos de ésta, de que vamos a la deriva...

Pero no se va a acabar el mundo. Al menos, no de forma inmediata y por razones de índole económica. Es la crisis, amigos, sólo eso. Una crisis más de las muchas que van sacudiendo cíclicamente la economía desde que se inventó el mercado. Tal vez parte del problema radica en que ya no nos acordamos de la anterior, hace ya dieciséis años. De hecho, muchos de nuestros ejecutivos y cuadros directivos, menores de cuarenta años, estaban en esa época en su etapa formativa y nunca, hasta hoy, han tenido que desempeñar su trabajo con la corriente en contra. Pero ha habido otras y hemos salido de ellas. Como saldremos sin duda de ésta.

Ya sé que me dirán que las otras eran distintas, que ésta es mucho peor. Siempre es la peor la que se está sufriendo. Pero si nos remontamos al año 1993 y nos atenemos a los datos objetivos tal vez cambiará nuestra perspectiva. Entremos por un momento en el túnel del tiempo y recordemos... Felipe González era el presidente del gobierno y los empresarios de moda se llamaban Mario Conde y Javier de la Rosa. Carlos Solchaga era el ministro de Economía, aunque sólo hasta el mes de junio de ese año, cuando fue substituido. ¿Por quién?. Pues por un tal Pedro Solbes, que seguro que les suena más. Pero vayamos a los datos. En el último trimestre de 1992 el PIB había descendido un 1,2 por ciento y en el primer trimestre de 1993 el descenso llegó al 2,5. La inflación rozaba el 5 por ciento, el Euríbor el 5,9 y la tasa de paro llegó a rebasar el 23 por ciento. Y un dato más: ¡la morosidad alcanzó el 9,25 por ciento!

Si comparamos estos índices con los actuales tal vez tengamos una cierta sensación de alivio. Algunos empeorarán, seguro, pero el margen es amplísimo. ¿Y cómo acabó aquella crisis?, preguntarán los más jóvenes. Pues en el segundo trimestre de 1993 la economía siguió decreciendo, pero menos, un 1,5; y en el tercer trimestre todavía menos, sólo un 0,3. Y como en los buenos cuentos, los de siempre, los de final feliz, en el primer trimestre de 1994 nos pusimos a crecer un vigoroso 2,8 por ciento [1]. Se acabó la crisis, y se acabó bien.

Sé que esto no les va a ayudar a mejorar sus cuentas de resultados este mes ni los próximos meses. Algunas empresas sucumbieron entonces y otras van a sucumbir ahora. Pero la gran mayoría salió adelante y la economía española se fortaleció e inauguró una larga etapa de modernización y crecimiento. Ahora estamos pagando les excesos de la fiesta. Pero el sol volverá a salir mañana y un 86 por ciento de nuestra población activa seguirá levantándose para ir al trabajo y seguirá consumiendo como cada día.

[1] PIB a precios de mercado (demanda). Datos brutos de la variación anual. Fuente: INE.

Comentarios al artículo/noticia

#1 - oswaldo
27/10/2014 5:04:08
Muy buen analisis

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