SALUDA 6 Es necesario que el sector asuma una posición activa en lograr minimizar el impacto medioambiental de la producción porcina como por censo de animales, únicamente por detrás de China y Estados Unidos, y el primero en el marco de la UE, por delante de Alemania, líder histórico esta producción en Europa. Asimismo, España es actualmente el segundo exportador mundial de carne de porcino, únicamente superado por Estados Unidos. Al margen de los datos estructurales, el sector encara actualmente una coyuntura de mercado delicada, marcada por la inflación y los elevados costes de producción por el encarecimiento de las materias primas, que no hicieronmás que agravarse con el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, algunos problemas sanitarios en las granjas y la evolución del mercado chino, con una caída brusca de su demanda, entre otros aspectos. Todo ello ha generado una situación de incertidumbre e inestabilidad en la oferta, a la que debemos sumar los cambios inherentes que deberá afrontar el sector respecto a las exigencias normativas que le son de directa aplicación y las que están por venir a medio plazo. RETOS E INCERTIDUMBRES Es innegable que el sector porcino debe afrontar numerosos retos en lo que se refiere a la sostenibilidad de sus producciones. En primer lugar, desde un punto de vista estructural es necesario plantearse la necesidad de crecimiento del sector en eficiencia, y no solamente de dimensión. La opinión pública sobre la influencia de la ganadería en el medio ambiente o el bienestar animal es cada vez más exigente, y tiene al sector porcino en su punto de mira. Por ello, este sector debe mostrarse transparente, receptivo y proactivo con los cambios que demanda nuestra sociedad, puesto que la sostenibilidad de la producción debe ser el actual motor de crecimiento de este sector ganadero. Es necesario, no obstante, destacar la profesionalización, capacidad de adaptación y resiliencia que caracterizan a nuestro sector porcino. Éstas le han de servir, como así ha sido hasta la fecha, para dar un paso adelante en el desarrollo de acciones proactivas en relación con los retos presentes y futuros, y las nuevas exigencias normativas que puedan sobrevenir, derivadas de la regulación en materia de reducción de emisiones o de bienestar animal, entre otros aspectos. Precisamente, en el marco de las nuevas exigencias normativas, la revisión de la relativa a la ordenación de los sectores ganaderos está siendo el epicentro de los trabajos del departamento que dirijo en aras de mejorar la sostenibilidad de las producciones. Se trata de un proyecto legislativo ambicioso, pero, a la vez, proporcionado y acorde a la realidad de nuestra ganadería. A este respecto, el sector porcino ha sido pionero, como en otros muchos ámbitos, en lo que a la revisión y renovación de su ordenación se refiere, puesto que el real decreto anterior, vigente desde el año 2000, estaba obsoleto en muchos de sus aspectos. Así, ya en febrero de 2020 se aprobó el Real Decreto 306/2020, de 11 de febrero, por el que se establecen normas básicas de ordenación de las granjas porcinas intensivas. Con su publicación en el Boletín Oficial del Estado, se culminaba un proceso de casi tres años de debate y tramitación, durante el cual, desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, se pretendió implicar a todas las partes interesadas -productores, autoridades competentes y sociedad civil- en la redacción de una norma que debía sentar las bases de la porcicultura de las próximas décadas en nuestro país. Esta normativa, y su gradual implementación en estos dos años que lleva de vigencia, constituye una potente herramienta para dar respuesta a los retos sectoriales que apuntaba anteriormente. Podemos destacar una serie de pilares básicos que constituyen a la vez los principales objetivos de la norma y que están estrechamente relacionados con los condicionantes actuales del sector porcino. Por un lado, la nueva normativa incorpora un mayor nivel bioseguridad, motor clave para el desarrollo económico de las granjas porcinas. De ella dependen no solo aspectos individuales, como un mejor y más exhaustivo cuidado de los animales y una mejor productividad de las granjas, sino que, a nivel global, el estatus sanitario de toda la cabaña porcina española es un factor clave para garantizar su acceso a mercados exteriores, aspecto que constituye, a su vez, la clave del desarrollo del porcino en nuestro país. La proximidad de enfermedades como la peste porcina africana (PPA), que avanza por Europa, o la fiebre aftosa, presente en el Norte de África, hacían necesario incidir y ser más escrupulosos y estrictos en los aspectos sanitarios. Al margen de la bioseguridad, aspectos como la formación del personal, o un mayor control documental del día a día de las granjas, contribuyen también a mejorar la sanidad del conjunto del sector. Además, desde un punto de vista sanitario, es importante señalar el reconocimiento de la competencia que los veterinarios tenemos en materia de asesoramiento en
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