La certificación FSC en la industria gráfica, un valor en alza
La mesa redonda, que analizó la importancia de las certificaciones en la industria gráfica, estuvo compuesta por Joan Mases, representante del Gremio de Artes Gráficas de Cataluña; Antonia Barba, responsable de Calidad de El Tinter; Ángel Perez, director de producción de Random House Mondadori; e Isabel Rodríguez, de la Fundación CIT-AGM. El primero en intervenir fue Ángel Pérez, quien dató el inicio de la colaboración de Mondadori con una organización tan importante como Greenpeace en 2006. “Fue a partir de entonces que empezamos a pedir papel certificado. Así y todo, y después de tantos años, esta certificación sigue sin ser lo visible que habría de ser, tal y como sí ocurre en mercados como el anglosajón o el del norte de Europa, donde la sensibilidad por parte del propio consumidor es mucho mayor. Las artes gráficas cuentan con una serie de particularidades, con la intervención de muchos actores y con procesos muy rápidos, y ello merece una atención especial”.
Por otro lado, Antonia Barba, de la empresa de comunicación El Tinter, confesó que cuesta que el reconocimiento llegue, pero ellos han hecho precisamente del medio ambiente su bandera en la industria gráfica. “Fue en el año 2000 cuando dedicidimos dar el paso de apostar por el medio ambiente en nuestro taller de la imprenta. Las certificaciones que obtuvimos en esos primeros años nos sirvieron para conseguir en el 2007 la certificación FSC, la mayor parte del trabajo ya lo habíamos hecho. Apostamos por FSC porque es una marca asociada a la defensa del medio ambiente, que aporta un valor añadido a nuestro producto, y porque nuestros propios clientes nos lo demandan cada vez más”, explicó.
Joan Mases, representante del Gremio de Artes Gráficas de Cataluña, quiso poner el acento en los problemas que se encuentran actualmente las pequeñas imprentas que quieren certificarse. “La experiencia de estos últimos cuatro años, en que se han concedido unas 65 certificaciones en Cataluña, es que cuando visitas a esas micro o miniempresas –que representan un 85% del sector– lo primero que ven es una montaña, ante todo porque este certificado se añade a muchos otros más que ya existen, con los consecuentes costes económicos que supone en una época de crisis brutal que sacude a la industria. En nuestro sector existe una falta de cultura de gestión muy importante, y cuando se quiere convencer a alguien que ha de mostrar la trazabilidad de un proceso, y que para ello se han de superar una serie de auditorías, ves que aún existe una reticencia importante. No obstante, una vez entran y se certifican, desaparecen esos miedos y esas 'miserias' iniciales. Principalmente porque muchas empresas al realizar sus catálogos o revistas ya piden estas certificaciones, y si no cuentas con ellas estás en desventaja respecto a tus competidores. Se ha de hacer comprender a la imprenta que certificarse es apostar por un proyecto estratégico que en un periodo de 3 a 5 años te va dar unos resultados que le permitirán distanciarse de su competencia”.
- Hubo un momento en que desde El Tinter se decidió apostar por el respeto por el medio ambiente. ¿Cuáles son los ejes sobre los que se basa ese compromiso?
Se manifiesta en que en estos 12 años hemos realizado no tan solo un cambio de criterio y de gestión de los residuos, sino también un cambio de mentalidad de todos los integrantes de la plantilla de El Tinter. Y te puedo asegurar que no fue nada fácil. Las imprentas eran las típicas empresas que trabajaban sin pensar en nada más, y los residuos se desechaban de cualquier manera. Por otro lado, esa apuesta ha significado un valor añadido fundamental, que ha sido producto de nuestro trabajo y de la labor que hemos realizado para difundirlo.
- ¿Qué supone para ustedes y para sus clientes contar con la certificación FSC?
Trabajamos mucho con la Administración, asociaciones, ONGs, institutos tecnológicos, etc., en definitiva, clientes que tienen consciencia de qué significa hoy día el medio ambiente y qué comporta el FSC. Y si tienes cadena de custodia, te piden el certificado para trabajar contigo. Por otro lado, la difusión que hemos realizado a través de acciones concretas ha hecho que muchos diseñadores y editoriales también empiecen a buscarnos porque contamos con certificaciones con las que otras imprentas no cuentan.
- ¿Qué le falta aún por hacer al sector de la industria gráfica en materia de sostenibilidad?
Más que acciones concretas la base está en que el productor, y por lo tanto quien ha de aplicar esa nueva forma de trabajar, esté convencido que lo hace por ideología y no por obligación. Por lo tanto, se han de elaborar todos los productos con unos criterios de sostenibilidad pensando que ello es bueno para el planeta y que además eso nos va a ofrecer un valor añadido. Esta crisis nos ha de hacer cambiar el chip.
- ¿Y el papel, elemento básico en su trabajo, qué rol tiene a la hora de ser más eficientes?
Nuestro trabajo a través del Programa 'Life Greening Book' nos ha servido para elaborar unos criterios de sostenibilidad a la hora de editar un libro o una revista. Hasta ahora solo se miraba la procedencia del papel, pero no se aplicaban formatos con criterios lógicos. Ha de ser el propio diseñador el que ya ha de tener presente qué criterios de impresión va a querer para cumplir con esa sostenibilidad, por ejemplo ajustando al máximo los márgenes de las páginas, y evidentemente usando papel reciclado y certificado FSC.