Entrevista a Ángel Rodríguez Castañón, secretario ejecutivo de ASEAMO y de ASEAVA
23 de febrero de 2012
El Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) acaba de publicar su informe sobre las futuras explotaciones de vacuno de carne en la región asturiana. En síntesis, ¿qué conclusiones se desprenden de este estudio?
Básicamente, nos hallamos ante un subsector, el vacuno de carne, con una presencia y una importancia económica cada vez mayor dentro del contexto regional. En Asturias, hacer referencia al vacuno de carne es hablar de explotaciones de vacas de cría y por ende, de vacas de razas asturianas. Esto se debe a que en el Principado apenas existen otros modelos productivos basados en sistemas intensivos de cebo de terneros.
Según el informe, el número de ganaderías, entre 1985 y 2010, pasó de 45.000 a casi 20.000, en el Principado. ¿A qué se debe esta evolución? En otras comunidades autónomas, también ha caído el número de granjas de vacuno de carne, favoreciendo a las de mayores dimensiones. ¿Sucede algo parecido en la región asturiana?
Asturias es tierra de minifundio y, tradicionalmente, tanto el censo de animales como la superficie disponible por explotación es muy pequeña. Por ello, la posible ampliación de las ganaderías se produce a costa de la reducción del número total de las mismas.
En los últimos años, no se ha observado una disminución del número de explotaciones de vacuno de carne, en la región asturiana. Lo que sí ha tenido lugar, ha sido un descenso notable de las explotaciones de vacuno de leche ya que en este período de tiempo se apreció un cambio en la tipología de ganadería predominante (si se tiene en cuenta que en el año 1985 abundaban las ganaderías de leche, hasta el 65% del total). Hoy en día, la ganadería de carne tiene un peso mayor, ya que supone el 80% del total. Por eso decimos que, en la actualidad, hablar de ganaderías de vacuno en Asturias es hablar básicamente de aquellas de vacas de cría.
¿Y a qué se debe esa supremacía?
En mi opinión, dos han sido las causas fundamentales. Por un lado, la política de cuotas lecheras ha favorecido la supervivencia de explotaciones lecheras grandes, lo que acarreó una notable disminución del número de ganaderías y una concentración de la cuota disponible de Asturias en apenas 3.000. Por otro lado, el sentimiento en torno a las razas autóctonas asturianas y la rentabilidad que ofrecen bajo sistemas de manejo extensivos han motivado que, no solamente se mantuviera el número de explotaciones de vacuno de carne, sino que éstas aumentaran.
En definitiva, la fisonomía de la ganadería vacuna ha cambiado por completo en Asturias en estos últimos 25 años. Y por lo que se refiere a la ganadería de carne, ésta ha experimentado un crecimiento importante y se ha especializado en la cría de razas autóctonas asturianas.
Precisamente, en los últimos años se ha observado un resurgimiento de las razas de vacuno de carne autóctonas, Asturiana de la Montaña y Asturiana de los Valles, en detrimento de las cruzadas. ¿Qué supone, en términos de rentabilidad, esta tendencia para el ganadero?
Numerosos son los factores que han permitido la recuperación y posterior expansión de las razas, pero tres de ellos destacan sobre las demás.
En primer lugar, el trabajo de los criadores que, en épocas difíciles, han sabido apostar por estas razas y sobreponerse a numerosos sinsabores. El sentimiento en torno a la raza los unió y propició la constitución de las asociaciones de criadores, verdaderos pistoletazos de salida para su conservación.
En segundo lugar, y no menos importante, fue el decidido impulso de las diferentes y sucesivas Administraciones, que vieron la necesidad de conservar las razas y con su constante apoyo permitieron que se consolidaran las labores de conservación, selección y mejora.
Por último, su perfecta adaptación a sistemas de producción extensivos y, en el caso de la Asturiana de los Valles, sus notables rendimientos carniceros han permitido que se haya extendido por España y haya traspasado las fronteras.
Raza Asturiana de la Montaña versus raza Asturiana de los Valles
“El ganadero asturiano se ha especializado, ya no existen razas de doble aptitud. El que se dedica a la producción de leche utiliza la raza Frisona de alta genética, y el que se quiere dedicar a la producción de carne utiliza las razas autóctonas asturianas”, asegura, contundente, Ángel Rodríguez Castañón. En lo que a vacuno de carne se refiere, conviven dos razas locales: la Asturiana de la Montaña o Casina y la Asturiana de los Valles. La primera, según el experto, es una raza catalogada como en peligro de extinción y, por lo tanto, todas las actuaciones que se realizan con ella giran en torno a su recuperación y conservación. “Los ganaderos que la crían llevan a cabo una importante labor de conservación de un patrimonio genético animal asturiano y, por tanto, perciben un dinero por ello. En este sentido, hay que decir que la raza Casina no la hemos heredado de nuestros padres sino que la tenemos prestada de nuestros hijos y, por ello, estamos obligados a su conservación para así entregarla a las generaciones futuras. Es necesario apoyar su recuperación ya que, en caso contrario, nadie nos perdonaría haber permitido la desaparición de una raza autóctona del Principado de Asturias”.
La segunda, o raza Asturiana de los Valles, goza de mejor salud. No solamente no está en peligro, sino que es la raza de vacuno autóctona española que más ha incrementado sus censos según el Ministerio de Agricultura, quién en estudios recientes muestra que las dos razas con más censos dentro del vacuno de carne español son la raza Limousina y la raza Asturiana de los Valles. “Esto pone de manifiesto que la labor realizada a lo largo de los últimos 30 años en la mejora genética y selección de la raza Asturiana de los Valles está empezando a dar resultados. Nosotros no conocemos cuantos animales de la raza Asturiana están fuera del Libro Genealógico pero si sabemos que, a nivel nacional, el Libro Genealógico de la raza Asturiana de los Valles es el que más animales contiene después del de la raza Frisona y del ganado de lidia, no siendo superado por ninguna otra raza, ya sea autóctona o no”. Asimismo, esta raza se cría fuera de la cornisa cantábrica, extendiéndose a comunidades como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía… “En el Libro Genealógico de la raza se hallan inscritos animales de trece Comunidades Autónomas diferentes. En estos momentos estamos inmersos en la expansión hacia el continente americano donde, tras unos años de trabajo, se están registrando rebaños estables en diferentes países del Sur y de Centroamérica”.
¿Comparte la opinión que la creciente especialización de las razas autóctonas aporta valor añadido y calidad diferenciada a la carne de vacuno proveniente del Principado?
Por supuesto que sí. Las razas autóctonas son aquellas que mejor demuestran el vínculo entre el producto (la carne) y el territorio (el Principado de Asturias).
En este sentido, me gustaría recordar que la I.G.P. Ternera Asturiana solamente ampara animales de las razas autóctonas Asturiana de la Montaña y Asturiana de los Valles. Gracias a ello y a la labor de selección de las razas, podemos decir que en Asturias se ha desarrollado una ganadería autóctona con censos más que suficientes para nutrir a la I.G.P. y, en consecuencia, para satisfacer la demanda que pueda surgir.
Por nuestra parte, dentro de la Asociación de criadores de raza Asturiana de los Valles, hemos creado la marca de carne 'Xata Roxa' para comercializar animales de la raza inscritos en el Libro Genealógico. Tras 10 años de andadura, somos capaces de comercializar más de 5.000 terneros al año en diversos puntos de venta localizados en Asturias, Cantabria, Madrid e, incluso, en mercados exteriores (Alemania, Bélgica y Holanda).
En una entrevista reciente aseguraba que la ganadería asturiana va más allá de una actividad agrícola, haciendo referencia a sus implicaciones sociales. En concreto, ¿de qué estaríamos hablando? ¿Cree que estas implicaciones se han tenido en cuenta en el proyecto presentado de la futura reforma de la PAC?
El papel actual de la ganadería asturiana de vacuno de carne va más allá de la mera producción de carne. La producción con vacas de cría y pastos implica gestión del territorio, por lo que estamos ante un claro ejemplo de “agricultura multifuncional” o “producción de bienes públicos”, donde las ganaderías además de producir alimentos de manera segura, desempeñan importantes labores medioambientales y de equilibrio territorial.
El ganadero asturiano de vacas de cría cumple perfectamente con las “premisas verdes” propuestas hoy en día y sobre la orientación que se quiere dar a la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC). En efecto, las ganaderías vacunas asturianas contribuyen a producir un alimento de manera segura y con calidad diferenciada, así como al cuidado y mantenimiento del medio ambiente y por ende, permiten a la gente seguir viviendo en los pueblos (equilibrio territorial).
Cuando una ganadería se cierra, con ella se va una experiencia, una historia, una tradición. No solamente desaparecen personas sino que se abandonan los pueblos y se pierde toda una serie de actividades tradicionales que giraban en torno a la vaca.
Por todo ello, estamos en un momento clave para valorar en su justa medida el papel de los criadores de razas autóctonas asturianas, a quienes la sociedad debe reconocer el esfuerzo y dedicación que están haciendo en la gestión del medio y en la producción de bienes públicos. Ha llegado el momento de considerar que las ayudas que reciben y puedan recibir en el futuro no son “una subvención más” sino “pagos a la prestación de servicios”.
En el Principado, la producción de vacuno de carne va más allá de la actividad ganadera, resaltando sus implicaciones sociales. Por ejemplo, gestión del territorio y crianza bajo “premisas verdes”, en sintonía con la futura PAC. En la foto, vacuno de raza Asturiana de la Montaña.
De no haber cambios, ¿la PAC más allá del año 2013 beneficiaría o perjudicaría al vacuno de carne asturiano?
En principio, puede ser una PAC adecuada para las razas autóctonas en sistemas extensivos siempre que el gobierno central haga una apuesta decidida por sectores vulnerables como es el caso de las vacas nodrizas y no tienda a una regionalización física de las ayudas que conlleve un reparto político de las mismas.
La mayor limitación que van a tener los ganaderos asturianos es la superficie, ya que ésta es una tierra de minifundio y, por lo tanto, no serán los que más ayudas obtengan con este sistema de reparto.
Ante el contexto de crisis económica en el que nos hallamos, ¿qué panorama se le presenta al ganadero asturiano?
El mercado al que se debe dirigir el productor asturiano de carne de vacuno no es el de la cantidad y precio al que sí concurre la carne española de sistemas intensivos y aquella de importación, sino el de la excelencia donde siempre habrán consumidores que valorarán las cualidades de nuestro producto.
El sector ganadero asturiano apuesta por la producción de carne de calidad diferenciada, amparada por una I.G.P. que solamente da cabida a las razas autóctonas. Por ello, la producción se dirige a mercados que valoren la excelencia y al que no acude carne proveniente de sistemas intensivos u otros países. En la imagen, vacuno de raza Asturiana de los Valles.
En general, ¿cómo serán las explotaciones de carne del futuro? ¿Hasta qué punto se producirá vacuno de carne bajo criterios de sostenibilidad?
La ganadería vacuna de carne futura en Asturias será, a mi modo de ver, especializada que acentuará, aún más, las tendencias actuales entre la producción de leche y la de carne. Es decir, serán ganaderías más grandes, provistas de animales selectos de razas autóctonas, especializadas en la producción de un alimento de calidad (la carne), prestadoras de servicios y ligadas a la conservación del medio.
Como productores de carne nadie nos va a ayudar, y tendremos que ser los criadores los que nos esmeremos en producir un alimento de calidad superior que nos permita diferenciarnos y competir en el mercado. Como prestadores de servicios se percibirán unas ayudas acordes con la labor realizada ya que las Administraciones tienen cada vez más claro el papel que los agricultores y ganaderos pueden desempeñar en la conservación del medio rural.