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La discutida bondad del ahorro

Albert Esteves, editor de Interempresas01/06/2010
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1 de junio de 2010

Según datos oficiales la tasa de ahorro de las familias españolas ha aumentado durante la crisis hasta situarse cerca del 20% de la renta disponible. Es más, en el último trimestre de 2009 la tasa alcanzó el 24,7%, el nivel más alto de toda la serie histórica y más del doble de su nivel en 2007. Es decir, nos guardamos uno de cada cuatro euros que entran en nuestros hogares, algo insólito en un país que ha vivido por encima de sus posibilidades durante más de una década. También en el caso de las empresas, el ahorro, medido en términos de capacidad de financiación, ha aumentado drásticamente, alcanzando valores positivos por primera vez desde 2005.

Y la pregunta es, ¿esto es bueno o malo? Un buen número de economistas afirma que, a estos niveles y en la situación actual, es malo. Por un lado, porque es síntoma de desconfianza, cuando no de pánico, ante la gravedad de la situación económica. Y por otro, porque la consecuencia directa de este aumento del ahorro es la reducción del consumo, lo cual retroalimenta la crisis. Otros, sin embargo, argumentan que tanto particulares como empresas vivían con un peligroso sobreendeudamiento que ahora empieza a corregirse, y esto es positivo. Y que, además, este mayor nivel de ahorro podrá ser canalizado por el sistema bancario facilitando el crédito a las empresas. Como es habitual, los economistas, supuestamente expertos, no se ponen de acuerdo tampoco en este caso.

Sin embargo, más allá del debate técnico hay en esta cuestión un trasfondo filosófico que a mí me parece más interesante. Ya en el siglo XVIII Immanuel Kant, en sus 'Lecciones de Ética', abordaba esta cuestión en un capítulo titulado 'en torno al ahorro', cuya lectura resulta ciertamente estimulante. Decía el célebre filósofo alemán que "el ahorro no es una virtud, ya que para ahorrar no se precisa habilidad ni talento [...], hasta el más tonto puede amontonar dinero" y argumentaba que, en el plano individual, no hay razones para juzgar más necio al manirroto que al prudente ahorrador. Mientras este se priva de la vida presente, el otro se despoja de la vida futura (pero que le quiten lo 'bailao'). En cambio, cuando aborda la cuestión desde la perspectiva social, concluye Kant, que los ahorradores son ciertamente más provechosos para la sociedad en su conjunto y que solo ellos "resultan compatibles con los fines universales del orden general de las cosas".

Kant no era economista ni empresario. Y las generaciones de emprendedores que nos han precedido difícilmente habrían leído a Kant. Pero la consideración del ahorro como un valor positivo, como un elemento de seguridad que nos fortalece para crecer de forma sostenible, atenuando los riesgos y afianzando el futuro, ha sido, desde Kant hasta nuestros padres, poco menos que un axioma. Un axioma que se pulverizó en los años del desmadre previos a la crisis. Cuando todo el mundo, empresas y particulares, empezó a vivir por encima de sus posibilidades. Cuando la irresponsabilidad de los que pedían prestado lo que nunca podrían devolver palidecía ante la irresponsabilidad de los que se lo prestaban. Hasta que, como era de esperar, acabó quebrándose eso que Kant define como el orden general de las cosas.

Hoy la crisis ha vuelto a poner en evidencia lo que siempre había sido evidente. Las familias y las empresas que actuaron con prudencia, que mantenían un razonable nivel de ahorro o que se habían endeudado de forma responsable, van a salir en su mayor parte airosas de la crisis, muchas de ellas incluso fortalecidas. Las demás saldrán muy debilitadas, o no saldrán. Me alegro pues de que el ahorro privado esté aumentando y de que decrezca el endeudamiento. Aunque las empresas nos resintamos, durante algún tiempo, de un consumo menor. Lo mismo vale, huelga decirlo, para las administraciones públicas, pero eso, queridos lectores, da para unos cuantos artículos más.

Comentarios al artículo/noticia

#6 - José Alberto
30/06/2010 19:47:12
Como siempre, cualquier tema puede ser enfocado de diferentes ángulos y, por supuesto, susceptible de interpretarse bajo diferentes puntos de vista, tan reales subjetivamente, como los del observador en la física cuántica. El ahorro para un emprendedor que se inicia, no solo es imposible -por razones obvias- sino que representaría no creer en su propio proyecto (¿dónde mejor invertir?), implicando la negación de los principios y cualidades básicas necesarias, pero no suficientes, para llegar a ser un “creador de empleo”, término que, por prejuicios históricos, suena mejor que “empresario”. Para una persona que reúna un perfil distinto y quiera rentabilizar sus ahorros, después de haber trabajado durante muchos años, o de haber invertido adecuadamente, el enfoque es distinto. Normalmente y con las excepciones de funcionarios de alto rango; profesionales muy cualificados o determinados personajes políticos, suele conseguirse bastante tarde, lo que no propicia a esas alturas del camino meterse en aventuras inseguras, salvo que se manejes información privilegiada que les garantice o propicie el éxito, como suele ocurrir en este último grupo de privilegiados. Por tanto el ahorro o endeudamiento no son buenos o malos en si, sino que dependen más del perfil de quien los practica. Para un empresario que gestione y prevea una coyuntura favorable para su negocio, tiene la “obligación” de endeudarse, pues siempre obtendrá una rentabilidad empresarial superior al costo financiero del dinero recibido y en consecuencia, el endeudamiento (hasta donde se lo concedan), significa una clara posibilidad de ampliar la capacidad de su negocio y en consecuencia de los beneficios. Endeudarse sin capacidad de retorno, tanto para empresarios como para trabajadores, es un suicidio económico, que sí han propiciado hasta hace muy poco Bancos y Cajas, para en su momento aumentar sus cuentas de resultados con beneficios derivados de su actividad típica, y más tarde rentabilizarlos aún más, con los “atípicos” conseguidos al realizar los bienes “requisados” a sus deudores, en momentos más adecuados para su venta. Como decía un viejo amigo: “El listo (y el poderoso) vive del tonto, y el tonto (y pobre) de su trabajo”. ¡Que así “no sea”!
#5 - Julio
26/06/2010 18:32:04
Los que más debieran ahorrar son los gobiernos, tanto el central como los autonómicos, diputaciones y ayuntamientos. Pero no en infraestructuras, que sirven para modfernizar el país, sino en burocracia, subvenciones clientelares, y tantos otros gastos inútiles. Y sobran cientos de miles de funcionarios a los que no se les puede despedir. ¿Qué vamos a hacer con ellos?. Hay que cambiar la ley de la función pública ya. Si no, poco van a poder ahorrar las administraciones. Ergo, más déficit o más impuestos. O ambas cosas.
#4 - David R.
20/06/2010 21:58:29
En respuesta a Carmelo: más que pensar en nuevos sectores o servicios, que son proyectos a largo plazo, lo que nos puede sacar de la crisis es el relanzamiento de los sectores que ejercen de tractores sobre los demás, incluída la construcción aunque sea vía rehabilitación o el automóvil vía coche eléctrico. La biotecnología, las TIC o las energías alternativas pueden ayudar pero a corto plazo han de ser los sectores fuertes los que apuesten por su propia reconversión y tiren de los demás. No hay otra salida.
#3 - Edgar
18/06/2010 17:01:02
Me parece muy bueno que hayan tocado el tema, es cierto que algunas empresas en algun momento de su vida llegan a un endeudamiento iresponsable muchas veces con la complicidad del sistema bancario, seguro que esta crisis nos ayudara a corregir y ordenar nuestra forma de vida y a no alterar en el futuro el orden de las cosas
#2 - Carmelo
16/06/2010 20:58:59
Me gustaria seber que opinion tienen sobre el futuro productivo de este pais. ¿Alguien sabe en que sector o servicio destacamos que podamos afirmar que ese es el camino?, y por supuesto que en cierta manera sirva de motor economico. No creo que nadie piense en la contruccion, yo tampoco, yo pienso en algo que se pueda exportar y traer dinero para casa. La verdad no tengo ni idea, está todo patasarriba. No tenemos nada que ofrecer al exterior (por favor, entiendanme, en terminos generales)y no somos un pais con la mano de obra barata. Indudablemente hay pequeño numero de empresas de diversos sectores que si tienen algo que ofrecer más allá de nuestra frontera, pero no son suficientes. Estos ultimos años las fortunas más grandes se han hecho con dinero interno, esto quiere decir que el que tiene dinero es por que otros ya no lo tienen o lo deben. Se ganaba tanto dinero en la construccion que se olvidaron de la industria, que es la que podía traer el dinero exterior (entre otros sectores). Y ¿ahora que?, ¿como?, ¿donde vamos a colocar a tantisima gente parada?, ¿de donde vamos a generar ingresos para mantenernos?. Pues de ningún lado, asi que ya sabemos, como decia Kant, a ahorrar. Y como sugiere Albert, la primera deberia ser la administracion que si no "robaran" tanto, las empresas, en vez de hacer malavarismos para mantenerse, irian buscando su camino natural, que es prosperar, y por la cuenta que les trae, ya se pondrian al dia (lease innovar).
#1 - Andrés
10/06/2010 23:36:56
Para valorar los datos sobre el volumen de ahorro de los españoles hemos de tener en cuenta las indemnizaciones que han cobrado muchos de los que han sido despedidos o prejubilados y que han servido para engrosar temporalmente sus cuentas de ahorro. Esto ha hecho subir en parte la media. Pero siguen siendo mayoría los que a duras penas pueden llegar a fin de mes. En cualquier caso, estoy de acuerdo con la tesis. Vivir por encima de las posibilidades acaba siempre mal.

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