El sector español de carnes y productos frescos
El año pasado año vivimos un cambio en el ciclo de la producción. En el caso del porcino, la adaptación del sector productor a la normativa de bienestar animal en las explotaciones porcina hizo que la producción ganadera creciese de manera destacada. Esto ha acabado pesando sobre el mercado y se ha finalizado el año en números rojos, con una caída de más del 12% en las cotizaciones de los cerdos vivos respecto a 2014. Además hay otros elementos que aún teniendo influencia como pueden ser el embargo ruso que sigue afectando, pese a que el sector haya sabido dirigir sus exportaciones hacia otros mercados. Frente a esto, en el caso del ovino y el vacuno, la exportación de animales vivos permitió un mayor dinamismo. También en el caso de la producción de carne se ha visto una mejora significativa gracias a la exportación. Y a las industrias cárnicas, en carne de porcino, el exceso de producción afectó a los mataderos y salas de despiece y provocó una caída de los precios y una menor rentabilidad, pese a las exportaciones.
En cambio, el poder obtener materia prima a precios más reducidos ayudó a los fabricantes de derivados cárnicos a mejorar los reducidos márgenes comerciales con los que han tenido que trabajar durante estos pasados años con motivo de la crisis.
En 2016 la previsión para el primer semestre es que sigamos con esta dinámica. Para el sector porcino posiblemente será un año complicado en cuanto a la producción ganadera y carne fresca. Pese a esto, cuentan con un factor a favor ya que los costes de alimentación animal, de momento, están en niveles bajos.
En vacuno y ovino, la prevista declaración este año de España como país con estatus de riesgo insignificante frente a la EEB, que es el máximo status que puede alcanzarse, debería contribuir a mejorar sus exportaciones, ya que permitirá eliminar las actuales trabas formales. En este sentido, venimos pidiendo a la Administración un esfuerzo especial para abrir mercados como los de Corea del Sur, Japón o China, especialmente para estos dos sectores que están más atrás que el porcino.
Si tuviéramos acceso a nuevos mercados para exportar estas carnes de este tipo, no sería necesaria la exportación de animales vivos que, a corto plazo, puede suponer una solución para los ganaderos, pero que supone romper la cadena de valor dejando a los mataderos y salas de despiece sin actividad, y por tanto no generando empleo ni valor añadido en esos eslabones de la cadena.
Por otro lado, nuestro país tiene que ser conocido también como exportador de carne de todas las especies y no únicamente de porcino. No en vano somos el quinto productor de carne de vacuno en la Unión Europea y el tercero en ovino.
Estos pueden ser los años del vacuno y el ovino
Estas carnes ya van consiguiendo un crecimiento aún a espaldas de grandes mercados, así que cuando estos se vayan abriendo, las perspectivas pueden ser mucho más positivas. Esto tirará de la modernización del sector, de la dimensión de las empresas, ya que estas carnes se han visto abocadas a una pérdida de 15 años respecto a la extraordinaria progresión que ha tenido el porcino, cuyos operadores han podido y sabido ganar dimensión, afinar su competitividad y mejorar sus estructuras para la exportación.
Se vislumbra pues un escenario diferente para estas carnes, en el que los sectores han de apostar por la calidad más que por el volumen, por la excelencia, por el consumo de placer y disfrute, etc. Y aprovechar de forma eficiente la herramienta que representan las organizaciones interprofesionales y los recursos generados por sus Extensiones de Norma para la promoción al consumidor, la información al sector, la innovación, etc.
Es indiscutible que el crecimiento de la demanda va a proceder de los mercados exteriores y, por ello, necesitamos consolidar esos mercados en los que tenemos una posición ya conseguida, y necesitamos que se abran mercados de alto interés, y necesitamos un mayor apoyo y fomento y promoción en terceros países.
Requerimos que el comercio exterior cárnico se contemple en su globalidad desde la Administración española como una estrategia de país, que nuestras necesidades de abrir nuevos mercados estén incluidas en las agendas de los responsables políticos en su actividad internacional.
Y necesitamos que se unifiquen las competencias en materia alimentaria y de comercio exterior. España es uno de los escasos países donde las competencias están divididas entre distintos ministerios, lo que crea problemas a la actividad exportadora, lastrando nuestra competitividad y eficacia.
Modernización, compromiso e innovación
En cuanto al mercado nacional, el futuro de nuestro sector pasa por la transparencia, por incrementar día a día el compromiso con el consumidor, por satisfacer sus expectativas con formulaciones cada vez más idóneas nutricionalmente, por un etiquetado claro y leal, etc.
Además, la innovación es sin duda uno de los puntos que más ayuda a incrementar la competitividad de las empresas cárnicas, tanto dentro como fuera de nuestro mercado. Tenemos que competir con servicio, tecnología, calidad, nuevos formatos y productos, etc. También deberíamos innovar en otras áreas diferentes como las fórmulas de comercialización o la cooperación entre empresas.
Con lo que no podemos competir es con los costes que tienen otros grandes productores mundiales debido a la estructura legislativa y reglamentaria que tenemos en la Unión Europea. Esto último dificulta la actividad, pero, por otro lado, la normativa europea ayuda a prestigiar las producciones de la UE.
Las carnes, esenciales en una alimentación completa y saludable
Pese a esa corriente contraria a las carnes que tiene cierto arraigo en medios y opinión pública, los datos (del Banco Mundial y la FAO) indican claramente que hay una correlación directa entre los países con mayores consumos de carne y la mayor esperanza de vida de sus poblaciones.
Evidentemente no son datos aislados, sino formando parte de un conjunto de indicadores de desarrollo, y así muchos de los países más desarrollados (Nueva Zelanda, Australia, Estados Unidos, Austria, España, Israel, Argentina, Canadá, Francia, Alemania, etc.) son los que tienen mayor consumo de carnes y mayor esperanza de vida, mientras que otros en ‘vías de desarrollo’ (India, Indonesia, Argelia, Perú, Túnez, Georgia, Guatemala, Tailandia, Egipto, etc.) presentan la esperanza de vida más corta para sus habitantes así como las menores tasas de consumo de carnes.
Las industrias del sector, como las que cualquier otro, tienen que cumplir la legislación y todos los requerimientos que establece una normativa estricta y amplísima. Nuestro sector es de los más regulados y controlados a nivel oficial, aparte de todos los protocolos de autocontrol establecidos por las propias empresas.
La carne es un alimento esencial para una dieta completa, equilibrada y saludable. Como lo ha sido siempre, no es algo nuevo. Es evidente que hay algunas corrientes contrarias a las carnes, en general sin fundamento científico en el que apoyarse, pero que tienen impacto en la opinión pública.
En lo relacionado con la nutrición, no hay que olvidar que no existen alimentos buenos y malos, sino que la clave es llevar un patrón de alimentación completa y equilibrada, comiendo de todo y en las cantidades establecidas por los expertos en nutrición, y con un estilo de vida activo y saludable.
En todo caso, nuestra sociedad hace llamamientos a los que el sector ha de responder con responsabilidad social, información respaldada y evidenciando compromisos serios para una mejor alimentación. Como indicaba anteriormente, estos compromisos incluyen aspectos como la reformulación para poner en el mercado productos con perfiles nutricionales más positivos, o la información apropiada y completa al consumidor para facilitarle la elección entre los diferentes productos.
Todo esto se lleva trabajando en las industrias y en el sector en conjunto desde hace años. La innovación, la investigación es clave en nuestro sector para dar respuesta a las necesidades y requerimientos de calidad, seguridad y salud de los consumidores.
Sin ir más lejos, ahora mismo ANICE, como organización que representa a la industria cárnica en nuestro país, está desarrollando un intenso trabajo como aliado de nuestras empresas, y estamos poniendo en marcha un grupo de ambiciosos proyectos colaborativos de innovación en esta dirección, en los que estamos involucrados organizaciones, empresas y centros tecnológicos del sector primario y la industria.
El lamentable caso del anuncio de la OMS sobre las carnes rojas y los procesados cárnicos podía haber significado una crisis gravísima de consumo de estos productos, por un anuncio hecho mediante una mera nota de prensa, de forma alarmista y desproporcionada.
Afortunadamente, en nuestro país hemos visto una actitud encomiable de sentido común por parte de los consumidores, los profesionales de la salud, sociedades médicas, medios de comunicación, etc., que ha evitado una situación desastrosa. Una actitud sensata por parte de la sociedad en su conjunto que tenemos que agradecer muy sinceramente desde el sector.
Y tenemos que exigir, en paralelo, responsabilidad a estas instituciones y organismos internacionales, para evitar casos como este, que pueden dañar de forma importante a un sector socioeconómicamente tan relevante como el nuestro.