Entrevista a Vicente de Gracia, director de desarrollos sectoriales de Aido
24 de noviembre de 2010
Fiar del todo tus oportunidades a disponer de una tecnología es hipotecar la capacidad de descubrir otros segmentos, otros mercados u otros clientes que lo que persiguen, seguramente, ya con la tecnología de que disponemos podemos resolver.
¿Por ejemplo?
El más claro es el sector digital. La incorporación de impresoras digitales al mercado gráfico, que se inició hace unos diez años, está muy inducida por la creencia de que abre nuevas posibilidades como la personalización, la impresión de tiradas muy cortas o el trabajo con bases de datos. Este parece que es el argumento de venta.
¿Y no es así?
Sí. Sin embargo, lo que el mercado demanda en muchos casos se puede cumplir con una máquina pequeña convencional de dos cuerpos. Puede hacer tiradas igual de cortas y rápidas que una imprenta digital de última generación pero requiere una inversión diez veces menor. Más de una máquina acaba cubierta por una lona por falta de demanda de productos que precisan de esa tecnología.
Pero da la sensación que desde hace años consultores y expertos del sector han incitado a las empresas a renovar su parque de maquinaria, como vía para ser competitivo.
Efectivamente, durante mucho tiempo ha habido la creencia, y diría que aún la sigue habiendo, de que la incorporación de tecnología puede resolver los problemas de una empresa de artes gráficas. Y sí, resuelve los problemas, pero de quien vende esa tecnología. El negocio de impresión comercial en general no ha estado atento a sus capacidades y a sus oportunidades con la tecnología y la maquinaria que ya tenía.
¿Y qué se debía haber hecho?
Pues organizarse mejor. Yo reivindico la optimización del proceso, la capacitación del personal, pero, sobre todo, la mejora en la forma en que uno genera su producción. La cuestión de la tecnología como determinante de tu oportunidad en el mercado creo que no se da en otro sector. Es una singularidad de las artes gráficas.
¿Y hemos tomado nota de los errores?
Después de 15 años cometiendo errores y pegándonos batacazos parece que algunos hemos aprendido. Aquellos que en su día compraron las grandes fotocomponedoras de última generación que valían una fortuna, dos años después las tenían tapadas porque un Macintosh les resolvía el problema. Otros ejemplo: el que adquirió el último escáner Crossfield cilíndrico, cuyo módulo para girar la imagen valía casi tanto como un escáner nuevo, nunca amortizó la inversión. El sector, por desgracia, está lleno de estos ejemplos.
Pero la tecnología siempre evoluciona... ¿No estaremos viviendo ahora una situación similar con todos los equipos nuevos que salen al mercado?
Claro. El punto de equilibrio lo marca la sensatez de cada empresario. Como decía, hay que aprender de los errores del pasado. Si la historia del sector en nuestro país nos ha demostrado que la solución a todo no está en la tecnología, ¿por qué insistimos en ello?
Buena pregunta. ¿Por qué?
Pues por falta de perspectiva, por falta de cultura de la innovación y por falta de capacidad para procesar la información y hacer conocimiento de ella, un conocimiento aplicable a la realidad individual de cada empresa.
¿Y cree que el relevo generacional traerá consigo un cambio de mentalidad?
Espero que sí. Además, las nuevas generaciones no tienen más remedio que hacerlo. El que no se adapte, está muerto.
Parece un poco radical...
Los acontecimientos se precipitan a una velocidad incontrolable. Ojalá me equivoque, pero la supervivencia del sector pasa por un cambio de paradigma.
¿Y en qué medida cree que repercutirá la entrada del web to print en el panorama gráfico en la clásica imprenta de barrio?
El web to print se comerá a un perfil de imprenta, pero, por poner un ejemplo, yo creo que la lotería de la cofradía o de la falla o de las fiestas del barrio, la seguirá imprimiendo la imprenta de proximidad, la de toda la vida. No hay espacio ahí para el web to print. Con esto quiero decir que se racionalizará el negocio.
¿Entonces hay futuro para este tipo de imprentas familiares?
Subsistirá la que aporte valor al producto impreso: diseño, objetualidad o que de notoriedad a un envase. El problema es que en España las imprentas han entrado en una absurda guerra de precios y, si tu competitividad depende solo de mejorar la oferta de otro, estás abocado a desaparecer. Actuar por mimetismo ha llevado a la quiebra a muchas empresas del sector. Que la adquisición de un nuevo equipo haya funcionado con tu competidor más próximo no significa que funcione contigo. Cada empresa tiene sus particularidades, sus propios clientes con necesidades específicas. El impresor debe cambiar de mentalidad, debe de mirar hacia dentro, no hacia fuera.