Marca diferenciada: una forma de identificar al jamón serrano de calidad
Este brutal incremento de la competencia ha derivado en un cambio en la estrategia empresarial. Las compañías deben responder a la situación buscando un valor diferenciador en sus productos, encontrando y ofreciendo ese elemento que les identifica y les hace únicos si quieren hacerse un hueco no sólo en el mercado sino también en la mente del consumidor, que es el que al final toma la decisión de compra. Para ello las empresas cuentan con diferentes estrategias: se puede apostar por el liderazgo en costes y centrarse en ofrecer un producto al menor coste posible; también se puede desarrollar una estrategia de segmentación centrándose o en un grupo de clientes determinado o en un mercado geográfico limitado o en un segmento de productos; o por último, se puede optar por especializarse centrándose en vender productos exclusivos y con un alto grado de diferenciación, profundizando en el buen servicio y en la excelente calidad. Lo habitual es que una empresa no adopte una única estrategia sino que combine las anteriores tácticas para lograr una posición competitiva en el mercado.
Pero, ¿qué ocurre cuando salimos al exterior? Por lo general, salvo en el caso de algunas marcas con presencia internacional, las marcas locales, incluso las líderes, no son conocidas fuera de nuestras fronteras por los compradores - y menos aún por los consumidores - foráneos. ¿Acaso alguien en España conoce la marca Fula (marca líder en aceite vegetal en Portugal con una cuota de mercado superior al 30%) o Stegeman (marca líder en cárnicos en Holanda)?
Así, sin una marca de referencia reconocible con la que transmitir nuestro valor diferencial, y con la limitación presupuestaria que la mayoría de las empresas están sufriendo y que les impide disponer de esos ingentes fondos necesarios para construir esa marca fuera de nuestras fronteras, ¿cómo pueden competir con los productos sustitutivos con los que nos vamos a encontrar a la hora de exportar?
En estos casos la estrategia que han seguido muchas empresas es la de apoyarse en los productos únicos que nuestro país produce y que son referentes de nuestra gastronomía a nivel mundial. Una marca de calidad genérica, que defina y recoja el valor añadido de una categoría, se presenta como una herramienta que ayuda a las empresas en su labor comercial. La marca ‘España’ o las marcas ‘jamón serrano español’, ‘jamón ibérico’, ‘aceite de oliva español’, …, ayudan a las empresas a competir con el jamón de Bayona o de Parma, el aceite de oliva italiano, el vino francés y un largo etcétera de productos sustitutivos.
Ése ha sido el trabajo que desde hace años realizan algunas asociaciones privadas, construir la imagen de un producto de calidad que permite su comercialización en mercados exteriores. Así el sello de calidad que les acompaña se percibe en los mercados exteriores como un producto diferenciado y de calidad superior al resto de los productos de su categoría que se encuentran en el mercado. ¿El secreto? El compromiso con la calidad de las empresas que forman parte de dichas asociaciones, una normativa de calidad propia y una exhaustiva labor de control.