Abordar en consulta el Déficit de DAO con la ayuda de la genética
La histamina es una molécula que actúa como un mediador químico en el cuerpo y cumple varias funciones esenciales. Es producida por el sistema inmunológico y se encuentra principalmente en células especializadas llamadas mastocitos y basófilos. La histamina participa en respuestas alérgicas, la regulación del sueño y el apetito, la secreción gástrica, y la respuesta inmune. Por tanto, es una molécula necesaria para el correcto funcionamiento del organismo. No obstante, determinadas personas pueden tener problemas asociadas a una gran concentración de histamina.
“La acumulación en sangre de esta molécula se llama histaminosis y afecta hasta un 6% de la población mundial. Esto ocurre cuando hay un desequilibrio entre la cantidad de histamina que se ingiere o produce el cuerpo y la capacidad del organismo para descomponerla. Esto genera una acumulación excesiva de histamina en el organismo, lo que provoca síntomas como migraña, fatiga, insomnio, conjuntivitis, erupciones cutáneas, problemas digestivos, náuseas o palpitaciones”, explica Marta Alonso, doctora en nutrigenética y especialista del área de nutrigenética de N·GENE.
No existe una única causa detrás de la histaminosis, y es habitual que se den varias de forma simultánea. Algunas de las causas más comunes son: un consumo elevado de alimentos ricos en histamina, disbiosis intestinal, determinados fármacos, alergias, estrés crónico, o déficit en las enzimas encargadas de metabolizar la histamina. “Estas son la enzima DAO (Diamino Oxidasa), encargada de degradar la histamina en el intestino, y la HNMT (Histamina N-Metiltransferasa), asociada con la inactivación de la histamina en ciertas células inmunes de los tejidos. Existen variantes genéticas asociadas a un déficit en la actividad de estas enzimas que pueden predisponer a un mayor riesgo de histaminosis, sobre todo siguiendo una dieta rica en histamina”, argumenta Marta. Algunos de los alimentos más ricos en histamina son:
- Quesos maduros.
- Vinos y cervezas.
- Embutidos y carnes procesadas.
- Pescados fermentados o en conserva (como el atún en lata).
- Alimentos fermentados (como el chucrut o el kimchi).
- Tomates, berenjenas y espinacas.
Hoy en día, los profesionales de la salud pueden conocer la predisposición genética de sus pacientes a la intolerancia a la histamina analizando variantes genéticas asociadas a un déficit en la actividad de las enzimas DAO y HNMT. Concretamente, el test genético N·GENE, analiza variantes en el gen AOC1 que codifica la enzima DAO y el gen HNMT que codifica la enzima HNMT. “En total, analizamos cinco variantes genéticas en estos genes. Dependiendo de cuántos alelos de riesgo estén presentes, habrá una mayor o menor predisposición a sufrir intolerancia a la histamina. Esta información da una idea de la capacidad de gestión que tiene el paciente respecto a la histamina”, explica la experta, y puntualiza que “es importante considerar esta predisposición en consulta junto con otros factores, como la edad, los niveles de estrógenos, el consumo excesivo de alcohol o la presencia de alergias”. En cualquier caso, conocer estos datos permite al profesional orientar al paciente de manera más personalizada, proporcionándole pautas y tratamientos mejor ajustados a sus necesidades.