VN39 - Eneo

LA OPINIÓN DEL ENÓLOGO Adriana, a la derecha, y Beatriz, a la izquierda) conducen juntas Bodegas Ochoa. 34 Y si hablamos en concreto de la serie de vinos 8A, firmada por usted misma, ¿son también valientes? Por supuesto. Son vinos valientes, inquietos y se salen de lo habitual. Tres de ellos no están dentro de la denominación de origen porque por su elaboración o variedad no están contemplados. Pero yo en su momento creía, y sigo haciéndolo, que nuestros suelos, climas y variedades eran adecuadas para ese estilo de vinos y eso fue razón suficiente. Otros quizás no se salen tanto de lo habitual como puede ser La Foto de 1938, pero surgen también de motivaciones muy personales. En este caso yo lo que quería era homenajear a mi abuelo Adriano, al que no pude conocer. Él hacía un vino concreto cada año sólo para compartir con amigos y yo quería hacer ese vino que siempre puedas abrir con amigos. Desde 2010 su viñedo está certificado como ecológico. ¿Qué importancia le dan a practicar este tipo de viticultura? El ecológico es ahora mismo la gran base de trabajo de la bodega y lo atraviesa todo. Al final, somos una bodega familiar, tenemos un sentimiento de pertenencia a la tierra y esta decisión está tomada desde la convicción de que es la manera correcta de cuidar el legado que hemos recibido, y que eso perviva y pueda llegar a la siguiente generación. Cuidar la viña de manera ecológica nos ha llevado a conocer mejor los suelos, las cepas y también a multitud de especies vegetales y animales que ahora viven también entre las cepas. En consecuencia, nos ha llevado a hacer mejores vinos. Expresar el terruño en la copa es el objetivo de muchos enólogos, por lo que la variedad juega también un papel muy relevante. Con el cambio climático, ¿qué variedades están adaptándose mejor a sus suelos? El cambio climático está siendo una lotería. Hay años en los que la Graciano o la Garnacha son las reinas, debido al frescor que aportan, pero si las condiciones climatológicas se complican, pueden ser las que mas lo sufran. Otros años, es el año de la Tempranillo o la Moscatel. Creo que debemos trabajar para llegar a entender qué hay que hacer en cada momento para que cada suelo exprese lo mejor a través de las variedades que hay plantadas. Y, para esto, la observación y la agricultura ecológica y regenerativa son claves. Ya para terminar, y en su opinión, ¿la introducción de variedades foráneas es una buena estrategia de futuro? Si el clima está cambiando, entiendo que podamos plantearnos variedades que se adapten a esos climas. En nuestro caso tenemos un vino 100% Viognier, una variedad nada habitual en España y menos en Navarra. Pero cuando estuve en Australia, el clima, los suelos y la sensación en el viñedo me recordaba a Traibuenas. Y está funcionando, pero no creo que la solución de los retos futuros sea principalmente apostar por nuevas variedades. Creo que las variedades que siempre han estado en la zona, en nuestro caso la Moscatel, el Tempranillo, la Graciano o la Garnacha seguirán siendo la mejor opción. Lo que sí que veo claro es que debemos apostar por crear ecosistemas equilibrados y resilientes. n

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