La cifra de negocios del sector químico se incrementará un 3,2% en 2014
Antón Valero, elegido presidente de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (Feique) en la última Asamblea General, ha presentado tras su elección las previsiones de crecimiento del sector químico español para 2014 y 2015. El acto ha contado con la presencia del ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, del presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (Ceoe), Juan Rosell, y del presidente saliente de Feique, Luis Serrano.
Según las previsiones realizadas por Feique, en 2014 el sector registrará finalmente un crecimiento del 3,2% en su cifra de negocios, y acelerará su crecimiento en 2015 hasta el 4,0%, lo que situará las ventas por encima de los 59.300 millones de euros. Esta cifra superará en un 13% a la facturación obtenida en 2008 (el año previo al de mayor impacto de la crisis internacional en el sector), y en 66% a la registrada en 2000.
Si bien los años anteriores el crecimiento se había apoyado exclusivamente en la demanda de los mercados internacionales, en 2014 y 2015 se aprecia una recuperación del consumo y la demanda internas, que permitirán alcanzar crecimientos productivos del 2,2% al cierre de 2014 y del 2,5% en 2015.
El mercado exterior continuará siendo positivo, con un crecimiento de las exportaciones del 3% previsto para este año, donde se está compensando la debilidad de nuestros principales demandantes europeos (Alemania, Francia e Italia) con el acceso a otros mercados internacionales. Este crecimiento situará nuestras exportaciones por encima de los 31.000 millones de euros. En 2015 las previsiones señalan una aceleración del ritmo exportador hasta el 4,5% hasta los 32.400 millones. Es decir, el mercado exterior generará el 55% de la cifra de negocios. Con estas estimaciones, desde 2008, las ventas internacionales se habrán incrementado un 40%, crecimiento que supera el 176% en relación al año 2000.
No obstante, el presidente de Feique ha señalado que si bien los datos demuestran la capacidad competitiva del sector y su resistencia y esfuerzo durante la crisis, las compañías están operando con márgenes muy ajustados en las ventas exteriores como consecuencia de los elevados precios de las materias primas y la concurrencia de un mayor y creciente número de competidores.
Tabla 2. Principales magnitudes del sector químico español.
Las Claves: Reindustrialización (Extractado del discurso del presidente)
Si bien estas previsiones a corto plazo concuerdan con la recuperación más o menos sensible que está experimentando nuestra economía, y son evidentemente positivas, lo cierto es que a largo plazo necesitamos mejorar aquellos factores de competitividad en los que presentamos una mayor debilidad, para tratar de recuperar las inversiones y el tejido industrial capaz de dar solidez y resistencia a nuestra economía en los ciclos de desaceleración económica.
Porque lo que es indudable, es que históricamente, las naciones más ricas y sólidas del mundo son aquellas que poseen los sectores industriales más potentes. El extraordinario crecimiento de países, como China, India o Brasil, o la riqueza de las economías más avanzadas y consolidadas como Estados Unidos, Japón, o Alemania, más allá de crisis coyunturales, se asientan esencialmente en su firme apuesta y apoyo incondicional al desarrollo industrial.
Y no sólo porque la industria genere riqueza y empleo, que lo hace de forma sustancial, sino porque su actividad sostiene gran parte del sector servicios, mejora el acceso a los mercados internacionales, proporciona puestos de trabajo mucho más cualificados y estables, impulsa el desarrollo tecnológico y la innovación y porque, en definitiva, constituye el motor con el que avanzan la economía y la sociedad.
Pero pese a la evidencia de lo que supone el desarrollo sólido de los sectores industriales, hasta hace poco no se ha empezando a hablar en España -y en Europa en general- de la necesidad de una reindustrialización en contraposición a la pérdida de músculo industrial que hemos ido padeciendo en los últimos años.
Y creo que es oportuno felicitar al Ministerio de Industria. No sólo porque ha logrado que la reindustrialización sea un tema prioritario en agenda del Gobierno, sino porque por primera vez en muchos años, y con independencia del color del Gobierno, se ha realizado un diagnóstico adecuado, se han planteado los objetivos esenciales, se están impulsando medidas positivas, y quizá sólo falte que la recuperación económica –y la de las Arcas Públicas- nos permitan reducir los costes energéticos, tanto por la vía del traslado de determinadas partidas de los costes regulados a los Presupuestos Generales, como por la reducción del impacto de los mismos al incrementarse la demanda energética.
También Europa quiere iniciar su recuperación industrial. Los objetivos se han declarado urbi et orbe, el presidente de la Comisión lo ha citado entre sus prioridades, e incluso ha destacado en su reciente discurso programático ante el Parlamento Europa, la apuesta prioritaria de la industria química y farmacéutica como uno de los cuatro sectores estratégicos para Europa.
Pero sabemos también que Europa tiene dos caras. Al mismo tiempo que alguna voz aislada del ejecutivo comunitario y algunas otras en el seno del Consejo Europeo están defendiendo que no avancemos en los compromisos de reducción de emisiones más allá del 20% actual hasta alcanzar el 20% en el ratio de contribución de la industria europea a su PIB, una gran parte de la Comisión y la gran mayoría del Parlamento Europeo, quieren fijar reducciones del 40% para 2030, y la disminución drástica de elementos compensatorios para las industria sometidas a competencia internacional.
Y no nos llevemos a engaño. Toda la política sobre cambio climático en la Unión Europea recae en su industria. Y que tampoco se lleven a engaño los ciudadanos. Esta factura la paga la industria hoy, pero mañana la pagará el ciudadano. Y lo hará cuando se dé cuenta de que el paraíso de la economía de servicios avanzados que promueven algunos iluminados en Europa, desaparezca de aquí detrás de la industria. Las ingenierías, las consultoría avanzada, los centros de desarrollo tecnológico, y otros similares, están en los países industrializados y no en los países basados en servicios primarios, con índices de estabilidad laboral, cualificación y salariales muy diferentes de los que todavía hoy disfruta el ciudadano comunitario.
Por eso creo que nuestro Gobierno, en el seno de las instituciones comunitarias, debe trasladar mayor coherencia y racionalidad a las políticas comunitarias. Necesitamos competir en igualdad de condiciones, y si asumimos compromisos unilaterales, no carguemos su coste en la industria.
Inversión
Centrándome en España, me gustaría trasladarles que el gran objetivo que perseguimos desde Feique es el de atraer inversión productivas. Obviamente esto pasa por presentar condiciones de competitividad-país atractivas, y en este sentido me gustaría destacar algunos factores que hoy son, para nuestro sector, positivos.
Somos el sector que tiene la mayor productividad del país por empleado, los costes laborales son competitivos respecto a los países de nuestro entorno y el diálogo social con las organizaciones sindicales de este sector, FITAG-UGT y CC OO Industria, ha demostrado ser una herramienta –articulada especialmente a través del convenio- de gran valor.
Somos el país con mayor extensión de costa de la UE y con 46 puertos internacionales que están mejorando sus capacidades y operaciones día a día. Continúa el desarrollo del tercer hilo a lo largo del corredor Mediterráneo que mejora el acceso de nuestras mercancías por ferrocarril al mercado europeo y somos el país con más kilómetros de autovías de alta capacidad.
Tenemos una posición privilegiada de acceso a todo el mercado Mediterráneo y al emergente de África, sin olvidar que somos puerta de acceso a Europa desde terceros países, y tenemos un nexo cultural muy valioso de cara al mercado americano. Podemos ser un Hub de exportación.
Disponemos también del mayor cluster químico del Sur de Europa, ChemMed, se está desarrollando el proyecto de un futuro clúster en Andalucía con los puertos y polos químicos de Huelva y Algeciras, y en zonas como en la Comunidad Valenciana, se está apostando firmemente por el desarrollo de nuestro tejido industrial.
Estos factores y otros muchos, unidos al apoyo institucional del Gobierno, son una base muy sólida para construir una industria que, actualmente, creo que sólo precisa como prioridad urgente la reducción de la factura eléctrica.
Pero tampoco debemos olvidar que el principal factor es que haya mercado…. que haya demanda. Y en nuestro caso, las previsiones son claras. El sector Químico será hasta 2030, el sector industrial que presente un mayor crecimiento en el mundo. Un 4,5% anual de media durante los próximos 16 años.
Hay que tener en cuenta que la sociedad actual se enfrenta a un amplio abanico de retos sociales que precisan, para su resolución, de una clara apuesta por la investigación e innovación. Las soluciones sostenibles a gran parte de estos retos pasan por desarrollos en el campo de la química que es una constante fuente de innovaciones y eje director para el desarrollo económico en otros sectores de actividad.
Y precisamente ante la evolución de los factores señalados, es donde la industria química presenta su fortaleza, esencialmente por su capacidad de dar soluciones globales a problemas relacionados con la energía y el cambio climático, agua y alimentación, crecimiento demográfico y salud, mantenimiento de recursos naturales y protección del medio ambiente.
Pero lo importante no es que el sector crezca, que lo es, sino que lo haga en España. Tenemos que ser capaces de que España sea uno de los países que protagonice este crecimiento. Tenemos, desde luego la oportunidad.
Y nuestra oportunidad se llama shale gas. También la explotación de hidrocarburos convencionales, pero en el caso del shale gas, con las estimación actual de recursos en nuestro subsuelo, revolucionaríamos la industria en nuestro país, tal y como ha sucedido en los Estados Unidos.
En un país como el nuestro, con una dependencia energética exterior que nos cuesta anualmente en el entorno de los 50.000 millones de euros, la posibilidad de disponer de una fuente de energía propia y no dependiente de condiciones atmosféricas, es sin duda una oportunidad histórica.
Los estudios más fiables para evaluar el volumen de hidrocarburos no convencionales que podría almacenar España, estiman la disponibilidad de unas reservas equivalentes a 50 años de consumo de gas, lo que supondría el ahorro anual de más de 13.000 millones de Euros en nuestra factura energética.
Pero su desarrollo generaría no sólo un positivo impacto sobre los costes energéticos, sino también en la obtención de materias primas a un coste muy competitivo.
No olvidemos además, que el impacto del shale gas en la economía estadounidense no se ha limitado a acaparar la inversión industrial química. Ha incrementado en 3,5 puntos el crecimiento del conjunto de los sectores manufactureros, ha generado más 900.000 empleos, y ha reducido en 1.000 dólares la factura anual de los hogares.
Y en este sentido debo también agradecer el esfuerzo del Ministerio en la defensa de la exploración de este recurso. Pocas veces los países tenemos oportunidades de modificar de una forma tan sensible nuestro futuro. Y pese a los esfuerzos de Rusia o de algunos países europeos que no tienen o no pueden extraer recursos de este tipo, para que no extraigamos nuestro propio gas, creo que no podemos, ni debemos fallar.
En mi opinión, esta oportunidad, junto a la evolución prevista del mercado y la demanda mundiales de productos químicos, establece un marco de futuro que me atrevo considerar optimista. Esta vez depende de nosotros y tenemos que trabajar unidos.
Apostemos por nuestra industria hoy y garantizaremos el futuro.